Hoy seguimos bajando hacia el sur. La siguiente parada es Morro Bay, un pueblo costero con un paseo marítimo muy animado, con bares y tiendas, y coronando la vista, la Morro Rock, una roca gigante en la orilla del mar. Curiosa de ver y poco más.

Seguimos hacia San Luís Obispo. Esta pequeña ciudad no es muy conocida pero tiene una de las misiones más antiguas, de 1772. La Misión de San Luis Obispo se puede visitar por dentro, incluido el museo, y el pago de la entrada es voluntario.

La plaza en la que se sitúa la misión está muy animada, hoy hacen una fiesta de cervezas artesanas.
La calle principal, Higuera St., está llena de tiendas y restaurantes. Comemos en el Bliss Café, bueno, bonito, barato y con wifi gratuito.
La calle Marsh, que es paralela a Higuera, también es comercial y está animada.
Un sitio peculiar es un callejón con la pared llena de chicles pegados, el Bubblegum Alley. Da asco y asombro a la vez, y huele dulce.


Por la noche vamos a uno de los pocos cines Drive-in que quedan. El Sunset Drive-In se encuentra a la salida de la ciudad y hay cola para entrar.

Hacen dos pelis por 8 dólares por persona. No aceptan tarjetas, sólo dinero en metálico.
Aparcas el coche frente a la enorme pantalla y sintonizas la radio con su emisora para escuchar la peli.
El precio de las palomitas y las bebidas también es vintage, o sea, económico. Hay gente que va muy preparada, abre el maletero de su pick-up y tiende mantas para tumbarse y abrigarse. Una experiencia muy americana y nada turística.

Tenemos el motel en Pismo Beach, una urbanización a pocos kilómetros, más cerca de la costa. El Premier Inn es sencillito pero espacioso y tranquilo.