Y cumpliendo con el ritual de todas las mañanas de pegarse un buen desayuno y marcharnos de excursión, nos dirigimos a la entrada del hotel a coger el colectivo en dirección a la Playa de Akumal.
La Playa de Akumal es una playa muy bonita. Se encuentra a unos 8 kilómetros del Grand Palladium, es decir, unos diez minutitos o menos en colectivo. El colectivo te lleva por 20 pesos por persona y te deja en la carretera principal pero ya encarrilado para que pases un puente sobre la autopista y sigas recto hasta llegar a la playa, no debe de haber ni 10 minutos andando.
Es una playa espectacular, compartida tanto por turistas como por gente local. La principal atracción de la playa es el nado con tortugas, que puedes hacer a través de cualquiera de las empresas que hay en la playa o bien alquilando el equipo allí, o llevando el tuyo propio, que si vas a utilizarlo mas veces, compensa, si no es mejor que no te gastes el dinero. Si lo haces con una empresa vas con un monitor y mucha gente a la vez nadando.
Cuando lleguéis a la playa os asaltarán los de las empresas diciendo que si no cogéis el tour no veréis tortugas, porque ellos te llevan hasta la barrera de coral, que te garantizan ver al menos 4 tortugas, etc. ¡¡Mentira cochina todo!! Tanto si vais por libre como si vais con el tour, vais a ver lo mismo. Así que no seáis bobos, y no os dejéis engañar. No por contratar un tour vais a ver una tortuga... Si a la tortuga no le apetece salir de paseo ese día, no sale, y vuestro dinero va para ellos. Por experiencia os diré que nosotros alquilamos el equipo solo y vimos por lo menos 20 tortugas de todos los tamaños. Son enormes y son espectaculares. Cuando ves la primera tortuga no te lo puedes creer. Estaba tan tranquila, pastando en el fondo. Y cuando salen a respirar… ¡madre mía! ¡eso es increíble! Son tan elegantes y tienen esa carita de bonachonas… ¡yo quiero una! Uno de los animales, junto con los delfines, mas maravillosos del mundo.
Después de un buen rato en el agua nos salimos, casi sin creernos el momento que acabábamos de vivir. Nos secamos un poco, recogimos nuestras cosas y emprendimos el camino de vuelta a la carretera para coger la van. Esta vez nos tocó esperar unos cinco minutos a que la llenase un poco. Así que subimos, le dijimos que íbamos al Palladium y de nuevo en menos de 10 minutos estábamos allí. Nos costó 40 pesos los dos, igual que a la ida. Así que por el módico precio de 80 pesos los dos y sin perder el desayuno ni la comida en el hotel, habíamos hecho una de las excursiones que mejor sabor de boca nos había dejado.
Nos fuimos a comer al buffet y luego cogimos el trenecito para ir al Spa del hotel, ya que una pareja que conocimos la noche anterior en el Sumptuori , nos había hablado muy bien de el. El Spa no es gratis, hay que pagar 10$, y la verdad es que te lo venden como que es el mejor Spa del caribe, pero después de verlo... a saber como son el resto de spa. A ver, tampoco es que sea un spa horrible, al contrario es muy bonito, pero es que es superpequeño. Tiene cuatro cosas contadas: una piscina exterior, un jacussi de agua muy caliente y otro de agua congelada, un circuito de piedras, una piscina con chorros fuertes, una sauna y un baño turco, y ya... ¡LO BASICO! Quizás es que nosotros nos esperabamos un spa como el que tenemos en La Coruña en La Casa del Agua, y claro, este Spa que creo que es el mas grande de España, no le hace tregua al pobre Spa Zentropia.
Salimos del Spa y yo me empeñe en ir a la piscina de Las Rocas, que es la que tiene agua salada. Pero como ya dije en las primeras etapas del viaje... el hotel es enorme y la piscinita quedaba en la otra punta del complejo. Tuvimos que coger dos trenes y caminar durante 15 minutos al menos para llegar a la piscina desde el Spa. Y cuando llegamos, obviamente se nos había hecho de noche. De todas maneras, la imagen de la luna iluminando el mar caribe, no se va tan fácilmente de nuestras retinas y finalmente el supercamino de ida y vuelta merecen la pena.
Nos fuimos a cenar al bar 24 horas porque se nos había hecho tan tarde que no llegabamos a ningún temático ni al buffet. Y después de cenar nos fuimos a la habitación a descansar que mañana tocaba la excursión a Chichen Itzá y había que levantarse realmente temprano.
