Ya estoy en la última etapa de mi viaje por Rumanía. Y bien a gusto que me hubiese quedado algunos días más en algunas localidades visitadas o hubiese explorado tal vez la rumanía del Mar Negro y delta del danubio, o incluso Moldavia.
Salgo de Brasov en el tren más barato que había (19 lei, 3 horas de trayecto) hacia Sighisoara a las 19:30. Había bastantes trenes más, pero eran inter regionales o inter city y costaban por encima de los 50 lei. Sí, ya sé que sigue siendo muy barato, pero es que te acostumbras enseguida a lo baratísimo y pierdes la perspectiva.
El tren estaba lleno de gitanos rumanos con familias muy numerosas y muy jóvenes. En el vagón en el que me refugio hay un húngaro y dos griegos. Como tengo el podcast de la ventana (cadena Ser) del día anterior, ando tranquilo, no creo que me aburra en las tres horas de viaje.
Pues ciertamente no me ha dado tiempo a aburrirme. Jodé, ni a encender el móvil para escuchar a Carles Francino. El húngaro, un tipo de mi edad (40) no ha parado de hablar y hablar y hablar durante las tres horas del viaje. El muy cabroncete ha estado en más de 100 países y nos ha contado todo lo posible y más. Hostia, es que ni mientras comía callaba. Yo creo que tanto los griegos como yo ha habido momentos que estábamos dándole vueltas a la cabeza sobre formas de tortura relacionadas con la inmersión de la cabeza en agua.
Daniel, el húngaro, es un rata de la leche. Nos ha estado comentando cómo lograr un descuento de 1 o 2 lei si viajas en tren con cierta frecuencia; Cómo va a los sitios después de que cierren, para suplicarle al guarda de turno que le deje sacar unas fotos un momentito (y no pagar la entrada);... y no sé cuántas más cosas similares.
Pues resulta que se aloja en el mismo hostel que yo (evidentemente el más barato, aunque yo lo he cogido por ser el más cercano a la estación de tren y bus)
La pareja griega no había reservado albergue (hemos llegado hacia las 22:30) pero tenían habitaciones privadas disponibles en el nuestro.
Que no se me olvide, el hostel se llama Gia (8'5€/noche)
Durante el trayecto en tren Daniel ha comentado que quiere ir a Biertan mañana, pero que no hay transporte público (esto ya lo había leído en el foro y en la lonely). Por lo que propone que entre todos podemos reservar un taxi y pactar un precio. Biertan está aproximadamente a 23 km de Sighisoara. El muy gorrón quiere que nos lleven, nos esperen y nos traigan de vuelta por 20 euros... en total!!! Yo le digo que por supuesto que sí y los griegos, un poco indecisos, parecen aceptar al final.
La habitación de la pensión Gia es amplia, abuardillada y con baño completo incorporado. También tiene wifi gratuito en la habitación. Y por 8'5€. Manda webos.
Viernes 11 de julio
Pues lo dicho, a las 7:00 nos despertamos Daniel y yo (estamos en dormitorio comunitario) y mientras me ducho él se encarga de ir a la autogara en busca de algún desesperado que acepte sus condiciones. Cuando vuelve, en unos 10 minutos, me dice que lo ha conseguido El problema aparece cuando los griegos se echan para atrás. Le comento a Daniel que por mi no hay problema, que podemos ir nosotros y ya está (sigue siendo un chollo, casi tengo remordimientos por el pobre taxista). Pero Daniel es un rata, recordad. Resultado, despierta a dos compañeros de la habitación (tal cual lo estoy contando, serían las 7:30) y les propone compartir el taxi. Unos de ellos, un australiano (un clon del gracioso de Resacón en las vegas) le dice que sí. Como Daniel no está convencido, "porque mi límite son 5€" le propongo pagarle yo mismo la parte que le falte. Evidentemente acepta de buen grado. Dios, que buitre!!
En efecto, en media hora escasa estamos en Biertan. La aldea no tiene nada hoy en día, salvo la iglesia fortificada. Una vez allí, le decimos al taxista que nos espere dentro de media hora para volver. Daniel le avisa de que la pasta se la damos cuando volvamos a Sighisoara (no se me había ocurrido, será que no soy tan suspicaz).
Igual que otras iglesias fortificadas de la zona de Transilvania, ésta tiene incluso tres muros de protección y está muy bien conservada.
Pues vaya, nos acercamos y está cerrada!! Jodé, qué bajón tenemos todos... menos el húngaro. Que se acerca al guarda de seguridad y durante unos tres minutos de reloj le pide, ruega, implora, pone ojitos tipo el Gato con Botas de Shreck,... jodé sólo le faltaba ponerse de rodillas y hacerle una fe... Dios, qué imagen más triste, pienso... Hasta que, de repente el guarda cede y nos deja entrar "un minuto". Yo flipo con el Daniel éste.
