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El mejor cumpleaños de toda mi vida...

El mejor cumpleaños de toda mi vida... ✏️ Diarios de Viajes de Venezuela Venezuela

Pedernales, Venezuela — miércoles, 16 de enero de 2013. Dani. Nos despertamos muy de mañana, aun oscuro. Dani quedo cocinando unas arepas de trigo y yo salí a tomar unas fotos del amanecer. Abordamos la lancha y zarpamos rumbo a Pedernales. El...
Tafury Autor:   Fecha creación:   Puntos: 0 (0 Votos)

Diario: Viaje al Delta... El Delta del Orinoco

Puntos: 5 (2 Votos)  Etapas: 6  Localización:Venezuela Venezuela

Pedernales, Venezuela — miércoles, 16 de enero de 2013

Dani.
Nos despertamos muy de mañana, aun oscuro.

Dani quedo cocinando unas arepas de trigo y yo salí a tomar unas fotos del amanecer. Abordamos la lancha y zarpamos rumbo a Pedernales.

El ancho caño, es lindísimo en esas horas, cuando el sol ha salido, pero no es aun tan intenso que nos fatiga.

Hicimos escala en Jana Kawja, para comprar gasolina. Jana Kawja es otra comunidad del caño.

Luego vino lo mejor; una acrobacia aérea de centenares de corocoras, que se desplazaban por el aire, de lado al lado del caño, y a veces a ras del agua; Haciendo un verdadero valed aéreo, como si siguieran las melodías de algún vals de Strauss o alguna sinfonía de Mozart o Beethoven.

Una maravilla, un verdadero banquete visual, una corografía tipo “El Lago de Los cisnes” pero aérea, suspendida en el aire.

Yo quede total mente anonadado y aun con el riesgo de sufrir un percance, me quede con la boca abierta.

Hasta seria por eso que aun cuando la primera palabra que aprendí del idioma warao fue NAJORO (comida), y a pesar de haber salido en ayunas, no me dio hambre en toda la mañana. Y conste que; que haya una cosa, que a mí me distraiga el apetito, tiene que ser algo sensacional.

Continuamos navegando, entre aguas y selva. Una brisa grata nos arropaba, y un silencio sacro nos cobijo, solo el ronroneo de el motor de 40 caballos cercenaba en parte este silencio ancestral.

Pero a mí, ese repiqueteo hipnótico, se me antojaba como el gemir de un coro de rezanderos.

Había una presencia angelical en el ambiente; agua, cielo y nosotros en el medio, solos; como fue la humanidad hace milenios. Yo recién llegado de una ciudad colapsada y caótica, me pareció todo esto y otra vez como el primer día; una experiencia religiosa, como he escuchado en una canción de moda.

Así, surcando el agua. Acompañados por figuras angelicales, formadas por las nubes y yo, dentro de mí; Impresionado y con el corazón como una bola de papel arrugado, no sentí el tiempo, las horas, los minutos, ese persistente tirano que nos esclaviza en las ciudades: el afán, el desespero, y mandando todo mi presente y mi futuro inmediato a freír monos (es una expresión), me dedique el resto del tiempo a vacilarme el paisaje y las corocoras, a escuchar distraído los lejanos aullidos de los araguatos, a no pensar en nada y a no buscar ningún interés inmediato, o sea, me dedique a vivir, hasta llegar a Pedernales.

Pedernales es un pueblo algo grande, o una ciudad demasiado chiquita. Yo no lo conocía, y para quien vivimos en Venezuela, es prácticamente desconocido.

Incluso, aquellos como yo, que le ponemos interés al mapa del país, nos parece como un lugar del extranjero.

En sí, no está mal.

Tiene sus calles asfaltadas y limpias. Hay luz y servicios, pero para ser un centro petrolero, quizás uno debería esperar algo más amplio. Aunque quizás debí visitarlo en las noches, que deben de ser bastante movidas, por los bares que vi, casi uno por esquina.

La plaza sencilla, con un busto del Libertador en el centro y unos murales sobre relieve y policromados al fondo, representando fauna local, estilo de vida local, una alegoría de la fusión de las tres razas y un ocaso, un atardecer warao.

Hay bancos de cementos incorporados a la arquitectura y es un espacio aseado.

Existe la construcción típica y emblemática de todo latino América, una iglesia católica, con su campanario y azul en esta versión, y también vi una iglesia evangélica.

El malecón, está ocupado por llegaderos de lanchas, suministros, combustible, almacenes, comercios, bares, frigoríficos y demás enseres relacionados.

Es el lugar más concurrido de Pedernales.

