Aunque técnicamente Spitzkoppe también pertenece a Damaraland, aquí me voy a centrar en el Klip Valley. En esta zona norte de Damaraland, además de elefantes del desierto, se puede hacer una actividad muy interesante: rastreo de rinoceronte negro. Hay varios lodge que la ofrecen, y los más conocidos y recomendados son Palmwag Lodge (en Palmwag) y Grootberg Lodge (en la C40). Palmwag lleva bastante tiempo operando y tiene la ventaja de que se puede acampar en el propio Lodge, y además es zona de elefantes que a veces se acercan a beber al propio Lodge. Grootberg es más nuevo, lo gestiona la comunidad local, y todas las guías coinciden en que tiene las que posiblemente sean las mejores vistas de todo Namibia. El problema de Grootberg es que no tiene para acampar, y como Lodge es bastante caro así que se nos iba de presupuesto. Por suerte, hace poco la gente que gestiona Grootberg inauguró un campsite (Hoada) a una media hora en la misma C40, que tenía muy buena pinta por lo menos en foto. Finalmente decidimos quedarnos en Hoada un par de noches para poder hacer la actividad de rhino tracking con Grootberg.
Nuestros amigos ya habían hecho rhino tracking en otros safaris y no estaban muy interesados, preferían quedarse un día tranquilos en Hoada, así que la noche anterior al llegar al camping le explicamos al encargado que aunque se supone que teníamos que recorrer nosotros mismos la media hora de distancia que nos separaba del Lodge a la mañana siguiente (la excursión no incluye el traslado), teníamos el problema de nuestros acompañantes: si teníamos que estar en Grootberg a las 5:30 (¡!) de la mañana, eso significaba dejar a nuestros amigos tirados sin cama y sin medio de transporte a las 5 de la mañana. El encargado, Walter, muy amablemente nos dijo que no había problema, y que él nos recogería a las 5 para llevarnos. Muy majo! Esa mañana era todavía de noche cuando nos levantamos a esperar al bueno de Walter. Nos llevó al lodge en uno de los coches típicos de safari: 9 plazas y abierto por todos lados. Hacía mucho frío así que nos dio unas mantas. Poco después de las 5:30 llegamos a Grootberg y nos dejaron desayunar allí en el buffet antes de salir con la excursión. Resultó que íbamos solos, con un conductor y dos rastreadores, así que fue casi como un tour privado. Grootberg está encaramado en lo alto de un saliente rocoso, tan empinado que yo no sé si me hubiera atrevido a meter nuestro 4x4 por allí (como bien decía diletante en el foro, “parece que está en un nido de águilas”, creo que eso lo dice todo ). Vaya camino! De hecho tienen una caseta abajo para que puedas avisar de que has llegado, dejas el coche abajo y te van a buscar. La gran ventaja de dónde está es las vistas que tiene, y según desayunábamos se iba haciendo de día y pudimos empezar a comprender dónde estábamos: en el borde de la meseta Etendeka (la Etendeka Plateau), colgado sobre el valle del río Klip que se extiende ante el lodge. Es por ese valle por donde te llevan a hacer el tracking, en un 4x4 que recorre el lecho seco del río. O sea, piedras y más piedras. O African massage como lo llaman ellos, por darle un poco más de glamour. Es una excursión durilla, son muchas horas por un camino infernal, dando botes y más botes, pero a nosotros no se nos hizo nada pesada.