Además, como está en obras un grupo de trabajadores rumanos nos hacen de guías (se ve que no querían currar) y nos enseñan la fortificación durante unos 15 minutos. Para evitar el mal rollo a la salida, el húngaro habla en alemán (en Rumanía es muy normal que en algunas zonas se hable alemán o húngaro) con uno de los trabajadores para que nos saque por otra salida distinta. Es que el tío estaba en todo. Es un crack... un pesado también, pero un crack.
Ya de vuelta al albergue consigo esquivarle y me voy a la autogara para informarme de los buses para mañana (sábado) a Türgu Mures. Preferiría ir en tren, pero es que no es posible (implica 3 intercambios y no sé cuántas horas).
De allí me dirijo directamente al centro de Sighisoara, a la ciudadela medieval, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Es pequeñita, se recorre rápico, de punta a punta tal vez no haya un kilómetro. Se mantiene más o menos intacta desde hace casi 1000 años, lo cual tiene un mérito enorme; más en estas tierras tantas veces atacadas y defendidas.
La entrada principal es por la famosa Torre del Reloj. Es imponente. Además el hecho de que no esté restaurada del todo, la hace más real y el ambiente mágico.
Al lado está la casa natal de Vlad Tapes (personaje que inspiró a Bram Stoker).
Hoy en día se ha convertido en un restaurante, pero puedes visitar la habitación donde nació (eso dicen) por 5 lei. Yo he pasado.
Lo que sí he hecho ha sido desayunar, pues llevaba un montón de horas sin comer apenas algo de fruta. Me he sentado en una terraza de la plaza principal de la ciudadela, piata cetatii.
En una cafetería, evidentemente situada en un edificio histórico, recomendada por la Lonely Planet
Bueno, más que desayunar me he puesto las botas, la verdad; pero es que tenía antojo de tarta y no sabía por cuál decidirme:
Una vez recuperadas las fuerzas, sigo con la caminata aunque a ratos toca lluvia (por fin un día con menos calor).
Las casas de la ciudadela están en su mayor parte muy cuidadas y en conjunto son bastante chulas, para todos los años que tienen:
Para subir al punto más elevado de la ciudad fortificada hay habilitadas unas escaleras de madera cubiertas, muy curiosas.
No obstante, en esta parte más elevada no se tienen unas vistas increíbles como se podría haber pensado. Sí está una iglesia (3lei) y una escuela antiquísima.
Por último, junto a la torre del reloj se encuentra la oficina de información turística (un tanto lúgubre; casi saco la linterna del móvil) y la iglesia de un antiguo monasterio (3lei). A ésta he entrado, no dejan sacar fotos y te dan un documento en castellano que se entiende menos que si nos hubieran dado el original rumano, por lo mal traducido (no tenía sentido alguno) que estaba. No merece la pena entrar, en mi opinión.
Bueno, pues acabada la mañana, de vuelta al albergue a ver si empiezo a mirar cómo llegar al aeropuerto de Türgu Mures y planificar la estancia en Budapest, próximo destino.
Como soy un culo inquieto, cuando ha dejado de llover no he podido evitarlo y he ido a dar un paseo. La idea era acercarme a la reserva de Robles multiseculares de Breite. Me temo que no sé explicar correctamente cómo se llega, porque es un lío de narices. Si alguien quiere ir tiene que preguntar en la oficina de turismo, donde te harán un croquis cutre.
Está a unos cuatro kilómetros de la ciudadela. Es un camino complicado, sobre todo porque ha llovido y estaba la ascensión muy resbaladiza. Allí he comenzado a pasear entre árboles en búsqueda de los enormes robles de cientos de años. Según he podido ver en fotos hay árboles que necesitan a al menos 7 personas para rodearlos. Por desgracia no he sido capaz de encontrarlos, si bien sí que he visto robles de más de 5 metros de diámetro. Es una pena que en la foto no se aprecie, porque impresiona.
He ido en su búsqueda durante una hora y media aproximadamente. Hasta que me he encontrado a un ciclista en el camino y me ha confirmado que no hay señalización alguna que indique dónde se encuentra y que él, desde luego, no los ha visto.
Así que decido dar la vuelta y continuar con el cicloturista (llevaba la bici en la mano), al menos un ratito.
Pues el ratito se ha prolongado durante otras 2 horas que hemos tardado en llegar a Sighisoara. Hemos estado charlando en un inglés macarrónico, por suerte el suyo no era mucho mejor que el mío (peor no puede ser). Ha sido, en definitiva, una vuelta de alrededor de 4 horas muy entretenida, sobre todo en su segunda mitad.
