Llegamos a Vancouver en un vuelo procedente de Auckland el día 2 de junio sobre las 2:30 de la tarde. Nunca habíamos estado en Canadá y Vancouver nos parecía un buen sitio donde pasar un par de noches antes de volar a Anchorage. Reservamos una habitación cerca del Ayuntamiento a través de AirBnB para dos noches, de forma que tendríamos disponible la primera tarde, el día siguiente completo y el último día desde que nos dejara el crucero a primera hora hasta que tuviéramos que ir al aeropuerto a por nuestro vuelo de vuelta a las 8 de la tarde. Vancouver es una ciudad que nos sorprendió gratamente. No es que no esperáramos gran cosa, sino que estábamos tan concentrados en la preparación del viaje por Alaska que a Vancouver no le habíamos hecho demasiado caso, y resultó ser una ciudad muy agradable que nos gustó mucho.
Metro de Vancouver
Llegamos al aeropuerto y después de pasar los controles pertinentes salimos directos a coger el Skytrain, que es el sistema público de transporte de la ciudad, una especie de metro que llega hasta el aeropuerto y en media hora te planta en el centro. Como era sábado, la tarifa era reducida: C$2.85 más otros C$5 por suplemento al salir desde el aeropuerto (curiosamente, el suplemento solo lo cobran si vas hacia el centro, pero no cuando vas del centro al aeropuerto). Hay un pase de día que te permite hacer viajes ilimitados por C$10 (más otros C$5 por el suplemento si lo comprábamos en el aeropuerto) pero esa tarde no pensábamos hacer mucho y no nos compensaba. En media hora nos estábamos bajando en la estación de Broadway / City Hall para ir a nuestro alojamiento, una habitación en un apartamento muy mono. Soltamos las maletas, nos dimos una ducha y nos fuimos a descubrir la ciudad, pero lo primero era comer. Al lado de la estación del skytrain vimos una taquería que nos había recomendado nuestro anfitrión de AirBnB, y allí comimos por C$27 (Taquería Pinche Taco, muy ricos!), y nos encontramos otra vez con la maldita costumbre de dar los precios sin tax. Que sepáis que en Vancouver el tax en restaurantes es del 5% y en tiendas del 12%.
Después de comer volvimos a coger el metro para llegar al Downtown, que estaba 4 paradas más allá. Lo que no sabíamos entonces es que los billetes de metro son válidos durante 90 minutos y te permiten hacer transbordos, así que compramos otros dos billetes (C$2.85 pp) y nos fuimos hasta el Waterfront, donde llegaría nuestro crucero muchos días después. Allí al lado empieza Gastown, la parte más antigua de la ciudad, y hoy en día llena de pubs y tiendas de souvenirs, y con su famoso reloj de vapor. Aquí tenéis un mapa turístico de la ciudad.
Gastown
No teníamos planes ambiciosos para esa primera tarde así que nos conformamos con pasear por la zona, nos acercamos a Chinatown (continuación de Gastown), y volvimos al Waterfront para ver Canada Place, el inmenso muelle / centro de convenciones donde atracan casi todos los cruceros que llegan a la ciudad. Allí están también los hidroaviones que hacen vuelos turísticos sobre la ciudad, y como eran los primero que veíamos, nos quedamos un rato embobados viéndolos despegar y aterrizar.
Waterfront
Estábamos cansados y decidimos volver a la zona del apartamento para cenar y meternos en la cama pronto. Cenamos en un japonés, también recomendado por nuestro anfitrión (C$44), que estaba muy bueno, y de camino de vuelta al apartamento pasamos por un supermercado Safeway y aprovechamos para comprar algo para desayunar al día siguiente. Esa noche dormimos como benditos.
Downtown
Al día siguiente la idea era levantarse prontito para alquilar una bici y recorrer Stanley Park, porque la previsión del tiempo decía que iba a llover a partir de la 1 o las 2 y queríamos hacerlo a primera hora. Pero estábamos tan cansados la noche anterior que se nos olvidó poner la alarma… y amanecimos un poco más tarde de lo que nos hubiera gustado. Bueno, qué le íbamos a hacer, estábamos de vacaciones! Habría que reajustar el plan. Desayunamos, nos duchamos y cogimos el metro hacia el Waterfront. Una vez allí, viendo que igual no podríamos aprovechar la bici del todo, decidimos coger un bus hasta Stanley Park para verlo andando. Es un parque inmenso, el gran pulmón de la ciudad, con muchas rutas de bici, un acuario, una piscina, playas, lagos, y hasta una pequeña muestra de tótems. Nos acercamos precisamente a ver los tótems, pero entre que el día estaba gris y que coincidimos con dos buses llenos de turistas chinos, nos dejaron un poco fríos. Se acercaba la hora de comer y aunque la idea original era ir a Granville Island para comer en su famoso mercado, nos dio un poco de pereza y decidimos buscar algo más céntrico. Quisimos coger un bus en la parada del acuario (porque a Stanley Park no llega el metro, solo los buses) pero resulta que, a diferencia de las máquinas del metro (donde la Revolut había funcionado sin problemas), los buses solo aceptan monedas, y claro, no teníamos nada de efectivo, ni siquiera billetes para cambiar, así que tocaba andar. Echamos a andar buscando algún sitio para comer y acabamos llegando hasta Davie Village, conocido como el barrio gay de la ciudad, y con pasos de cebra muy ilustrativos:
Davie Village
Allí comimos algo que había leído en internet y que me apetecía probar: un invento llamado poutine, que no es más que patatas fritas con queso y gravy. Dicho así no suena gran cosa, pero luego hay muchas especialidades: que si con salchichas ahumadas de no sé dónde, que si con jamón de no sé cuál… Comimos en uno de los sitios más recomendados de la ciudad para probarlo, La Belle Patate, y nos gustó. No sé si para repetir, pero para probarlo una vez está bien (C$24).
