Este tipo de hoteles franceses que suelen emplazarse en antiguas masías o terrenos de los dueños tienen la costumbre de desayunar juntando a todos sus huéspedes en una misma mesa, a lo sumo dos. El año pasado nos extrañó, pero en esta ocasión lo esperábamos, y así fue. Lo mejor del desayuno los croissants...mmm...el resto muy normalito para el precio del hotel.
Y nada más terminar rumbo a ROCAMADOUR...que aunque apenas tiene 700 habitantes es cuna del turismo en el Valle del Lot. Está enclavada en un acantilado de 120metros de altura y sus casas están construidas sobre la misma roca, aprovechando la orografía del terreno, así se podían proteger en caso de ataque.
Nosotros la visitamos a primera hora de la mañana y todavía se podía pasear tranquilamente, pero unas horas después estaba masificado. Además aparcar es bastante complicado.
La parte más baja de la aldea la forman pequeñas casas de los vecinos, hoy dedicadas a los recuerdos y la gastronomía (incluso hay un queso de cabra con denominación de origen Rocamadour), es una preciosa villa medieval:
En el siguiente "piso" se encuentra la iglesia de Notre Dame y sus 7 capillas, y para acceder a ellas o bien subes 216 ó 223 escalones (Le Grand Escalier) en los que no se ponen de acuerdo y desde luego yo no los conté, o un ascensor que por 3 euros te sube y te baja después. Alberga la famosa Virgen Negra, y por ello es centro de peregrinación y había muchas actividades y actos religiosos, ya que a su virgen se le atribuyen sanaciones y milagros diversos. Los peregrinos suben la escalinata que os he mencionado de rodillas, rezando a modo de penitencia. Además es paso de uno de los caminos a Santiago. En la Edad Media lógicamente aquí vivía el clero.
En este lugar, a parte de la talla de la Virgen, está también la campana milagrosa o Cloche miraculeuse que según cuenta la leyenda, aunque no tenga ningún mecanismo programado que la hiciera sonar o cuerda para que las personas las tocaran, extrañamente, sonaba cada vez que los marineros se encontraban en situación de peligro en la mar, y rogaban a la Virgen por su salvación.
Desde aquí parte un sendero asfaltado cuesta arriba, serpenteante, entre árboles, bastante cómodo la verdad, y que te lleva a la parte alta de Rocamadour, el castillo. Tiene 3 torres y para subir a ellas tienes que pagar. Nosotros no lo hicimos porque ponía que era un poco peligroso con niños. En la Edad Media vivían los caballeros, y es que no hay nada como construir en altura para garantizar una buena defensa ante cualquier ataque.
Deshicimos de nuevo el camino y descendimos hasta la entrada de la villa, donde habíamos aparcado. Ya estaba todo a tope de gente, así que cogimos el coche y rumbo al siguiente destino: Collonges.
A la salida hay un restaurante con un parking inmenso desde donde se pueden tomar fotos como esta...una maravilla:
Ah! A la salida encontré este cartel, tenía pinta de una especie de cenote visitable...no sé en qué consistirá ni si estará muy retirado, pero en cualquier caso me pareció interesante:
La mañana iba del medievo, y COLLONGES LA ROUGE no iba a ser menos...con sus viviendas de piedra de gres roja procedente del macizo de Habitarelle y sus tejados de pizarra fue cuna del nacimiento de la Asociación de Pueblos Más Bonitos de Francia.
Lo único negativo que puedo señalar era que teníamos 42 grados, y unidos al rojo de la piedra era lo más parecido a estar en una hoguera.
La aldea espectacular, desde luego:
Comimos en uno de los muchos restaurantes que hay con terraza, seguimos paseando, compramos algún recuerdo, tomamos unos helados y ante semejante calor decidimos recoger nuestro coche del parking (3 euros todo el día) y regresar a refrescarnos a nuestra piscina del hotel.
Después de un baño y unos rayos de sol decidimos volver a retomar la actividad turística y acercarnos hasta CONQUES, en la región de Aveyron, y que aunque nos quedaba lejos, lo llevaba apuntado como un imprescindible, ya que en numerosos blogs lo catalogan como el pueblo más bonito de Francia...
Es parte del camino francés de Santiago, y por lo tanto centro de peregrinación. Sus casas con entramado de madera y tejados de pizarra hacen que desde cualquier ángulo que lo fotografíes consigas una bonita postal. La mejor guía de aquella aldea fue perderse por sus empinadas calles empedradas e ir encontrando bonitos rincones.
Durante el año apenas viven 90 habitantes, y dimos buena fe de ello porque llegamos a las 5 de la tarde, un sábado y estaba completamente vacío...así que en este sentido me decepcionó un poco...no es que me gusten los pueblos atestados de turistas y autocares pero es que dos horas después ni siquiera nos daban de cenar en los escasos restaurantes que hay...ni una sola tienda abierta a las 5 de la tarde...no sé...quizá era por ser sábado....


Como os decía, al terminar la visita, a la que dedicamos un par de horas, en los pocos restaurantes que había nos dijeron que cerraban en breve, así que volvimos a Figueac donde cenamos y regresamos a nuestra habitación-casa donde pasaríamos la segunda y última noche...