Ya que seguimos limitados en cuanto a viajes al extranjero, aprovechamos para conocer lugares de nuestra geografía que habían ido quedando pendientes de recorrer por falta de tiempo. Uno de esos lugares era Cazorla y su entorno, así como la ruta de senderismo del Río Borosa, a la que le teníamos muchas ganas. La oportunidad llegó este año, al coincidir la fiesta de San Isidro en lunes, con lo cual conseguimos unir cinco días de vacaciones, desde el sábado 13 hasta el miércoles 18 de mayo, una época que nos pareció muy apropiada para hacer un itinerario por esta zona de Jaén, demasiado calurosa en pleno verano. También visitamos el nacimiento del Río Mundo, pero eso lo dejo para otra etapa del diario. En total, estuvimos tres días y medio por la zona de Cazorla, con el siguiente itinerario
.Día 1. Madrid/Cazorla.
Día 2. Cazorla/La Iruela/Arroyo Frío (rutas Cerrada de Utrero y Nacimiento del Guadalquivir)
Día 3. Ruta de senderismo del Río Borosa (desde piscifactoría a Laguna de Valdeazores).
Día 4. Arroyo Frío/Pantano del Tranco/Hornos de Segura/Segura de la Sierra.
Itinerario según GoogleMaps.
Desde Madrid hasta la población de Cazorla (Jaén) hay 353 kilómetros, que supone más o menos unas tres horas y cuarenta y cinco minutos de ruta en coche. La forma más sencilla es tomar la A-4 (Autovía de Andalucía) hasta la salida 266, a la altura de Navas de Tolosa. Allí se enlaza con la A-301 en dirección a Úbeda, en cuyas proximidades se toma la A-322 hasta Torreperogil y luego la A-315 hasta Peal de Becerro. Allí se continúa por la A-319 hasta Cazorla. Está perfectamente indicado, así que no hay pérdida. Además, casi todos contamos hoy en día con ese aparatito tan útil (casi siempre, no siempre) que se llama navegador.
Salimos de Madrid sobre las 10:30 y llegamos a Cazorla en torno a las 14:15. Antes habíamos pasado por Peal de Becerro. Desde este pueblo se puede acceder, a unos 5,5 kilómetros, a la Cámara Sepulcral Ibérica de Toya, un gran ejemplo funerario de la época de los íberos. Lamentablemente, no nos cuadró el horario de apertura, que es el siguiente: viernes: 16:30 a 19:30; sábados: 10:30 a 13:30 y 16:30 a 19:30 y domingos: 10:30 a 13:30. Antes de la visita al lugar en sí, hay que pasarse por el Centro de Interpretación en Peal de Becerro, donde proporcionan las instrucciones para la visita. Me hubiera gustado visitar la tumba, pero como no pude hacerlo, tampoco puedo opinar sobre la misma. Sin embargo, lo menciono porque me parece una visita muy interesante para los aficionados a la arqueología.
CAZORLA.
La verdad es que impresiona la ubicación de Cazorla ya por la carretera, desde donde se aprecian perfectamente sus casas blancas que serpentean escalonadas en la ladera de una montaña, junto a la Peña de los Halcones, en el entorno extraordinario de la Sierra de su nombre. Enseguida, pudimos distinguir en lontananza la torre del Castillo de la Yedra.
Vistas de Cazorla desde la carretera.
Llegamos a Cazorla a la hora de la comida, pero como la ciudad es la típica población andaluza de cuestas por arriba y cuestas por abajo, decidimos dejar el coche a la entrada, junto a una caseta de información turística (cerrada a esa hora) y buscar un sitio para comer cuanto antes, de modo que pudiéramos tener el resto de la tarde libre. Después de casi cuatro horas de viaje, no nos apetecía indagar demasiado, así que nos metimos en un hotel/restaurante que ofrecía menús a 10 euros. La comida estaba buena aunque era muy normalita, algo lógico teniendo en cuenta el precio, así que no me molesto en proporcionar más detalles.
Foto del plano de Cazorla y del Parque de las Sierras de Cazorla, Segura y las Villas que nos dieron en la Oficina de Turismo. Nos fue muy útil. Merece la pena ir a recogerlo.
Esa noche teníamos alojamiento reservado en el Hotel Tharsis, en la calle Hilario Marco, cerca de la Plaza de la Constitución. Como el aparcamiento en estos pueblos suele estar complicado, decidimos dejar el coche aparcado donde estaba y llegar caminando ya que nuestra pequeña maleta con ruedecitas nos permite esas alegrías. Aun así, pudimos sufrir de primera mano las empinadísimas cuestas tan típicas en las calles de los pueblecitos andaluces. Nada nuevo, por lo demás. El hotel tiene tres estrellas, está muy bien situado para visitar Cazorla, muy cerca de la Plaza de la Constitución, a unos quince minutos caminando de la Plaza de Santa María, el centro turístico del pueblo. El edificio y el interior están bien acondicionados, con mobiliario moderno y la habitación nos resultó bastante confortable. La noche de alojamiento con desayuno nos costó 55 euros. La habitación era muy grande, lo mismo que el baño, y tenía ventanas por todas partes y una terraza con unas vistas preciosas.
