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No queríamos andar muy justos para llegar al ferry porque no habría más opción para salir de la isla sí lo perdiamos así que como habíamos dejado listo el equipaje, desayunamos, nos despedimos de nuestro anfitrión y enfilamos la cuesta que nos llevaba hasta el puerto. Como precaución, tomé una biodramina para evitar que con los vaivenes, mi estómago decidiese hacer de las suyas.
El ferry, como suponíamos, estaba repleto de las familias con los niños estaban de vuelta como nosotros.
El ferry, como suponíamos, estaba repleto de las familias con los niños estaban de vuelta como nosotros.
A la hora prevista, nos pusimos en marcha y el ferry tras dejar atrás el puerto fue cogiendo velocidad y adentrándose en mar abierto mientras íbamos notando las embestidas de las olas y el subir y bajar del casco.
Nuestro plan nada más desembarcar era retroceder para ver Skógafoss, la cascada que nos había quedado pendiente de ver. Aproximadamente a las 10 estábamos ya en el parking con bastante gente alrededor y viendo como llegaban varios autobuses, sin mucho miramiento, nos pusimos en marcha cámara en mano.
Tras sacar algunas fotos desde la base de la cascada para apreciar su explendor, subimos por la escalera lateral a un mirador desde donde se puede ver el comienzo de la caida del agua. Las escaleras son llevaderas pero tivimos que subir y bajar con cuidado porque al estar mojadas, resbalaban. Las vistas desde la altura son bastante imponentes. Unos datos de interés: tiene aprox. unos 15 mts. de ancho y una caida de agua de 62 mts. Sus aguas provienen principalmente de los glaciares Eyjafjallajökull y Mýrdalsjökull.
Mucha gente vuelve a bajar pero desde el mirador sale un sendero que va serpenteando junto al río Skóga que creemos que es un acierto hacerlo sí se tiene algo de tiempo. No entraña ninguna dificultad y aunque no llegamos al final, el tramo que realizamos nos resultó muy agradable.
Tras el pequeño paseo, regresamos al parking y pusimos rumbo hacia Selfoss donde íbamos a dormir las siguentes cuatro noches. Apenas habíamos salido a la N1 vimos que había varios coches parados al borde de la carretera, así que, la parada parecía “obligatoria” cuando vimos que había una bonita vista de Skógafoss desde algo más lejos y una poza en primer plano.
Incorporados a la N1 y antes de llegar a la desviación que lleva al embarcadero del ferry volvimos a parar al ver unas casas curiosas al borde de la carretera y es que estaban excavadas en la roca. Drangshlíð que es como se llama la roca tiene cuevas en su interior que fueron utilizadas tiempos atrás por granjeros para salvaguardar el ganado del frío invierno islandés.
Como habíamos madrugado y ya teníamos un poco de hambre, aprovechamos el pueblo de Hvolsvöllur para hacer una parada y comer en una gasolinera que tenía hamburguesería. 2 hamburguesas con patatas y refrescos por ISK 3.240 (29,50€). También aprovechamos para hacer unas compras ISK 3.730 (34,32€) y llenar el depósito de gasolina 29,10L x ISK 177,2 = ISK 5.300 (48,26€).
A medida que nos fuimos acercando a Selfoss reparamos en el hecho de que el tráfico de la N1 se había intensificado progresivamente. Para nosotros resultó novedoso porque veníamos de no cruzarnos con tantos coches seguidos ni por casualidad.
Al llegar a Selffos, localizamos la casa, y aunque no eran todavía las 15h, nos presentamos a ver si nos dejaban hacer el check in. Los dueños, una pareja de señores mayores muy majos no nos pusieron ninguna pega para instalarnos antes de la hora que les habíamos dicho que estaríamos por allí.
Selfoss Central
Web: Selfoss central - Airbnb
Precio: 80€ por noche (1 cama de matrimonio en habitación privada y baño compartido con dos habitaciones más). Toallas y ropa de cama incluidas.
Ubicación: Pueblo perfecto como centro de operaciones para recorrer el sur de Islandia.
Estado: La habitación y las zonas comunes estaban bien cuidadas. La cocina, pequeña pero bien equipada con todo lo necesario y mesa para poder comer/cenar.
