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Despertamos muy descansados pero demasiado pronto por el jet lag, así que me obligué a quedarme un poco más en la cama. Nos dimos una ansiada ducha con unos geles y champús que olían a gloria y abandonamos la casa justo a tiempo de conocer y despedirmos del propietario, que justo llegaba de comprarse un enorme café en Tim Hortons.
Teníamos claro dónde íbamos a desayunar pero arrastrábamos tanto hambre que paramos de nuevo pro el 7/Eleven a por un zumo, un muffin de huevo y otro de plátano (7,20$ CAD). Despúes, ya si quue fuimos a por el desayuno real en un lugar que por lo visto es una instutición para los residentes en las afueras de Vancouver: Bon’s off Broadway, un local altertativo lleno de pintadas en la pared donde sirven unos desayunos pantagruélicos desde 2.95$ CAD. Esperamos un rato nuestro turno porque estaba abarrotado y pedimos uno normal (salchichas, 2 huevos, tostadas, jamón y patatas, el de 2.95) y otro con bacon que valía 6$.... no vale la pena esa diferenica. A final pagamos 10$ CAD por todo siendo bastante rácanos con la propina.
Después ya por fin nos encaminamos hacia Vancouver, esa ciudad que siempre aparece en los rangkins de las mejores para vivir ¿Sería verdad? Estábamos deseando comprobarlo. Lo primero que hicimos fue aparcar en uno parking privado cubierto (importante esto, ya que llevábamos todo el equipaje en el maletero). Organizando el viaje vi que los más económicos eran los de la cadena EasyPark, así que llevaba anotado uno con buena localización: El Easypark 27, en el 775 e Hamilton St. Las tarifas varían de uno a otro pero en ese un día cuesta 8.50$ CAD si no hay evento (cosa que no se avisa), así que no creo que haya precio mejor.
Cuando aparcamos, fuimos a cambiar dinero a Charlys Currency Exchange, en el 827 de Granville St. El cambio estaba genial, a 1€=1.45$ CAD, así que después de esperar un poco de cola, cambiamos 1000€. Os adelanto que no hizo falta cambiar más en todo el viaje, aunque alguna cosilla sí pagamos con tarjeta.
Con los derebres hechos fuimos andando hasta el barrio la puerta de Chinatown, uno de los más importantes de Norteamérica pero que a esa hora estaba muy vacío.
Aprovechamos para comprar souvenirs en una tienda que vimos abierta y fue un acierto, porque en todo el viaje no volvimos ni de lejos a ver unos precios como esos. Con nuestros imanes varios, parche, postales y taza (23$ CAD todo), ya decidimos entrar en los jardines Dr. Su Yat-Sen.
Hay una parte gratuita y otra de pago, nosotros y todos los turistas optamos por lo primero. Se trata de un jardín chino poco cuidado y sin nada especial, más allá de una grulla que anadaba por allí y el contraste con los enormes edificios acristalados detrás.
Viendo que el barrio no daba para mucho más, decidimos ir hacia Gastown pero siguiendo una recomendación un poco extrema, lo hicimos por Hastings St para ver el contraste. Resulta que ya entrado en Chinatown llevábamos un rato viendo alo muy raro: bastantes vagabundos y yonkis muy jóvenes con lo suyo. Lo del contraste de Hastings St era para ver este panorama a lo grande en una ciudad con tanta calidad de vida como la que se le presupone a Vancouver. Y lo cierto es que es muy gore, pero también curioso. Decenas de jóvenes echadísimos a perder, drogándose en plena calle como si nada…. Vimos hasta a uno al que le estaban haciendo la RCP en directo, como si fuera el pan de cada día. Sin recrearnos demasiado ni cantearnos, pasamos de largo y en nada estábamos en Gastown, nada que ver. Este barrio histórico es famooso porque desde él comenzó a expandirse la ciudad de Vancouver de la mano de Gassy Jack, dueño de un bar al que han dedicado una estatua.
La arquitectura del barrio es muy chula, con bastante aire al SoHo neoyorkino y a lo que yo me imagino que es Nueva Orleans.
El emblema del barrio es su reloj de vapor, el primero del mundo.
Vimos una tienda de The North Face y no pudimos evitar entrar…. Nos hubiéramos llevado todo de la marca e innumerables souvenirs textiles con motivos canadienses, pero los precios eran prohibitivos.
Eran las 13:30 cuando llegamos a Canada Place, el puerto de Vancouver y nos quedamos con la boca abierta con las dimensiones de los cruceros que de ahí parten hacia Alaska. Impresionantes, os lo juro.
Visitamos también la estatua Digital Orca y el Pebetero de las Olimpiadas de invierno de 2010 y disfrutamos de las vistas de North Vancouver a un lado, con colinas verdes y grandes chalets, y del skyline de la ciudad al otro, con sus rascacielos acristalados tan uniformes.
Continuamos andando junto al mar, cruzándonos con familias en bici y jóvenes al sol disfrutando den domingo en los parques. Poco después llegamos a nuestro destino, la tienda Ezee Riders de Robson St. Durante el camino vimos muchos lugares de alquiler de bicicletas, pero sabíamos que ese era el más barato (5.50$ CAD la hora). Nos llevamos las últimas bicis del local… y la verdad es que estaban un poco reventadas, pero tampoco íbamos a hacer una etapa del Tour, tan solo recorrer Stanley Park, el parque más famoso de la ciudad.
