Hicimos Asturias – Londres Gatwick – Stavanger. Nos tocaron muchas horas de espera en Gatwick, pero el aeropuerto está genial. Tienes montones de tiendas, montones de sitios para comer y montones de puntos para enchufarte con el móvil o el portátil y no quedarte sin batería. Ahora con el roaming en Europa podíamos conectarnos a internet sin problemas, así que genial. También tienen un servicio donde la cinta de equipajes desde el que puedes facturar tu siguiente vuelo sin falta de salir a los mostradores de facturación (que no usamos). El único problema que tuvimos es que los vuelos de Norwegian (hacíamos Londres-Stavanger con Norwegian) tienes que facturarlos desde un punto de estos automáticos, sin personas humanas, en el que tienes que escanear tu pasaporte. Yo no llevaba pasaporte, sólo el DNI, así que no podía hacerlo y tuve que ir al mostrador, que sólo había uno para la gente con equipajes especiales o necesidades especiales, y a la chica parace ser que no le hizo mucha gracia tener que hacerme el check-in. Así que si tenéis pasaporte, llevadlo.
Los aviones de Norwegian tienen supuestamente wifi a bordo, aunque nosotros nos funcionó bien. De todas formas hay un buen servicio de pelis/series a bordo.
Al llegar al aeropuerto de Stavanger, fue muy fácil encontrar las casetas de los coches de alquiler. Allí estaba nuestro trabajador de Hertz esperándonos sólo a nosotros porque íbamos fuera de hora, y muy contento de que el avión no se hubiera retrasado. Había terminado su turno, vuelto a casa y vuelto otra vez sólo para atendernos a nosotros. Era muy majo y chapurreaba español de sus vacaciones por las islas. Nos dio algunos consejos útiles, como por ejemplo que podíamos devolver el coche en la oficina de la ciudad y no en la del aeropuerto (por internet no nos daba esa opción) y así no teníamos que ir hasta el aeropuerto y coger transporte hasta la ciudad. Las buenas noticias continuaron cuando nos dijo que no tenía coches de nuestra categoría y que nos hacían un upgrade. Un súper upgrade. De un tipo B (Peugeot 208 o similar) nos íbamos a no sé que tipo, un pedazo de Toyota Avensis con cambio automático, navegador y todos los extras. Nada más abrir ese pedazo de maletero de di cuenta de que allí podríamos dormir perfectamente bajando los asientos de atrás, así que la primera noche de camping lo intentamos y efectivamente, entrábamos perfectamente. No tuvimos que desplegar la tienda ni un sólo día porque era tan grande como nuestro coche y dentro del coche pasaríamos menos frío. Además que luego no la teníamos que recoger húmeda y todo el rollo que supone contarla y desmontarla. Durante el viaje vimos a gente con coches de alquiler híbridos. Eso sí que tiene que ser un chollo, pagar un coche normal y que te hagan un upgrade a un coche híbrido y ahorrarte la mitad en gasolina!!
El hotel para la primera noche al final lo cogimos en Sandnes en vez de en Stavanger. Busqué algo barato, con desayuno incluído y con facilidad para aparcar, y me salía mucho más barato allí que en Stavanger ciudad, que realmente no teníamos intención de visitar ese día. Además, este pueblo estaba de camino al Preikstolen que era a dónde íbamos al día siguiente, y encima por el camino menos turístico (porque casi todo el mundo parte desde Stavanger). Por el camino ya nos encontramos con los primeros peajes automáticos (sólo hay peajes alrededor de las ciudades grandes, pero hay muchos y muy caros) y que te llegan luego los cobros automáticamente a la tarjeta que hayas dejado en la empresa de alquiler.
Llegamos tardísimo al hotel, pero podíamos aparcar en la calle de al lado hasta creo que las 9 de la mañana de manera gratuita (nos despertamos tarde y quitamos el coche pasada esa hora pero nadie nos multó). El hotel era el Sandnes Vandrerhjem y la habitación estaba muy bien para ese precio. La decepción fue el desayuno, porque lo habíamos cogido con desayuno incluido justo para forrar ya el primer día, antes la excursión al Púlpito y aprovechar para coger del buffet algo de fruta o de pan que pudiéramos aprovechar. No es que el desayuno estuviera mal, pero nosotros prácticamente no pudimos comer nada. Somos veganos, lo cual sabemos que es un handicap, pero normalmente no tenemos problemas con los desayunos de los hoteles porque siempre hay montones de zumos, fruta, pan, mermelada, tomates, cereales, e incluso en algunos hasta leches vegetales. Aquí el único zumo que había era uno de máquina que era peor aún que los de bote. Leche vegetal por supuesto que ninguna. La margarina llevaba leche. Había cereales (que nos tomamos con una leche que nos habíamos traído de España) y el resto eran embutidos y cosas raras, ni un triste tomate. Creo que había tortitas o gofres o alguna marranada de ese estilo. Muy poca fruta también, aunque me llevé unas cuantas manzanas para la mochila. Noruega no es un sitio muy vegan-friendly, ya lo habíamos leído y lo confirmamos en el primer desayuno.