Servicios: Aparcamiento gratuito en la calle, WIFI
Trato recibido: Bueno. De las personas más majas con las que hemos tratado en nuestro viaje.
Calificación: (8 sobre 10)
Dejadas las maletas en la casa, volvimos a ponernos en ruta para hacer alguna de las actividades que teníamos planificadas para el día lo que supuso retroceder unos kilómetros por la N1 hasta la desviación de la carretera 30 y coger la 32 para ir a visitar la granja museo de Þjóðveldisbærinn.
Por el camino fuimos contemplando maravillados cada uno de los increibles paisajes que se presentaban ante nosotros curva tras curva.
Por el camino fuimos contemplando maravillados cada uno de los increibles paisajes que se presentaban ante nosotros curva tras curva.
Serían las 16h cuando llegamos a Þjóðveldisbærinn. Esta granja reconstruida está basada en la casa de campo excavada Stöng de la era de la Commonwealth en Islandia y en ella pudimos ver cómo era la vida y las casas antiguamente. Se cree que la granja excavada Stöng fue destruida en la erupción del volcán Hekla en el año 1104. El precio de las dos entradas ISK 2.000 (18,21€).
Como estábamos muy cerca, en cuanto acabamos la visita a la granja, nos acercamos hasta la cascada Hjálparfoss. Desde el parking, el acceso a la cascada es sencillo y apenas los separan unas decenas de metros.
Hjálparfoss no es una cascada muy grande (el salto de agua apenas tiene 10 mts.), pero el volumen de agua que tiene es abundante. Sus aguas, que provienen del río Háifoss, fluyen través de un área cubierta por lava, y justo al final, se divide en dos secciones que hacen que la cascada sea muy singular. Los acantilados que forman la cuenca alrededor de las cataratas se componen de algunas de las formaciones de basalto columnar más interesantes de Islandia, en algunos casos salvajemente contorsionadas y retorcidas en formas que no se esperaría ver en este tipo de roca.
Hjálparfoss no es una cascada muy grande (el salto de agua apenas tiene 10 mts.), pero el volumen de agua que tiene es abundante. Sus aguas, que provienen del río Háifoss, fluyen través de un área cubierta por lava, y justo al final, se divide en dos secciones que hacen que la cascada sea muy singular. Los acantilados que forman la cuenca alrededor de las cataratas se componen de algunas de las formaciones de basalto columnar más interesantes de Islandia, en algunos casos salvajemente contorsionadas y retorcidas en formas que no se esperaría ver en este tipo de roca.
Pequeñas gotas de lluvia nos animaron a regresar a Selfoss. Mientras Anna visitaba un estudio de fotografía que estaba cerca de la casa, yo disfruté de la ducha más larga del viaje a pesar de que en esta zona el olor sulfuroso es bastante fuerte.
Las previsiones metereológicas no daban lluvia al día siguiente en la zona de Landmannalaugar, y hacía pocos días que habían abierto el acceso a través de la carretera F208. Cenamos prontito y tras cumplir con el ritual de todos los días, decidimos descansar.
Las previsiones metereológicas no daban lluvia al día siguiente en la zona de Landmannalaugar, y hacía pocos días que habían abierto el acceso a través de la carretera F208. Cenamos prontito y tras cumplir con el ritual de todos los días, decidimos descansar.
*** Final del día 18 ***
Madrugamos porque no nos apetecía llegar muy tarde a las montañas pintadas de Landmannalaugar. Desde Selfoss teníamos unas 2 horas de viaje y de momento, las predicciones del tiempo se estaban cumpliendo ya que el cielo estaba nublado y 9°C cuando salimos a la calle.
Durante el primer tramo del viaje, repetimos la misma ruta que había seguido ayer hasta llegar a la granja de Þjóðveldisbærinn, N1-30-32. Luego la carretera se convirtió en la F26 y finalmente el asfalto dejó paso a la tierra. Hubo un momento en el que GPS nos desvió hacia la F208 por lo que él consideró un “atajo” que se convirtió en un kilómetro de un aténtico pedregal para devolvernos otra vez a la F26, así que estad atentos si visitais la zona y seguid la indicaciones hacia Landmannalaugar, aunque el señor Google os diga que por allí se llega antes a destino.
