BAHIR DAR
Bahir Dar, o Bahar Dar, es la tercera city más grande Etiopía, con una población aprox de 200 mil almas, capital de la región de Amhara, una de las 9 de Etiopía, y que de acuerdo a la división administrativa por etnias, que rige en el país desde 1996, la habita el pueblo Amhara, el segundo grupo étnico más numeroso de Etiopía, tras la de los Oromos del centro-sur del país.
Situada en la orilla sur del Lago Tana, los primeros registros de la zona, datan de finales del siglo XVI, a raíz de asentamientos de misioneros jesuitas en las márgenes del lago, entre ellos el famoso misionero/aventurero conquense Pedro Paez, del que se dice, fue el primer europeo en probar el café (el pobre no pegó ojo esa noche), y también en llegar a las fuentes del Nilo Azul en 1618 (aunque como en la mayoría de descubrimientos y primeras llegadas, hay alguno que dice que estaba ahí 5 minutos antes, otro que bebió agua en ese manantial el siglo anterior, etc.). En cualquier caso, sus andanzas están recogidas en un libro que él mismo escribió en el año 1620, “Historia de Etiopía”, publicado en el 2010.
Algunas de entre sus peripecias, son la de haber sido hecho prisionero en Yemen y obligado a cruzar el desierto de Hadramouth atado a la cola de un camello, con la consiguiente tortura cada vez que al jorobado le venía un apretón, o la de haber sido engrilletado como remero mileurista en un galera turca. Aparte del Amárico, sabía latín, portugués, hebreo, persa, árabe, y algo de chino, lo cual le serviría un montón hoy en día para hacer negocios en España.
Entre 1937 y 1941, durante la II guerra mundial, la ciudad sufrió la ocupación de las tropas italianas uniformadas por Giorgio Armani, y una invasión de pizzas y spaguettis, pero abandonaron la ciudad poco tiempo después de un bombardeo sobre la ciudad por la aviación de la RAF inglesa.
En nuestros dias, Bahir Dar, es el punto de origen para las visitas al Lago Tana, las cataratas del Nilo Azul, y las iglesias y monasterios de las islas y penínsulas del lago, pero uno también se puede dar una vuelta por su colorido y denso mercado al aire libre, o visitar los núcleos de pescadores, y departir con los Bahirdardenses.
LAGO TANA
Los datos oficiales, le endosan unas medidas de 85x65x15, el más grande de Etiopía, y un lote de una treintena de islotes, aunque variable en función del nivel del agua. Es considerado como el nacimiento del Nilo Azul, aunque algunos enteraos dicen que la verdaderas fuentes, están en las faldas del monte Gishe, en los manantiales que dan lugar al Gilgel Abay, o pequeño Nilo, el arroyo más grande de la cincuentena que van a parar al Lago Tana. Este lugar, es considerado lugar sagrado por los etiopes, y custodiado de forma permanente por los monjes de una pequeña iglesia ortodoxa que hay en el paraje, que reciben a los aldeanos que van a rellenar sus calabazas, botellas de plástico, cantimploras, y pistolas de agua, de lo que consideran agua bendita.
Entre la variada fauna que cobija el lago y sus alrededores, son renombrados los cocodrilos fantasmas, hipopótamos, monos de cara blanca, pelícanos vacilones, pitones y mambas negras, hienas, felinos menores, y una nutrida tropa de aves. De los hipos, que sí que son factibles de ver, las reseñas hablan de dirigirse a las aguas poco profundas que hay en el punto donde el nilo azul abandona el lago, y al que es posible llegar indicándoselo a algún lugareño con barco.
EXCURSION POR EL LAGO TANA
A pesar de nuestra buena cara, amanece con mal tiempo en Bahir Dar, dato que importará un pimiento pero que pongo igual, porque más tarde influyó en la excursión náutica que realizamos en una embarcación de recreo de proa totalmente cuadrada, por el Lago Tana. Después de que el guía contratase la excursión, en un chiringo de madera habilitado a tal fin en uno de los embarcaderos de Bahir Dar a la orilla del lago, nos subimos a una lancha rectangular destinada a navegar bajo el sol con un martini con aceituna, en la lluviosa y ventosa mañana.