Como os decía, salimos con nuestro conductor y rastreadores a eso de las 6 de la mañana y bajamos directamente al valle. En el valle hay dos charcas artificiales donde van los animales a beber, y te llevan allí para ver si los rastreadores encuentran huellas que puedan seguir. Si encuentran huellas, los rastreadores se marchan solos a buscar al rhino mientras tú te quedas con el conductor. Si lo encuentran, le avisan por walkie y ya vas tú andando con el conductor a donde esté el bicho. Nosotros en la primera no tuvimos suerte pero en la segunda, que está casi al fondo del valle, sí. Por el camino se ven otros animales interesantes, como las cebras de montaña Hartmann:
Cebras de montaña
Estas cebras son más raras que las comunes y se diferencian de ellas por vivir en grupos más pequeños y por tener la tripa blanca sin rayar, las patas rayadas hasta abajo, una "nuez" considerable en la garganta, y porque les faltan las rayas secundarias entre las rayas principales (lo que llaman shadow stripes porque son como sombras de las rayas principales). Viven en terrenos pedregosos y abruptos como el valle Klip donde estábamos. Curiosamente, también viven en la parte oeste de Etosha, que es el único sitio del mundo donde este tipo de cebras coexiste con las comunes.
Además de cebras, puedes ver otros muchos animales, sobre todo antílopes:
Kudu macho
Kudus hembra
Impala de cara negra
Orix
Nos comentaron que hay un elefante que a veces se acerca al valle a beber, pero que en general no hay suficiente agua allí como para que vivan los elefantes, y que para verlos hay que ir a las zonas de granja donde hay más agua. Por lo visto también hay una familia de leones que se deja ver bastante, pero nosotros no tuvimos suerte. Nos contaron que un par de semanas antes los leones habían matado una cebra en medio de la carretera, y cuando salió el grupo del rhino tracking esa mañana tuvieron que bajarse a quitarla de en medio porque no podían pasar. Lo que sí vimos fueron pruebas: cagadas de elefante y huellas de león y leopardo. También el cuerpo de una jirafa (lo que quedaba de ella) devorada por leones un par de años atrás. Ahí seguía, en medio del camino, sólo huesos y piel reseca, pero se veían perfectamente las marcas de las garras de los gatitos:
Jirafa momificada
Llegamos a la segunda charca y los rastreadores encontraron huellas que podían seguir. Mientras, nosotros nos quedamos con el conductor, hablando de todo un poco: del problema de la caza ilegal y los poachers, de cómo se gestiona un lodge como el Grootberg, de su día a día como guía… Al cabo de un rato los trackers le avisaron de que podíamos ir, y nos pusimos en marcha a pie. Esto es lo más interesante y emocionante de la excursión, saber que vas a estar a metros de un animal que parece un tanque blindado y que a la vez es tan frágil que se encuentra casi extinto gracias a la estupidez de unos y la avaricia de otros. Después de unos 15 minutos andando en silencio llegamos a donde estaban los trackers, y vimos no uno sino dos rinocerontes: una madre y su cría. Estábamos un poco lejos (al ir a pie no puedes acercarte mucho, además los rinos negros son mucho más territoriales -y agresivos- que los blancos) y más altos que ellos. Hay que tener cuidado con dónde te pones, porque los rinos no ven tres en un burro pero tienen muy buen oído y olfato, y hay que colocarse de forma que el viento sople hacia a ti y no te puedan oler. La madre tenía el cuerno cortado pero el pequeño no. Nos explicaron que el gobierno, en un intento por frenar la caza ilegal, decidió “operar” a los rinocerontes que se encuentran en zonas poco protegidas como esta; el cuerno solo les sirve para protegerse de depredadores como los leones, pero cuando son adultos no necesitan tanta protección. Para las crías tienen que esperar a que crezcan un poco y se les endurezca el cuerno, porque cuando son pequeños sangraría demasiado y es peligroso. En teoría, esos cuernos luego se queman. En otros sitios como Etosha veríamos que los rinos tienen los cuernos intactos; me imagino que tiene que ver con el hecho de que Etosha está vallado y tiene controles estrictos de entrada y salida (te piden el pasaporte!), mientras que un sitio como este valle no tiene ni lo uno ni lo otro.