Serían cerca de las 10 cuando llegamos a los límites del Parque y Reserva natural de Friðland að Fjallabaki. Desde ahí, nos quedaban aún, aproximadamente 26 kms. para llegar a Landmannalaugar por un “suplicio” de carretera en la que tardamos 1 hora en hacer el último tramo. Nosotros no nos planteamos ir por la F225 porque, además de que no queríamos tener que vadear ríos, en la época en la que fuimos, el acceso por esa carretera, estaba aún cerrado.
Cuando apenas quedaban ya 2 kms., la carretera se convirtió en la F224 y empezamos a entrever la maravilla que se escondía tras esa hora de carretera infernal (a estas alturas la carretera de acceso a Bella Coola en Canadá, paso a parecernos una autopista, jejeje).
Sabíamos que para llegar al último parking había que vadear un río, pero no nos apetecía tentar la suerte así que decidimos dejar el coche en el estacionamiento justo antes de llegar al agua y que apenas está a 300 mts. del siguiente. Para los peatones, hay una pasarela de madera para atravesar el río desde donde vimos a varios 4x4 atravesarlo con bastante pericia.
Antes de llegar a las cabañas y al punto de información, ya sacamos la cámara de la mochila para empezar a sacar fotos. Las montañas aún tenían algo de nieve.
Aunque el acceso es gratuito, para utilizar los servicios (camping, baños, etc… las duchas no están incluidas) hay que pagar una pequeña de entrada de ISK 500 (4€). Después de pasar casi tres horas de viaje en el coche por carreteras con piedras y baches, necesitábamos la parada técnica antes de ponernos a andar. Para identificar que habíamos pagado, nos pusieron una pulsera de color, como las de todo incluído (hablo de referencia porque nunca hemos estado en un sitio donde nos hayan puesto una).
En el punto de información, además de las pulseras, también compramos un mapa de la zona para hacer una de las caminatas de día. La persona que nos atendió, nos recomendó que hicieramos la subida a Brennisteinsalda. Sobre el mapa, sólo decir que es exactamente igual que el que te puedes descargar de la web, por lo que si podéis imprimirlo en casa, no merece la pena pagar por él (nosotros lo compramos pensando que tendría más información ).
Habíamos intentado no liarnos mucho, pero al final se quedó en eso, en un “intento” así que sobre las 11:30 comenzamos la caminata. Teníamos pensado pasar la mayor parte del día por la zona así que metimos la comida en una de las mochilas.
Las indicaciones para seguir las rutas están muy claras, así que no nos costó elegir la nuestra y ponernos en marcha. Nosotros llevábamos mochilas “ligeras” para los auténticos mochilones que llevaba la gente que iba a realizar ruta de varios días.
Las indicaciones para seguir las rutas están muy claras, así que no nos costó elegir la nuestra y ponernos en marcha. Nosotros llevábamos mochilas “ligeras” para los auténticos mochilones que llevaba la gente que iba a realizar ruta de varios días.
Al de poco de comenzar la caminita y cruzar el riachuelo (pasamos sin problema saltando de piedra en piedra), subimos un pequeño repecho y al volver la vista atrás empezamos a entusiasmarnos porque según vas cogiendo algo de alturas la prespectiva cambia a cada paso. Acabábamos de empezar y ya estábamos cautivados por lo que abarcaba nuestra vista.
Habíamos visto nieve en los alto de las montañas, pero nos sorprendimos al encontrar nieve por el camino. Al principio pudimos evitarla, pero más adelante no tuvimos opción y tuvimos que avanzar hundiendo las botas en ella.
Habíamos visto nieve en los alto de las montañas, pero nos sorprendimos al encontrar nieve por el camino. Al principio pudimos evitarla, pero más adelante no tuvimos opción y tuvimos que avanzar hundiendo las botas en ella.
Cuando llevábamos media hora andando encontramos una bifurcación y aunque marcaba Brennisteinsalda en las dos direcciones (sabíamos que la ruta era circular), nosotros elegimos seguir por la izquierda que era por donde parecía que iba la gran mayoría de la gente.