Aunque se pueden contratar en el hotel o en cualquier sitio, paseos en bote desde 2 a 12 horas, una excursión compartida estandard por el Tana a ver 3 o 4 monasterios, cuesta alrededor de 200 birs por persona, unos 7-8 euros, a lo que hay que sumar la entrada a cada uno de ellos, que son otros 100 birs, unos 3-4 euros.
El oleaje provocado por el viento, que zarandeaba a placer la barquichuela, nos obligaba a ir intercambiando las posiciones de babor a estribor y de proa a popa, para distribuir el peso y equilibrar la embarcación, pues en los continuos embates de las olas, la proa cuadrada se hundía y el agua entraba a raudales en el bote. Mientras, alucinábamos con los pescadores del lago remando en sus “tankwas”, canoas tradicionales de papiro, bambú y cuerdas, a las que se veía según la carga, hundidas hasta la borda, y cuya vida útil no va más allá de 3 o 4 meses, aunque luego su construcción no lleva más de 3 dias.
Mientras, podíamos disfrutar viendo las orillas pobladas de la materia prima de estas canoas, los plumeros de las plantas acuáticas del papiro, que remataban unos tallos que pueden alcanzar hasta 5 o 6 metros de altura.
Tras una hora de emocionante aventura, divisamos el colosal muelle del embarcadero de la península de Zege, con capacidad para 1'17 barcos. Como estaba atracado un barco de pasajeros, el único que existe en el lago, al que llaman “Tanana”, el joven y buen patrón que pilotaba nuestra barca, tras charlar animadamente a gritos con un par de parroquianos, nos mostró toda su pericia para, con el oleaje reinante, arrimarse y emparedar la barca sin estrellarla y sin amarrarla, en el rídiculo hueco de muelle que había entre la popa del transbordador atracado y las rocas.
A pesar de varias abolladuras, el chaval lo logró, y nosotros tras conseguir poner pie en tierra firme, le dedicamos inmediatamente una cerrada ovación de varios minutos, aunque sin pedirle un bis. Tras el agradecimiento, el joven zarpó ipso facto a fondear el bote en una cala protegida de un saliente de la península, y nosotros nos dispusimos a visitar el monasterio de Ura Kidane Mihret, uno de los más admirados de la veintena que existen en el lago Tana.
IGLESIAS Y MONASTERIOS DEL LAGO TANA
Todas construidas entre los siglos XIV y XVIII, se piensa que sobre lugares sagrados anteriores, y aprovechando la discrección y el aislamiento de la zona y su espesa vegetación, sirvieron para proteger la fe cristiana, y para que los emperadores de la época almacenaran, poniendo fuera de peligro, reliquias y tesoros religiosos, artísticos y reales de todas las partes del país. Eso hace que por ahí repartidos, están guardados manuscritos primitivos, cruces, documentos, momias de los antiguos emperadores, coronas, ropas ceremoniales, y un largo eetcétera.
Las iglesias etiopes tienen unas características comunes, sean circulares o cuadradas. Estas del Lago Tana, son de adobe y de planta circular con techo cónico de paja, que debe estar siempre coronado por una cruz. Todas han de tener cuatro entradas enfrentadas a los 4 puntos cardinales, y el muro del recinto de culto, encierra una estructura anillada, a imitación del templo de Salomón en Jerusalén, compuesta por tres anillos concéntricos, -en las cuadradas son tres estancias consecutivas-, el deambulatorio exterior, el deambulatorio interior, y el santuario interior, al que solo pueden acceder los monjes ordenados. Al primer recinto, se accede por tres puertas, una para los hombres, otra para las mujeres, y otra para los clérigos. El segundo, es donde se celebran los oficios, y se administra la eucaristía, y el último, es la estancia interior, la mas inaccesible y secreta, normalmente protegida por mamparas, muros o cortinas, y orientada al este, donde se celebran ceremonias y rituales litúrgico-esotéricos, fuera de las miradas de los feligreses.
