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Hoy nos despedíamos de nuestra querida Kinvara y seguiríamos nuestro camino hacia el norte. Antes de bajar a desayunar, dejamos todo más o menos preparado para no perder mucho tiempo a la hora de marchar. Echamos un vistazo por la ventana y el suelo está mojado (habíamos oído llover por la noche), el cielo encapotado y 15ºC.
Degustamos otro magnífico desayuno y nos despedimos de nuestra peculiar, pero a la vez simpática anfitriona para ponernos en camino. En el primer sitio que encontramos, paramos a echar gasolina (25,26L x 1,409€ = 35,60€).
Al acercarnos por la circunvalación de Galway el cielo se cerró y se puso a llover copiosamente. Aunque no lo teníamos planificado, el día anterior vimos el cartel del castillo de Aughnanure y como nos “pillaba” de camino, decidimos visitarlo. ¡Total!
Degustamos otro magnífico desayuno y nos despedimos de nuestra peculiar, pero a la vez simpática anfitriona para ponernos en camino. En el primer sitio que encontramos, paramos a echar gasolina (25,26L x 1,409€ = 35,60€).
Al acercarnos por la circunvalación de Galway el cielo se cerró y se puso a llover copiosamente. Aunque no lo teníamos planificado, el día anterior vimos el cartel del castillo de Aughnanure y como nos “pillaba” de camino, decidimos visitarlo. ¡Total!
El castillo de Aughnanure, fue construido por los O'Flaherty’s en el siglo XVI y se encuentra en un entorno pintoresco, cerca de las orillas del lago Corrib. Situado en lo que sería una isla rocosa, el castillo es un ejemplo particularmente bien conservado de una casa torre irlandesa.
El precio de la entrada es de 5€ por persona y es válida la tarjeta OPW.
El precio de la entrada es de 5€ por persona y es válida la tarjeta OPW.
Aunque existe la posibilidad de hacer visitas guiadas gratuitas, se tienen que formar grupos de por lo menos, veinte personas, y como ya había un tour en marcha, decidimos no esperar y hacer la visita por nuestra cuenta. Los paneles explicativos están en inglés, pero en la entrada nos dieron unos folletos en español, con lo que pudimos comprender mejor la historia del castillo.
Durante toda la visita no paró de llover, pero afortunadamente, de vez en cuando nos daba una tregua y pudimos dar un breve paseo por los exteriores de la torre.
A las 11h seguimos camino y a la altura de Oughterad, al igual que el día interior, nos encontramos una manifestación reivindicando la conservación de las especies autóctonas en los lagos de la zona. También nos encontramos con una prueba ciclo-turista que nos hizo perder algo de tiempo porque con las carreteras tan estrechas era imposible adelantar a las bicis con seguridad.
Sobre las 13h, cerca de Ballinrobe, hicimos una parada técnica y aprovechamos para comprar la comida (9€). También probamos una especie de morcilla negra que, como os podéis imaginar, no tenía nada que ver con la que podemos comer en España. Era bastante más seca, pero siendo sinceros, no tiene mal sabor.
Llegamos a Downpatrick Head pasadas las 14h y aunque durante todo el viaje no había parado de jarrear, según nos bajamos del coche, mágicamente, la niebla baja se disipó y aunque el cielo seguía teniendo un tono gris amenazante, podíamos ver el paisaje a nuestro alrededor. Nos sorprendió (a medias) que junto al cartel explicativo, había una ikurriña (bandera de Euskadi).
Después de un breve paseo de diez minutos, llegamos al borde de los acantilados y sólo podemos decir que nos quedamos asombrados. Lo primero que nos llamó la atención, fue el terreno con un color verde intenso como pocas veces hemos visto. Además, en determinadas zonas, el terreno estaba como almohadillado. Muy curioso de ver y pisar.
Pero lo más fotografiado de Downpatrick Head es sin duda el farallón conocido como “the broken fort” que se eleva hasta 50 metros por encima del mar y a tan sólo 80 metros de la costa. Tal y como se indica en la información de los carteles, en la superficie del farallón son visibles aún las ruinas de un antiguo fuerte que estaba unido con la costa a través de un puente que un huracán derribo en el siglo XIV.
En un promontorio cercano también pudimos ver un monumento y un “pozo sagrado” que está dedicado a veinticinco irlandeses que huyeron de los soldados británicos durante el levantamiento. En 1795 huyeron a las cuevas de Downpatrick Head, pero perecieron cuando llegó la marea e inundó las cuevas antes de que pudieran salir.
Como suele pasar cuando te lo estás disfrutando, el tiempo pasa volando y nos dieron las 16h sin apenas darnos cuenta. Así que decidimos volver al coche y sacar unas últimas fotos de la costa. Cuando pusimos en el GPS nuestro siguiente destino, el círculo megalítico de Carrowmore, Google nos dijo andábamos muy mal de tiempo y que no íbamos a tiempo de visitarlo. What????