Y poco después de tomar la desviación… ¡qué maravilla! una esplanada con montañas multicolor al fondo y encima, para darle más colorido aún, nieve por todos lados.
Y poco después de tomar la desviación… ¡qué maravilla! una esplanada con montañas multicolor al fondo y encima, para darle más colorido aún, nieve por todos lados.
Tras unos minutos deleitándonos con las vistas continuamos. Un poco más adelante nos volvimos a encontrar nieve y seguimos las huellas de los senderistas que nos precedían para subir el repecho.
Después de dejar la nieve atrás, vimos a lo lejos varias columnas de humo que salían de la montaña. Parecían las típicas fumarolas de los geiseres. Cuando llegamos hasta ellas, efectivamente era una zona con actividad geotérmica y pudimos ver varias grietas en la tierra donde salía humo, además de otra zona de color rojizo y amarillo de azufre (como las que habíamos visto en el Viti crater en Reykjahlíð).
Reanudamos la marcha hasta que encontramos una zona resguardada del viento donde vimos que había varias personas comiendo y nos dieron envidia.
En el último tramo de subida, oimos hablar español a dos parejas que estaban sacandose fotos entre ellos así que nos ofrecimos sacarles una foto a los cuatro juntos. Nos comentaron que eran de la zona de Burgos.
Aunque no fue especialmente complicado, este último tramo fue el más difícil, porque además de ser el más empinado, nos volvimos a encontrar con nieve.
Aunque no fue especialmente complicado, este último tramo fue el más difícil, porque además de ser el más empinado, nos volvimos a encontrar con nieve.
Al llegar a la cima, como se suele decir “se nos pasaron todos los males… y el cansancio”. Lo que teníamos ante nuestros ojos, hizo que se nos olvidara inmediatamente el esfuerzo que nos había supuesto llegar hasta allí. Las palabras estaban de más en un lugar como este.
Por sí os puede interesar el dato, nosotros tardamos 2 horas aprox. yendo tranquilamente, sacando fotos e incluyendo la parada de 15’ para comer.
Por sí os puede interesar el dato, nosotros tardamos 2 horas aprox. yendo tranquilamente, sacando fotos e incluyendo la parada de 15’ para comer.
Como nos volvimos a encontrar con los compatriotas burgaleses, esta vez fuimos nosotros los que les pedimos que nos sacaran una foto.
A pesar de estar fascinados por lo que teníamos a nuestro alrededor, a ratos hacía bastante viento que unido a las bajas temperaturas, hacía que estar en la cima mucho tiempo no fuera muy recomendable. Así que tras sacar fotos de todos los detalles que os podáis imaginar y alguno más, empezamos a bajar siguiendo la ruta circular.
Al igual que en la subida, el primer tramo de la bajada estaba cubierto de nieve y como ya sabéis que, cuesta abajo todo rueda, estuvimos pendientes de no resbalarnos y hacer el recorrido con el culo.
Al llegar a la parte de abajo, el paisaje era totalmente diferente. Era como un valle verde inundado por el agua del deshielo. Para sortear los charcos (a veces bastante grandes), tuvimos que dar varios rodeos. Lo que nos sorpredió es que en esa zona, a pesar del frío y de estar a pocos metros de la nieve, había mosquitos… ¡¡y muy molestos!!
Al igual que en la subida, el primer tramo de la bajada estaba cubierto de nieve y como ya sabéis que, cuesta abajo todo rueda, estuvimos pendientes de no resbalarnos y hacer el recorrido con el culo.
Al llegar a la parte de abajo, el paisaje era totalmente diferente. Era como un valle verde inundado por el agua del deshielo. Para sortear los charcos (a veces bastante grandes), tuvimos que dar varios rodeos. Lo que nos sorpredió es que en esa zona, a pesar del frío y de estar a pocos metros de la nieve, había mosquitos… ¡¡y muy molestos!!
Poco antes de las 15h30, llegamos otra vez al campamento, con una necesidad imperiosa de hacer uso de la pulsera.
Tras refrescarnos decidimos que era hora de abandonar este fantastico lugar. Al atravesar la pasarela, vimos que se acercaba un autobus a vadear el río, así que le sacamos unas fotos. Al llegar al parking, había bastantes más coches que cuando llegamos por la mañana.