Los feligreses, asisten a los oficios vestidos de blanco, cubriendo generalmente cuerpo y cabeza con una tela blanca de algodón, que simboliza la pureza. Los oficios, siempre se celebran de pie, y en la religión ortodoxa no existe el concepto de purgatorio, ni la confesión. Los cristianos etiopes no se rigen por el calendario gregoriano, sino por el antiguo calendario juliano, que consta de 12 meses de 30 dias, mas una propina de un mes de 5 dias (6 en los años bisiestos). Por ello, las fechas de las festividades no coinciden con las del resto de paises cristianos, de tal manera que el Año Nuevo se celebra el 11 de setiembre, o la navidad el 7 de Enero. Su horario, tampoco se corresponde con el internacional, ya que su hora del amanecer es la una de la mañana.
VISITA A LA IGLESIA DE URA KIDANE MIHRET
La península de Zege, es conocida por sus cafetales, de tal manera, que una vez emprendida la ligera ascensión por el sendero, en nuestra visita embarrado, que sube desde el embarcadero, uno se ve rodeado de verdes plantas del café, rebosantes de las bayas rojas que contienen el grano. Como síntoma de que estas iglesias no están aisladas, y de que el turismo campa a sus anchas, no ha resquicio de sendero que no esté flanqueado por puestos de souvenirs y artesanía.
Tras un cuarto de hora escaso, e inmediatamente cruzado un arco cuadrado de piedra, se accede al recinto del monasterio de Ura Kidane Mihret, uno de los más conocidos y admirados, sino el que más, de la veintena de monasterios lacustres del Tana. A diferencia de la mayoría, en este y en el de Aswa Mariam, que está siguiendo el sendero una media hora más, está permitido el acceso a las mujeres.
Tras descalzarnos, lo cual es preceptivo y fantástico para las pulgas, seguimos al guía del lugar que nos han encalomado, que nos indica que le vayamos siguiendo para enseñarnos y explicarnos, por el anillo del deambulatorio exterior, los bonitos murales de pintura religiosa etiope de colores vivos y aires bizantinos, con pinceladas de naif ingenuidad, pintados entre los siglos XVIII y XIX, o sea doscientos años después de la construcción de la iglesia.
En un momento dado, veo al hombre hablando solo, pues todos nos hemos esfumado, desperdigándonos por el recinto a nuestro aire, para tomar fotos, o disfrutar de los preciosos claroscuros que se formaban al atravesar la luz la empalizada exterior que rodea el lugar de culto.
Como en un pelotón ciclista que se estira y se contrae sin parar, de vez en cuando nos compadecemos del hombre y nos acercamos a menear la cabeza afirmativamente, haciendo ver que escuchamos su verborrea entusiasta sobre tal o cual santo de un mural, o tal o cual escena del Antiguo o Nuevo testamento.
Tras un rato, desando hasta el arco de piedra de entrada al recinto sagrado, punto a partir del cual puedo fumar un cigarro, y me siento a ver a los lugareños que acaban de colgar las telas y colocar los souvenirs para la inminente salida de los turistas, y me pierdo un poco pateando por los senderos que rodean el lugar, que llevan directamente a las chozas viviendas de la gente de la península. Cuando vuelvo, el resto del grupo ha desaparecido, así que brinco sendero abajo como una cabra, sonriendo a niños y niñas que aparecen continuamente vendiendo sus barquitos de papiro en miniatura, o esquivando a los vendedores de los puestos que saltan al camino a ofrecerme cruces, anillos, libritos sagrados, pulseras, o monedas de plata, hasta que enlazo con el resto del grupo pocos metros antes del embarcadero.
En el muelle, sigue atracado el barco de pasajeros, y nuestro bote se aproxima desde su refugio, pero ha de fondear a la espera de que zarpe. Pasado un buen rato, observando el combate de un par de operarios con el nudo de una amarra de acero que se ha tensado tanto que les resulta imposible deshacer, la marcha del transbordador de pasajeros, y la transformación de marejadilla en marejada, embarcamos y zarpamos con los salvavidas bien amarrados.
