Hoy pasamos el día en Gernkogel, a donde subimos con el Gondelbahn Alpendorf-der-Geisterberg, la montaña de los fantasmas. Es un parque de aventuras infantil, dividida en cuatro zonas, con senderos para los mayores y con unas vistas hacia el valle y la zona de Maria Alm, Steinernen Meer y el Hochkönig espectaculares.
Dejamos el coche en el parking 3 y bajamos por la trasera del hotel de 4* para llegar a la estación del teleférico, donde hay un parque infantil amplio y muy chulo. Al bajarnos en la estación de llegada, seguimos las indicaciones hacia el Gernkogel (unos 50'). Con los 25º que teníamos, subimos las cuestas rodeados de abetos a nuestra izquierda hasta la primera parada del trenecito, que es gratuito y tiene la siguiente parada en el refugio Buchauhütte. Desde aquí se puede seguir el Drachenweg que nos lleva a la zona de los espíritus del fuego. Nosotros seguimos hasta el final, junto a la Gernkogelalm. Desde allí rodeamos el Bergsee, lago artificial al que llega el agua por una pequeña cascadilla bajo el puente en su parte noroeste desde las alturas de la zona de los espíritus del aire. Con este paseo en el que babeamos con las cimas que tenemos enfrente, llegamos también a la zona de los espíritus del fuego.
Desde aquí podríamos estar horas contemplando las moles rocosas grisáceas rodeadas de nubes que ya estaban gestando la tormenta que caería por la tarde.
Primero estuvimos en la zona en la que había un dragón que echaba humo y dos torretas unidas por una red; nuestro valiente subió, atravesó la red y cuando llegó a la segunda torre asomó su carita con pena y pensó: “¿ahora cómo bajo?”. Finalmente, después de mucho llamarlo, atinó a bajar y compensó el mal rato tirándose por el largo tobogán verde. En esta misma zona hay escondida también entre los árboles una serpiente con su siseo.
Luego vamos hacia otra parte debajo del área de los espítitus de la tierra, donde están también los famosos fantasmas azules de esta montaña. Estamos otro rato en esta zona con varias casetillas de madera con toboganes, vigilados por los ojos de una puerta que se abren y se cierran.
La comida la hicimos en la Gernkogelalm, con zona de columpios y una pequeña habitación de juegos (spielzimmer). Enfrente había tractores y cochecitos gratis para que los niños se subieran y se dieran un paseíto. Nuevamente disfrutamos de las vistas.
Mientras bajábamos, veíamos acercándose, con un cielo oscuro y truenos, cada vez más la tormenta desde la pared montañosa de enfrente hacia nosotros, por lo que apretamos el paso. Impactantes las cimas de Steinernen Merr.
La tarde la dedicamos a visitar la garganta Liechtensteinklamm en St. Johann im Pongau. Es la más famosa y publicitada de la zona, definida como “un abismo de 300 metros de altura” y de 1,5 km de longitud en la parte visitable.
El nombre le viene por el príncipe Johann II de Liechtenstein, que ayudó con una donación a reanudar los trabajos de acondicionamiento del desfiladero. Como en todas las demás, es conveniente consultar la web para ver los periodos de apertura o posibles cierres por desprendimientos u obras.
Es bastante estrecha y nuevamente vamos caminando por las pasarelas, puentes y escaleras de madera muy pegados a la pared, observando las curiosas formaciones que el agua, con su fluir a lo largo de los años, ha ido horadando en la piedra, casi lisa en algunos puntos.
Nos llueve varias veces; al niño lo llevamos durmiendo en la mochila en la espalda resguardado con un chubasquero nuestro. A veces las partes casi cubiertas por la roca nos sirven para guarecernos.
Llegando al final encontramos una corriente de agua caudalosa llamada “cascada del velo” y casi al final una caída vertical, que es la que nutre a la garganta. La lluvia fuerte del final nos acompaña hasta la salida, por lo que nos sentamos en el restaurante de la entrada del desfiladero a tomarnos un café y a esperar que nuestro terremoto se despierte.
