Dia 5. Entrando en la Cassamance.
Seguimos camino para llegar a Ziguinchor. Por el camino vemos las famosas montañas de cacahuetes de Senegal, el tercer mayor productor del mundo de este fruto seco.
Montaña de cacahuetes cerca de Ziguinchor
El paisaje ha cambiado realmente y se observan preciosos rincones con cursos de agua (afluentes del río Cassamance) rodeados de palmeras y vegetación.
Paisaje de Cassamance
Nuestro hotel para esta noche es el Kadiandoumenge. Precioso hotel con una muy bonita piscina.
Javier en la piscina del Hotel Kadiandoumenge en Ziguinchor
El comedor es también bastante bonito y, en general, las instalaciones son estupendas, es el justo premio después de tantos días por las carreteras de Senegal. Lo mejor del hotel son sin duda las vistas del río Cassamance.
Vista desde el hotel Kadiandoumenge en Ziguinchor
Por la tarde tocan compras en el centro de artesanía de Ziguinchor. No está mal el centro con multitud de cosas. Visitamos un pequeño taller donde bordan telas y compramos un poco de todo.
Taller de artesanía de tejido en el mercado de artesanía de Ziguinchor
La cena en el Kadiandoumange es de lujo con un primer plato de marisco con una brocheta de langostinos y pequeñas gambas y almejas. De segundo lo de siempre carne o pescado con arroz, pero, también como siempre, muy rico. Mientras cenamos un chico toca la cora, nos pide nuestro nombre e improvisa una pequeña canción para cada uno. Suena muy dulce, Mikel como profesional del ramo decide que se tiene que comprar una cora. Después de cenar se queda con el chico para aprender a tocarla y acuerda comprarle su cora que tiene una bonita decoración. El problema es buscarle una funda para poder llevarla en el avión
Por la noche Rigobert nos anuncia una mala noticia, el coche tenía un pequeño ruidito que no le gustaba y lo ha llevado al mecánico que le ha dicho que no puede continuar, como consecuencia, se tiene que quedar en Ziguinchor y nos va a poner en contacto con un amigo suyo llamado Husman que será nuestro nuevo chofer a partir de ahora. Es una pena, Rigobert era un tipo simpático, preguntón, cantarín, y muy buena gente.
El gran Rigobert en su trabajo de conductor
Día 6. De Ziguinchor a la isla de Carabane.
Nuestra primera visita del día es el mercado de Ziguinchor. Demba nos avisa de que por el mercado suelen pulular los intermediarios que son jóvenes que se aprovechan de que las vendedoras no suelen saber francés para hacer negocio intermediando entre los turistas y los vendedores. Efectivamente no hacemos más que entrar en el mercado y se nos colocan 2 ó 3 jóvenes a nuestro alrededor que nos acosan a preguntas sobre lo que queremos y nos llevan de un sitio para otro. Por mucho que hacemos para intentar evitarlos resulta imposible, al final decidimos concentra las compras en una tienda y que Demba nos regatee en wolof directamente con la dueña. Así los hacemos, eso sí, con los intermediarios alrededor tratando de meter baza. Compramos bonitas telas para hacer manteles y vestidos senegaleses.
Mercado de Ziguinchor
Nuestra siguiente parada es una pequeña reserva de cocodrilos que tiene un francés cerca de Ziguinchor. La reserva está muy bien con impresionantes ejemplares de cocodrilos del Nilo y con unos bonitos alrededores llenos de bambúes y otras plantas exóticas.
Cocodrilo en reserva cerca de Ziguinchor
Nuestra siguiente parada Baficán. Sabíamos que íbamos a visitar una escuela pero lo que no podíamos esperar es que nos estuviera esperando todo el pueblo a la entrada de la escuela en plan Bienvenido Mr Marshall. El caso es que la escuela se está construyendo con el dinero que Demba y sus colaboradores pueden ahorrar de su trabajo de guías y como consecuencia en el pueblo están muy agradecidos tanto a Demba como a los turistas que permiten obtener ingresos.
Recibimiento en la escuela de Baficán
A nuestra llegada las mujeres y los niños del pueblo nos reciben en formación con música y bailando. Podemos también ver a la gente que está trabajando en la construcción de las escuelas, como traen arena y agua para hacer el hormigón. De nuevo en la puerta de la escuela se reanuda el bailes pero esta vez uno por uno vamos saliendo a bailar invitados por la gente del pueblo.
Desde luego el baile no es lo mío
Lo pasamos francamente bien. Nuestra pareja de vascos está realmente emocionada nosotros un poquito menos porque ya hemos estado en Senegal aunque hay que reconocer que siempre te sorprende esta gente maravillosa.
