Tempranito, como siempre, volvemos a los coches para hacer unas horitas de viaje hacia nuestro último parque en Kenia, el Parque Nacional de Amboseli, pegado a la frontera con Tanzania, es célebre sobre todo por las descomunales manadas de elefantes que se concentran en sus praderas, y que aquí pueden avistarse con el telón de fondo del Kilimanjaro, la montaña más alta de África.
Una antigua leyenda swahili aseguraba que en su cima habitaba un dios que castigaba a los que osaban acercarse a su morada paralizándoles de pies a cabeza, dicho de otra forma que se quedaban congelados con el frio del carajo que hacia allí arriba.
Y sabéis como acabó esta montaña en Tanzania, porque al trazar la linea de la frontera en el mapa se corrió la tinta , es broma, pero la historia tiene que ver con la cortesía británica. Cuando Inglaterra y Alemania se repartían esta porción del África Oriental que de siempre le había pertenecido a la legendaria tribu guerrera de los masai, debió parecerles injusto que los británicos se quedaran con sus dos grandes cumbres y los germánicos con ninguna. Así, la reina Victoria conservó el Monte Kenia y optó por cederle el Kilimanjaro a su sobrino nieto, el káiser Guillermo II. Es por eso que la ridícula línea recta que divide desde entonces Kenia y Tanzania hace en este punto del mapa un quiebro deliberado, dejando la gran montaña africana en territorio tanzano, aunque nadie podría negar que sus mejores vistas se las quedó para siempre el parque Amboseli.
Por el camino como en otros tramos vemos el inigualable “corte ingles africano”,o lo que es lo mismo tejanos y toda clase de ropa colgados en cualquier palo, expuestos en un top manta, o en la valla del arcen.
Y en las entradas de algunos pueblos tienen su propio Ikea, en un plis plas ,et voîla , he aquí una cama de oferta, y que no necesita montaje con la llave allen .
A tiempo para comer, llegamos al camp Kibo Amboseli, que es precioso y está al lado del parque. Como siempre son las mujeres las que trabajan y cargan nuestras maletas en sus cabezas.
Y nos vamos al parque Amboseli y gozamos contemplando las familias de elefantes comiendo hierba y chapoteando en el fango de las praderas.
Y ahí nos tienes atentos con la cámara preparada para inmortalizar el momento en que los elefantes pasen por delante del Kilimanjaro. A mi se me engancho el dedo en el disparador y clic, clic , clic, tengo 100 instantáneas de elefantes : de culo , de cara , de perfil, inclinado, elefante agachado .... y siempre con el volcán de fondo, jaaja
Y hablando de cámaras, aún no os he contado lo complicado que es mantener limpio el objetivo con tantísimo polvo, eso no es una mota de polvo, es todo el desierto, aquí se necesita un bote de Pronto “que cambia el polvo por brillo”, o la técnica que hacia yo de ponerle un pañuelo tapando la cámara , que más que una cámara parecía una forajida del antiguo oeste americano.
Nuestros guías, lo sabían todo sobre los animales, y respondian fácilmente a nuestras preguntas. Cuando preguntábamos cuantos años vivían los leones, las jirafas o las hienas, la respuesta siempre era 30 años, las primeras veces lo creíamos pero luego nos mirábamos incrédulos y pasábamos al plan B , buscarlo entre risas en el google, cuando llegábamos a la civilización.
Otro tópico era el de las hienas, en los documentales siempre vimos que iban en grupo y cazaban juntas, pero cada vez que nos las encontrábamos iban solas, y preguntábamos al guía ¿ las hienas no van en grupo? Y respuesta: si van en grupo. Pues el grupo siempre había desaparecido, y tampoco las oímos reírse....
También preguntamos , ¿cuanto miden las jirafas?, y respuesta 20 metros, Ostras que susto, si fuera así , serian las descendientes del Período Jurásico del Mesozoico. Pero después caímos que había sido una confusión del sistema métrico decimal.
Por la noche, una cena muy buena, danzas masais alrededor de la hoguera y seguimos la juerga pidiendo unos cócteles, si venga unas piñas coladas, Y desastre lo probamos y decimos pero donde está el alcohol? Pero no nos cortamos un pelo y educadamente solicitamos al camarero un poquito más de ron.... Ole y olé que nos lo puso.
Al día siguiente, atravesamos el parque Amboseli para seguir nuestro camino hacia Tanzania.
Vemos manadas de elefantes, y para despedirnos acabamos con una buena anécdota, un elefante descarriado y solitario quiere pasar por donde está el coche de nuestros compañeros, y se acerca amenazante a ellos, duda un momento en si embestir abriéndose paso o no, Lory grita Oh My god! Y nosotros grabando todos los detalles para la posteridad, finalmente el elefante piensa que no quiere salir en las redes sociales y cambia su rumbo metiéndose en la pradera encharcada. Uffff!!!