DIA 2. ITINERARIO DE LA JORNADA:
CAUTERETS – LAC GAUBE Y CIRCO DE OULETTES – PONT D’ESPAGNE - LA MONGIE (alojamiento en los alrededores). En total, 67,5 kilómetros y dos horas de coche.
Recorrido según GoogleMaps.
Nos levantamos temprano y tras desayunar en una cafetería el típico “petit dejeneur” (zumo de naranja, croissant, mantequilla, mermelada y café con leche), fuimos a comprar bocadillos para la comida, pues íbamos a hacer una ruta a pie. Por fortuna, en Francia es muy fácil ir de pic-nic, a nuestros vecinos les encanta y muchas panaderías tienen una gran variedad de bocadillos ya preparados. Cuestan entre tres y cinco euros y los llaman sándwiches, aunque sean de pan normal (muy bueno en Francia). Los hay de jamón, chorizo, atún, pollo, lomo… Y suelen llevar queso, lechuga, tomate, pepinillos y alguna salsa (los que tienen mostaza de Dijon están riquísimos). La bebida y la fruta la compramos en un Carrefour porque al ser domingo las fruterías estaban cerradas
LAGO GAUBE Y CIRCO DE OULETTES. (ruta a pie combinada con teleférico y telesilla).
Ya con el coche, fuimos hacia Pont d’Espagne, a poco más de ocho kilómetros. Pensábamos que en un fin de semana de julio y con aquel esplendido día nos encontraríamos mucho tráfico y gente, así que dejamos para la vuelta las paradas en las cascadas que hay por el camino y fuimos directamente hasta el parking de las Puntas. Cuesta 5 euros por vehículo y día, aunque no te lo cobran si se utiliza el teleférico y el telesilla que van hasta las proximidades del Lac Gaube, que fue lo que hicimos nosotros.
Paneles informativos.
El teleférico y el telesilla lo había reservado por internet en un pack que incluía también el teleférico del Pic du Midi de Bigorre, con un descuento de 5 euros por persona (50 euros en vez de los 55 que suman los 40 eurazos del Pic du Midi y los 15 de los de Pont d’Espagne). Ningún problema al presentar el resguardo impreso en taquilla, donde me dieron también el ticket cancelado para poder salir libremente del aparcamiento.
Los datos de la ruta completa a pie son los siguientes:
Longitud: 17,01 kilómetros. Desnivel: 709 metros. Duración: unas siete horas y media. Se va y se vuelve por el mismo camino, siguiendo el sendero de largo recorrido GR-10, y se considera una ruta entre fácil y moderada. Nosotros evitamos la subida y la bajada hasta el Lago cogiendo los remontes, lo que nos supuso casi dos horas menos. Bastante gente llega caminando hasta el lago por el sendero que cruza el bosque, una excursión que requiere unos 45 minutos, más el retorno. Hay una buena cuesta como pudimos apreciar desde el telesilla, pero yendo despacio puede compensar si se quiere caminar pero no se tiene intención de seguir hasta el circo.
Montados en el telesilla, veíamos a la gente que subía a pie.
Desde el teleférico y el telesilla pudimos contemplar los bonitos paisajes que depara la zona, en especial las impresionantes cascadas que forma el río y que veríamos por la tarde, al descender.
Vistas desde el telesilla.
En la base superior del telesilla, hay paneles informativos y un mirador anunciado con mucho bombo, pero cuyas vistas no nos parecieron nada del otro mundo. Desde allí una pista muy sencilla en ligero descenso conduce al lago en poco más de quince minutos. Muy bonito el panorama, sobre todo en un día como aquél, con mucho sol y el cielo azul.
Camino del Lac Gaube. El circo se adivina al fondo.
Por la izquierda del lago, un sendero finaliza en un refugio, donde me pareció ver un bar y un restaurante. No estoy segura porque nosotros tomamos el sendero que rodea el lago por la derecha y que conduce al circo de Oulettes en hora y media, según indicaba un cartel, un cálculo muy optimista según pudimos comprobar posteriormente.
El agua formaba chorreras por todas partes.
Llegando al final del lago.
Llegando al final del lago.
A partir de ese punto, el sendero se vuelve un poco más complicado, aunque no difícil, y empieza el reino de las piedras en una ruta que pica hacia arriba notablemente una vez pasada la amplia zona de pic-nic que existe al final del lago.
Esta primera subida nos pareció muy bonita pues teníamos al frente la vista de los picos más altos del circo de Oulettes y sus neveros, mientras que a nuestra espalda, cada vez más al fondo, iba quedando la mancha turquesa del Lago Gaube. A nuestra izquierda, los árboles salpicaban de verde las paredes rocosas, por las que se deslizaban numerosas chorreras. A nuestra derecha, el río corría con estruendo, formando preciosas cascadas, en especial la de Esplumouse, la más espectacular. En fin, que el entorno ofrecía el panorama típico de la alta montaña pirenaica, con bosques, cascadas y prados.
A mitad de la marcha, aproximadamente, llegamos al que nos pareció el punto más bonito de la ruta, en el que confluyen varios tramos de cascadas con el fondo espectacular del circo. Hay un puente para cruzar el río y las fotos que se obtienen desde allí son de las que gusta repasar.
Todavía se alcanzan otras dos hermosas cascadas, una a cada margen del río, antes de entrar en una zona de prados que nos pareció un tanto más anodina y que se nos hizo larga, pues llevábamos casi dos horas teniendo el circo delante y el final se hacía de rogar. Por cierto que la indicación de hora y media hasta el circo desde el lago nos pareció un tanto optimista, salvo que lo hicieran teniendo en cuenta el paso de jovencitos y jovencitas de piernas muy largas, claro que a lo peor sucede que nos estamos haciendo mayores, no sé. Pero llegar, llegamos, no faltaba más.
