Después de recorrer aproximadamente 70 kilómetros llegamos al pueblo costero de SAINT-MALO, famoso por albergar en el pasado a los corsarios franceses y cuyo centro histórico está amurallado completamente en forma circular. Entramos a la zona de intramuros por la Puerta de Saint Vincent.
Subimos a la muralla y anduvimos por ella contemplando el bonito paisaje con el mar en marea alta. Se veían varias islitas, a las que se puede acceder a pie cuando hay marea baja. Luego bajamos y dimos un paseo por la parte de intramuros, vimos la catedral y los numerosos restaurantes con terraza que había en una zona pegados a la muralla.
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Subimos a la muralla y anduvimos por ella contemplando el bonito paisaje con el mar en marea alta. Se veían varias islitas, a las que se puede acceder a pie cuando hay marea baja. Luego bajamos y dimos un paseo por la parte de intramuros, vimos la catedral y los numerosos restaurantes con terraza que había en una zona pegados a la muralla.
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Nos dirigimos a SAINT-SULIAC, un pequeño y pintoresco pueblo de pescadores, que destaca por sus originales casas de piedra adornadas con redes de pescar colgadas por su fachada. Está catalogado como uno de les plus beaux villages de France. Fuimos hasta la parte baja, donde está el estuario del río Rance, que desemboca en el mar en Saint-Malo y donde había muchos barcos amarrados. Nos sentamos al lado del agua e hicimos picnic sentados en un banco, contemplando unas bonitas vistas.
Cogimos el coche y pusimos rumbo a uno de los pueblos más bonitos de Bretaña, DINAN. Esta ciudad medieval combina en su parte alta las antiguas murallas de unos 3 kilómetros, un castillo, varias iglesias, la bonita torre del reloj y muchas casas medievales, por lo que se pueden encontrar rincones muy chulos.
Era muy agradable andar por sus calles y además en la pequeña Place Saint Sauveur había un concierto de música jazz, por lo que había mucha animación.
Desde una zona alta de la muralla había una vista preciosa de la parte baja de la ciudad con el río Rance, el puente medieval, su puerto deportivo, las casas de piedra con tejados de pizarra y las laderas llenas de árboles.
Bajamos hasta esta zona baja por la antigua y empinada Rue de Jerzual, calle empedrada que atraviesa las murallas y que está llena de casas medievales que en la Edad Media era la ubicación de tejedores, curtidores y otros gremios.
Llegamos a la zona del río, donde había muchos barcos deportivos atracados en sus orillas, y dimos un paseo.
Volvimos a por el coche para volver de nuevo a esta zona baja para cenar en un restaurante al lado del río, donde comimos los típicos moules frites.
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