Aunque a favor del viento, como la proa cuadrada a ras de agua de la caja flotante con toldo, no puede cortar las olas, la navegación durante media hora, se convierte en la siguiente secuencia: oleaje, golpe del morro del bote, cortina de agua, ducha, golpe de popa, oleaje, golpe de proa, catarata, chapuzón, apertura de ojos, oleaje, golpe de popa, oleaje, golpe de proa, iguazú, mojamos nosotros al agua, golpe de popa, oleaje, golpe de proa, cortina de agua, glupglupglup, golpe de popa, oleaje, golpe de proa, un par de tilapias en el bote, golpe de popa, cortina de agua, metidos en una bañera con la ropa, dinero y documentos, ...
Empapados y aovillados, pero agradecidos al buen hacer del chaval que ha gobernado la cosa esa que flota, llegamos a aguas más calmas al acercarnos al primer islote que nos encontramos, pero en el que no paramos, porque un pescador nos indica que el monasterio está cerrado.
Seguimos la navegación ya en calma hasta el siguiente islote a poca distancia del primero, donde desembarcamos, nos cambiamos lo que podemos, tendemos ropas, documentación y billetes al sol, y en el interior de la iglesia, fusilamos a fotos al monje que posa con cara de interesante mirando por una ventana hacia la inmensidad de la nada.
El regreso a Bahir Dar, es agradecidamente agradable, ya que además de la inmensa felicidad por el bautizo de media hora en las aguas del lago Tana que nos hemos metido, navegamos en calma, y siguiendo en paralelo a la orilla, podemos saludar a las gentes de un núcleo pesquero del lago,
que vive en armonía con unas preciosas colonias de pelícanos, que exhiben sus despegues y aterrizajes ante nuestras mismas narices, brindándones un espectáculo maravilloso, como colofón de nuestra excursión lacustre.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Llegamos al hotel a las 2 de la tarde, comemos en el restaurante del hotel (os ahorro la repetición del menú) acompañados por oficiales de las fuerzas armadas etiopes, y por tres yankees sentados en una de las mesas, con pintas de la CIA, a los que los militares saludan, y realizamos una asamblea para debatir diversos asuntos, antes de salir a la segunda excursión del día: las Blue Nile waterfalls.
Bahir Dar, o Bahar Dar, es la tercera city más grande Etiopía, con una población aprox de 200 mil almas, capital de la región de Amhara, una de las 9 de Etiopía, y que de acuerdo a la división administrativa por etnias, que rige en el país desde 1996, la habita el pueblo Amhara, el segundo grupo étnico más numeroso de Etiopía, tras la de los Oromos del centro-sur del país.
Situada en la orilla sur del Lago Tana, los primeros registros de la zona, datan de finales del siglo XVI, a raíz de asentamientos de misioneros jesuitas en las márgenes del lago, entre ellos el famoso misionero/aventurero conquense Pedro Paez, del que se dice, fue el primer europeo en probar el café (el pobre no pegó ojo esa noche), y también en llegar a las fuentes del Nilo Azul en 1618 (aunque como en la mayoría de descubrimientos y primeras llegadas, hay alguno que dice que estaba ahí 5 minutos antes, otro que bebió agua en ese manantial el siglo anterior, etc.). En cualquier caso, sus andanzas están recogidas en un libro que él mismo escribió en el año 1620, “Historia de Etiopía”, publicado en el 2010.
Algunas de entre sus peripecias, son la de haber sido hecho prisionero en Yemen y obligado a cruzar el desierto de Hadramouth atado a la cola de un camello, con la consiguiente tortura cada vez que al jorobado le venía un apretón, o la de haber sido engrilletado como remero mileurista en un galera turca. Aparte del Amárico, sabía latín, portugués, hebreo, persa, árabe, y algo de chino, lo cual le serviría un montón hoy en día para hacer negocios en España.
Entre 1937 y 1941, durante la II guerra mundial, la ciudad sufrió la ocupación de las tropas italianas uniformadas por Giorgio Armani, y una invasión de pizzas y spaguettis, pero abandonaron la ciudad poco tiempo después de un bombardeo sobre la ciudad por la aviación de la RAF inglesa.
