Siempre que miro hacia la isla de Tabarca desde Santa Pola me parece estar viendo un submarino varado en alta mar, vigilando las costas alicantinas que le quedan tan cerca. Su forma gris, estrecha y alargada, ofrece esa perspectiva por la mañana, porque por la tarde la cosa cambia con el sol poniente que la ilumina, denotando claramente su carácter de isla habitada, con el perfil de las casas, el faro y la iglesia, y los catamaranes, los barcos de pesca y los veleros que amarran en su pequeño puerto o, simplemente, vienen y van.
Y es que está tan cerca de las playas que su devenir diario se puede ver casi a simple vista desde Santa Pola, de cuyo puerto dista apenas 8 kilómetros, mientras que son 22 los que la separan de Alicante capital. Su nombre oficial es Nueva Tabarca o Isla Plana, y es la única isla habitada de la Comunidad Valenciana (poco poblada eso sí, unos 50 habitantes). Tiene una superficie de 30 Ha., con una longitud máxima de 1.800 metros y 450 metros de anchura máxima.
Cómo llegar.
Resulta muy fácil llegar en barco pues existen varias compañías que ofrecen travesías en horarios muy amplios de ida y vuelta desde Santa Pola (trayecto de una media hora), Alicante (una hora), Torrevieja y Benidorm. El más rápido y barato es desde el puerto de Santa Pola, que cuesta 15 euros el viaje de ida y vuelta para adultos en cualquiera de los barcos grandes (normalmente catamaranes llamados “tabarqueras”) de las diferentes compañías que los ofertan. Se puede ir en uno de los barcos y volver en cualquier otro, independientemente de la compañía, dentro del mismo día. También hay posibilidad de ir en barco-taxi (más pequeño) y en lancha, que sale algo más barato, unos 10 euros pude oír en el puerto, aunque de eso no me enteré muy bien la verdad. En cualquier caso, posibilidades y facilidades no faltan ni mucho menos. Los tickets se compran en el mismo puerto de Santa Pola y, al haber tanta oferta, no suele haber problemas para encontrar un horario al que acomodarse. Sin embargo, las salidas cambian según la temporada y los días de la semana, con lo cual mejor informarse primero por internet.
Se trata de un destino típico de los veraneantes que pasan unos días en la Costa Blanca y, por lo tanto, en lo posible hay que evitar los días veraniegos, tanto por el calor como por el excesivo número de turistas que allí se dirigen con la intención de dar una vuelta, pasar un día de playa y, si se tercia, almorzar un buen caldero, el plato tradicional de la isla. Pero también viene bien saber que esta pequeña isla tiene una historia curiosa detrás de sí. Además, fue declarada Conjunto Histórico-Artístico en 1964 y es Reserva Marina desde 1986 por sus extraordinarios fondos marinos, tanto por su flora como por su fauna. Así que merece una visita prestando un poquito de atención a los detalles.
Algunos datos históricos.
Aunque no se tienen evidencias de asentamientos de población estable en la isla hasta muchos siglos después, existen vestigios de movimientos de personas por su territorio ya desde el siglo III, habiéndose encontrado una necrópolis y pecios con ánforas. Hay quien afirma que podría tratarse de la Planesia, a la que los griegos se referían como una isla peligrosa por los escollos que se cernían frente a sus costas, lo cual parece confirmarse por varios naufragios de naves romanas de los que se tiene referencia en sus inmediaciones.
Durante la Edad Media, se la conoció como Isla de San Pablo, pues hay quien dice que aquí desembarcó el apóstol en su supuesta visita a Hispania. En el siglo XIV se empezó a tomar en consideración la construcción de algún sistema defensivo para evitar que los piratas berberiscos procedentes de Argel utilizasen la isla como base para asaltar las cosas alicantinas.
Sin embargo, no fue hasta mediados del siglo XVIII cuando se acometió la construcción de una importante fortificación y la colonización de la isla, que llevó a cabo el Conde de Aranda, primer ministro en la Corte de Carlos III. Como se necesitaba mano de obra para los trabajos auxiliares, se decidió pagar un rescate económico por la liberación de 69 familias genovesas (casi 300 personas) que se habían instalado tiempo atrás en la isla de Tabarka, a 300 metros frente a las costas africanas, y que fueron hechos prisioneros y reducidos a la condición de esclavos cuando el Bey de Túnez conquistó dicha isla. Por eso, se decidió llamar a la isla de San Pablo (de cuyo santo deriva también el nombre de Santa Pola), “Nueva Tabarca”, y también es el motivo de que los apellidos de la población actual tenga en su mayor parte origen italiano.
