Cogemos el metro hasta la parte sur de Manhattan (Lower Manhattan) para el crucero que te deja primero en Liberty Island y luego en Ellis Island. Recogemos las entradas para el barco en la taquilla de Battery Park. Hay control para entrar al barco. El crucero te deja en la isla donde está la Estatua de la Libertad. Hace un día espléndido. Tenemos la entrada ya comprada desde casa para acceder arriba de la estatua, en la corona (de lo contrario lo llevas claro) y antes pasamos nuevamente por otro control. Aquí hay controles por un tubo. La subida es por una estrecha e incómoda escalera metálica de caracol. Al llegar a la corona ves el río a través de las ventanas que tiene la estatua incrustadas en la cabeza. También ves a un señor que está allí sentado vigilando y que debe estar más aburrido que una ostra, el pobre. Enseguida vuelves a bajar por una escalera idéntica que hay junto la que sube. Una subida que una vez hecha yo diría que no es imprescindible. Básicamente es para decir que has estado arriba de la estatua.


Una vez hemos hecho de turista alrededor de la estatua haciendo cincuenta mil fotos, nos dirigimos al muelle para coger nuevamente el ferry que te lleva a Ellis Island, donde se halla el museo de la inmigración. Te explican el proceso que seguían los miles de personas que llegaban a NY a finales del S.XIX a buscarse la vida. Recomiendo pillar la audioguía para enterarte del tema. Comemos en un chiringuito que hay allí mismo, donde hacen sandwiches y porquerías por el estilo. Caro y malo, pero cuando hay hambre todo da igual.
Hacemos cola para regresar a Manhattan, pero cuando aparece el ferry no cabemos todos y hay que esperar al siguiente (con el sol que hace). Hay bastante gente que no baja del ferry, vienen de la Estatua y pasan de Ellis Island. Yo sinceramente creo que es una visita que vale la pena.
Y como hoy es día de barcos, al llegar a Battery Park nos dirigimos donde amarra el "Clipper City", una réplica de los veleros mercantes de 1800 realizado en acero. Y que además de vela funciona a motor. El trayecto es de hora y media y la entrada es libre con la NY Pass.
Desembarcamos y buscamos el metro para que nos acerque al barrio de Chinatown. Comercios chinos, restaurantes cutres, tiendas de ropa, etc. La zona donde están los restaurantes chinos auténticos (donde van a comer los chinos) es Mott St. una calle maloliente llena de basuras. Me hace gracia. Al final decidimos ir a cenar a Little Italy, que es otra calle (Mulberry St) llena de restaurantes de pasta. Cenamos en Da Nico, en una terraza interior. Si hicieran un concurso de gilipollas, el camarero que nos tocó en suerte se llevaría el primer premio.