En nuestros dias, Bahir Dar, es el punto de origen para las visitas al Lago Tana, las cataratas del Nilo Azul, y las iglesias y monasterios de las islas y penínsulas del lago, pero uno también se puede dar una vuelta por su colorido y denso mercado al aire libre, o visitar los núcleos de pescadores, y departir con los Bahirdardenses.
LAGO TANA
Los datos oficiales, le endosan unas medidas de 85x65x15, el más grande de Etiopía, y un lote de una treintena de islotes, aunque variable en función del nivel del agua. Es considerado como el nacimiento del Nilo Azul, aunque algunos enteraos dicen que la verdaderas fuentes, están en las faldas del monte Gishe, en los manantiales que dan lugar al Gilgel Abay, o pequeño Nilo, el arroyo más grande de la cincuentena que van a parar al Lago Tana. Este lugar, es considerado lugar sagrado por los etiopes, y custodiado de forma permanente por los monjes de una pequeña iglesia ortodoxa que hay en el paraje, que reciben a los aldeanos que van a rellenar sus calabazas, botellas de plástico, cantimploras, y pistolas de agua, de lo que consideran agua bendita.
Entre la variada fauna que cobija el lago y sus alrededores, son renombrados los cocodrilos fantasmas, hipopótamos, monos de cara blanca, pelícanos vacilones, pitones y mambas negras, hienas, felinos menores, y una nutrida tropa de aves. De los hipos, que sí que son factibles de ver, las reseñas hablan de dirigirse a las aguas poco profundas que hay en el punto donde el nilo azul abandona el lago, y al que es posible llegar indicándoselo a algún lugareño con barco.
EXCURSION POR EL LAGO TANA
A pesar de nuestra buena cara, amanece con mal tiempo en Bahir Dar, dato que importará un pimiento pero que pongo igual, porque más tarde influyó en la excursión náutica que realizamos en una embarcación de recreo de proa totalmente cuadrada, por el Lago Tana. Después de que el guía contratase la excursión, en un chiringo de madera habilitado a tal fin en uno de los embarcaderos de Bahir Dar a la orilla del lago, nos subimos a una lancha rectangular destinada a navegar bajo el sol con un martini con aceituna, en la lluviosa y ventosa mañana.
Aunque se pueden contratar en el hotel o en cualquier sitio, paseos en bote desde 2 a 12 horas, una excursión compartida estandard por el Tana a ver 3 o 4 monasterios, cuesta alrededor de 200 birs por persona, unos 7-8 euros, a lo que hay que sumar la entrada a cada uno de ellos, que son otros 100 birs, unos 3-4 euros.
El oleaje provocado por el viento, que zarandeaba a placer la barquichuela, nos obligaba a ir intercambiando las posiciones de babor a estribor y de proa a popa, para distribuir el peso y equilibrar la embarcación, pues en los continuos embates de las olas, la proa cuadrada se hundía y el agua entraba a raudales en el bote. Mientras, alucinábamos con los pescadores del lago remando en sus “tankwas”, canoas tradicionales de papiro, bambú y cuerdas, a las que se veía según la carga, hundidas hasta la borda, y cuya vida útil no va más allá de 3 o 4 meses, aunque luego su construcción no lleva más de 3 dias.
Mientras, podíamos disfrutar viendo las orillas pobladas de la materia prima de estas canoas, los plumeros de las plantas acuáticas del papiro, que remataban unos tallos que pueden alcanzar hasta 5 o 6 metros de altura.
Tras una hora de emocionante aventura, divisamos el colosal muelle del embarcadero de la península de Zege, con capacidad para 1'17 barcos. Como estaba atracado un barco de pasajeros, el único que existe en el lago, al que llaman “Tanana”, el joven y buen patrón que pilotaba nuestra barca, tras charlar animadamente a gritos con un par de parroquianos, nos mostró toda su pericia para, con el oleaje reinante, arrimarse y emparedar la barca sin estrellarla y sin amarrarla, en el rídiculo hueco de muelle que había entre la popa del transbordador atracado y las rocas.