Por cierto que el agua donde navegábamos ya era salada y en lugar de ver corocoras, veíamos pelicanos, aquí y allá. Práctica mente hombro con hombro con los que operan las lanchas.

Por cierto cuando salimos tres de ellos, sin motivo aparente, volaban tras una lancha que llevaba un muchacho. Pienso que lo hacían por mera diversión, o porque se habían hecho amigos de lanchero, o quizás era esa nave, donde los avechuchos se paraban a reposar.

Pero antes de salir, compramos cebolla, un frasco de mayonesa y también un refresco; mi amigo David, dijo: “voy buscar el hielo”, yo pensé que era muy considerado de su parte, preocuparse por ir a traer hielo para el refresco, aun cuando el refresco en si estaba frio.
Entonces le dije mientras se alejaba David: “Pídeles un par de vasitos”

Me refería a esos vasos desechables de plástico, pero me dio la impresión, que mi amigo no me entendió, y claro, todo se develo cuando llegue a la lancha. En ella había aproximadamente… ¡40 Kilos de hielo!, pues yo citadino, me olvide que David vino a buscar hielo para llevarle a los que pescan en las islas, para mantener su pescado fresco.

Luego de embarcada nuestra gélida carga, partimos a las islas.

Dejamos atrás el agua salada y regresamos al paraíso vegetal de agua dulce otra vez. Es curioso ver en el camino, como las corocoras compartían las ramas del mangle, con los pelicanos; dos especies de aves tan disimiles, una de mar adentro y la otra de la profunda selva.

Tomamos rumbo, por detrás de una de las mayores islas del conjunto fluvial, una de las que presenta barrera ante el mar salado. Aquí por donde pasamos hay una gran extensión de agua, como un inmenso lago interno, y ya hacía rato que el agua había dejado de ser salada.

Navega y navega por aguas calmas, pareciera que despreocupados y sin rumbo fijo, quizás pensando que era algo así como Ton Sawyer y Huckleberry Finn, los personajes de Mark Twain, pero no; llevábamos un derrotero y más pronto que tarde, llegamos a ese destino.

Entretanto, hicimos escala para comer.

Había un caney, un palafito solitario y deshabitado, pero que no estaba ahí por casualidad o por abandono, sino todo lo contrario; había sido instalado muy a propósito como refugio para los lancheros. De manera que a la hora de un fuerte aguacero y de un torrencial flujo y reflujo de las aguas, tuvieran donde guarecerse y de paso, donde salvar el pellejo.

Ahí, comimos. David se esmeró y preparo el atún con cebolla y mayonesa, para acompañar a las arepas de trigo, que había asado con anterioridad.

Mientras comimos, conversamos y él me dijo: “Estas arepas uno las come y no da hambre el resto del día.”

Verdaderamente que tiene razón, las arepas que ellos hacen, lo taquean a uno, hasta la noche.Después seguimos…

Buka Janeira, es el nombre de la comunidad donde primeramente tocamos tierra esta vez. Para ser relativamente remota, está bastante habitado, sobre todo por niños, como en casi todos las comunidades del delta.

Se dedican a la pesca y depositaron parte del hielo, en neveras ya no funcionales, que usan como cavas de refrigeración.

Ya tenían el fogón armado cuando llegamos y cocinaban con leña, como es lo usual por estos lares. Hay quien dice que la comida cocinada con leña, sabe mejor. Y saben qué... estoy pensando que así es.


Bueno, mi amigo parloteo con sus coterráneos los términos comerciales, supongo; porque hablaron en warao y yo me la pase como un turista japonés en un parque temático, o sea ametrallando a discreción con mi cámara de fotos a todo lo que estuviera cerca.

Después nos fuimos para continuar el periplo por otras islas.

Así dando bandazos contra las aguas, a veces quietas, a veces no, llegamos a una comunidad llamada Makoro.

Antes de desembarcar había un enjambre de niños curiosos, esperando nuestro arribo. Yo tenía mucho tiempo que no estaba como tripulación de ninguna nave y menos así, al estilo warao, de modo que aquí con mas exactitud, cuando quise bajarme me di cuenta de esa metáfora que la vida tiene y en la cual nos pasamos la mayor parte de muestras existencia, y es estar con un pie en tierra y el otro en la lancha y haciendo maromas, para no perder el equilibrio y caerse uno al agua.

Y me vino a la memoria esa pregunta jocosa de alguien que me dijo así; “¿Qué hizo Colon después de poner un pie en tierra?”, le dije:” No sé”. A lo cual él me respondió: “Pues poner el otro, porque si no se cae.”

