Después de desayunar, pasamos a ver a Rosita, como la llama don terremoto, la 1ª vaca de la foto, y a sus amigas. Será una rutina ya de todas las mañanas, aunque algunas veces el olor casi nos revuelve el estómago.
Compramos nuestras Höhe Tauern card en la oficina de turismo del pueblo, en Sportstraße 2. Hay un pequeño parque infantil al lado con una fuente de agua, un tronco de madera. ¡Ya sabemos cuál será la principal atracción de nuestro niño durante el viaje!
La estación del teleférico de Rauris, en Liftweg, está muy cerca de nuestro alojamiento, que vemos mientras subimos en el Hochalmbahn hasta la Bergstation. En pocos minutos llegamos al lago Bergsee, que rodeamos en un paseo muy facilito. Nuestro valiente senderista sale con sus bastones dispuesto a recorrer los Alpes
Los bastones van en todas las direcciones menos hacia el suelo, pero hay que tener paciencia...
A continuación, volvemos y seguimos la ruta 116 que parte desde el restaurante Heimalm hasta el Seekarse; en la subida en constante pendiente tenemos una buena panorámica del valle y sus tapices de hierba.
En una hora estamos ante el pequeño laguito verde encerrado entre montañas del mismo color, bajo la atenta mirada del Schwarzwand, que está a 2194 m.
A la vuelta comemos en el restaurante de la Bergstation. No hay nada especial para niños; bueno sí, una fuente de agua en un tronco de madera que hace las delicias de don terremoto mientras nosotros comemos en la mesa de al lado.
Se pone de agua hasta el último rizo mientras la gente lo mira riéndose.
Un poco más arriba hay otra cabaña, Greifvogelwarte, con restaurante y exhibición de aves rapaces.
Al bajar, pasamos por casa a cambiarlo de ropa y seguimos hasta Taxenbach, en el valle paralelo y cercano, para visitar la Kitzlochklamm .
Junto al parking hay un snack bar con mesitas; a continuación, un tobogán en el camino que conduce a la entrada. La garganta sirve de paso al agua del Rauriser Ache, afluente del río Salzach, que la recorre de sur a norte durante 1.5 km para desembocar en este. La caída de agua principal y más caudalosa está al principio.
Aquí entramos por el desfiladero, que se muestra estrecho; lo vamos recorriendo por medio de pasarelas y escaleras de madera en ascenso, mientras la garganta se va ensanchando y finalmente vuelve a estrecharse, sobre todo, a partir de la “teufel-schlut” o garganta del diablo.
La subida nos lleva una media hora y vamos encontrando curiosidades como la cueva de estalactitas (tropfsteingrotte), cerrada por una verja, que surgen en condiciones muy especiales, o la roca de espinas (felsnadel), una formación rocosa que la erosión ha afilado con forma de pináculo en la parte superior.
Durante el trayecto se van sucediendo zonas amplias de la garganta que nos meten de lleno en la naturaleza, junto a otras tan estrechas que apenas parece caber el caudal del agua.
La vuelta la haremos en unos 20', después de las escaleras más largas. A partir de ellas, en vez de hacia a la salida, se puede subir a la Obereklamm, a través de varios túneles que conducen a un memorial por la tragedia de 1974, en la que murieron varios estudiantes.
La típica estampa del puente con los 4 grandes troncos sosteniéndolo.
Acabamos la tarde en el Summererpark de Rauris, que está al lado de un espacio vallado para llevar a los perros a jugar; ¡hasta tienen una pequeña piscina para ellos! Nuestro parque está construido en madera, tiene tobogán, arenero con juguetes (incluso una cocinita) que día tras día están allí, y una parte con agua para pasar con una balsa tirando de una cuerda. Rauris nos gusta, es un pueblo tranquilo y muy agradable.

Compramos nuestras Höhe Tauern card en la oficina de turismo del pueblo, en Sportstraße 2. Hay un pequeño parque infantil al lado con una fuente de agua, un tronco de madera. ¡Ya sabemos cuál será la principal atracción de nuestro niño durante el viaje!
La estación del teleférico de Rauris, en Liftweg, está muy cerca de nuestro alojamiento, que vemos mientras subimos en el Hochalmbahn hasta la Bergstation. En pocos minutos llegamos al lago Bergsee, que rodeamos en un paseo muy facilito. Nuestro valiente senderista sale con sus bastones dispuesto a recorrer los Alpes

A continuación, volvemos y seguimos la ruta 116 que parte desde el restaurante Heimalm hasta el Seekarse; en la subida en constante pendiente tenemos una buena panorámica del valle y sus tapices de hierba.

En una hora estamos ante el pequeño laguito verde encerrado entre montañas del mismo color, bajo la atenta mirada del Schwarzwand, que está a 2194 m.

A la vuelta comemos en el restaurante de la Bergstation. No hay nada especial para niños; bueno sí, una fuente de agua en un tronco de madera que hace las delicias de don terremoto mientras nosotros comemos en la mesa de al lado.
Al bajar, pasamos por casa a cambiarlo de ropa y seguimos hasta Taxenbach, en el valle paralelo y cercano, para visitar la Kitzlochklamm .
Junto al parking hay un snack bar con mesitas; a continuación, un tobogán en el camino que conduce a la entrada. La garganta sirve de paso al agua del Rauriser Ache, afluente del río Salzach, que la recorre de sur a norte durante 1.5 km para desembocar en este. La caída de agua principal y más caudalosa está al principio.

Aquí entramos por el desfiladero, que se muestra estrecho; lo vamos recorriendo por medio de pasarelas y escaleras de madera en ascenso, mientras la garganta se va ensanchando y finalmente vuelve a estrecharse, sobre todo, a partir de la “teufel-schlut” o garganta del diablo.

La subida nos lleva una media hora y vamos encontrando curiosidades como la cueva de estalactitas (tropfsteingrotte), cerrada por una verja, que surgen en condiciones muy especiales, o la roca de espinas (felsnadel), una formación rocosa que la erosión ha afilado con forma de pináculo en la parte superior.

Durante el trayecto se van sucediendo zonas amplias de la garganta que nos meten de lleno en la naturaleza, junto a otras tan estrechas que apenas parece caber el caudal del agua.


La vuelta la haremos en unos 20', después de las escaleras más largas. A partir de ellas, en vez de hacia a la salida, se puede subir a la Obereklamm, a través de varios túneles que conducen a un memorial por la tragedia de 1974, en la que murieron varios estudiantes.

La típica estampa del puente con los 4 grandes troncos sosteniéndolo.

Acabamos la tarde en el Summererpark de Rauris, que está al lado de un espacio vallado para llevar a los perros a jugar; ¡hasta tienen una pequeña piscina para ellos! Nuestro parque está construido en madera, tiene tobogán, arenero con juguetes (incluso una cocinita) que día tras día están allí, y una parte con agua para pasar con una balsa tirando de una cuerda. Rauris nos gusta, es un pueblo tranquilo y muy agradable.