En 1779 ya estaban construidas numerosas casas, una iglesia, un fuerte y la Casa del Gobernador, se había amurallado el poblado, que gozaba de la categoría de ciudad y las familias genovesas recibieron casas, privilegios y exenciones. Sin embargo, las cosas no salieron como estaban previstas a causa de la pobreza del suelo, la falta de agua y, sobre todo, del cambio en los intereses españoles en el Mar Mediterráneo durante el siglo XIX, que hicieron perder importancia militar a este enclave, lo que obligó a disminuir drásticamente la guarnición militar, que abandonó la isla definitivamente en 1850. En 1854 se inauguró el nuevo faro, lo que no impidió el declive de la isla, que fue perdiendo población paulatinamente, pasando de 1.055 habitantes en 1902 a los poco más de 50 de la actualidad.
A finales del siglo XX se iniciaron trabajos de restauración a fin de recuperar la isla para intereses turísticos. Ademas, ha sido declarada Reserva Marina por la extraordinaria riqueza ecológica de sus aguas, en especial por la excelente condición que presenta su Pradera de Posidonia oceánica, planta marina endémica del Mediterráneo.
Visita de la isla.
Desde el puerto de Santa Pola se tarda poco más de media hora en llegar al de Nueva Tabarca (una hora desde Alicante). En el trayecto se puede observar la bahía y el cabo de Santa Pola (con sus numerosas construcciones turísticas, las torres defensivas en lo alto de la Sierra, el Faro) y las costas de la capital alicantina, cuyo perfil se distingue perfectamente en días claros.
Puerto de Santa Pola y vistas de la costa desde la tabarquera.
Vista desde el aire, la isla me recuerda a un lagarto. El recinto amurallado se encuentra a la izquierda de la imagen, en el centro hay un ítsmo, que es donde se encuentra el puerto y la playa principal, y en la zona derecha sólo se encuentran el fuerte (Torre de San José), el cementerio y el faro. Además de la isla principal (La Plana), hay tres islotes (La Cantera, La Galera y la Nao) y números escollos.
Perfil de la isla según GoogleMaps.
En la isla no hay carreteras ya que es tan pequeña que no hacen falta, además todos los suministros y visitantes llegan por vía marítima. Nada más descender del catamarán, nos encontramos en el puerto, desde el que podemos ver el perfil de la Iglesia de San Pedro y San Pablo, realmente enorme en proporción con el tamaño del recinto. También llama la atención el gran número de restaurantes que nos ofrecen sus servicios, pero no hay que descuidarse porque en verano, los turistas que llegan a la isla diariamente pueden superar los 3.000. Así que no viene mal reservar mesa cuanto antes. Suelen servir menús con ensalada, entrante y plato principal, destacando el arroz, el pescado y, sobre todo, el caldero (guiso de patatas con pescado, que se sirve en una fuente, y con el caldo restante se hace un arroz o una fideguá, que se toma a continuación).
Las aguas que rodean Tabarca son limpias y cristalinas, con hermosos tonos turquesa, estando todo el enclave marino protegido. Estábamos en Semana Santa, así que no era momento de baños (una lástima porque hacer snorkel en esta isla debe ser una auténtica gozada), pero nos llamó mucho la atención (suelen acudir, creo, cuando las aguas están muy calientes) la presencia de medusas en el mismo puerto, algunas de tamaño considerable. No sé, igual estoy equivocada y este ejemplar no es una medusa.
Visita de la ciudad amurallada.
Al salir del puerto, vimos unos paneles informando sobre la historia de la isla y lo que se puede hacer en ella. Por un lado, se puede visitar el recinto amurallado, siguiendo llamada “Red de Senderos Urbanos de Nueva Tabarca”, con la” ciudadela amurallada de San Pablo”.
Fotografía del Panel Informativo.
Junto al puerto está el edificio del Museo de Nueva Tabarca. A continuación, la ensenada del Puerto, desde donde se puede ver perfectamente la costa alicantina. Caminando hacia la derecha, llegamos a la muralla, en la cual enseguida nos topamos con la primera de sus tres puertas.
El Puerto, a la izquierda, el edificio del Museo.
Puerta de Levante o de San Rafael.
Servía de comunicación entre el núcleo amurallado y el campo circundante. Al cruzarla nos encontramos ya en la pequeña ciudadela, con la Plaza de Carloforte y la Cofradía de Pescadores a la derecha.
En lugar de hacer el circuito dispuesto en el panel informativo, nosotros lo hicimos al contrario, yendo en el sentido de las agujas del reloj por el sendero paralelo a la costa, viendo el bonito paisaje que se aprecia desde la Punta de Baix del Forn, la Cala y Cova des Birros y la Cala de la Guardia y la Cova del Llop Marí. Desde esta zona se puede contemplar muy bien la muralla.
Seguimos junto a la costa hasta llegar a la segunda de las puertas abierta en la muralla, la Puerta de la Trancada o de San Gabriel.
Da paso al islote de La Cantera, de donde se extrajo la piedra para construir las edificaciones. Nunca se hicieron un astillero y una torre que estaba previsto construir. La puerta tiene inscripciones. Desde el exterior se tiene una bonita vista de la muralla, con la Iglesia de San Pedro y San Pablo al fondo.
Islote de la Cantera.