A pesar de varias abolladuras, el chaval lo logró, y nosotros tras conseguir poner pie en tierra firme, le dedicamos inmediatamente una cerrada ovación de varios minutos, aunque sin pedirle un bis. Tras el agradecimiento, el joven zarpó ipso facto a fondear el bote en una cala protegida de un saliente de la península, y nosotros nos dispusimos a visitar el monasterio de Ura Kidane Mihret, uno de los más admirados de la veintena que existen en el lago Tana.
IGLESIAS Y MONASTERIOS DEL LAGO TANA
Todas construidas entre los siglos XIV y XVIII, se piensa que sobre lugares sagrados anteriores, y aprovechando la discrección y el aislamiento de la zona y su espesa vegetación, sirvieron para proteger la fe cristiana, y para que los emperadores de la época almacenaran, poniendo fuera de peligro, reliquias y tesoros religiosos, artísticos y reales de todas las partes del país. Eso hace que por ahí repartidos, están guardados manuscritos primitivos, cruces, documentos, momias de los antiguos emperadores, coronas, ropas ceremoniales, y un largo eetcétera.
Las iglesias etiopes tienen unas características comunes, sean circulares o cuadradas. Estas del Lago Tana, son de adobe y de planta circular con techo cónico de paja, que debe estar siempre coronado por una cruz. Todas han de tener cuatro entradas enfrentadas a los 4 puntos cardinales, y el muro del recinto de culto, encierra una estructura anillada, a imitación del templo de Salomón en Jerusalén, compuesta por tres anillos concéntricos, -en las cuadradas son tres estancias consecutivas-, el deambulatorio exterior, el deambulatorio interior, y el santuario interior, al que solo pueden acceder los monjes ordenados. Al primer recinto, se accede por tres puertas, una para los hombres, otra para las mujeres, y otra para los clérigos. El segundo, es donde se celebran los oficios, y se administra la eucaristía, y el último, es la estancia interior, la mas inaccesible y secreta, normalmente protegida por mamparas, muros o cortinas, y orientada al este, donde se celebran ceremonias y rituales litúrgico-esotéricos, fuera de las miradas de los feligreses.
Los feligreses, asisten a los oficios vestidos de blanco, cubriendo generalmente cuerpo y cabeza con una tela blanca de algodón, que simboliza la pureza. Los oficios, siempre se celebran de pie, y en la religión ortodoxa no existe el concepto de purgatorio, ni la confesión. Los cristianos etiopes no se rigen por el calendario gregoriano, sino por el antiguo calendario juliano, que consta de 12 meses de 30 dias, mas una propina de un mes de 5 dias (6 en los años bisiestos). Por ello, las fechas de las festividades no coinciden con las del resto de paises cristianos, de tal manera que el Año Nuevo se celebra el 11 de setiembre, o la navidad el 7 de Enero. Su horario, tampoco se corresponde con el internacional, ya que su hora del amanecer es la una de la mañana.
VISITA A LA IGLESIA DE URA KIDANE MIHRET
La península de Zege, es conocida por sus cafetales, de tal manera, que una vez emprendida la ligera ascensión por el sendero, en nuestra visita embarrado, que sube desde el embarcadero, uno se ve rodeado de verdes plantas del café, rebosantes de las bayas rojas que contienen el grano. Como síntoma de que estas iglesias no están aisladas, y de que el turismo campa a sus anchas, no ha resquicio de sendero que no esté flanqueado por puestos de souvenirs y artesanía.
Tras un cuarto de hora escaso, e inmediatamente cruzado un arco cuadrado de piedra, se accede al recinto del monasterio de Ura Kidane Mihret, uno de los más conocidos y admirados, sino el que más, de la veintena de monasterios lacustres del Tana. A diferencia de la mayoría, en este y en el de Aswa Mariam, que está siguiendo el sendero una media hora más, está permitido el acceso a las mujeres.
Tras descalzarnos, lo cual es preceptivo y fantástico para las pulgas, seguimos al guía del lugar que nos han encalomado, que nos indica que le vayamos siguiendo para enseñarnos y explicarnos, por el anillo del deambulatorio exterior, los bonitos murales de pintura religiosa etiope de colores vivos y aires bizantinos, con pinceladas de naif ingenuidad, pintados entre los siglos XVIII y XIX, o sea doscientos años después de la construcción de la iglesia.