Vistas desde la terraza de la habitación. Las fotos de la habitación se me han borrado.
Mirando el horizonte de casas con su fondo de mar de olivos, parecía un buen momento para repasar unas cuantas notas sobre la historia de Cazorla, que se remonta al año 2000 a.C., fecha del establecimiento de los primeros asentamientos humanos estables en la zona, donde se desarrolló en particular la cultura íbera. Posteriormente pasaron por aquí los romanos y los árabes, que acometieron la fortificación de la plaza y todo su entorno. Durante la Edad Media se convirtió en un enclave fronterizo muy importante, se consolidó una red de castillos para la defensa de la zona y, en 1231, el rey Fernando III el Santo creó el Adelantamiento de Cazorla, convirtiéndolo en señorío que donó a perpetuidad al Arzobispado de Toledo,, cuyo titular era Rodrigo Jiménez de Rada.
Posteriormente se produjeron litigios entre la Corona y el Arzobispado por el dominio de las tierras, llegando Carlos I a cederlas a su secretario, Francisco de los Cobos. No obstante, volvieron al dominio eclesiástico hasta que las Cortes de Cádiz de 1811 abolieron la jurisdicción civil del Arzobispado de Toledo sobre Cazorla, aunque no la religiosa, que se mantuvo hasta 1954. Durante la Guerra de la Independencia, los habitantes de la villa lucharon heroicamente contra los franceses, por lo cual las Cortes de Cádiz le concedieron el título de ciudad. Asimismo, Alfonso XII reconoció su lealtad en la lucha contra las tropas carlistas. Actualmente, Cazorla cuenta con unos 7.700 habitantes y su economía se sustenta en la agricultura (el olivo, sobre todo, aunque también son importantes las huertas y el espárrago) y el turismo, en especial el rural, derivado del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Además, la villa es Conjunto Histórico-Artístico desde 1972.
Después de registrarnos y echar un vistazo a la habitación, salimos inmediatamente a hacer nuestra visita turística, cuyo primer objetivo era llegar a las ruinas de la Iglesia de Santa María, donde se encuentra ubicada la Oficina de Turismo. No obstante, por el camino fuimos viendo cosas interesantes como la Casa de las Cadenas (mitad del siglo XIX, construida sobre los cimientos de la antigua Casa de los Marqueses de Camarasa), la Plaza de la Constitución y la calle del doctor Muñoz, que es peatonal. Caminábamos ya por el casco histórico, que nos empezó a gustar bastante más (en plan de disfrute visual turístico) que la zona de nuestro alojamiento. La temperatura era bastante agradable (unos 22 grados) y aunque en el cielo había muchas nubes, el pronóstico del tiempo descartaba completamente la lluvia, así que la tarde se presentaba muy propicia para el turisteo.
Casa de las Cadenas.
Calle del Doctor Muñoz (peatonal).
Al final de la calle Doctor Muñoz, llegamos a la Plaza de la Corredera, que presenta una bonita estampa, coronada por la peña y la torre del castillo, al fondo. En esta plaza se encuentran varios edificios interesantes como la Iglesia de San José, de mediados del siglo XVII y el Ayuntamiento y Palacio de la Merced, del siglo XVI, que conserva un patio con arcadas jónicas que era el claustro del antiguo monasterio de los Padres Mercedarios.
Plaza de la Corredera.
Ayuntamiento.
Iglesia de San José, Ayuntamiento y alrededores.
Ayuntamiento.
Iglesia de San José, Ayuntamiento y alrededores.
Seguimos por una serie de callejuelas estrechas y con mucho encanto, que nos condujeron hasta el llamado Balcón de Zabaleta, que ofrece una de las vistas más bonitas de la población y, según cuentan, de las más fotografiadas de Andalucía: se contempla un amplio perfil de la sierra, las ruinas de la Iglesia de Santa María, el castillo de la Yedra, las antiguas murallas y un precioso reguero escalonado de casas blancas. Inexcusable asomarse a este mirador y hacer unas cuantas fotos.
Fotos tomadas en diferentes momentos de la tarde.
