El hotel no incluía desayuno, pero proporcionaban infusiones y agua caliente de forma gratuita, así que nos tomamos un té y unos dulces que habíamos llevado de casa. El plan para ese día era visitar los pueblos del norte de la isla. Como no llovía dimos una vuelta por el Puerto de las Nieves, con más luz y menos nubes que el día anterior.
Empezamos visitando el Valle de Agaete, por una carretera estrecha pero con unas vistas muy bonitas. Paramos donde nos lo permitía la carretera, sobre todo para que el que conducía (en este caso mi marido) pudiese ver algo, y para hacer algunas fotos, aunque no había muchos sitios donde apartarse.
Llega un momento donde la carretera se hace más estrecha, y no nos atrevimos a seguir con el coche, ya que vimos bastantes piedras caídas, probablemente de las lluvias de los últimos días. Continuamos un poco a pie por la empinada carretera, pero no llegamos hasta el final, hasta los pueblos de El Sao y El Hornillo. Desde estos pueblos se puede continuar a pie hasta el Parque Natural de Tamadaba. Pero nosotros no hicimos nada de esto, queda para otra ocasión.
Cuando fuimos de vuelta al coche nos dimos cuenta de que las ruedas estaban muy desinfladas, y decidimos parar en la siguiente gasolinera que encontrásemos. Volvimos por la carretera del Valle, y pudimos ver las tumbas aborígenes del Maipés, pero no llegamos a entrar. Paramos en una gasolinera y fue entonces cuando nos dimos cuenta de que las ruedas de atrás estaban totalmente gastadas, sin dibujo. Un coche no debe circular con los neumáticos en ese estado. Llamamos a la empresa de alquiler y nos dijeron que nos pasásemos por el aeropuerto y nos daban otro coche. Estábamos en la otra punta de la isla, pero no queríamos seguir con el coche así, por lo que volvimos al aeropuerto, cambiando los planes de ese día.
Nos dieron un Nissan Micra, con dibujo en las ruedas, aunque tampoco le quedaba mucho. Pero no queríamos seguir perdiendo tiempo, nos conformamos con ese coche, y eso que el motor hacía un ruido que parecía que iba a volar. Por esas razones desaconsejo alquilar con Pluscar. Puedes tener suerte y que te toque un coche nuevo, pero por lo que nosotros vimos el mantenimiento de los coches pequeños es escaso. El primer coche que nos dieron no estaba en condiciones de circular, y las escobillas de los limpiaparabrisas estaba en muy mal estado, menos mal que ya no iba a llover mucho más.
Ya que estábamos por el este de la isla decidimos ir a la Caldera de Bandama. Compramos pan, queso y embutido para hacernos unos bocadillos y nos fuimos hasta el inicio del sendero que queríamos hacer, antes de llegar al Pico de Bandama. No subimos al pico, donde hay un mirador, ay que preferimos hacer primero la ruta ya la subir después.

Primero recorrimos el volcán por la parte de arriba. Es un recorrido agradable y sin complicaciones, de unos 3 km. Se tienen bonitas vistas de la caldera y el Pico de Bandama, y también del este de la isla y del mar.
Al final del sendero hay un campo de golf, cosa que nos llamó la atención ya que por allí hay poco terreno llano. Pero yo no entiendo nada de este deporte, jeje.
No sabíamos si atrevernos con el camino del fondo ya que, aunque es corto (aproximadamente 1 km) tiene bastante pendiente, y no estamos muy bien de forma. Pero a esas alturas aún no estábamos cansados, con lo que nos fuimos para abajo. En ese momento nos empezó a llover, pero no mucho, así que seguimos tranquilos. Por cierto, que este sendero se cierra a las 5 de la tarde.
Una vez abajo, recorrimos el fondo del volcán, en otro corto paseo. Nos llamaron la atención las casas y huertas, con un señor cultivando. Parece ser que antiguamente había muchas más huertas, curioso siendo un lugar tan poco accesible. Pero comprensible, ya que el clima al resguardo del volcán tiene que ser muy propicio. También vimos antiguas viviendas cueva.
Dimos por finalizada la visita y emprendimos el camino de vuelta. Detrás nuestra iba un señor mayor, que era el que cultivaba la huerta, y su perro. Hablamos con él un poco y seguimos la subida. Era un poco dura, pero al ser corta, se hace despacito sin problema. Pero entonces empezó a llover, no cuatro gotas sino muchas. Acabamos acelerando el ritmo y llegamos arriba muy cansados. Cuando llegamos al coche llovía muy fuerte y no tenía pinta de parar, así que finalmente descartamos la subida al Pico de Bandama.
www.senderosdegrancanaria.com/ ...com/7.html
Antes de regresar a Puerto de las Nieves hicimos una parada en Teror, para reponer fuerzas y ver el pueblo. Era domingo, día de mercadillo, pero ya estaban de recogida y quedaban solo un par de puestos, con sus quesos y chorizos. Visitamos la basílica de la Virgen del Pino, que es la patrona de la diócesis de Canarias, y que nos pareció preciosa, sobre todo el retablo, en el interior, y las curiosas gárgolas.
Dimos un paseo por el pueblo y nos pareció muy bonito, con casas de arquitectura típica canaria, y algunos balcones ricamente decorados con flores.
Ya casi de noche, estuvimos en la plaza de Teresa Bolívar, muy cerca de la basílica. Me pareció un rincón con mucho encanto, con los bancos tallados y la curiosa fuente. En definitiva, Teror es un pueblo al que hay que ir, aunque debo decir que fue el único sitio de la isla donde pasamos frío.
Nos costó aparcar en Puerto de las Nieves, no me quiero imaginar cómo será en temporada alta. Descansamos un poco y salimos a cenar. Esta vez fuimos a Las Nasas, que estaba casi vacío. Nos sentamos en la terraza, con las luces del puerto, y viendo entrar un ferry. Pedimos una parrillada de pescado que llevaba salmonetes, chopa y sama. Los pescados estaban muy buenos, pero los mojos no estaban muy buenos, se notaba que llevaban hechos mucho tiempo. El servicio muy bueno y atento. Cenamos por 36 euros, con 4 cervezas. Fuimos los últimos clientes del local, y eso que habíamos ido antes de las 9 de la noche. Cuando estábamos terminando de cenar, antes de las 10, empezaron a recoger las mesas.

