Nada más desayunar cogemos el autobús que nos lleva al centro y desde allí otro que nos deja en el Palacio de Hellbrun, a las afueras de Salzburgo. Es temprano pero ya hay mucha gente aguardando para entrar. Esperamos la cola para comprar las entradas (10,50€) y tenemos que hacer tiempo hasta la hora de nuestro pase. Nos dedicamos a visitar los jardines del palacio, que son gratuitos, donde hay esculturas, fuentes y estanques donde nadan unos cuantos ejemplares de descomunales esturiones.
Aprovechamos para hacernos unas cuantas fotos y por fin llega la hora de entrar a los juegos de agua, nos reunimos con nuestro grupo y la guía que nos va a acompañar en la visita. El Palacio de Hellbrunn fue la residencia del príncipe-arzobispo Markus Sittikus que lo mandó construir en el s. XVII.
El arzobispo en cuestión era un tipo bastante bromista, que ideó unos sistemas de juegos de agua avanzadísimos para la época que sorprendían a sus visitantes en los rincones y en los momentos más insospechados.., asientos que mojan, esculturas que expiden un abundante chorro como por arte de magia, toda una “fuente” de diversión….
Mención aparte merece el teatro de autómatas que cuenta con más de 200 figuras que se mueven impulsados por un ingenioso sistema hidráulico.
Mientras lo contemplamos, se activan los surtidores camuflados en el suelo y nos llueve un nuevo chapuzón, cosa que agradecemos ya que el sol aprieta fuerte. Después visitamos el palacio, la entrada nos incluye una audio guía que nos va relatando la historia de su construcción y sus diferentes dueños hasta nuestros días.
Una vez concluida, vamos a la parada de bus para regresar a Salzburgo y continuar con la visita de la ciudad.
Hoy descubrimos el Nord See, una cadena de comida rápida elaborada a base de pescado, todo tiene una pinta buenísima, no sabemos que escoger, como dentro está lleno al final nos compramos unos bocadillos riquísimos que nos comemos sentados a los pies de la Colegiata, en la plaza de la Universidad donde hay un mercado que luego visitaremos.
Continúa el calor sofocante así que decidimos volver al camping para chapotear un rato en la piscina y aguardar a que descienda un poco el sol y ya no caliente tanto. Dedicamos lo que nos queda de tarde a realizar el resto de visitas que nos quedan y a hacer algunas compras.
Sobre las 19h nos ponemos en camino hacia la Agustiner Bräustübl pues tenemos previsto cenar allí. Situada en un convento de monjes agustinos, te brinda la posibilidad de degustar la cerveza que elaboran ellos mismos acompañada de una gran variedad de platos típicos de la zona y del país.
Para comer puedes sentarte en gran patio lleno de árboles, pero todas las mesas están ocupadas, así que tenemos que quedarnos dentro, en el refectorio, que es muy bonito con sus mesas de madera y sus bancos corridos, aunque al ser verano hay más ambiente en el exterior.
Para comprar la cerveza hay que sacar primero el ticket, hay 2 tamaños, 1/2 y 1l. Coges la jarra y la refrescas en una fuente y después te diriges a la barra donde te la llenan. Hay un montón de puestos de comida tìpica para escoger. Nosotros pedimos una ración de codillo con patatas, nos encanta, aunque hubieran comido tres personas con ella de lo abundantísima que es y probamos la cerveza, que rica está! Lo mejor son los precios, es todo muy barato, lo que digo siempre, España me parece muy caro.
A nuestro lado hay unas parejas de nuestra edad que, junto con sus padres y suegros, están cantando y brindando. Después de un rato comienzan a charlar con nosotros y nos invitan a sentarnos con ellos, nos cuentan un montón de cosas sobre el país, las visitas interesantes que podemos realizar y también nos preguntan por España. Estamos con ellos hasta el final de la noche cuando ya tenemos que marcharnos para no perder el último autobús que nos lleva de vuelta al cámping.
Aprovechamos para hacernos unas cuantas fotos y por fin llega la hora de entrar a los juegos de agua, nos reunimos con nuestro grupo y la guía que nos va a acompañar en la visita. El Palacio de Hellbrunn fue la residencia del príncipe-arzobispo Markus Sittikus que lo mandó construir en el s. XVII.
El arzobispo en cuestión era un tipo bastante bromista, que ideó unos sistemas de juegos de agua avanzadísimos para la época que sorprendían a sus visitantes en los rincones y en los momentos más insospechados.., asientos que mojan, esculturas que expiden un abundante chorro como por arte de magia, toda una “fuente” de diversión….
Mención aparte merece el teatro de autómatas que cuenta con más de 200 figuras que se mueven impulsados por un ingenioso sistema hidráulico.
Mientras lo contemplamos, se activan los surtidores camuflados en el suelo y nos llueve un nuevo chapuzón, cosa que agradecemos ya que el sol aprieta fuerte. Después visitamos el palacio, la entrada nos incluye una audio guía que nos va relatando la historia de su construcción y sus diferentes dueños hasta nuestros días.
Una vez concluida, vamos a la parada de bus para regresar a Salzburgo y continuar con la visita de la ciudad.
Hoy descubrimos el Nord See, una cadena de comida rápida elaborada a base de pescado, todo tiene una pinta buenísima, no sabemos que escoger, como dentro está lleno al final nos compramos unos bocadillos riquísimos que nos comemos sentados a los pies de la Colegiata, en la plaza de la Universidad donde hay un mercado que luego visitaremos.
Continúa el calor sofocante así que decidimos volver al camping para chapotear un rato en la piscina y aguardar a que descienda un poco el sol y ya no caliente tanto. Dedicamos lo que nos queda de tarde a realizar el resto de visitas que nos quedan y a hacer algunas compras.
Sobre las 19h nos ponemos en camino hacia la Agustiner Bräustübl pues tenemos previsto cenar allí. Situada en un convento de monjes agustinos, te brinda la posibilidad de degustar la cerveza que elaboran ellos mismos acompañada de una gran variedad de platos típicos de la zona y del país.
Para comer puedes sentarte en gran patio lleno de árboles, pero todas las mesas están ocupadas, así que tenemos que quedarnos dentro, en el refectorio, que es muy bonito con sus mesas de madera y sus bancos corridos, aunque al ser verano hay más ambiente en el exterior.
Para comprar la cerveza hay que sacar primero el ticket, hay 2 tamaños, 1/2 y 1l. Coges la jarra y la refrescas en una fuente y después te diriges a la barra donde te la llenan. Hay un montón de puestos de comida tìpica para escoger. Nosotros pedimos una ración de codillo con patatas, nos encanta, aunque hubieran comido tres personas con ella de lo abundantísima que es y probamos la cerveza, que rica está! Lo mejor son los precios, es todo muy barato, lo que digo siempre, España me parece muy caro.
A nuestro lado hay unas parejas de nuestra edad que, junto con sus padres y suegros, están cantando y brindando. Después de un rato comienzan a charlar con nosotros y nos invitan a sentarnos con ellos, nos cuentan un montón de cosas sobre el país, las visitas interesantes que podemos realizar y también nos preguntan por España. Estamos con ellos hasta el final de la noche cuando ya tenemos que marcharnos para no perder el último autobús que nos lleva de vuelta al cámping.