El día 7 amanecimos en Masai Mara suuuper temprano, pero porque nos esperaba una experiencia nueva... ¡un safari en globo!
(Hago un inciso para contar que este fue otro de los motivos que nos hicieron organizar el viaje con EnterTravel, incluso con la experiencia del globo el viaje era mucho más barato que el resto de operadores, quienes nos ponían el viaje en globo aparte por 800 euros).
Nos levantamos a las 4 de la mañana, ya que a y cuarto nos recogía en un coche que pasaba por varios hoteles (ya he contado que el Semtrin mara camp está en una 'calle' llena de camps) a recoger a otras personas que iban a montar en globo. Tras unos 45 minutos en el coche, llegamos a unas instalaciones donde nos dieron un café caliente que agradecimos ya que no habíamos podido desayunar nada y a esa hora hacía un poco de frío. Sobre las cinco de la mañana nos llevaron a los globos que nos habían asignado previamente, el nuestro era el número 7. Las cestas de los globos tienen cuatro compartimentos en los que caben 4 personas, además, en medio va el piloto del globo, por lo que en cada uno van 17 personas. En el nuestro eran todo orientales y nosotros dos.
El viaje en vuelo dura como hasta las 10 de la mañana y es increible ver amanecer en el globo, coger altura, bajar hasta casi tocar el suelo... Vimos muchísimos ñus, que a tanta altura parecían puntos negros. Por lo visto cruzan más de un millón cada año en esa fecha destino al Serengueti. La altura sirve para visualizar la cantidad de manadas que hay en Kenia, y que dejan la tierra totalmente esquilmada antes de llegar al otro lado del río.
El safari en globo terminó después de varias horas con un plan perfecto: desayuno en la sabana. Mientras los pilotos editaban las fotografías que nos habían hecho durante el viaje (luego te dan opción a comprar una foto grupal, aunque no veo el interés a tener una foto con 15 desconocidos), nosotros desayunamos en mesas instaladas en medio de la inmensidad. Había de todo para desayunar: fruta, huevos, tostadas... De bebida: champán, zumos, café e infusiones. Lo único malo es que, atraídas por el azúcar (supongo) las avispas empezaron a llegar en masa hacia los desayunos.
Después de ese descanso volvimos a montarnos en el jeep que nos había llevado para llegar al hotel. En el camino de vuelta dejamos a otros huéspedes en sus hoteles y ahí nos dimos cuenta de que realmente nuestro alojamiento era de una calidad bastante más baja que el resto.
Al llegar al hotel, insistimos a Zacarías que queríamos cambiar. Él nos aseguraba que "aunque cada hotel sea de una calidad, los animales que se ven en la sabana son los mismos". Pero gracias a la gestión de Entertravel nos cambiaron de alojamiento finalmente. La verdad es que tuvimos que ponernos serios para conseguir el cambio, pero pudimos comprobar que la agencia funciona bien y que incluso siendo agosto estaban a nuestra disposición.

Esa tarde pudimos seguir a una leona intentando cazar, vimos a un leopardo agotado después de comerse a una cría de ñú, seguimos a unas hienas cazando ñues e incluso vimos a una manada de wild dogs, algo que Zacarías nos aseguró que era la primera vez que veía en 13 años

Cuando empezó a atardecer emprendimos camino hacia nuestro nuevo hotel. Ya el camino hacia él nos gustó más que la carretera llena de hoteles. Estábamos solos en Masai Mara y tras dos kilómetros vimos una luz al fondo... Un ratito más en coche y... llegamos a la orilla de un río donde nos esperaban dos personas. Era la entrada a Olumara Camp, el hotel de nuestros sueños en África. Al hotel se accede cruzando un puente de madera sobre el río. Son tiendas de campaña pero con suelo de cemento y baño con paredes. Las habitaciones son muy amplias y tienes una terraza con vistas al río.

Es verdad que el Wifi no es el mejor y que en lugar de buffet, por la noche hay un menú cerrado (carne, arroz y verduras), pero es una maravilla. Entre todos los detalles que tienen, te ofrecen detergente por si quieres enjuagar algo de tu ropa. Nos vino muy bien después de una semana lavar calcetines, todos llenos de polvo. Tras ello, cenamos y nos acostamos dispuestos a disfrutar de dos las dos noches que nos quedaban en ese hotelazo.