Trabajadores llevando arena y agua para los trabajos de la escuela de Baficán
Posteriormente visitamos las obras de la escuela como si fuera nuestra y finalmente nos reunimos con los jefes del pueblo y los maestros.
La escuela de Bafican
Esta reunión es bastante más solemne, las mujeres del pueblo nos regalan limones y mandarinas y los jefes del pueblo nos dicen un discurso de agradecimiento al cual contesto yo con unas “sencillas y emotivas” palabras en francés. Realmente no sé como darles las gracias por un recibimiento que no merecemos, pero me doy cuenta que en realidad somos una parte de un conjunto formado por todos los turistas que han pasado antes por allí, y que son los que realmente han ayudado, los que estamos allí que prometo que ayudaremos, y los que seguirán visitando ese acogedor país que estoy seguro seguirán ayudando. Demba echa un discurso bastante más largo y profundo tratando de concienciar a la gente de lo importante que es la educación y la higiene e incluso Mikel se lanza a hablar diciendo unas bonitas palabras de agradecimiento en francés. Definitivamente estos chicos están ganados para la causa.
Al final de la ceremonia, nuevos bailes y confraternización con la gente. Yo engancho un bebé de una joven del lugar (previa petición de permiso, por supuesto) y casi me lo traigo a España, luego todos se apuntan a coger al bebé, pero yo lo ví primero.
Tan contentos con “nuestro niño” en Bafican
Uno de los del pueblo ofrece de regalo a mi hijo un cinturón hecho de hojas para subir a las palmeras y nos hace una demostración. Sólo ver los pies desnudos trepando por aquella superficie tan dura daba grima. Mi hijo mayor intenta probar el invento del cinturón pero no le dejan subir más de un par de metros porque dicen que las deportivas resbalan y que hay que subir a pie descubierto. Evidentemente no lo intentamos, hubiéramos llenado de sangre la palmera.
Javier sopesa su regalo para trepar a las palmeras
Terminamos nuestra entrañable visita a Baficán despidiéndonos de todos con muchísimo cariño, hemos hecho muchos amigos en esta visita.
Mujer con niño en Bafican
Nuestra siguiente parada es la casa impluvium, típica de la zona. Esta casa tiene un agujero en el centro del tejado por donde escurre el agua de la lluvia a una especie de pozo central. Dentro en el patio del pozo, hay una pequeña muestra de artesanía local. Finalmente llegamos a comer en un campamento en Oussuye, la capital de la comarca.
Casa impluvium en las cercanías de Oussuye
Después de comer salimos para Elinkine a coger la barca que nos llevará a la isla de Carabane, nuestra siguiente parada.
El camino atravesando el río Cassamance para llegar a Carabane es muy bonito y la isla tiene mucho encanto. En la isla hay un pequeño hotel el hotel Carabane que será la base de nuestra estancia. Según llegamos lo primero que intentamos es encontrar un sastre que le haga una funda a la cora. Sorprendentemente hay varios sastres en la isla, parece que la gente que viene aquí a descansar aprovecha para hacerse ropa con las telas que han comprado en el viaje.
Llegada a la isla de Carabane
Después de un par de intentos acordamos con un sastre que se hace llamar Paco (parece que el turismo español es el más importante de la zona, y que los Carabaneses han adaptado sus nombres a nuestro idioma), que nos haga una funda para la cora y 4 manteles, aunque es tarde por la tarde promete tenerlo todo para el día siguiente la mediodía. Por si ello fuera poco, yo me fijé en la casaca que llevaba Paco y a la mañana siguiente, sin que lo supiera mi mujer, le encargué dos para mí. A la hora de comer todo estaba listo.
Después del sastre nos dedicamos a recorrer la isla. A pesar de su pequeño tamaño tiene de todo. Vimos la maternidad, en esta ocasión extremadamente limpia y ordenada. Eso sí, justo encima de la cama de partos había unos ramajes colocados estratégicamente para dar suerte en el trance. Dejamos nuevo material sanitario.
La maternidad de Carabane
Vemos la iglesia de Carabane, un edificio impresionante para la zona, aunque bastante abandonado, al parecer es la segunda iglesia más antigua de Senegal y pronto van a intentar restaurarla.
La iglesia de Carabane
Acabamos la tarde visitando a la familia de Demba que vive en Carabane. Nos reciben en la puerta de sus chozas y son todos muy amables con nosotros. Charlamos un ratito de nuestro viaje y de la vida en la isla, mientras ellos siguen con su vida: una madre lava a sus hijos, otra amamanta a un niño, otras hacen la comida. Sentimos una agradable sensación de ser uno más y compartir algo con la gente de allí.
