El taxi se deslizaba pausadamente entre el alocado trafico de la avenida principal en la que se convertía la carretera que me traía desde Tbeng Mean Chey. Estaba en Siem Reap, la cuidad junto a la cual encontramos una de las más hermosas construcciones realizadas por la mano del Hombre, los Templos de Angkor.
Una vez en el centro de la cuidad me dirijo a una zona adyacente al viejo mercado, a unas manzanas se encuentra Ivvy Guest House II, un hotelito muy acogedor que me habían recomendado. Por 6 US$ la nuit, habitación con cama doble, baño y ventileitor. La solicite con agua caliente, pero para mi sorpresa ninguna habitación disponía de dicho elemento. Lo cierto es que la temperatura del agua era agradable a cualquier hora. Me di una duchita y repuse fuerzas con un plato de pollo con no se que verduras “spicy spicy” en unos puestos de comida callejeros y cámara en mano fui al encuentro del mercado.
Junto mi alojamiento discurría un canal que atraviesa la cuidad, a medida que lo vas recorriendo en dirección a los templos se convierte en un hervidero de gente que reside allí mismo y hace de aquello su lugar de trabajo al mismo tiempo. Como vi que me había equivocado de dirección (para variar), cambie de ribera y regrese por el otro lado del canal, más de lo mismo, bullicio por todas partes y apenas se veían turistas, tan solo población local sumida en sus quehaceres diarios. Una vez en el mercado hice lo de costumbre, sacar cuatro fotos a todo lo que veía y detenerme a probar comida en cada puesto que veía con cosas diferentes al anterior.
Por aquella zona me di un masajillo por dos duros y encontré lo que sería uno de mis “restaurantes” favoritos esa semana, en el Bulevar Sivatha haciendo esquina con la Calle 5 hay un restaurante familiar apenas frecuentado por turistas, la cocina está siempre abierta y es realmente barato. También hacen batidos de fruta riquísimos por el típico precio de 1 US$.
Había realmente ambientillo en aquellas calles y en un principio había pensado en pillar un tuk tuk e ir a comprar el pase de los templos, de ese modo el pase tiene como fecha de inicio la del dia siguiente, y te da derecho a usarlo desde ese mismo momento, pero tal y como he comentado, por allí había ambientillo y en su calles me encontré con un par de caras conocidas que me enredaron el resto de la tarde.
Por la noche la zona del viejo mercado es un hervidero. Hay una plaza triangular que se llena de puestos de comida. Delante de todos y cada uno de ellos hay un vociferante camboyano/a que te invita a tomar asiento y cenar, enseñándote la carta, buscad dos que en vez de mesas pequeñas tienen solo dos, alargadas, como en un viejo mesón, la comida esta igual de rica que en el resto, pero la cerveza está realmente fría, y los platos solo cuestan 1 US$. Están en la esquina de Pub Street con el Bulevar Sivatha, frente al Molly Malone’s. Tambien en los alrededores de Pub Street hay unas callejuelas llenas de cafés con igual estilo o más que en la mencionada calle, y son más económicos. Allí es posible descubrir en medio de un ambiente y decoración exquisitos, pequeños restaurantes con comida de cualquier parte del mundo, variados locales con música en vivo y como nota a destacar, es facilísimo encontrar Beerlao en cualquier parte de Siem Reap.
Después de cenar anduve en el mercado nocturno, es bastante bonito y acogedor, está iluminado con luces de mil colores y tiene un ambiente muy agradable, los precios oscilan según la afluencia de visitantes. Lo que me hizo más gracia fue una bañera cuadrada con infinidad de pececillos. Por 5 US$ me tire un cuartito de hora viendo como los susodichos se merendaban los pellejos y las pieles muertas de mis ya cansados pinreles, afortunado soy de no tener cosquillas en exceso, sino hubiera sido un tormento.