Cuando salimos de comer estaba lloviendo algo más, pero a pesar de eso echamos a andar y fuimos hasta el Museo de Ciencia, para luego volver andando por el otro lado de False Creek y cruzar el puente Cambie. A estas alturas parecía que asomaba el sol otra vez y decidimos volver a acercarnos a Canada Place y quedarnos otro rato por allí.
Waterfront
Se nos hizo la hora de cenar y volvimos hacia el barrio del apartamento para cenar de nuevo en japonés, pero esta vez ramen (C$37). A la mañana siguiente teníamos el vuelo de Air Canada hacia Anchorage a la 1, así que no vimos nada más de Vancouver. Como era lunes, el metro era un poco más caro (C$4.10 pero no había suplemento) y llegamos sin problemas. Al hacer el check-in tuvimos que pagar por las maletas, porque no estaban incluidas en el precio del billete (C$25 por maleta). Después del check-in fuimos hacia el control de seguridad y vimos que el control de aduana de Estados Unidos se pasaba en Vancouver, algo que no habíamos visto nunca. Agentes de aduanas estadounidenses controlaban los pasaportes y los ESTAs de la gente que volaba hacia USA. Aquí me pasó algo rarísimo… al hacer el control de pasaporte, ese en el que tienes que poner las huellas, me dice el tío que si alguna vez he tenido problemas para entrar a USA. Y yo, flipando un poco, le dije que no, que había estado muchas veces, incluso había trabajado allí, y que nunca había tenido problemas. Me pidió que le siguiera a una habitación apartada para “comprobar unas cosas” y yo empecé a mosquearme. Menos mal que habíamos ido con tiempo… No me decían qué pasaba y nos tuvieron sentados en una habitación donde no se podía ni usar el móvil. Al cabo de un rato ya por fin me devuelven el pasaporte y me dicen que podía seguir. Les pregunté que qué era lo que había pasado, y me dijeron que a veces los apellidos españoles o latinos pueden hacer saltar alarmas… yo qué sé. Debo tener un doble malvado por el mundo con nombre parecido al mío… El caso es que llegué a pensar que perdíamos el vuelo, vaya forma de empezar las vacaciones!! Pero se quedó en un susto y llegamos con tiempo de sobra a la puerta de embarque. El vuelo con Air Canada transcurrió sin sorpresas, todo correcto, y llegamos a Anchorage a las 3 y pico de la tarde, después de tres horas de vuelo y con una hora de diferencia con Vancouver. Pero eso ya será otra etapa…
Fastforward a 23 días después…
El crucero nos dejó en Vancouver a primera hora, y desembarcamos a eso de las 8 de la mañana. Hacía un día radiante y queríamos quitarnos la espinita del paseo en bici por Stanley Park. En el propio Canada Place hay una consigna de maletas donde puedes dejar el equipaje hasta las 4 de la tarde que cierran por C$8 por maleta. Dejamos allí las maletas grandes y nos llevamos las mochilas para pasar el día. Lo primero que hicimos fue una foto a la aguja azul gigantesca que está justo frente al Canada Place, que me había quedado con ganas de hacerla el primer día:
Canada Place
Cogimos un pase de bus/metro para todo el día que nos serviría también para ir al aeropuerto más tarde (C$10 pp) y cogimos un bus hacia Denman Street, cerca de la entrada de Stanley Park y donde hay varias tiendas de alquiler de bicis. Cogimos un tándem en una de ellas por C$34 (3-5 horas) y pusimos rumbo al parque (mapa aquí). Para recorrer la Seawall, que es el camino que rodea el parque, hay que ir obligatoriamente en sentido antihorario, así que lo primero que vimos fueron los tótems que ya habíamos visto el primer día, pero esta vez con sol y sin chinos. Luego seguimos hacia Beaver Lake, el puente Lions Gate, las playas, la Lost Lagoon… un paseo muy agradable, fácil y súper recomendable.
Stanley Park
También vimos un fenómeno meteorológico nuevo para nosotros, llamado halo solar, que no habíamos visto nunca. Nos dimos cuenta de que el sol tenía una especie de anillo a su alrededor, y resulta que un fenómeno relativamente frecuente cuando la luz pasa a través de cristales de hielo en cirros de la troposfera, y suele verse en zonas frías. Tenéis más info aquí.
Halo solar
Salimos del parque y nos acercamos a English Beach, donde se encuentra el monumento Inukshuk, creado para la Expo 86 y después usado como símbolo de los juegos olímpicos de invierno de la ciudad en 2010.
English Bay y el Inukshuk
Se acercaba la hora de recoger las maletas, así que dejamos el tándem y cogimos un bus de vuelta a Canada Place con tiempo para tomarnos un último café en Starbucks antes de recoger las maletas a las 4 y coger el Skytrain una vez más hacia el aeropuerto. Nuestro viaje acababa aquí, pero a vosotros os queda todo un diario por leer…
Downtown