Como sabíamos que teníamos que volver a pasar el suplicio de los 26 kms. y todavía queríamos hacer un par de cosas más, no nos entretuvimos y nos pusimos en marcha en cuanto llegamos al coche. Por el camino fuimos sacando alguna que otra foto para estar entretenidos más que nada… jajaja
Cuando recuperamos el asfalto en la carretera, paramos en la gasolinera del Highland Center Hrauneyjar para descansar un poco y tomar un refrigerio. 24,70L x ISK 182,2 = ISK 4.500 (40,49€). A la ida no nos dimos cuenta, pero mientras repostábamos, vimos una señal que advertía que esa era la última gasolinera en 243 Kms., así que, por si acaso, siempre hay que llevar lleno el depósito cuando se visita Landmannalaugar.
A continuación nos dirijimos hacia la cascada Haifoss. Habíamos leído por internet que el acceso a esta cascada estaba restringido a vehículos 4x4. Aunque no vimos ninguna señal al respecto, podemos confirmar que la carretera estaba increiblemente mal. Además nos toco ir detrás de un autobus y la verdad es que el viajecito se nos hizo muuuuuuuy largo (y eso que el tramo malo apenas eran 4 kms.)
Haifoss es la segunda cascada más alta de Islandia (122 mts.) y una de las más espectaculares. La cascada no fue descubierta hasta la primera década del siglo XX y en ese momento se creía que no sólo era la cascada más alta de Islandia, sino la más alta de Europa. Fue un científico naturalista y geólogo Dr. Helgi Pjetursson, quien escribió un artículo sobre la cascada en un periódico local en julio de 1910.
A pesar de la espectacularidad de la cascada, nosotros no fuimos en el mejor momento para fotografiarla ya que el sol estaba justo de frente… una pena. Si podéis elegir, intentad ir por la mañana.
Haifoss es la segunda cascada más alta de Islandia (122 mts.) y una de las más espectaculares. La cascada no fue descubierta hasta la primera década del siglo XX y en ese momento se creía que no sólo era la cascada más alta de Islandia, sino la más alta de Europa. Fue un científico naturalista y geólogo Dr. Helgi Pjetursson, quien escribió un artículo sobre la cascada en un periódico local en julio de 1910.
A pesar de la espectacularidad de la cascada, nosotros no fuimos en el mejor momento para fotografiarla ya que el sol estaba justo de frente… una pena. Si podéis elegir, intentad ir por la mañana.
Y para acabar el día, nos acercamos hasta Thjofafoss, una cascada situada muy cerca del bosque Búrfells, en la carretera 26. Þjófafoss, su nombre en islandés, quiere decir 'cascada de los ladrones', pues según la tradición aquí eran ahogadas las personas acusadas de robar. Debido a la hidroeléctrica que se construyó río arriba, la cascada solo es visible a principios del verano, cuando ha terminado el deshielo primaveral.
Como estábamos a una hora de viaje de Selfoss, en cuanto terminamos de hacer las fotos, recogimos todos los bártulos de fotografía y salimos hacia la casa. Todavía tuvimos la oportunidad de parar a sacar alguna foto de un campo repleto de Lupinus nootkatensis violetas que contrastaban con el blanco de las nubes y la montaña nevada.
A las 21h30 llegamos a Selfoss y nos acercamos a un supermercado para comprar la cena (unos vasitos de fideos japoneses y el desayuno para el día siguiente. ISK 4.197 (37,76€).
*** Final del día 19 ***
Los pronósticos volvían a acertar y amaneció lloviendo y con 8ºC en el exterior, así que nos hicimos algo los remolones.
Para estos últimos días habíamos dejado el conocido como Círculo Dorado que incluye algunas de las atracciones más conocidas y por ende, turísticas de Islandia: la cascada Gullfoss, la zona geotermal del gran Geysir y el Parque Nacional Þingvellir.
Justo enfrente de la casa, habíamos visto una panadería y pensamos que sería buena idea acercarnos para comprar unos bocatas muy apetecibles que se veían desde el exterior. La chica que nos atendió, sin embargo, no debía haber dormido bien, porque cuando Anna le hizo una pregunta (en inglés, claro), ella le respondió en perfecto islandés, sin mostrar el más mínimo interés por hacerse entender.