No hemos podido disfrutar del arco iris que parece que es usual ver a partir del mediodía cuando el sol se cuela entre las cerradas paredes. Cuando llegamos a Rauris, la temperatura ha bajado a 15º. Hemos tenido un día completo al estilo alpino, calor por la mañana y por la tarde, como suele ser habitual, tormenta con rayos y truenos incluidos.
Dejamos el coche en el parking 3 y bajamos por la trasera del hotel de 4* para llegar a la estación del teleférico, donde hay un parque infantil amplio y muy chulo. Al bajarnos en la estación de llegada, seguimos las indicaciones hacia el Gernkogel (unos 50'). Con los 25º que teníamos, subimos las cuestas rodeados de abetos a nuestra izquierda hasta la primera parada del trenecito, que es gratuito y tiene la siguiente parada en el refugio Buchauhütte. Desde aquí se puede seguir el Drachenweg que nos lleva a la zona de los espíritus del fuego. Nosotros seguimos hasta el final, junto a la Gernkogelalm. Desde allí rodeamos el Bergsee, lago artificial al que llega el agua por una pequeña cascadilla bajo el puente en su parte noroeste desde las alturas de la zona de los espíritus del aire. Con este paseo en el que babeamos con las cimas que tenemos enfrente, llegamos también a la zona de los espíritus del fuego.
Desde aquí podríamos estar horas contemplando las moles rocosas grisáceas rodeadas de nubes que ya estaban gestando la tormenta que caería por la tarde.
Primero estuvimos en la zona en la que había un dragón que echaba humo y dos torretas unidas por una red; nuestro valiente subió, atravesó la red y cuando llegó a la segunda torre asomó su carita con pena y pensó: “¿ahora cómo bajo?”. Finalmente, después de mucho llamarlo, atinó a bajar y compensó el mal rato tirándose por el largo tobogán verde. En esta misma zona hay escondida también entre los árboles una serpiente con su siseo.
Luego vamos hacia otra parte debajo del área de los espítitus de la tierra, donde están también los famosos fantasmas azules de esta montaña. Estamos otro rato en esta zona con varias casetillas de madera con toboganes, vigilados por los ojos de una puerta que se abren y se cierran.
La comida la hicimos en la Gernkogelalm, con zona de columpios y una pequeña habitación de juegos (spielzimmer). Enfrente había tractores y cochecitos gratis para que los niños se subieran y se dieran un paseíto. Nuevamente disfrutamos de las vistas.
Mientras bajábamos, veíamos acercándose, con un cielo oscuro y truenos, cada vez más la tormenta desde la pared montañosa de enfrente hacia nosotros, por lo que apretamos el paso. Impactantes las cimas de Steinernen Merr.
La tarde la dedicamos a visitar la garganta Liechtensteinklamm en St. Johann im Pongau. Es la más famosa y publicitada de la zona, definida como “un abismo de 300 metros de altura” y de 1,5 km de longitud en la parte visitable.
El nombre le viene por el príncipe Johann II de Liechtenstein, que ayudó con una donación a reanudar los trabajos de acondicionamiento del desfiladero. Como en todas las demás, es conveniente consultar la web para ver los periodos de apertura o posibles cierres por desprendimientos u obras.
Es bastante estrecha y nuevamente vamos caminando por las pasarelas, puentes y escaleras de madera muy pegados a la pared, observando las curiosas formaciones que el agua, con su fluir a lo largo de los años, ha ido horadando en la piedra, casi lisa en algunos puntos.
Nos llueve varias veces; al niño lo llevamos durmiendo en la mochila en la espalda resguardado con un chubasquero nuestro. A veces las partes casi cubiertas por la roca nos sirven para guarecernos.
Llegando al final encontramos una corriente de agua caudalosa llamada “cascada del velo” y casi al final una caída vertical, que es la que nutre a la garganta. La lluvia fuerte del final nos acompaña hasta la salida, por lo que nos sentamos en el restaurante de la entrada del desfiladero a tomarnos un café y a esperar que nuestro terremoto se despierte.
No hemos podido disfrutar del arco iris que parece que es usual ver a partir del mediodía cuando el sol se cuela entre las cerradas paredes. Cuando llegamos a Rauris, la temperatura ha bajado a 15º. Hemos tenido un día completo al estilo alpino, calor por la mañana y por la tarde, como suele ser habitual, tormenta con rayos y truenos incluidos.