En un momento dado, veo al hombre hablando solo, pues todos nos hemos esfumado, desperdigándonos por el recinto a nuestro aire, para tomar fotos, o disfrutar de los preciosos claroscuros que se formaban al atravesar la luz la empalizada exterior que rodea el lugar de culto.
Como en un pelotón ciclista que se estira y se contrae sin parar, de vez en cuando nos compadecemos del hombre y nos acercamos a menear la cabeza afirmativamente, haciendo ver que escuchamos su verborrea entusiasta sobre tal o cual santo de un mural, o tal o cual escena del Antiguo o Nuevo testamento.
Tras un rato, desando hasta el arco de piedra de entrada al recinto sagrado, punto a partir del cual puedo fumar un cigarro, y me siento a ver a los lugareños que acaban de colgar las telas y colocar los souvenirs para la inminente salida de los turistas, y me pierdo un poco pateando por los senderos que rodean el lugar, que llevan directamente a las chozas viviendas de la gente de la península. Cuando vuelvo, el resto del grupo ha desaparecido, así que brinco sendero abajo como una cabra, sonriendo a niños y niñas que aparecen continuamente vendiendo sus barquitos de papiro en miniatura, o esquivando a los vendedores de los puestos que saltan al camino a ofrecerme cruces, anillos, libritos sagrados, pulseras, o monedas de plata, hasta que enlazo con el resto del grupo pocos metros antes del embarcadero.
En el muelle, sigue atracado el barco de pasajeros, y nuestro bote se aproxima desde su refugio, pero ha de fondear a la espera de que zarpe. Pasado un buen rato, observando el combate de un par de operarios con el nudo de una amarra de acero que se ha tensado tanto que les resulta imposible deshacer, la marcha del transbordador de pasajeros, y la transformación de marejadilla en marejada, embarcamos y zarpamos con los salvavidas bien amarrados.
Aunque a favor del viento, como la proa cuadrada a ras de agua de la caja flotante con toldo, no puede cortar las olas, la navegación durante media hora, se convierte en la siguiente secuencia: oleaje, golpe del morro del bote, cortina de agua, ducha, golpe de popa, oleaje, golpe de proa, catarata, chapuzón, apertura de ojos, oleaje, golpe de popa, oleaje, golpe de proa, iguazú, mojamos nosotros al agua, golpe de popa, oleaje, golpe de proa, cortina de agua, glupglupglup, golpe de popa, oleaje, golpe de proa, un par de tilapias en el bote, golpe de popa, cortina de agua, metidos en una bañera con la ropa, dinero y documentos, ...
Empapados y aovillados, pero agradecidos al buen hacer del chaval que ha gobernado la cosa esa que flota, llegamos a aguas más calmas al acercarnos al primer islote que nos encontramos, pero en el que no paramos, porque un pescador nos indica que el monasterio está cerrado.
Seguimos la navegación ya en calma hasta el siguiente islote a poca distancia del primero, donde desembarcamos, nos cambiamos lo que podemos, tendemos ropas, documentación y billetes al sol, y en el interior de la iglesia, fusilamos a fotos al monje que posa con cara de interesante mirando por una ventana hacia la inmensidad de la nada.
El regreso a Bahir Dar, es agradecidamente agradable, ya que además de la inmensa felicidad por el bautizo de media hora en las aguas del lago Tana que nos hemos metido, navegamos en calma, y siguiendo en paralelo a la orilla, podemos saludar a las gentes de un núcleo pesquero del lago,
que vive en armonía con unas preciosas colonias de pelícanos, que exhiben sus despegues y aterrizajes ante nuestras mismas narices, brindándones un espectáculo maravilloso, como colofón de nuestra excursión lacustre.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Llegamos al hotel a las 2 de la tarde, comemos en el restaurante del hotel (os ahorro la repetición del menú) acompañados por oficiales de las fuerzas armadas etiopes, y por tres yankees sentados en una de las mesas, con pintas de la CIA, a los que los militares saludan, y realizamos una asamblea para debatir diversos asuntos, antes de salir a la segunda excursión del día: las Blue Nile waterfalls.