Eso sí, he llegado reventado (íbamos a buen ritmo). Ahora toca definitivamente descansar y descansar.
Salgo de Brasov en el tren más barato que había (19 lei, 3 horas de trayecto) hacia Sighisoara a las 19:30. Había bastantes trenes más, pero eran inter regionales o inter city y costaban por encima de los 50 lei. Sí, ya sé que sigue siendo muy barato, pero es que te acostumbras enseguida a lo baratísimo y pierdes la perspectiva.
El tren estaba lleno de gitanos rumanos con familias muy numerosas y muy jóvenes. En el vagón en el que me refugio hay un húngaro y dos griegos. Como tengo el podcast de la ventana (cadena Ser) del día anterior, ando tranquilo, no creo que me aburra en las tres horas de viaje.
Pues ciertamente no me ha dado tiempo a aburrirme. Jodé, ni a encender el móvil para escuchar a Carles Francino. El húngaro, un tipo de mi edad (40) no ha parado de hablar y hablar y hablar durante las tres horas del viaje. El muy cabroncete ha estado en más de 100 países y nos ha contado todo lo posible y más. Hostia, es que ni mientras comía callaba. Yo creo que tanto los griegos como yo ha habido momentos que estábamos dándole vueltas a la cabeza sobre formas de tortura relacionadas con la inmersión de la cabeza en agua.
Daniel, el húngaro, es un rata de la leche. Nos ha estado comentando cómo lograr un descuento de 1 o 2 lei si viajas en tren con cierta frecuencia; Cómo va a los sitios después de que cierren, para suplicarle al guarda de turno que le deje sacar unas fotos un momentito (y no pagar la entrada);... y no sé cuántas más cosas similares.
Pues resulta que se aloja en el mismo hostel que yo (evidentemente el más barato, aunque yo lo he cogido por ser el más cercano a la estación de tren y bus)
La pareja griega no había reservado albergue (hemos llegado hacia las 22:30) pero tenían habitaciones privadas disponibles en el nuestro.
Que no se me olvide, el hostel se llama Gia (8'5€/noche)
Durante el trayecto en tren Daniel ha comentado que quiere ir a Biertan mañana, pero que no hay transporte público (esto ya lo había leído en el foro y en la lonely). Por lo que propone que entre todos podemos reservar un taxi y pactar un precio. Biertan está aproximadamente a 23 km de Sighisoara. El muy gorrón quiere que nos lleven, nos esperen y nos traigan de vuelta por 20 euros... en total!!! Yo le digo que por supuesto que sí y los griegos, un poco indecisos, parecen aceptar al final.
La habitación de la pensión Gia es amplia, abuardillada y con baño completo incorporado. También tiene wifi gratuito en la habitación. Y por 8'5€. Manda webos.
Viernes 11 de julio
Pues lo dicho, a las 7:00 nos despertamos Daniel y yo (estamos en dormitorio comunitario) y mientras me ducho él se encarga de ir a la autogara en busca de algún desesperado que acepte sus condiciones. Cuando vuelve, en unos 10 minutos, me dice que lo ha conseguido El problema aparece cuando los griegos se echan para atrás. Le comento a Daniel que por mi no hay problema, que podemos ir nosotros y ya está (sigue siendo un chollo, casi tengo remordimientos por el pobre taxista). Pero Daniel es un rata, recordad. Resultado, despierta a dos compañeros de la habitación (tal cual lo estoy contando, serían las 7:30) y les propone compartir el taxi. Unos de ellos, un australiano (un clon del gracioso de Resacón en las vegas) le dice que sí. Como Daniel no está convencido, "porque mi límite son 5€" le propongo pagarle yo mismo la parte que le falte. Evidentemente acepta de buen grado. Dios, que buitre!!
En efecto, en media hora escasa estamos en Biertan. La aldea no tiene nada hoy en día, salvo la iglesia fortificada. Una vez allí, le decimos al taxista que nos espere dentro de media hora para volver. Daniel le avisa de que la pasta se la damos cuando volvamos a Sighisoara (no se me había ocurrido, será que no soy tan suspicaz).
Igual que otras iglesias fortificadas de la zona de Transilvania, ésta tiene incluso tres muros de protección y está muy bien conservada.
Pues vaya, nos acercamos y está cerrada!! Jodé, qué bajón tenemos todos... menos el húngaro. Que se acerca al guarda de seguridad y durante unos tres minutos de reloj le pide, ruega, implora, pone ojitos tipo el Gato con Botas de Shreck,... jodé sólo le faltaba ponerse de rodillas y hacerle una fe... Dios, qué imagen más triste, pienso... Hasta que, de repente el guarda cede y nos deja entrar "un minuto". Yo flipo con el Daniel éste.