Esa noche me quería portar bien, asi que después del masaje de “pieses” me dirigi hacia el hotel, pero de camino coincidi con mas huéspedes que hacían lo mismo y entablamos conversación, una vez allí y como tenían Beerlao en el bar me quede un ratito charlando en la terraza, a eso siguieron unos mojitos ricos ricos y nos dieron las tantas.
Al día siguiente para no perder la costumbre me desperté a ritmo de gallo, este desafinaba, debía de tener las cuerdas vocales “palarrastre”…. Tras maldecir cuatro barbaridades y mentar a su familia me fui a desayunar a unos puestos de comida y fruta que hay junto a la guesthouse. Están siempre llenos de gente, y normalmente cada puesto se especializa en un tipo de sopa. Unos la tienen de cerdo, otros de pollo, otros de buey, y en todos ellos te hacen un arroz o unos nodles riquísimos. Allí para mi sorpresa lo acompañan con una especie de “porra”, pero sabe más a buñuelo que no a churro. Cuestan menos de un US$ si pagas en moneda local.
Ya que yo disponía de tiempo y era el ultimo día de mis nuevos “colegas” no fui todavía a por el Angkor Pass, lo deje para la tarde y nos dedicamos a callejear durante todo el dia.
Por la tarde si, hable con un pesado tuktukero que había siempre en la puerta del hotel y por 5 US$ me llevo a por mí pase y de paso ya que estamos ver la puesta de sol en los templos. Previo pago de 20, 40 o 60 US$ por un pase de un día, tres días o semana completa, te hacen una fotico, te imprimen una especie de carnet y ala, padentro, lleva el pase a mano porque te lo piden mil veces. (pero no lo sueltes)
Lo cierto es que no voy narrar apenas nada de los templos de Angkor, en Los Viajeros hay información más que suficiente acerca de ellos, y mucho más fiable que la mía. Yo los recorrí en bici buscando rincones imposibles para fotografiar.
Le dedique casi un día a Angkor Wat, no tengo palabras para describirlo. Mirad mis fotos, hablan por mi.
El dia siguiente se lo dedique a Bayon y templos circundantes.
El tercer día hice en tuk tuk el recorrido largo, y lo cierto es que me Preah Khan me maravilló, Mebon una pasada, Ta Keo, Neak Pean, Ta Som, Banteay Kdey son también muy curiosos, y Ta Prohm pese a su belleza me puso del nervio pues estaba llenissssssimo de japoneses en plan Lara Croft y no se podía dar un paso ni sacar una foto en condiciones. Pero aun así el sitio es mágico.
Tras unos días realmente agotadores por el calor y el esfuerzo físico me pase un dia entero de relax en la cuidad, con mi bici, mi libro, de sombrita en sombrita, viendo pasar la vida y de tanto en tanto parándome a comer algo. Mi idea era sobrevolar los templos en Helicóptero, pero llevaba días intentando encontrar a alguien para compartir el vuelo. 80 US$ por persona o 250 por el helicóptero, 5 plazas. Pese a que estaba dispuesto a correr con el coste del vuelo si no había más pasajeros el piloto no me llamo (seria por mi pinta), así que aproveche para comprar cuatro cosillas en un anticuario cerca del mercado viejo y darme un Blind Massage. (Masaje realizado por ciegos). Con lo que me ahorré del Helicóptero me pegue un cenorrio en el Restaurant Le Grand, del hotel Raffles, casi a la altura del mejor de los chiringuitos callejeros de los mercados. Bueno, algo mejor….
La foto no es mia, no llevé la camara.
El local estaba casi vacío pese al paripé que montaron por teléfono al realizar la reserva, asi que tuvimos la suerte de disfrutar de un servicio casi exclusivo. Como curiosidad tenían una botella de Chateau Mouton Rothschild decorada por Warhol y no era la más cara de su extensa bodega, ni mucho menos.
Y después a descansar, al día siguiente me despedía bien temprano de Siem Reap dispuesto a cruzar el Lago Tonle hasta Battambang.