Hoy el día da tormentas, pero como amanece despejado decidimos jugárnosla (error), y nos vamos caminando desde casa hasta la estación del Niederhorn, que está apenas a 10 minutos de nuestra casa. Allí nos informamos de las rutas y decidimos hacer una de 5km, toda de bajada que comienza en la cima del Niederhorn y termina en Bodenalp, cerquita de Beatenberg. Una vez allí, veríamos si Hugo aguantaba hasta casa, o si por el contrario, súper papá continuaba solo, bajaba a por la furgo y subía a buscarnos.
Estos eran los planes, peeeero la lluvia creó unos a su gusto...vaya día!!
En la cima del Niederhorn hacía bueno, de hecho pasamos allí un buen rato viendo como se tiraba la gente en parapente, Hugo jugando en el parque (que por cierto, estaba un poco abandonado desde la última vez que subimos hace 2 años).
No voy agobiar con fotos porque en otro de mis diarios ya las incluí.
¿A que con esta foto vosotr@s tampoco diríais que iba a caer el diluvio universal?

La ruta consistía simplemente en ir descendiendo, siguiendo las indicaciones a Vorsass, así que eso hicimos. Al principio todo iba bien...vacas por el camino, banquitos para ver el paisaje, troncos de árboles a modo de merenderos,...muy agradable la bajada vamos.
Llegamos a la parada intermedia del Niederhorn, Vorsass. Allí paramos en el parque infantil que hay, y aunque vemos que está nublado, no nos parece vaya a llover (quedó claro después que para previsiones meteorológicas no valemos), así que decidimos pasar del teleférico y continuar bajando.
Ahora la cosa ya se complica, el descenso tiene bastante pendiente y discurre a través de un bosque, pero poco a poco vamos bajando.
Llevábamos como un cuarto de hora de bajada cuando empieza no a llover, no, a diluviar; pero así, de repente, sin opción a poder volver a subir al teleférico ni continuar bajando. Solo pudimos resguardarnos bajo el árbol más grande que encontramos y espera a que pasase, total sería una tormenta...
Pero el tiempo pasaba y aquello no paraba, al contrario, ya empezábamos a calarnos debajo el árbol...así que tuvimos que continuar bajando bajo la lluvia, con mil ojos para no resbalar porque la bajada era un camino serpenteante de piedras. Hugo en brazos, para intentar ir más rápido,...de locos vamos.
Cuando llegamos a Bodenalp estábamos literalmente empapados, porque además los chubasqueros se nos habían olvidado en la furgo. Hugo y yo nos resguardamos en una cuadra de vacas, tal cual lo leéis...una cuadra con sus vacas, sus olores y sus cosas...pero al menos no nos mojábamos...

Menos mal que en la furgo nos pudimos cambiar porque allí siempre llevamos ropa de repuesto, porque teníamos un frío...
Duchita caliente en casa, ropa a lavar, comimos y a ver llover...y nosotros pensando que aquello era una tormenta...jajaja
A media tarde paró, y salimos a pasear por Beatenberg, y es que nosotros es ver un claro en el cielo y coger algún camino.
Optamos por subir por un sendero que había cerca de casa y resultó que nos incorporamos a una ruta, es la conocida como Erich Von Däniken Weg...supuestamente es un autor superventas en el mundo entero; siento mi ignorancia pero fue la primera vez que leí su nombre, que me perdone. El tipo en cuestión es ciudadano de Beatenberg, y la mayor parte de sus obras están dedicadas al mundo extraterrestre, y lo paranormal... Total, que el sendero recorre todo Beatenberg y de vez en cuando encuentras peanas con fragmentos de sus libros (en alemán por supuesto).
Nosotros recorrimos un buen trozo, hasta que nos cansamos y dimos la vuelta. Pero es muy bonita porque va por un bosque, de repente encuentras claros con granjas salpicadas en los prados verdes, luego baja y discurre unos metros por la carretera principal, después vuelve a subir y tienes unas vistas espectaculares del Interlaken y los lagos...vamos que merece la pena, no por el autor, sino por recorrer Beatenberg.
De hecho descubrimos una tienda, de estas suizas donde tienes la caja de caudales y te sirves de lo que quieras, con mermeladas artesanas, otra con diademas para el pelo y manteles hechos a mano,...muy muy muy curioso.


Llegamos hasta la caseta de la nevera donde comprábamos algunas cosas, cogimos unas hamburguesas para cenar (que por cierto estaban de muerte) y regresamos a casa, parando a recoger unas moras cerca de casa.
Día completo y muy variado...éramos taaan felices.