Continuando por el perímetro costero, seguimos el Paseo de Ronda de la Muralla Norte hasta llegar al Baluarte de la Princesa, con unas bonitas vistas.
Terminamos el paseo por la ronda con la vista de la tercera puerta de la muralla, llamada Puerta de San Miguel, la más pequeña, que se abre hacia una cala donde en tiempos estuvo el puerto.
Iglesia de San Pedro y San Pablo.
Data de 1770 y tiene unas considerables proporciones teniendo en cuenta el resto de la ciudad. De estilo barroco, tiene dos puertas y una única nave con capillas laterales. Bajo el suelo hay tres bóvedas con sepulturas. Está recién restaurada por lo cual la vimos realmente impecable. Merece la pena echar un vistazo.
Desde aquí podemos llegar hasta la Plaza Mayor y pasear por las calles de la ciudadela, con casas encaladas o pintadas con alegres colores y el suelo empedrado. Recordaba toda esta zona mucho menos cuidada cuando estuvimos aquí hace algunos años.
Junto a la Plaza Mayor está la antigua Casa del Gobernador, construida como alojamiento interino para el Gobernador hasta que se levantara el castillo, que nunca se hizo. Actualmente está restaurada y alberga un hotel.
La ciudad es muy pequeña y el recorrido se puede hacer rapidito, en una hora da tiempo suficiente a verlo todo parando a tomar fotos.
Antes de seguir con nuestra visita, fuimos a comer. Teníamos referencias del restaurante Nou Collonet, con una bonita terraza sobre la muralla, junto a la Puerta de San Rafael. El menú degustación nos costó 28 euros por persona, con el tradicional pan frito, tomate y ali-oli, ensalada, calamar de potera, caldero (estaba buenísimo), surtido de postres caseros, agua y vino a elegir (una botella de Albariño en nuestro caso). Nos gustó mucho y el servicio fue rápido y atento.
Ruta por la zona despoblada o El campo.
Después nos dirigimos a la parte, digamos, despoblada de la isla, siguiendo la “ruta sendero natural Nueva Tabarca, El Campo”, con un recorrido que consta de 8 paradas. Decir que si en la ciudadela había bastante gente, en el recorrido por el campo apenas nos cruzamos con seis o siete personas. Se respiraba auténtica paz y tranquilidad.
Fotografía del panel informativo con el sendero que recorre toda la parte oriental de la isla.
En primer lugar, vimos el punto denominado “la Purisimeta”, que al parecer son los restos de una antigua ermita.
Se continúa después hasta el borde del pequeño acantilado, que ofrece vistas sobre el islote de La Galera y los escollos, y también hacia el recinto amurallado.
El tercer punto es la Torre de San José, de forma troncopiramidal y planta cuadrada; se había planificado un foso que nunca se construyó. Fue prisión de Estado en el siglo XIX. Está cerrada y no se puede visitar.
Seguimos el sendero hasta la Casa de Labranza y, a continuación, llegamos hasta el Faro, de corte neoclásico, inaugurado en 1854 y que se utilizó como escuela de fareros debido a sus grandes dimensiones. Se puede pasar al lado, pero no se puede visitar.
Casa de labranza en ruinas y faro.
Continuamos hacia el pico de la isla por la parte sur, contemplando un pequeño acantilado con piedras de tonos verdosos, que resulta muy atractivo. Llegamos por fin a la Punta Falcón, desde donde se contempla muy bien el islote de La Nao, también con llamativos tonos verdes y aguas cristalinas.
Finalmente, recorrimos todo el perfil norte, desde la zona llamada “La Peladilla y los Secos” hasta “La Mina”. Aunque el acantilado no es demasiado pronunciado (la altura máxima de la isla es de 15 metros sobre el nivel del mar), el paisaje resulta muy bonito y se pueden sacar fotos bastante resultonas. El recorrido total se hace tranquilamente en una hora, menos si hay prisa.
A las seis de la tarde estábamos de regreso en el puerto, ya que la última tabarquera con destino a Santa Pola salía a las seis y cuarto (en verano, los horarios son mucho más amplios).
Según nos alejábamos, con el sol iluminando de lleno la pequeña isla, podíamos apreciar su perfil con todo detalle: el faro, la torre, la iglesia, las casas, la muralla y dos de sus tres puertas.
En esta ocasión disfrutamos mucho más de nuestra visita a Nueva Tabarca que la primera vez, hace unos quince años, cuando fuimos en pleno mes de agosto, en un día de calor sofocante, en que tuvimos que regresar antes de tiempo, casi achicharrados. Sobre todo nos gustó el recorrido por la zona campestre. Hay que tener en cuenta que en esta isla hay muy pocas sombras y el sol pega fuerte; para compensar, un baño en sus calas de aguas cristalinas acompañado de una sesión de snorkel puede resultar una experiencia muy satisfactoria. Tenemos que volver a comprobarlo, el mes de junio puede ser el momento ideal para hacerlo.