Además, como está en obras un grupo de trabajadores rumanos nos hacen de guías (se ve que no querían currar) y nos enseñan la fortificación durante unos 15 minutos. Para evitar el mal rollo a la salida, el húngaro habla en alemán (en Rumanía es muy normal que en algunas zonas se hable alemán o húngaro) con uno de los trabajadores para que nos saque por otra salida distinta. Es que el tío estaba en todo. Es un crack... un pesado también, pero un crack.
Ya de vuelta al albergue consigo esquivarle y me voy a la autogara para informarme de los buses para mañana (sábado) a Türgu Mures. Preferiría ir en tren, pero es que no es posible (implica 3 intercambios y no sé cuántas horas).
De allí me dirijo directamente al centro de Sighisoara, a la ciudadela medieval, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.
Es pequeñita, se recorre rápico, de punta a punta tal vez no haya un kilómetro. Se mantiene más o menos intacta desde hace casi 1000 años, lo cual tiene un mérito enorme; más en estas tierras tantas veces atacadas y defendidas.
La entrada principal es por la famosa Torre del Reloj. Es imponente. Además el hecho de que no esté restaurada del todo, la hace más real y el ambiente mágico.
Al lado está la casa natal de Vlad Tapes (personaje que inspiró a Bram Stoker).
Hoy en día se ha convertido en un restaurante, pero puedes visitar la habitación donde nació (eso dicen) por 5 lei. Yo he pasado.
Lo que sí he hecho ha sido desayunar, pues llevaba un montón de horas sin comer apenas algo de fruta. Me he sentado en una terraza de la plaza principal de la ciudadela, piata cetatii.
En una cafetería, evidentemente situada en un edificio histórico, recomendada por la Lonely Planet
Bueno, más que desayunar me he puesto las botas, la verdad; pero es que tenía antojo de tarta y no sabía por cuál decidirme:
Una vez recuperadas las fuerzas, sigo con la caminata aunque a ratos toca lluvia (por fin un día con menos calor).
Las casas de la ciudadela están en su mayor parte muy cuidadas y en conjunto son bastante chulas, para todos los años que tienen:
Para subir al punto más elevado de la ciudad fortificada hay habilitadas unas escaleras de madera cubiertas, muy curiosas.
No obstante, en esta parte más elevada no se tienen unas vistas increíbles como se podría haber pensado. Sí está una iglesia (3lei) y una escuela antiquísima.
Por último, junto a la torre del reloj se encuentra la oficina de información turística (un tanto lúgubre; casi saco la linterna del móvil) y la iglesia de un antiguo monasterio (3lei). A ésta he entrado, no dejan sacar fotos y te dan un documento en castellano que se entiende menos que si nos hubieran dado el original rumano, por lo mal traducido (no tenía sentido alguno) que estaba. No merece la pena entrar, en mi opinión.
Bueno, pues acabada la mañana, de vuelta al albergue a ver si empiezo a mirar cómo llegar al aeropuerto de Türgu Mures y planificar la estancia en Budapest, próximo destino.
Como soy un culo inquieto, cuando ha dejado de llover no he podido evitarlo y he ido a dar un paseo. La idea era acercarme a la reserva de Robles multiseculares de Breite. Me temo que no sé explicar correctamente cómo se llega, porque es un lío de narices. Si alguien quiere ir tiene que preguntar en la oficina de turismo, donde te harán un croquis cutre.
Está a unos cuatro kilómetros de la ciudadela. Es un camino complicado, sobre todo porque ha llovido y estaba la ascensión muy resbaladiza. Allí he comenzado a pasear entre árboles en búsqueda de los enormes robles de cientos de años. Según he podido ver en fotos hay árboles que necesitan a al menos 7 personas para rodearlos. Por desgracia no he sido capaz de encontrarlos, si bien sí que he visto robles de más de 5 metros de diámetro. Es una pena que en la foto no se aprecie, porque impresiona.
He ido en su búsqueda durante una hora y media aproximadamente. Hasta que me he encontrado a un ciclista en el camino y me ha confirmado que no hay señalización alguna que indique dónde se encuentra y que él, desde luego, no los ha visto.
Así que decido dar la vuelta y continuar con el cicloturista (llevaba la bici en la mano), al menos un ratito.
Pues el ratito se ha prolongado durante otras 2 horas que hemos tardado en llegar a Sighisoara. Hemos estado charlando en un inglés macarrónico, por suerte el suyo no era mucho mejor que el mío (peor no puede ser). Ha sido, en definitiva, una vuelta de alrededor de 4 horas muy entretenida, sobre todo en su segunda mitad.
Eso sí, he llegado reventado (íbamos a buen ritmo). Ahora toca definitivamente descansar y descansar.