Así que yo hice lo mismo que Colon hizo hace más de quinientos años, puse los dos pies en tierra, para tranquilidad y seguridad mía.

Los adultos siempre respetuosos y reservados, los niños curiosos. Dani se puso a hablar con ellos en su idioma y yo me dedique a sacar foto, primero de unos loros domésticos y al rato como vi que no le molestaba a nadie, comencé a sacarles fotos a los niños, que se deleitaban, cuando les enseñaba las imágenes, incluso la señora de mayor edad poso desde su hamaca, rodeada de nietos y quedo muy complacida.

Uno de los niños, que era cargado por los demás, se encariño con migo e hizo que lo cargara el resto del tiempo, hasta que en una de esas se decido por las niñas que anteriormente lo tenían y pude seguir sacando fotos.

Había un pájaro muy negro, azabache y no del todo adulto, que revoleteaba curioso frente al lente de la cámara y casi que no me dejaba filmar una curiosidad que estaba dentro de una olla plana, en el piso del caney. Esto eran una media docena de gusanos del moriche, vivitos y coleando, que sin saberlo, estaban esperando ser degustados por las personas presente, exceptuándome a mí.

Me han dicho que son riquísimos y muy nutritivos, pero yo voy a tener que irme entrenando en consecutivas idas, hasta que me atreva a tragarme el primero. Digo yo…

Hay un video de los gusanos del moriche que les presente en al capítulo anterior, que corresponde a este episodio.

Y bien, al rato partimos a continuar nuestro derrotero, visitamos otras comunidades, pero de forma breve y terminamos regresando a la primera comunidad visitada, por lo que opino que seguramente es la que está en la entrad de ese caño.

Buka Janeira, esta vez estaba de fiesta, los niños estaban alborotados, y salieron todo al vernos llegar. Algunas niñas, siempre más coquetas se vistieron con sus ropas más limpias y llamativas, para salir en la foto y yo di gracias que la batería era de larga duración, porque tuve que retratarlos a toditos, para que se sintieran bien.

Luego de que mi amigo, recogió algunos recados y encargos, nos fuimos. Esta vez vimos la lancha de esta comunidad accidentada en mitad del rio y nos acercamos, aun cuando lo único que tenían era que al motor le había entrado agua, pero al ratico de estar nosotros ahí, arranco.

Como quien va descosiendo, nos regresamos por donde mismo, con la salvedad que esta vez cortamos camino por un pequeño canal interno dentro de una de las islas.

Este canal es tan estrecho, que hay lugares donde se pude cruzar de un salto, aun cuando el agua no está al ras del suelo, sino más abajo y separado por un barranco, pero no muy alto.

Igual, había lugares donde era dificultoso pasar, no solo por lo angosto, sino también porque el nivel del agua es muy bajo en diversos lugares y para aumentar la tensión, hay vegetación caída a mansalva y se tiene que ser muy buen lanchero y conocer explícitamente por done pasar, para no naufragar.

Tiene robustos arboles caídos a diestra y siniestra, por debajo del agua, justo por donde pasa la hélice y por arriba, por donde pasa la cabeza de uno, de modo que hay veces que se tiene que acostar por debajo de la línea del motor.

Yo solo había visto estos escenarios en los reportajes de la Guerra de Viet Nam en del Delta del Mekong o en los documentales del Delta del Okavango, pensé que solo salían en el cine.

Esto es deporte extremo, al que yo no le había demostrado el interés que se merece, pues al final, resulta divertido.

Aquí también saque un videíto, que se lo voy a poner.

Los Lancheros del Delta

Luego al final de este zigzagueante conducto hídrico, llegamos a un remanso de paz de ensueño, a una apacible laguna de aguas cristalinas y de una frescura indescriptible, en medio del sofocante sol que me curtía la piel.

Se apreciaba un aroma que yo jamás en mi vida lo había olido. Este olor no se parece a nada de lo que yo había conocido, y no sé cómo explicarlo, pero era tenue, no intenso.

En la medida que nos fuimos alejando se fue diluyendo, hasta solo quedar un leve recuerdo que aún persiste en mí, a veces.

Luego de salir de ese bosque fluvial, el sol nos curtió de nuevo. Implacable, pero Dani, le dio gusto al brazo y acelero a alta velocidad, yendo la humilde bajucha a todo tren y hasta donde la prudencia de un avezado piloto lo permitió.

Hábilmente mi amigo patroneaba la nave, buscando las vías más seguras y evitando las ondas producidas por otras lanchas que ocasionalmente se nos ponían a la vista.

