Hemos descansado bastante. Ya hemos decidido que lo mejor es dejar las piernas destapadas. No entiendo cómo pueden mantener los nórdicos gruesos a finales del mes de mayo y no es en un hotel, lo hacen todos.
El desayuno hace que nos olvidemos de todo. Es un desayuno bastante básico, pero que tiene una cosa que echábamos de menos: ¡ZUMO DE NARANJA NATURAL!
Como con el estómago lleno se ven las cosas de otra manera, nos ponemos en marcha hacia uno de los puntos estrella del viaje: Rochefort-en-Terre. Claro que si creemos que llegar va a ser fácil…
Programamos el navegador y todo va muy bien hasta que llegamos a una carretera cerrada por obras. En Bretaña si hay que hacer obras, cortan la carretera y allí te apañes.
Después de que el navegador nos devolviera dos veces al mismo punto, decidimos sacar el mapa de carreteras de Francia que habíamos cogido por si acaso y llegamos a Rochefort-en-Terre, una de las más bonitas "Pequeñas ciudades con carácter" de Bretaña, claro que previamente vamos al centro comercial que hay en el pueblo de al lado para llenar el depósito de gasolina, que está “temblando”.
Dejamos el coche en el aparcamiento que hay antes de adentrarse en el núcleo urbano y pagamos una hora de parquímetro... Pero nada más empezar la visita ya vemos que ese tiempo va a ser del todo insuficiente.
Aquí se cuidan todos los detalles: callejuelas adoquinadas, rótulos siguiendo un patrón, las casas llenas de flores, …


Las casas antiguas en su mayoría eran los palacetes de los administradores de los señores: senescal, escribano, notario, ... Son casas de granito, torreones de esquina, todo lleno de flores.


El castillo de Rochefort-en-Terre es del siglo XII, pero fue reconstruido en el XVII. Además, en el siglo XX, el pintor norteamericano Alfred Klots lo reformó, lo transformó en palacete y no tardó en convertir el pueblo en lugar de encuentro de artistas. Por desgracia, el interior no se puede visitar, sólo los jardines están abiertos al público.


Y ya podemos correr a poner más dinero en el parquímetro, porque ya ha pasado la hora y está claro que Rochefort-en-Terre no puede verse a la carrera, sino que necesita un poco más de dedicación.
Y como todos dicen, no hay que perderse el Café Bretón, una de las casas antiguas más bellas. La verdad es que, aunque se puede comer razonablemente bien, es un poco pronto para nosotros, que no para los franceses, por lo que nos decidimos por tomar un café.


Dicen que en los siglos IX o X, un sacerdote escondió una estatua de la Virgen amamantando a su hijo, para salvarla del pillaje normando. Dos siglos más tarde, un pastor la habría encontrado en el mismo tronco, que se encontraba donde hoy se levanta la Iglesia de Notre-Dame-de-la-Tronchaye.
Y nos vamos de este pueblo encantador, aunque la verdad es que nos podríamos quedar horas y horas aquí.
Antes de llegar a Josselin hacemos una parada técnica en Malestroit, que se encuentra a medio camino. Malestroit es una población medieval preciosa y acogedora.
Las casas de entramado tienen varias plantas y tejados a dos aguas. Nos centramos en la plaza de Bouffay, donde destacan dos casas: La truie qui file y la Pélican, además de la iglesia de Saint Gilles.


Y escogemos uno de los restaurantes que hay para comer, que ya es hora. El lugar elegido es Restaurant Crêperie Mael Trech, decidiéndonos por el menú del día.
Enseguida emprendemos viaje hasta Josselin.
Josselin surgió hacia el año 1008 con la construcción del castillo primitivo ordenada por Alain de Rohan, quien dio a la ciudad el nombre de su hijo, Josselin. Es decir, la historia de la ciudad está muy vinculada a su castillo, que domina la ciudadela. No obstante, desde el siglo IX hay noticias de peregrinaciones al lugar donde más tarde le levantaría la Basílica de Notre-Dame du Roncier.
Dejamos el coche cerca de la Basílica, pero nos decidimos por dar una vuelta por la localidad e ir a visitar el castillo, primero.

Bajamos hasta un puente que cruza el río Oust: la imagen del castillo es imponente. Lo mejor es subir para visitarlo, porque el cielo está empezando a oscurecer y si empieza a llover lo mejor es que nos coja a cubierto.

Pues sí, el cielo no sólo oscurece, sino que empieza a llover. ¿Quién iba a decir cuando hemos llegado, con un sol resplandeciente, que acabaría lloviendo? Nosotros seguro que no, porque en caso contrario no hubiésemos dejado los paraguas en el coche.
Afortunadamente mi marido sigue estando en buena forma, porque el coche no está precisamente cerca y, además, el camino más recto está en obras y los operarios no permiten el paso ni siquiera a los transeúntes. Ya aprovecha para acercar el coche al castillo.
Como ya he dicho, el castillo de Josselin fue construido en el año 1008 por el vizconde de Rohan, Guethenoc, y en él hoy en día vive el actual duque de Rohan, por lo que, aunque se encuentra abierto al público, no se puede visitar en su totalidad.
Frente a la fachada hay un Jardín Francés, con secuoyas y cedros, cerca del puente levadizo. También hay estatuas de animales, en su mayoría leones, que se ubican en el foso y que se empleaban antiguamente para aportar tranquilidad y seguridad al jardín y a todo el castillo. También está el Jardín de las Rosas, con más de 40 variedades de rosas diferentes y que son utilizadas en la decoración de los salones.

Después de visitar los jardines, esperamos frente a la puerta principal, disfrutando de la fachada, a que empiece a visita guiada. Hace un cuarto de hora llovía como si no hubiera un mañana y ahora hace un sol resplandeciente. ¡qué tiempo más raro!

La visita se inicia en el jardín, frente a la fachada principal. Es un castillo espectacular de estilo gótico-flamígero. Sobre la puerta está el lema de la familia Rohan "A Plus", que podríamos traducir como "para obtener más".

Se visita el gran Comedor decorado con piezas de la Edad Media. Después se llega a la Antesala, donde abundan los retratos familiares. La Sala de estar tiene muebles del siglo XVIII y destaca la chimenea del siglo XVI y sobre ella está grabada la consigna de la família Rohan. Aquí también se encuentra un reloj datado del año 1770 que regaló Luis XV a la familia. Para acabar, se visita una pequeña biblioteca en la que se encuentran más de 3.000 ejemplares que datan desde el siglo XVII hasta la actualidad.
También se puede visitar un Museo de muñecas, con más de 5000 piezas, pero preferimos visitar la ciudad mientras dure el buen tiempo.
Pero ¿qué es eso de buen tiempo? No han pasado ni 5 minutos y vuelve a llover. Afortunadamente, cuando mi marido ha ido a buscar los paraguas, también ha acercado el coche. Decidimos resguardarnos dentro hasta que amaine. Pero no, cada vez llueve más fuerte y el cielo está totalmente cubierto. Decidimos regresar a Vannes que todavía queda bastante camino y no por carreteras principales.
Esperemos que mañana amanezca mejor.