Cuando sobre las 10:30 llegamos a la cascada de Gullfoss seguía lloviendo. Paraguas en mano, dimos un paseo por el camino marcado e hicimos las fotos como buenamente pudimos.
Esta cascada doble es considerada como la más espectacular de Islandia. El agua, proveniente del río Hvítá, tiene una caida de 32 mts. y una anchura de 20 mts. En 1920 la cascada estuvo a punto de desaparecer cuando un grupo de inversores extranjeros quiso embalsar el río para construir un complejo hidroeléctrico. Aunque el dueño del terreno, Tómas Tómasson, se negó, la empresa obtuvo los permisos necesarios del gobierno. Sin embargo, la hija de Tomasson, Sigríður, se fue hasta Reykjavík para protestar, amenazando con tirarse a la cascada en caso de que se llevara adelante el proyecto. Finalmente, el proyecto no salió adelante por motivos econímicos y en 1975 fue donada a la nación y declarada reserva natural.
Para estos últimos días habíamos dejado el conocido como Círculo Dorado que incluye algunas de las atracciones más conocidas y por ende, turísticas de Islandia: la cascada Gullfoss, la zona geotermal del gran Geysir y el Parque Nacional Þingvellir.
Justo enfrente de la casa, habíamos visto una panadería y pensamos que sería buena idea acercarnos para comprar unos bocatas muy apetecibles que se veían desde el exterior. La chica que nos atendió, sin embargo, no debía haber dormido bien, porque cuando Anna le hizo una pregunta (en inglés, claro), ella le respondió en perfecto islandés, sin mostrar el más mínimo interés por hacerse entender.
Cuando sobre las 10:30 llegamos a la cascada de Gullfoss seguía lloviendo. Paraguas en mano, dimos un paseo por el camino marcado e hicimos las fotos como buenamente pudimos.
Esta cascada doble es considerada como la más espectacular de Islandia. El agua, proveniente del río Hvítá, tiene una caida de 32 mts. y una anchura de 20 mts. En 1920 la cascada estuvo a punto de desaparecer cuando un grupo de inversores extranjeros quiso embalsar el río para construir un complejo hidroeléctrico. Aunque el dueño del terreno, Tómas Tómasson, se negó, la empresa obtuvo los permisos necesarios del gobierno. Sin embargo, la hija de Tomasson, Sigríður, se fue hasta Reykjavík para protestar, amenazando con tirarse a la cascada en caso de que se llevara adelante el proyecto. Finalmente, el proyecto no salió adelante por motivos econímicos y en 1975 fue donada a la nación y declarada reserva natural.
La lluvia seguía cayendo incesantemente así que pensamos que no era mala idea acercarnos al centro de visitantes. Aunque el acceso a la zona geotermal es gratuito, los baños, que se encuentran en otro pequeño edificio, eran de pago . La verdad es que no nos fijamos si dentro del propio centro había baños o no.
La siguiente parada fue la zona termal donde se encuentran los geiseres más famosos de Islandia, el gran Geysir y el Stokkur. Cuan llegamos al parking, seguía lloviendo y a ratos basante fuerte, por lo que decidimos esperar un poco sin movernos de los asientos, a ver si escampaba.
Y así seguimos por practicamente 1 hora que se nos estaba haciendo eterna. Decidimos mover el coche al otro parking (el que está junto al centro de visitantes), para por lo menos, dar una vuelta por la tienda de souvenirs y aprovechamos para comer. En este centro de visitantes lo baños son gratis.
La siguiente parada fue la zona termal donde se encuentran los geiseres más famosos de Islandia, el gran Geysir y el Stokkur. Cuan llegamos al parking, seguía lloviendo y a ratos basante fuerte, por lo que decidimos esperar un poco sin movernos de los asientos, a ver si escampaba.
Y así seguimos por practicamente 1 hora que se nos estaba haciendo eterna. Decidimos mover el coche al otro parking (el que está junto al centro de visitantes), para por lo menos, dar una vuelta por la tienda de souvenirs y aprovechamos para comer. En este centro de visitantes lo baños son gratis.