Los aviones de Norwegian tienen supuestamente wifi a bordo, aunque nosotros nos funcionó bien. De todas formas hay un buen servicio de pelis/series a bordo.
Al llegar al aeropuerto de Stavanger, fue muy fácil encontrar las casetas de los coches de alquiler. Allí estaba nuestro trabajador de Hertz esperándonos sólo a nosotros porque íbamos fuera de hora, y muy contento de que el avión no se hubiera retrasado. Había terminado su turno, vuelto a casa y vuelto otra vez sólo para atendernos a nosotros. Era muy majo y chapurreaba español de sus vacaciones por las islas. Nos dio algunos consejos útiles, como por ejemplo que podíamos devolver el coche en la oficina de la ciudad y no en la del aeropuerto (por internet no nos daba esa opción) y así no teníamos que ir hasta el aeropuerto y coger transporte hasta la ciudad. Las buenas noticias continuaron cuando nos dijo que no tenía coches de nuestra categoría y que nos hacían un upgrade. Un súper upgrade. De un tipo B (Peugeot 208 o similar) nos íbamos a no sé que tipo, un pedazo de Toyota Avensis con cambio automático, navegador y todos los extras. Nada más abrir ese pedazo de maletero de di cuenta de que allí podríamos dormir perfectamente bajando los asientos de atrás, así que la primera noche de camping lo intentamos y efectivamente, entrábamos perfectamente. No tuvimos que desplegar la tienda ni un sólo día porque era tan grande como nuestro coche y dentro del coche pasaríamos menos frío. Además que luego no la teníamos que recoger húmeda y todo el rollo que supone contarla y desmontarla. Durante el viaje vimos a gente con coches de alquiler híbridos. Eso sí que tiene que ser un chollo, pagar un coche normal y que te hagan un upgrade a un coche híbrido y ahorrarte la mitad en gasolina!!
El hotel para la primera noche al final lo cogimos en Sandnes en vez de en Stavanger. Busqué algo barato, con desayuno incluído y con facilidad para aparcar, y me salía mucho más barato allí que en Stavanger ciudad, que realmente no teníamos intención de visitar ese día. Además, este pueblo estaba de camino al Preikstolen que era a dónde íbamos al día siguiente, y encima por el camino menos turístico (porque casi todo el mundo parte desde Stavanger). Por el camino ya nos encontramos con los primeros peajes automáticos (sólo hay peajes alrededor de las ciudades grandes, pero hay muchos y muy caros) y que te llegan luego los cobros automáticamente a la tarjeta que hayas dejado en la empresa de alquiler.
Llegamos tardísimo al hotel, pero podíamos aparcar en la calle de al lado hasta creo que las 9 de la mañana de manera gratuita (nos despertamos tarde y quitamos el coche pasada esa hora pero nadie nos multó). El hotel era el Sandnes Vandrerhjem y la habitación estaba muy bien para ese precio. La decepción fue el desayuno, porque lo habíamos cogido con desayuno incluido justo para forrar ya el primer día, antes la excursión al Púlpito y aprovechar para coger del buffet algo de fruta o de pan que pudiéramos aprovechar. No es que el desayuno estuviera mal, pero nosotros prácticamente no pudimos comer nada. Somos veganos, lo cual sabemos que es un handicap, pero normalmente no tenemos problemas con los desayunos de los hoteles porque siempre hay montones de zumos, fruta, pan, mermelada, tomates, cereales, e incluso en algunos hasta leches vegetales. Aquí el único zumo que había era uno de máquina que era peor aún que los de bote. Leche vegetal por supuesto que ninguna. La margarina llevaba leche. Había cereales (que nos tomamos con una leche que nos habíamos traído de España) y el resto eran embutidos y cosas raras, ni un triste tomate. Creo que había tortitas o gofres o alguna marranada de ese estilo. Muy poca fruta también, aunque me llevé unas cuantas manzanas para la mochila. Noruega no es un sitio muy vegan-friendly, ya lo habíamos leído y lo confirmamos en el primer desayuno.