La calle Gómez Calderón nos llevó rápidamente, en descenso, hasta la Plaza de Santa María, verdadero corazón de la ciudad, con mucho ambiente, varios restaurantes y bares con terrazas y desde la cual se contemplan algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad. A la entrada pudimos ver el Centro de Especies Amenazadas y un bonito Balcón sobre el río Cerezuelo y a nuestra derecha quedaba la Fuente de las Cadenas, construida como homenaje a Felipe II en estilo renacentista-herreriano, con relieves que representan el escudo de la ciudad y un abrevadero con una cadena labrada en piedra.
Calle Gómez Calderón y alrededores.
Plaza de Santa María mirando hacia el Centro de Especies Amenazadas.
Plaza de Santa María mirando hacia las ruinas de la Iglesia de Santa María.
Fuente de las Cadenas.
Plaza de Santa María mirando hacia el Centro de Especies Amenazadas.
Plaza de Santa María mirando hacia las ruinas de la Iglesia de Santa María.
Fuente de las Cadenas.
Pero, sin duda, lo que más llama la atención son las ruinas de la Iglesia de Santa María, donde se encuentra también la Oficina de Turismo, en la cual me dieron un mapa de la ciudad y del Parque Natural que me fue muy útil durante todo el viaje a la comarca. He puesto la foto al principio de la etapa.
Varias vistas de las ruinas de la Iglesia de Santa María.
En la Oficina nos informaron muy amablemente de todo lo que podíamos ver y nos aconsejaron no perdernos la visita guiada a las bóvedas de la iglesia sobre el río Cerezuelo. El precio es de 2 euros por persona y se tarda una media hora, aproximadamente. No se puede hacer por libre y merece la pena porque es algo curioso y diferente. Por cierto, que en lo que queda de iglesia se iba a celebrar una boda, así que no pudimos acercarnos demasiado a la cabecera. Pero, bueno, se veía todo bastante bien.
Antes de iniciar la visita guiada, tuvimos tiempo de subir a la torre de la iglesia por una empinada escalera de caracol. Desde la terraza se contempla una vista impresionante de Cazorla, especialmente del castillo de la Yedra y de la Plaza de Santa María. Merece la pena subir y es gratis.
Escalera de caracol, torre y vistas del pueblo.
Desde arriba, la Plaza de Santa María luce preciosa.
Lo mismo que las ruinas de la Iglesia, enmarcadas con un fondo natural muy bonito.
Desde arriba, la Plaza de Santa María luce preciosa.
Lo mismo que las ruinas de la Iglesia, enmarcadas con un fondo natural muy bonito.
Después iniciamos la visita a las bóvedas, aunque antes nos hicieron una breve introducción acerca de la historia de la Iglesia, de estilo renacentista, que data del siglo XVI y fue proyectada por Andrés de Vandelvira. No se sabe muy bien quién encargó su construcción, pero está claro que desde un principio tuvo problemas de financiación. Al parecer nunca se terminó y en 1694 se vio muy afectada por una terrible tormenta y consiguiente inundación que asoló la población, causando varias decenas de muertos. Posteriormente, las tropas francesas colaboraron a dejar la iglesia tal como está ahora, si bien el estado ruinoso de la misma está comprobado que se debió a la tormenta.
Sin embargo, lo realmente singular de esta iglesia es que todo su eje mayor coincide con el curso del río Cerezuelo, lo que obligó a su previa canalización. Son las bóvedas que se construyeron para hacerlo son las que se pueden ver en la visita guiada. Por cierto que existe una leyenda un tanto tétrica en torno al castillo y a este lugar. Se cuenta que estando los cristianos muy cerca de conquistar Cazorla, una princesa musulmana fue encerrada por su padre en una cueva tapiada cercana al castillo para protegerla de los conquistadores y rescatarla cuando se levantara el sitio. Sin embargo, la población fue tomada por los cristianos que dieron muerte a todos los musulmanes, con lo cual la princesa quedó olvidada en la cueva, donde a consecuencia de la falta de luz y la humedad se metamorfoseó, convirtiéndose de cintura para abajo en lagarto. Su alma todavía vaga por la cueva y se escucha su lamento durante la noche de San Juan. Como recuerdo, existe una figura cerca de la supuesta cueva, que comunica con las mazmorras del castillo.
Acceso a las bóvedas, muy agradable por la vegetación.
Dentro de las bóvedas.
El río corre bajo nuestros pies.
La princesa de la leyenda también aparece a medio camino.
Parte final del recorrido.
Ya en el exterior, el paisaje es muy bonito, con los viejos molinos junto al río.
Dentro de las bóvedas.
El río corre bajo nuestros pies.
La princesa de la leyenda también aparece a medio camino.
Parte final del recorrido.
Ya en el exterior, el paisaje es muy bonito, con los viejos molinos junto al río.