Sin que cesase de llover del todo, sobre las 13h30, decidimos era hora de salir de nuestro refugio y buscar el famoso Geysir. Este chorro de agua termal está considerado como el géiser original que da nombre a todos los demás.
Antiguamente expulsaba chorros de agua que alcanzaban hasta los 80 mts. de altura, pero gracias a que turistas desaprensivos arrojaron piedras y basura a la grieta, el chorro dejó de salir. Los terremotos acaecidos en Islandia en la década de los 2000, parece que removieron el tapón y ahora vuelve a explusar agua, aunque es impredecible.
Antiguamente expulsaba chorros de agua que alcanzaban hasta los 80 mts. de altura, pero gracias a que turistas desaprensivos arrojaron piedras y basura a la grieta, el chorro dejó de salir. Los terremotos acaecidos en Islandia en la década de los 2000, parece que removieron el tapón y ahora vuelve a explusar agua, aunque es impredecible.
Por suerte, otro géiser, el Strokkur, es mucho más predecible ya que expulsa el chorro de agua, alcanzando los 30 mts. de altura cada 5 o 6 minutos.
Los géiseres se forman cuando agua calentada por la energía geotérmica queda atrapada en estrechas fisuras. El agua de la superficie se enfría, mientras que la de debajo se sobrecalienta, convirtiéndose en vapor y explusando el agua más fría que hay encima. La siguiente foto corresponde al géiser Blesi, que si bien no expulsa agua, el color azul intenso de su superficie hace que sea fascinante.
Subimos a una zona más elevada para poder observar con más perspectiva la erupción del géiser Strokkur. De vuelta al parking vimos también el hermano pequeño del gran Geysir, el Litli Geysir.
Como andábamos bien de tiempo y Tláloc (Dios de la lluvia para los aztecas) seguía respetándonos, nos acercamos de nuevo hasta Gulfoss para ver si podíamos sacal alguna foto diferente a la que habíamos sacado a primera hora de la mañana, aunque siendo realistas y sinceros, las fotos salieron bastante parecidas.
La mayoria de las planificaciones que vimos antes de venir, reservan un día entero para ver las tres atracciones más famosas del Círculo Dorado, pero nosotros preferimos dejar el Parque Nacional Þingvellir para el día siguiente esperando que mejorara algo el tiempo.
La cascada que nos quedaba más cerca era la de Bruarfoss, una cascada relativamente pequeña, pero que tiene una particularidad que la hace especial y es que sus aguas son de azul turquesa. Me atrevería a decir que es una de las cascadas que más nos han gustado y sorprendido gratamente.
Nos costó bastante encontrarla y eso que la teníamos geolocalizada en el mapa de Google. Desde Geysir, seguimos por la carretera 35 durante 5 kms. y luego continuamos otros 7,5 kms. hasta una desviación que teníamos marcada. Siguiendo el camino (no muy bueno como se puede ver en las fotos), llegamos a una especie de urbanización. La cuestión es que era terreno particular. Dimos media vuelta, e intentamos llegar al puente al que teníamos que llegar, por otro camino, pero no fuimos capaces de encontrar el punto exacto. Siempre acabábamos en el mismo sitio. Empezó a parecerse a un pequeño déjà vu así que finalmente decidimos no dar más vueltas y dejamos el coche aparcado lo mejor posible buscando un lugar que no molestara a nadie.
Al llegar al puente, nos encontramos una señal advirtiendo de que el camino no estaba en muy buen estado y desaconsejaban utilizarlo, ofreciendo una ruta alternativa. Como esa opción incluía mover el coche, directamente, la descartamos. No convencidos al 100% cruzamos el puente y aunque para ser sinceros, nos encontramos con tramos de bastante barro, yendo despacio y con cuidado de no resbalar, pudimos llegar a la cascada.
La mayoria de las planificaciones que vimos antes de venir, reservan un día entero para ver las tres atracciones más famosas del Círculo Dorado, pero nosotros preferimos dejar el Parque Nacional Þingvellir para el día siguiente esperando que mejorara algo el tiempo.
La cascada que nos quedaba más cerca era la de Bruarfoss, una cascada relativamente pequeña, pero que tiene una particularidad que la hace especial y es que sus aguas son de azul turquesa. Me atrevería a decir que es una de las cascadas que más nos han gustado y sorprendido gratamente.