Por detrás, nos quedaba este panorama.
Por fin, con cuarenta y cinco minutos sobre el horario estimado por la organización, vislumbramos el circo y el refugio. A 2.194 metros de altitud, el panorama resultaba espléndido, con la emblemática cara norte del macizo del Vignemale ante nuestros ojos y paredes de hasta 800 metros de altura entre la base y las cumbres del Petit Vignemale (3.032 m), la Punta Chausenque (3.204), el Pitón Carré (3.197) y el propio Vignemale (3.298).
A esa hora y después del esfuerzo, hacía calor, así que compramos unas bebidas fresquitas en el refugio, que estaba abierto. Nos tomamos los bocadillos junto al río, escuchando el estruendo del agua, que apenas permitía escuchar lo que hablábamos. Sobre los picos del circo, empezaron a colocarse unas nubes oscuras, que parecían confirmar el cambio de tiempo previsto para la jornada siguiente, si bien de momento no parecían una amenaza inmediata.
Un lugar ideal para tomarse el bocata.
Refugio.
Refugio.
El retorno por el mismo camino se nos hizo bastante pesado pese a ser cuesta abajo en su mayor parte. Las piedras parecían más grandes que a la ida y resultaba muy incómodo pisarlas continuamente.
Teníamos planeado bajar caminando el trecho del telesilla y del teleférico, pero lo pensamos mejor y decidimos ahorrarnos una bajada que no nos iba a aportar nada nuevo, así que tomamos el telesilla, con el empleado colgado de la radio, escuchando emocionado la final del campeonato mundial de fútbol, que Francia iba ganando claramente.
PONT D’ESPAGNE.
Lo que no cogimos fue el teleférico que lleva hasta el aparcamiento de las Puntas pues nos faltaba ver las cascadas de Pont d’Espagne, que se encuentran a unos 200 metros del telesilla. Y realmente nos sorprendieron: ¡qué bonitas son!
Por la mañana, la zona debió ser una romería, pero a esas horas ya había muy poca gente y pudimos disfrutar tranquilamente del abrumador espectáculo del agua precipitándose enardecida, en medio de un ruido ensordecedor.
Hay varios puntos para contemplarlas, todos a cual más impresionante. Además, este año el deshielo ha tardado, con lo cual las encontramos en todo su esplendor.
Las perspectivas desde el puente y hacia el puente son imprescindibles. Una maravilla accesible a todo el mundo, que solo requiere un cómodo y agradable paseo de unos quince minutos desde el aparcamiento de las Puntas. Totalmente recomendables, mejor dicho, imprescindibles.
Costaba marcharse, aunque hacer fotos resultaba complicado en algunos puntos porque el agua salpicaba de lo lindo, mojando incluso la cámara.
COL DU TOURMALET (PUERTO DEL TOURMALET).
Desde Pont d’Espagne nos dirigimos hacia nuestro alojamiento de la jornada, que se encontraba unos cuatro kilómetros pasada la cima del mítico Tourmalet. Teníamos 59 kilómetros por delante y casi dos horas de coche pues estas carreteras no cunden nada. La idea era estar perfectamente posicionados para, la mañana siguiente, subir al Pic du Midi antes de proseguir nuestro camino hacia Auvernia. Sin embargo, las cosas no salieron como las habíamos planificado.
Subimos el Tourmalet casi en solitario, con el sol de la tarde brindando reflejos dorados sobre los hermosos panoramas que nos deparaba el coloso del Tour. A lo lejos, vimos el Pic du Midi, reconocible por su observatorio en la cima, en aquel momento completamente despejada. Lástima que ya no pudiésemos coger el teleférico (cierra a las 18:30) porque las vistas serían perfectas.
Al fondo, el Pic du Midi de Bigorre con su observatorio.
En el alto, dejamos el coche en el aparcamiento (obligatorio), con intención de echar un vistazo y sacar la típica foto a la escultura que homenajea a los ciclistas. Nos quedamos sorprendidos por el intenso viento y el frío que hacía allí. Tardamos solo dos minutos en volver al coche, casi ateridos.
Vistas desde el alto.
El cielo se estaba nublando deprisa. Pasamos el parking de La Mongie, donde está la estación del teleférico que asciende al Pic du Midi, y seguimos hasta el Auberge des Cascades, unos cinco kilómetros más adelante. Hay un camping, una pequeña presa, un hotel y el Gite donde nos alojamos. Un lugar muy agradable, en plena naturaleza, perfecto para pasar una noche (o más, si se desea disfrutar de tranquilidad y relax): 76 euros con desayuno casero incluido.
Bonito entorno el de este Gite.
A última hora de la tarde, todavía con luz pese a las nubes, pues en Francia anochece muy tarde en julio, fuimos da dar una vuelta y nos encontramos con algunos franceses que celebraban la consecución del mundial de fútbol, haciendo sonar las bocinas de sus automóviles. En el embalse está prohibido el baño por los cambios bruscos que puede registrar el nivel del agua. Cerca de allí hay un par de cascadas a las que se llega fácilmente. Seguimos los indicadores y, remontando un poco el río, donde hay una de esas zonas de aventura para niños, llegamos hasta un balconcillo que nos mostraba una resultona caída de agua.
Liquidamos los restos de los bocatas que nos sobraron de la comida y nos fuimos a dormir, sospechando que tendríamos que cambiar la ruta y pasar al plan B.