Y así lancha tras lancha, que se nos ponía en al visual las íbamos pasando, a una velocidad de vértigo y con la adrenalina a mil por hora.

Había baches, unos por causa del viento y otros por el oleaje de otras lanchas, saltaba nuestra bajucha en ellas, para luego caer como nalgada en el agua de nuevo.

Claro que el impacto físico era tremendo, y yo me invente una, así iba arrodillado en la lancha y mis brazos uno a cada lado del bote, haciendo de resorte y amortiguando el platanazo contra el agua.

Ahí íbamos, como un par de criaturitas, como un par de chavales de barrio con carrucha nueva a todo dar, alegres y libres como el viento… guau!! Todos los días deberían ser así ¡¡Que chévere!!

Ya con las últimas luces del ocaso, llegamos a puerto seguro.

Encontramos algo que comer, que nos tenían guardado y comentábamos como un par de chiquillo la travesía de regreso a Wuinamorena.

En eso estaba, cuando Dani me recordó que la había prometido Germán visitarlo en su congregación, así que deje la cámara de fotos cargando y fui para el local evangélico.

Ellos se alegraron mucho cuando me vieron y di disculpas por mi facha, que parecía la de un naufrago, pues son tuve tiempo ni de cambiarme y arreglarme un poco.

Esto lo hice, cuando me pasaron a dar un saludo a la membrecía y aproveche para contarles la anécdota del hielo en Pedernales, lo que celebraron alegremente con migo.

Después ellos iban a comenzar sus canticos en idioma warao y yo pedí permiso para ir a buscar la cámara. Esta ya se había cargado y David la guardo, él estaba rendido y medio dormido cuando llegue a preguntarle, de lo cansado seguramente. Pero yo la encontré, y regrese y pude grabar alguito, pero con lo cansado que yo estaba por el maratón que habíamos tenido, no filme todo como me hubiera gustado, pero si lo suficiente para darles una idea y para eso, colgué un video. Puedes buscarlo en "Wuinamorena, Iglesia evangélica warao."

Se me olvidaba decirles, que ese día cumplía yo 61 años, y fue el mejor cumpleaños de toda mi vid. ¡Qué fino!



Un sueño cumplido.
Como si fuera poco, pase varios días en ese lugar paradisiaco y kilómetros a la redonda, no hubo un solo turista.
Tuve todos los caños y las selvas solitas para mí, con mis amigos waraos.
Nadie fuera de los de aquí estaban en actividad, pase unos día alejados de todo contacto con la civilización, y me pareció algo maravilloso; un sueño cumplido.



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Guarauno
Guarauno
Travel Addict
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29-10-2005
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Fecha: Mie Jul 25, 2007 09:09 pm    Título: ¿Alguien ha estado en el Delta del Orinoco en Venezuela?

Desde hace mucho tiempo tengo ganas de conocer este lugar que según he visto en fotos es muy hermoso e interesante pero en realidad no tengo ni idea de las actividades que se hacen allí,he visto algunas páginas donde organizan tours pero cobran exageradamente caro por lo que si iría sería por mi cuenta pero no sé si una vez en Tucupita es fácil acceder a paseos guiados,si alguno ha estado por allí me gustaría que por favor me contara qué tal le pareció el lugar y demás detalles además de si hay muchos mosquitos ya que yo he tenido dengue por lo que eso me asusta pues no quisiera pasar por...  Leer más ...
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Experto
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28-07-2007
Mensajes: 167

Fecha: Dom Jul 29, 2007 09:55 pm    Título: Re: ¿Alguien ha estado en el Delta del Orinoco en Venezuela?

¿Has tenido Dengue?... que miedo!!!!

La verdad es que yo también he pensado muchas veces en hacer este viaje. He visto 2 que me parecen interesantes aunque, como tu dices, un poco caros: Planeta Azul organiza uno que es mas en plan aventura, durmiendo en hamacas en la selva y demás. El otro lo hace KUONI y parece bastante más lujoso, ya que te alojas en Lodges

Espero que la gente que haya ido se anime a contestar
Any-bcn
Any-bcn
Indiana Jones
Indiana Jones
06-01-2007
Mensajes: 3985

Fecha: Dom Jul 29, 2007 10:44 pm    Título: Re: ¿Alguien ha estado en el Delta del Orinoco en Venezuela?

Es un viaje que puedes contratar directamente en Venezuela a precios muchos mas bajos de los que te dan los operadores de aquí.-

Mira por ejemplo este viaje
www.losviajeros.com/ ...ic&t=53057
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