Tenemos el desayuno incluido, algo es algo, así que desayunamos tranquilamente, al menos el desayuno está bien, y el camarero que lo atiende es muy majo y habla español; aunque yo hablo alemán siempre es de agradecer . Hoy nos vamos a Estrasburgo, la capital del Bajo Rin de Alsacia (se divide en Alto y Bajo Rin) y también elegida la Capital Europea de la Navidad, muy acertado como veríamos más adelante.
Tras desayunar, cerramos las maletas y las atamos de 2 en 2, para que mi mujer pueda llevarlas y yo el carrito gemelar con los niños, sino sería inviable:
Cogemos el tranvía y llegamos a la Estación central SBB de Basilea con tiempo suficiente, el tren no sale hasta las 12:21, aun falta una hora, y menos mal porque al preguntar en información por el numero de andén, me responde en alemán, que ese tren sale de la estación “francesa” que está afuera, a la izquierda, detrás de la central…..empezamos bien!…salimos y nos vamos por donde nos dijo, viendo que está la zona en obras y que están arreglando dicha estación; aquí ya comprobamos que estamos bien, sobre todo porque coincidimos con 2 mujeres y un hombre que son de Aranda de Duero y que también van a Estrasburgo a pasar el día, habiendo perdido el tren de las 9 de la mañana por muy poco; nos comentan también un intento de atentado en la Haya, por lo que la seguridad estos días se verá muy reforzada, como más adelante comprobaremos.
Al final sacan los billetes y me ayudan a subir maletas etc en el tren, sentándonos todos juntos en un compartimento de 8, en el que viajamos muy cómodos hasta la Gare de Estrasburgo, viendo el Castillo de Haut-Koenigsbourg de camino a lo lejos en las alturas, y despidiéndonos al llegar a la estación, dándoles las gracias por la ayuda recibida y la compañía.
En la misma Gare Centrale bajamos al Metro a coger la línea A dirección Illkirch Graffenstaden, no funcionan las escaleras mecánicas ni vemos ascensor, genial, a bajarlo todo a huevo y los niños andando….sin prisa cogemos el metro-tranvía hasta la parada Lycée Couffignal, 16 minutos o 6 paradas después, con el piso ahí mismo a apenas 3 minutos de la parada, lo cual siempre busco cuando viajamos, si no puede ser céntrico por los precios elevados, algo en las afueras pero junto a parada de metro/bus/tranvía.
El piso estupendo (197,48€ dos noches), nos recibe una señora mayor que sólo habla francés, pero nos entendemos, mostrándonos un piso amplio, limpio y con muy buena pinta, como luego certificaríamos; a destacar la amabilidad de la señora y de su hijo posteriormente.
Tras dejar las cosas nos vamos de nuevo al tranvía, sentido inverso, a Parc des Sports, a disfrutar de la maravilla que es Estrasburgo, además sin lluvia, tan sólo el frío glaciar característico de estas latitudes y fechas;
Hago un inciso para mencionar que hemos venido bien avituallados de Asturias, con bandejas de embutidos, galletas, panecillos etc, haciendo bocatas de chorizo, queso, jamón etc pera nuestros peques, que comen de todo y muy bien, gracias a mi mujer que es la que organiza y se encarga de este tipo de logística que a mí me desborda
Callejeando llegamos a la zona de la fastuosa Catedral de Notre Dame, una maravilla, en un atestado Estrasburgo, ya que es sábado por la tarde y son las 16:30; mencionar que para acceder al centro está todo cortado y te revisan las mochilas, bolsos, carrito, etc, lo cual me parece estupendo, es todo muy ágil y rápido.
Como digo, la zona de la catedral es un hervidero de gente, muchos grupos que vienen a pasar el día; admiramos la Plaza Gutenberg, con la estatua del famoso inventor de la Imprenta que vivió años en Estrasburgo y donde dicen que empezó a imprimir, sosteniendo un libro en la mano en el que se puede leer: et la Lumière fût (y luego hubo luz), del Génesis en el Antiguo Testamento.
También cuenta esta plaza con su Mercado navideño, incluido el fotogénico árbol azul (éste año con Libia como país invitado)
así como ser un buen lugar desde el que observar la hipnótica fachada de la majestuosa Catedral, completada en 1439 de estilo gótico tardío y que no deja indiferente a nadie; hacemos tropecientas fotos, porque el tiempo y la decoración invita a ello, empapándonos del espíritu navideño propio de estas fechas.
Queremos entrar dentro para ver el famoso Reloj Astronómico, así como la Columna de los Ángeles, también llamada Pilar del Juicio Final (1230), admirando de paso la Casa Kammerzell, la más antigua de Estrasburgo (siglo XV, hoy es un hotel restaurante).