Rino negro
Volvimos al coche y nos cruzamos con tres paisanos que iban a pie, uno de ellos armado. Resulta que en el valle opera el Save the Rhino Trust, una ONG fundada en Namibia hace 30 años que ha tenido mucho (todo) que ver en la lenta recuperación de esta especie en estos años. Las actividades de rastreo que organizan tanto Grootberg como Palmwag son en colaboración con ellos. En el valle tienen estacionadas a dos personas que se dedican a patrullar a pie y documentar la cantidad y la apariencia física de los rinocerontes que hay, hasta el punto de que los tienen identificados incluso con nombre. La tercera persona, la que va armada, es un policía, porque lamentablemente la caza furtiva es una realidad peligrosa; los cazadores no dudan en disparar tanto a animales como a personas. El número exacto de rinocerontes es un secreto que no divulgan, precisamente como medida contra los furtivos. Total, que estos tipos tienen una especie de simbiosis con los rastreadores: tú me dices dónde has visto uno y yo te digo dónde he visto otro. De esta forma nos enteramos de que había un macho no muy lejos descansando a la sombre debajo de un árbol, y nos fuimos a buscarlo, aunque en teoría ellos no tenían ya ninguna obligación puesto que ya habíamos conseguido ver dos rinos. Pero se tiraron el rollo y nos llevaron a buscar al tercero, que al estar en terreno llano a nuestra misma altura nos permitió acercarnos mucho más y tener una visión más directa:
Rino negro
El bicho estaba inicialmente tumbado, pero uno de los rastreadores se acercó un poco más para que se pusiera de pie. No sé si esto es muy ortodoxo (a ver, tampoco es que le estuviera puteando), imagino que lo hacen para facilitarte a ti la foto y quizás pensando en la propina. Decían que le conocían y es uno de los más tranquilos, y que no había peligro. Se puso de pie y nos estuvo mirando un rato. La verdad es que acojona un poco…
A todo esto, eran ya las 11 de la mañana y yo tenía mucha hambre! Había sido una mañana fructífera así que nos dimos la vuelta y pusimos rumbo a lodge, nos quedaba un buen rato de coche por caminos de este estilo:
Lecho del río Klip
Por el camino paramos para comer debajo de unos árboles. Nos dieron una bolsita con un sándwich, un muslo de pollo asado, unas patatas, un huevo duro, barrita de cereales, una bolsita de doritos (o alguna guarrería de esas), fruta y bebidas. En ese camino de vuelta vimos más animales que por la mañana (las fotos de arriba son de la vuelta), sería por la hora y el calor. Llegamos al lodge sobre las 2 de la tarde y como no teníamos prisa nos quedamos en su terraza disfrutando de un café y de las consideradas “mejores vistas de Namibia”:
Vistas desde el Grootberg Lodge
En el bar del lodge había wifi y nos dejaron usarlo sin problemas. Pagamos con tarjeta también sin problemas (N$2948 las dos excursiones y las bebidas) y Walter nos llevó de vuelta a Hoada. Allí nos reunimos de nuevo los cuatro para poner en común nuestras experiencias del día y disfrutar de otro merecido sundowner desde la piscina:
Hoada Campsite
Esa noche tuvimos dos espectáculos en el camping: el primero fue un grupo de chavales del poblado cercano que estaban intentando recaudar dinero para viajar a la final de un concurso de coros juveniles (o eso les entendí yo…), y pedían permiso para ir por las parcelas cantando por una propinilla. La verdad es que estuvo entretenido y la canción era de lo más pegadiza, luego la estuvimos cantando todo el viaje… El segundo fue un espectáculo más natural, el increíble cielo estrellado de Namibia:
Niños cantores de Hoada
Noche estrellada
En resumen, a mí me gustó la experiencia del rhino tracking, en gran parte porque vas andando (que lo hace más emocionante que verlo desde el coche). Es verdad que luego vimos un montón de rinos más (otros 4 rinos negros en Etosha, y alrededor de 13 rinos blancos en Khama Rhino, incluso vimos una pareja en el delta desde el avión durante el vuelo escénico), pero en ese momento no sabíamos si los veríamos o no, y ya digo que tenerlo enfrente estando de pie e indefenso impresiona más que desde el coche. Os lo recomiendo a todos, ya sea aquí o en Palmwag.