Sopesamos las alternativas. Como no queríamos andar deprisa y corriendo como pollos sin cabeza, decidimos dejar la visita para otro día y poner rumbo a otro destino que no tenía horario, a tan sólo 30 minutos del nuevo alojamiento. Por el camino, hicimos una parada técnica y aprovechamos para merendar (2 cafés + 2 croissants = 9,90€)
La cascada de Glencar tiene unos 15 metros de altura y está situada en el lago Glencar y sirvió como inspiración para el William Butler Yeats, poeta y dramaturgo irlandés de los siglos XIX y XX. La cascada es mencionada en su poema 'The Stolen Child'.
"Donde el agua errante brota
de las colinas por encima de Glen-Car,
en las piscinas entre las prisas
que apenas podrían bañar a una estrella"
de las colinas por encima de Glen-Car,
en las piscinas entre las prisas
que apenas podrían bañar a una estrella"
Hay un área de picnic, parque infantil, centro de información turística (cerrado), baños públicos (abiertos), cafetería (cerrada) y el parking bastante grande, prácticamente para nosotros solos (gratuito).
A la cascada se accede a través de un bonito, corto y sencillo paseo entre árboles, adaptado para personas con discapacidad o movilidad reducida. Sí ha llovido recientemente, tiene una bella caída.
A la cascada se accede a través de un bonito, corto y sencillo paseo entre árboles, adaptado para personas con discapacidad o movilidad reducida. Sí ha llovido recientemente, tiene una bella caída.
A las 19h45 llegamos a Strandhill, un pueblo costero (muy ligado a la práctica del surf) cerca del aeropuerto de Sligo. A pesar de llegar ya casi de noche, no nos costó encontrar el alojamiento ya que estaba en la calle principal. El alojamiento está dividido en dos edificios: un hostel y un lodge (con habitaciones privadas). Nosotros elegimos la segunda opción.
Aunque cuando hicimos la reserva en booking.com ponía que se podía pagar con tarjeta, al llegar, la chica que nos atendió nos dijo que tenían problemas con el datafono y nos preguntó si no nos importaba pagar con “cash”. Le dijimos que, si había cajero en el pueblo, no había problema en acercarnos a sacar dinero.
Mientras localizábamos el cajero, vimos el pub The Strand que tenía buena pinta por fuera y decidimos que podía ser un buen sitio para cenar. De vuelta al alojamiento, preguntamos si había alguna lavandería en el pueblo. Habíamos visto que sí que había en una gasolinera cercana. La chica que nos atendió nos dijo que por 8€ nos podía hacer ella la colada en las máquinas que tenían para el local. Así que decidimos aprovechar la oportunidad para lavar un montón de camisetas y ropa interior que ya se estaba acumulando y que empezábamos a necesitar limpia.
Después de pagar el alojamiento e instalarnos en nuestra habitación, salimos a dar un paseo hasta la playa y fuimos a cenar. Dos pizzas + refrescos por 31,05€.
Aunque cuando hicimos la reserva en booking.com ponía que se podía pagar con tarjeta, al llegar, la chica que nos atendió nos dijo que tenían problemas con el datafono y nos preguntó si no nos importaba pagar con “cash”. Le dijimos que, si había cajero en el pueblo, no había problema en acercarnos a sacar dinero.
Mientras localizábamos el cajero, vimos el pub The Strand que tenía buena pinta por fuera y decidimos que podía ser un buen sitio para cenar. De vuelta al alojamiento, preguntamos si había alguna lavandería en el pueblo. Habíamos visto que sí que había en una gasolinera cercana. La chica que nos atendió nos dijo que por 8€ nos podía hacer ella la colada en las máquinas que tenían para el local. Así que decidimos aprovechar la oportunidad para lavar un montón de camisetas y ropa interior que ya se estaba acumulando y que empezábamos a necesitar limpia.
Después de pagar el alojamiento e instalarnos en nuestra habitación, salimos a dar un paseo hasta la playa y fuimos a cenar. Dos pizzas + refrescos por 31,05€.
Lo mejor de todo, fue que cenamos con música en directo y no queremos decir que las pizzas no estuvieran buenas, ¡qué lo estaban! Esa noche en el escenario una pareja interpretó versiones de canciones muy conocidas y también repertorio popular irlandés. Como nos habían permitido sacar fotos y grabarles en video durante la actuación, en uno de los descansos aprovechamos para acercarnos a saludarles.
Pasadas las 22h volvimos al alojamiento y nos pusimos con las tareas diarias. Tampoco conseguimos meternos en la cama antes de la media noche… si es que no tenemos remedio. Nos reímos de los que dicen que las vacaciones son para descansar.
*** final del día 12 ***
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