Una vez terminada la visita, me acerqué andando hasta el castillo, al que se accede por una empinada calle, por la que también pueden circular vehículos, así que es posible llegar en coche hasta la misma entrada. No obstante, la caminata es muy recomendable porque, además de hacer ejercicio, se ven unas vistas muy bonitas.
El Castillo de la Yedra se encuentra situado en la ladera del Cerro de Salvatierra y domina el río Cerezuelo y el núcleo urbano de Carzorla. Su origen es bereber, si bien se asegura que fue construido sobre cimientos de un edificio de época romana. Aunque conserva algunos elementos musulmanes de los siglos XI y XIII, fueron los cristianos quienes lo terminaron. Su uso fue exclusivamente militar y nunca se utilizó como palacio o residencia. Está bastante bien reconstruido y actualmente alberga el Museo de Artes y Costumbres del Alto Guadalquivir. La entrada es gratuita e incluye una visita guiada. En cuanto al horario, mejor consultarlo primero porque varía según la época del año. Lo que sí hay que tener en cuenta es que los lunes está cerrado.
La Torre del Homenaje (no se puede subir hasta la terraza) comprende tres plantas, de las que la tercera (Sala Noble) es la más bonita por su terminación en una bóveda de crucería gótica y, sobre todo, por las preciosas vistas que se pueden divisar a través de las ventanas de arcos apuntados con parteluz.
Resulta también muy curioso fijarse en las mazmorras, cuyo acceso se encuentra en el suelo de la primera planta de la torre, una simple abertura cuadrada con rejas que conduce a un pequeño habitáculo subterráneo, sin ventanas. Se aprecia en la foto de debajo, a la derecha.
Por el camino de vuelta hacia el centro, se puede ver la Ermita de San Miguel Arcángel y San José Obrero. También es posible hacer una pequeña ruta senderista que lleva a varios lugares interesantes como la Cascada Malena, la Ermita de San Sebastián y el Mirador de Riogazas.
Todo el camino discurre junto a las aguas del río Cerezuelo, que forma un paisaje muy agradable, sobre todo a la salida de las bóvedas, donde hay un bonito puente y se encuentran los Molinos del río.
Ya de nuevo en el centro, me metí por una calle que me llevó a las puertas de la Iglesia de San Francisco, del siglo XVIII.
En la parte alta de Cazorla se halla la Ermita de San Isicio, patrón de la villa. Es curioso porque estábamos en vísperas de San Isidro (patrón de Madrid), cuya fiesta se celebra el 15 de mayo, lo mismo que la de San Isicio. La coincidencia de la fecha y la similitud del nombre de los santos nos hizo pensar que se trataba del mismo personaje. Sin embargo, no es así. San Isicio fue uno de los Siete Varones Apostólicos, a los que, en el siglo I, San Pedro y San Pablo consagraron como obispos para que evangelizaran Hispania. Al parecer, San Isicio estuvo por la zona y fue lapidado en un lugar cercano, llamado La Pedriza, donde hoy está situada la ermita. En 1535, Cazorla se encomendó al santo para liberarse de una terrible epidemia de peste y lo convirtió en su patrón. Cada 15 de mayo se celebra una romería, durante la cual sus habitantes se visten con trajes típicos y las paredes de las casas por donde pasa la romería se iluminan con candiles de aceite y mecha de algodón, adoptando forma de caracoles.
Ermita de San Isicio vista desde la habitación del hotel.
Otro castillo importante que se encuentra en los alrededores es el conocido como Castillo de Salvatierra o de las Cinco Esquinas (siglo XIV), situado en lo alto de un cerro y del que solo se conservan los restos de una torre pentagonal. La mejor forma de ver sus restos es desde las pistas que recorren la parte alta de Cazorla en dirección hacia Quesada, lo que hicimos al día siguiente, si bien dejo un par de fotos.
A última hora de la tarde, fuimos a descansar un rato al hotel y luego salimos a cenar de tapas. Nos quedamos en la Plaza de la Constitución, en el bar Rojas. Tomamos dos cervezas, la tapa del día (pulga de jamón y pulga de bonito con tomate), una ración de ibéricos (jamón, queso, salchichón, chorizo y morcilla) y la ensaladilla del día (una especie de salpicón de mariscos). En total no llegó a 20 euros.
Luego volvimos a la Plaza de Santa María para dar una vueltecita y ver Cazorla iluminada. Os dejo unas fotos de la villa de noche.
En resumen, me gustó Cazorla. Muy bonita su ubicación, callejuelas llenas de encanto y muy buen ambiente para tapear. Eso sí, por la noche refrescó bastante. Se nota que está en plena sierra, a 823 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Continua en las tres etapas siguientes.