Las colas para entrar a la catedral son ki-lo-mé-tri-cas pero llevando un carrito gemelar no soy muy propenso a hacerlas, lo siento, algo de bueno tiene que tener empujar de 45 kilos (17 cada uno + 11 la silla) por media Europa! así que, aun viendo niños y carritos en la cola, me dirijo a la puerta, en donde me abren un cordoncito y accedemos, con mi mujer detrás que no era muy partidaria de colarse, al interior de la fabulosa Catedral, puede que más hermosa aún que la homónima parisina.
Con tres simples palabras en francés, de lo poco que domino ese idioma, es suficiente para abrirse paso con un carro gemelar: Attensssiónnn!!!! Mersssiiiiiii!!, S’il vous plait (sivupléeeee)!!!! , abriéndome paso entre la multitud para llegar a contemplar el ansiado reloj y la columna, de los que tanto había leído antes del viaje.
Parece ser que alguién dijo al Maestro arquitecto que diseñó la columna que se derrumbaría, y éste decidió en venganza inmortalizarle mirando la columna para toda la eternidad
Nos vamos de la Catedral, con sus colas, rumbo a la cercana Plaza Kléber (previa parada a repostar comida en un Auchan que está de paso), donde un imponente Arbol de Navidad nos atrae con su poderosa luz:
Justo antes de la plaza hemos visto un buzón de Papá Noel, rojo y con muchas luces, pero como nuestros peques ahora están fritos en la silla, decidimos no despertarles y dejar para más tarde lo de las cartas (traemos 4 cartas a Papá Noel). La plaza, la más grande de Estrasburgo, toma su nombre del general Jean-Baptiste Kléber, nacido en Estrasburgo en 1753 y cuya estatua en el centro alberga la urna funeraria que contiene sus restos.
Tras ver la plaza, con su pista de patinaje, comprar castañas y dárselas a los niños, que ya se han despertado, subimos hacia el Mercado Navideño por excelencia, el de la Place Broglie, donde una multitud de casetas, música y luces invitan a beber y comer
Avanzar con el carro por estos mercadillos estrechos y atestados se antoja imposible, por lo que mi mujer se zambulle en él para ver si ve sitios donde comer y puestos con bolas de navidad etc, mientras mis niños y yo nos damos un paseo con el carro por las afueras del mismo; mamá se ha llevado las castañas, error, asi que tengo que comprar más porque me están pidiendo jejeje, acercándome también a un puesto de crepes y metiéndome uno de Nutella que estaba riquísimo (a nuestro hijo Marco, que es más dulcero, también parece gustarle )
Tras ver el mercado navideño, bajamos por la rue des Estudiants, rumbo a la Place du Temple Neuf, donde había otro pequeño Mercado navideño:
y de aquí, de vuelta a la Plaza Kleber, admirando una de las calles mejor iluminadas en estas fechas, la Calle de Oro, que engalanan los comerciantes locales:
Los peques ya están despiertos así que nos acercamos de nuevo al buzón de Papá Noel para que los niños metan las cartas con toda su inocencia e ilusiones intactas:
Son las 19:15 y decidimos continuar hasta la Petite France (previa compra de leche para los biberones de los niños y el café mañanero en un Carrefour pequeño que vemos de camino), pasando por las icónicas Galeries Lafayette (El Corte Inglés de aquí)
y llegando en apenas 10 minutos hasta ésta otra famosa zona de Estrasburgo:
con casas mucho más de cuento, perfectamente iluminadas con motivos navideños, sus canales y todo el encanto que habíamos leído sobre ella, accediendo por el Mercado Navideño de la Place Benjamin Zix y la Place des Meniers,
callejeando y cruzando sobre el puente de madera de Pont Saint-Martin y llegando hasta la Iglesia de Saint-Thomas:
en donde se sitúa otro pequeño Mercado de Navidad, más orientado a la comida que a la decoración.
La vemos toda iluminada y dejamos para mañana el volver a verla más tranquilamente de día, si bien de noche las luces le confieren un encanto navideño total.
Volvemos por la cercana Plaza Gutenberg, que nos vuelve a causar una grata “Impresión” (chiste malo), parando a comprar recuerdos en las tiendas adyacentes a la catedral (haciendo el tonto con los gorros
y cruzando por el puente de la Rue de la División Leclerc (la 2.ª División Blindada de la Francia Libre, también conocida como División Leclerc, estaba formada casi íntegramente por unos 150 republicanos españoles bajo mando del general francés Philippe Leclerc de Hautecloque), observando la maravillosa silueta que ofrecen las casas junto al río ill, un afluente del Rin.
Llegamos al piso, tranvía mediante, sobre las 21 horas, un día que ha dado para mucho, preparando la cena a los niños, poniendo lavadora y a dormir