Niños duchándose in situ en Carabane
Aprovechamos para regalarles a los niños unos pequeños cochecitos que habíamos traído de Madrid y los juguetes un poco más grandes se los damos al padre para que se los de a los niños que mejor estudien.
Con nuestra nueva familia de Carabane
Después de otra preciosa puesta de sol, cenamos en el hotel Carabane, de nuevo una buena cena, con un poquito de marisco al principio y carne o pescado después. Eso sí arroz que no falte.
Puesta de sol en Carabane
Después de cenar nos vamos al bar Calypso, justo al ladi del hotel andando por la playa, para oír tocar el djembe. Vienen tres chicos a tocar y montan un buen espectáculo. Nuestro problema es que estamos matados del viaje y nos dormimos a chorros
Tocando el djembe en el bar Calypso de Carabane
Día 7 de Carabane a Kabrousse pasando por la isla del hechicero.
Hoy madrugamos un poquito menos ya que tenemos un día un poco más suavecito. Nuestra primera visita es un recorrido por el río Cassamance para llegar a la isla del hechicero. El recorrido es francamente bonito, la marea está muy baja y se ven perfectamente las raíces de los manglares cargaditas de ostras. Por el camino se ven abundantes garzas, cormoranes, pelícanos, peces voladores, cangrejos, etc.
Cangrejos en la isla del hechicero
La isla del hechicero coge el nombre precisamente de que en ella habita un hechicero. Al parecer este hechicero tiene mucha fama en todo Senegal y de hecho nos acompaña un joven de buena familia senegalesa, es la única persona que encontramos en el viaje que sabe inglés, que tiene problemas de salud y espera curarse con los consejos del hechicero.
El joven senegalés necesitado de cuidados del hechicero
Por el camino a la casa del hechicero se nos van juntando los niños.
Jugando con los niños en la isla del hechicero
Aquí también tenemos escuela que construir, menos mal que por el momento no se ha hecho nada y sólo hay una estructura de ramas donde los niños de la maternidad dan clase. Si tenemos otro recibimiento como el de Bafican creo que nos hubiéramos muerto de vergüenza.
La escuela maternal de la isla del hechicero
Llegamos a la casa del hechicero y entramos dentro, por razones obvias no podemos fotografiar al hechicero, que es un señor de unos 80 años ciego que está sentado en su cama comiendo pan de mono (el fruto del baobab) mientras habla con nosotros. Nos dice que vamos a tener larga vida en conjunto y tres de nosotros le muestran sus dolores. MIkel tiene un pitido permanente en un oido que no le deja dormir, Xixili tiene una rodilla mal y mi mujer la cadera hecha polvo. Les impone la mano en las zonas afectadas y les dice que de los tres la primera que se va a curar es Xixili.
Nos cuenta un poco de su historia. El no quería saber nada de ser hechicero pero cuando se murió el hechicero anterior le dijeron que él era el elegido para se el nuevo hechicero. El se negó varias veces pero cayó enfermo y se quedó ciego, terminando finalmente por aceptar su destino. No acabamos de convencernos del poder del hechicero pero hay que reconocer que la atmósfera de aquella habitación con el hechicero y nosotros esperando sus palabras era bastante especial.
Por el camino de vuelta a la barca encontramos alguna Ceiba gigantesca, si los baobabs eran un espectáculo, las ceibas no les van a la zaga.
Ceiba gigante de la isla del hechicero
Volvemos por la isla para coger de nuevo la barca, acompañados de todos los niños que nos dedican una bonita despedida.
Despedida de los niños de la isla del hechicero
El chico de la enfermedad ha estado también con el hechicero y le ha recomendado ir a ver a otra hechicera en un pueblo cercano, así que lo llevamos de vuelta con nosotros, también nos llevamos a un pescador que vive en frente de la isla de Carabane y que lleva un gallo y aparejos, proporcionando una bonita estampa. Por el camino de vuelta vemos delfines. Senegal no es un gran país para visitar animales, pero a pesar de ello hemos visto unos cuantos animales salvajes.
El pescador se baja de la barca con su gallo y sus herramientas
Volvemos al hotel de Carabane para comer, de nuevo una comida de la zona y tomamos de nuevo la barca para ira camino de Kabrousse nuestro nuevo destino. Gracias a Dios no se tarda mucho y antes de anochecer estamos en Kabrousse donde podemos disfrutar de la playa, la piscina y otra bonita puesta de sol.