La primera parada dentro del mismo fueron los tótems, que en su día fueron el equivalente de los escudos de armas para las tribus de Canadá y Alaska. Son grandes palos de madera que tienen talladas figuras principalmente de animales y cuentan alguna historia.
Después hicimos una pequeña parada para ver el skylIne de la ciudad y seguimos rodeando la península en la que está el parque hasta llegar a la escultura de Girl in a Wetsuit (equivalente a la Sirenita de Copenhague), el puente de Lions Gate, Siwash Rock y Third Beach, una playa que nos gustó muchísimo.
Devolvimos las bicis 1h y 40 minutos después y nos cobraron un total de 20$. Después, el brunch de Bon’s off Broadway empezó a quedarnos lejos y pasamos por un supermercado Safeway para comprar algo de comida al peso (pasta, ensalada y samosas + ibas bebidas 8$ CAD) en la sección de DELI y nos los comimos a la salida.
Estábamos un poco cansados de andar pero seguimos con nuestra ruta dirección English Bay Beach, una de las playas principales de la ciudad llena de jóvenes tomando el sol, charlando sentados en unos enormes troncos que hacen las veces de bancos, muy típico en esa zona, jugando con el balón o el frisbee y escuchando música (principalmente latina), pero todo en un ambiente muy respetuoso.
Un poco más adelante, está la escultura del Inukshuk. Estas construccione de priedra servían a los inuit para orientarse en sus rutas por los territorios del norte, sobre todo para señalar lugares de pesca. Este en concreto fue símbolo de los Juegos de Invierno de 2010.
Junto a él había un grupo de jóvenes practicando acroyoga al atardecer y desde ese punto no dejamos de encontranos a gente corriendo, patinando, montando en bici, haciendo flexiones o jugando a cualquier cosa que implicara movimiento de cuerpo… Me pareció admirable esa filosofía de hacer del deporte al aire libre una forma de vida que esto segura que es uno de le los motivos que llevan a decir que en Vancouver se vive muy bien.
Despúes de una larga caminata por Sunset Beach, subimos al puente Granville, desde donde obtuvimos las mejores vistas de la ciudad sin ninguna duda.
La intención era llegar a Granville Island para merendar en su mercado artesanal pero desde las alturas nos dimos cuenta de que hubiese sido mejor ir en barco. El acceso a pie no era tan fácil como parecía y llegaríamos justo cuanto cerrara el mercado, un pena. Nos consolamos pensando que en barco público (5 minutos de trayecto desde la otra orilla en Susent Beach) nos habríamos perdido las vistas desde las alturas.
Siguiendo con la caminata por Granville St en dirección al centro y disfruté mucho en los aledaños del Teatro Vogue y el Orpheum…. Me trasladaron imaginariamente a mi tan ansiada Santa Mónica o Venice… no esperaba para nada encontrar una arquitectura tan distinta al resto de la ciudad.
Cerca de las 20:00 dimos por finalizado el recorrido del día, que nos había dejado con muy buenas impresiones. Cenamos en Robson St, cerca del parking, en un sitio japonés llamado Bentoya. Allí disfrutamos de una comida muy original: una especie de poké bowls pero servidos en unos de pizarra, con los ingredientes chisporroteando como en un churrasco. Además pedimos unos takoyakis para picar y agua gratis (la ponen siempre del grifo). La cena nos costó 38$ CAD con propina incluida.
Recogimos el coche pagando solamente los 8.50$ CAD sin sustos, y nos despedimos de Vancouver dirección Surrey, un pueblo de las afueras, pero antes, paramos en un supermercado Wallmart también a las afueras para abastecernos de básicos para el viaje, ya que los precios en las Rocosas suben muchísimo.
Compramos dos enormes bricks de leche vegetal (incomprensiblemente más baratos que la de vaca, al contrario que aquí), ensaladas preparadas para el día siguiente, tomates, pepinos, tomate de bote, pasta, queso, bacon al vacío, galletas, latas de champiñones, atún y garbanzos, muesli, fruta, pan de molde y agua. La verdad es que la variedad de comida real era muy poca a pesar de lo enorme que era supermercado, la calidad escasa y los precios altísimos. El embutido, con muy mala pinta y carísimo (para colmo no te lo puedes traer de España), y las latas, sin abrefacil. Importante traeros un abrelatas de España para venir en este plan. Toda la compra nos salió por 68.50$ CAD.
Pocos minutos después llegamos a nuestro alojamiento de ese día, Elgiana Villa. Por momentos creímos estar en la casa del Príncipe de Bel-Air, una pasada. Los dueños eran un matrimonio de origen filipino muy majo de mediana edad. Nos dijeron que podíamos usar lo que quisiéramos de la casa. Caminamos por la mullida moqueta del pasillo y de nuestra habitación, que era como ir por las nubes, e hicimos uso del enorme baño con todo lujo de detalles y productos de higiene de primera calidad antes de caer derrotados en nuestra enorme cama. Viva Canadá.
GASTOS DEL DÍA PARA DOS PERSONAS
- Pre desayuno: 7,20$ CAD
- Brunch: 10$ CAD
- Parking: 8.50$ CAD
- Souvenirs: 23 $ CAD
- Alquiler de bicis: 20$ CAD
- Comida en supermercado: 8$ CAD
- Cena: 38$ CAD
- Compra grande en supermercado: 68.50$ CAD
Total 2 personas: 183,20$ CAD (125,25€)
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