Nos costó bastante encontrarla y eso que la teníamos geolocalizada en el mapa de Google. Desde Geysir, seguimos por la carretera 35 durante 5 kms. y luego continuamos otros 7,5 kms. hasta una desviación que teníamos marcada. Siguiendo el camino (no muy bueno como se puede ver en las fotos), llegamos a una especie de urbanización. La cuestión es que era terreno particular. Dimos media vuelta, e intentamos llegar al puente al que teníamos que llegar, por otro camino, pero no fuimos capaces de encontrar el punto exacto. Siempre acabábamos en el mismo sitio. Empezó a parecerse a un pequeño déjà vu así que finalmente decidimos no dar más vueltas y dejamos el coche aparcado lo mejor posible buscando un lugar que no molestara a nadie.
Al llegar al puente, nos encontramos una señal advirtiendo de que el camino no estaba en muy buen estado y desaconsejaban utilizarlo, ofreciendo una ruta alternativa. Como esa opción incluía mover el coche, directamente, la descartamos. No convencidos al 100% cruzamos el puente y aunque para ser sinceros, nos encontramos con tramos de bastante barro, yendo despacio y con cuidado de no resbalar, pudimos llegar a la cascada.
Pero tuvimos nuestra pequeña recompensa porque como decíamos antes, nos encandiló. Como podéis ver en la foto, la el salto de agua es prácticamente inexistente, pero la forma de concha y sobre todo el color de sus aguas, hacen que visitarla fuera todo un acierto.
Desde Bruarfoss, tuvimos que retroceder por la carretera 37 hasta el cruce con la 35 para dirigirnos hasta la siguiente cascada, Faxafoss. Vatnsleysufoss o Faxafoss está situada en el cauce del río Tungufljót cerca de Reykholt. y es parte del Círculo Dorado. Aunque no es muy alta, apenas 7 mts., lo que si impresiona es su anchura, casi 80 mts.
De camino a nuestra última actividad del día, hicimos una parada técnica en una tienda que vimos al borde de la carretera y de paso comprar una coke y un par de donuts para merendar.
Sobre las 19h llegamos a Kerið crater (ISK 400 por persona). El cráter Kerið se formó hace unos 6.500 años y se encuentra en el extremo norte de una hilera de cráteres conocidos como Tjarnarhólar. Es de forma ovalada, de unos 270 m de largo, 170 m de ancho y 55 m de profundidad: la profundidad del agua en el fondo varía entre 7 y 14 mts. Kerið se encuentra en la zona volcánica occidental de Islandia, que atraviesa la península de Reykjanes y el glaciar Langjökull. Aunque muchos de los cráteres están ocultos por la vegatación, Kerið, junto con Seyðishólar y Kerhóll (todos de la zona de Grímsnes), son claramente visibles. El paseo fue muy agradable aunque suponemos que con un día mejor que el que tuvimos, habría sido aún más espectacular admirar todo el colorido de la tierra, agua y vegetación.
Sobre las 19h llegamos a Kerið crater (ISK 400 por persona). El cráter Kerið se formó hace unos 6.500 años y se encuentra en el extremo norte de una hilera de cráteres conocidos como Tjarnarhólar. Es de forma ovalada, de unos 270 m de largo, 170 m de ancho y 55 m de profundidad: la profundidad del agua en el fondo varía entre 7 y 14 mts. Kerið se encuentra en la zona volcánica occidental de Islandia, que atraviesa la península de Reykjanes y el glaciar Langjökull. Aunque muchos de los cráteres están ocultos por la vegatación, Kerið, junto con Seyðishólar y Kerhóll (todos de la zona de Grímsnes), son claramente visibles. El paseo fue muy agradable aunque suponemos que con un día mejor que el que tuvimos, habría sido aún más espectacular admirar todo el colorido de la tierra, agua y vegetación.
De vuelta en Selfoss, pasamos por el supermercado a comprar la cena y alguna cosilla para el desayuno del día siguiente. ISK 3.797(34,17€). Dimos buena cuenta de nuestra modesta cena que nos supo de rechupete.
*** Final del día 20 ***
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