El hotel de Kabrousse es el Royal Kabrousse, que es un hotel más turístico de todos los que hemos visitado hasta ahora. Hay bastantes jubilados franceses, algunos italianos y algunos niños. Como buen hotel turístico, tiene sus espectáculos. Hoy toca la noche senegalesa, aunque comienza con un desfile de moda local donde los turistas hacen de modelos.
El hotel Royal Kabrousse
La cena es tipo buffet pero bastante completo con un buen buffet frío de ensaladas, calamares, pulpo, gambas y langostino. Luego platos calientes de carne y pescado y finalmente un completísimo buffet de postres donde sobresale un guirlache de cacahuetes realmente exquisito.
Después de la cena hay un buen espectáculo de bailes senegaleses. De nuevo estamos muy cansados para disfrutarlo plenamente
Día 8 estancia en Kabrousse
Hoy se supone que tenemos día de descanso en la playa de Kabrousse. Descanso relativo porque a las 10 de la mañana ya estamos jugando al voleyplaya como si nos fuera la vida en ello. El animador es un tipo realmente simpático que se llama Baba y pasamos un rato francamente divertido. Después playa y piscina. La playa es realmente espectacular.
Demba viene a recogernos a Mikel y a mí para ir a la maternidad y una escuela a repartir el último material que nos queda. La maternidad está llena de gente nada menos que cinco mujeres han dado a luz y se encuentran allí con sus niños. Hay una enfermera joven y otra mayor bastante simpáticas que nos explican como funciona aquello.
Entregando material en la maternidad de Kabrousse
La escuela está hoy cerrada porque es día de fiesta por lo que nos encontramos sólo con la profesora a la que damos el resto de material que nos queda.
Entregando material a la profesora de la escuela de Kabrousse
Cuando volvemos al hotel no encontramos al resto de la gente que han emprendido camino playa adelante hasta Guinea Bissau. La frontera está relativamente cerca y el paseo por la magnífica playa de Kabrousse es una maravilla. Es inmensa y no hay absolutamente nadie, si acaso algunas vacas que se pasean indolentemente por allí.
La inmensa playa de Kabrousse
Para la comida nos damos una auténtico homenaje, nos lleva Demba a un restaurante muy cerca del hotel, en la playa, que se llama “le bar de la mer”. Por 21 euros por cabeza, comemos un plato de marisco con una langosta por cabeza, langostinos, gambas y nécoras al estilo “txangurro”. Todo está muy rico desmintiendo un poco el lugar común de que el marisco no está bueno fuera de España. La vida de turista rico también tiene sus encantos.
Durante la comida hay un cantante de color que canta canciones muy lentas con una preciosa voz, el hombre hace un esfuerzo para cantarnos todas las canciones que conoce en español: quizás, quizás y comandante che Guevara, resulta francamente agradable. Al acabar la comida mis hijos se vuelven al hotel y una de las chicas se enrolla con nosotros. yo trato de liarla con Demba que permanece soltero, pero me contesta con mucha gracia que no le interesa uno como ella, que estos tienen varias mujeres y ella quiere uno para ella sola. En el que se ha fijado ha sido en mi hijo mayor al que dice que ha estado mirando todo el rato pero que no le ha prestado la menor atención. Yo le digo que mi hijo no tiene oficio ni beneficio mientras que Demba tiene un negocio turístico, pero no pica. Parece que las mujeres senegalesas están cambiando de mentalidad
Por la tarde, Xixili, Mikel y yo nos vamos a Cap Skirring donde hay un mercado de artesanía muy grande probablemente el mayor que hayamos visto en Senegal. Vamos sin ánimo de comprar muchas cosas pero pronto nos damos cuenta de que los vendedores tienen muchas ganas de vender, la crisis y la hora de la tarde deben haber influido para que las bajadas de precios sean espectaculares. Compramos varias piezas de tela pintadas, el calendario diola, figuras de madera, máscaras, collares etc.
Nos encontramos con el joven que nos acompaño a la isla del hechicero y nos cuenta que la hechicera recomendada por el de la isla le ha puesto una botella vacía contra su vientre y, sin herida aparente, le ha sacado una sustancia extraña de su cuerpo y que ahora se encuentra mucho mejor. Demba nos cuenta que a él también le hicieron eso y le sacaron una solitaria. Hay que ver como son las cosas por aquí. Nosotros que creemos que nos lo sabemos todo.
De nuevo cenamos en el buffet del hotel y a descansar que nos espera otro duro día.