La Playa de Akumal es una playa muy bonita. Se encuentra a unos 8 kilómetros del Grand Palladium, es decir, unos diez minutitos o menos en colectivo. El colectivo te lleva por 20 pesos por persona y te deja en la carretera principal pero ya encarrilado para que pases un puente sobre la autopista y sigas recto hasta llegar a la playa, no debe de haber ni 10 minutos andando.
Es una playa espectacular, compartida tanto por turistas como por gente local. La principal atracción de la playa es el nado con tortugas, que puedes hacer a través de cualquiera de las empresas que hay en la playa o bien alquilando el equipo allí, o llevando el tuyo propio, que si vas a utilizarlo mas veces, compensa, si no es mejor que no te gastes el dinero. Si lo haces con una empresa vas con un monitor y mucha gente a la vez nadando.
Cuando lleguéis a la playa os asaltarán los de las empresas diciendo que si no cogéis el tour no veréis tortugas, porque ellos te llevan hasta la barrera de coral, que te garantizan ver al menos 4 tortugas, etc. ¡¡Mentira cochina todo!! Tanto si vais por libre como si vais con el tour, vais a ver lo mismo. Así que no seáis bobos, y no os dejéis engañar. No por contratar un tour vais a ver una tortuga... Si a la tortuga no le apetece salir de paseo ese día, no sale, y vuestro dinero va para ellos. Por experiencia os diré que nosotros alquilamos el equipo solo y vimos por lo menos 20 tortugas de todos los tamaños. Son enormes y son espectaculares. Cuando ves la primera tortuga no te lo puedes creer. Estaba tan tranquila, pastando en el fondo. Y cuando salen a respirar… ¡madre mía! ¡eso es increíble! Son tan elegantes y tienen esa carita de bonachonas… ¡yo quiero una! Uno de los animales, junto con los delfines, mas maravillosos del mundo.
Después de un buen rato en el agua nos salimos, casi sin creernos el momento que acabábamos de vivir. Nos secamos un poco, recogimos nuestras cosas y emprendimos el camino de vuelta a la carretera para coger la van. Esta vez nos tocó esperar unos cinco minutos a que la llenase un poco. Así que subimos, le dijimos que íbamos al Palladium y de nuevo en menos de 10 minutos estábamos allí. Nos costó 40 pesos los dos, igual que a la ida. Así que por el módico precio de 80 pesos los dos y sin perder el desayuno ni la comida en el hotel, habíamos hecho una de las excursiones que mejor sabor de boca nos había dejado.
Nos fuimos a comer al buffet y luego cogimos el trenecito para ir al Spa del hotel, ya que una pareja que conocimos la noche anterior en el Sumptuori , nos había hablado muy bien de el. El Spa no es gratis, hay que pagar 10$, y la verdad es que te lo venden como que es el mejor Spa del caribe, pero después de verlo... a saber como son el resto de spa. A ver, tampoco es que sea un spa horrible, al contrario es muy bonito, pero es que es superpequeño. Tiene cuatro cosas contadas: una piscina exterior, un jacussi de agua muy caliente y otro de agua congelada, un circuito de piedras, una piscina con chorros fuertes, una sauna y un baño turco, y ya... ¡LO BASICO! Quizás es que nosotros nos esperabamos un spa como el que tenemos en La Coruña en La Casa del Agua, y claro, este Spa que creo que es el mas grande de España, no le hace tregua al pobre Spa Zentropia.
Salimos del Spa y yo me empeñe en ir a la piscina de Las Rocas, que es la que tiene agua salada. Pero como ya dije en las primeras etapas del viaje... el hotel es enorme y la piscinita quedaba en la otra punta del complejo. Tuvimos que coger dos trenes y caminar durante 15 minutos al menos para llegar a la piscina desde el Spa. Y cuando llegamos, obviamente se nos había hecho de noche. De todas maneras, la imagen de la luna iluminando el mar caribe, no se va tan fácilmente de nuestras retinas y finalmente el supercamino de ida y vuelta merecen la pena.
Nos fuimos a cenar al bar 24 horas porque se nos había hecho tan tarde que no llegabamos a ningún temático ni al buffet. Y después de cenar nos fuimos a la habitación a descansar que mañana tocaba la excursión a Chichen Itzá y había que levantarse realmente temprano.