Hemos dormido muy bien!!! La única pega, a lo cual te acostumbras enseguida, han sido los rezos en los altavoces de la mezquita de la isla que nos queda cerca y que se alargaron hasta eso de las 12 y pico de la noche. Desayunamos en nuestra cocina, la tarde anterior fuimos a un "supermercado" y compramos leche, galletas y cereales. Ya habíamos fichado el día anterior la zona para hacer snorkel asique cargamos las bicicletas con todo lo necesario para no tener que volver al hotel hasta por la tarde.
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A nosotros las bicis nos venían incluidas con el hotel pero si tenéis que alquilarlas os recomiendo que las cojáis con rueda ancha. Nos apañamos muy bien con las que nos dejaron pero oye, si se puede elegir seguramente que vais más cómodos con las de rueda gorda.
Dimos un pequeño paseo fichando donde poder instalarnos y nos decantamos por un bar que tenía puffs amacas, tumbonas y sombrillas a pie de playa. Aquí pasaríamos los días que nos quedaban entre el mar y la tumbona


El bar se llamaba Café Al-Qadar y se podía tomar lo que quisieras y comer por un precio increíblemente barato para hallarnos con el agua a nuestros pies.
Sin más dilación....vamos al agua!!!
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Pasamos las primeras horas de la mañana haciendo snorkel hasta que llegaron las excursiones y decidimos descansar tomando el sol con unas ricas bintang en la mano.
Leer,descandar,chapuzón y vuelta a repetir. Así fue pasando la mañana
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Llegadas las 5 y pico de la tarde decidimos ir a darnos una ducha para volver al oeste de la isla y despedir el día viendo atardecer. Allí nos tomaríamos unas cervezas frescas mientras disfrutábamos del momento. Por cierto que a mi novia la encanta la cerveza con limón y descubrir las Bintang Radler fue un gran descubrimiento

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Solamente llevábamos un día y medio en la isla y ya nos había cautivado. Lo tenía todo, fiesta por la noche para el que lo iba buscando (no era nuestro caso), relax en la playa, snorkel, preciosos sunset y vida auténtica de los lugareños. Nos encantó dar paseos con la bici y meternos entre las casas de la gente que vivía allí, siempre con una sonrisa y saludando.
Al anochecer nos apetecía cenar pero no teníamos ganas de ir al típico restaurante, preguntamos a un chico y nos comentó que había un fresh market que era un mercado en el que la gente de allí ponía sus puestos con comida de todo tipo y sobretodo lo que más nos apetecía pescado fresco. Luego había mesas largas con bancos donde te sentabas con el resto de la gente a cenar, solo había unos pequeños amiguitos molestos y es que en la zona había bastantes gatos jejej pero bueno a nosotros nos gustan y si no les dabas nada enseguida cambiaban de víctima.
Un puntazo de mercado en el que por cuatro perras cenabas pescado fresco con arroz, noodles o lo que tú quisieras.
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Con el estómago lleno nos dimos un paseo por la zona de fiesta, en donde los australianos lo daban todo como si no hubiese un mañana y nos fuimos al hotel.
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