Durante el viaje que hicimos en marzo de 2019 para contemplar la floración de los árboles frutales en Cieza, a la que me he referido en etapas anteriores de este diario, aprovechamos también para conocer algunos lugares de la Región de Murcia que todavía no habíamos visitado y que despertaban nuestra curiosidad por varios motivos. Uno de esos lugares era Caravaca de la Cruz, uno de los lugares emblemáticos del culto católico en España, y en el mundo, en realidad, ya que en 1998, siendo Papa Juan Pablo II, se catalogó a esta localidad como una de las ciudades santas para el catolicismo, junto con Roma, Santiago de Compostela, Jerusalén y Santo Toribio de Liébana, lo cual significa el reconocimiento de la devoción a la Vera Cruz con la celebración a perpetuidad de una peregrinación jubilar cada siete años. El primero de estos Años Jubilares de Caravaca fue 2003. A ello se debe también su denominación como Caravaca de la Cruz, es decir, la Ciudad de la Cruz.
Situación de Caravaca de la Cruz en el mapa peninsular según Google Maps.
Caravaca de la Cruz está situada a 74 kilómetros de Murcia capital, en un trayecto muy cómodo que dura unos 75 minutos, ya que se circula 68 kilómetros por la autovía RM-15, hasta Ceheguín, donde se toma la carretera RM-517 para realizar los restantes seis kilómetros, desde la que ya se contempla la gran mole de la Basílica de la Vera Cruz. Si sólo se pretende ver esta edificación, es posible ir directamente y buscar aparcamiento en las inmediaciones, sin meterse por el centro de la ciudad, cuyo tráfico puede ser complicado y más aún hallar un hueco para dejar el coche. En nuestro caso, habíamos reservado una noche de alojamiento en el Hotel Hospedería Almunia, muy confortable y situado en el mismo centro, a un paso del Ayuntamiento, lo cual resultó una ventaja para movernos por Caravaca, pero nos complicó algo la vida en cuanto a estacionar el coche, pues se encuentra en una calle semi-peatonal. El problema fue que no nos dimos cuenta y tuvimos que apañárnoslas malamente para salir de allí, esquivando traicioneros bolardos en forma de bola. En fin, nada grave, después de todo.
Itinerario desde Murcia según Google Maps.
A principios de marzo, todavía sin el cambio de hora, los días no son muy largos y llegamos cuando ya casi era de noche. Entre unas cosas y otras, se nos hizo algo tarde y fuimos directamente a cenar a la Avenida Gran Vía, una de las calles principales, que está al lado del hotel. No recuerdo lo que tomamos ni para bien ni para mal, así que supongo que fue correcto en cuanto a menú y precio.
Recorrido nocturno por Caravaca de la Cruz.
Después fuimos a dar una vuelta por el centro, que estaba muy poco concurrido. Durante el día había hecho sol y buena temperatura; por la noche era otro cantar y se notaba bastante frío.
Tres perspectivas de la bonita Plaza del Arco: con el Arco que le da nombre (foto de arriba), la Iglesia de El Salvador al fondo (foto de en medio) y el Ayuntamiento (foto de abajo)
Aunque no fue muy largo, el paseo me gustó, pues vi una iluminación sin estridencias, tenue y en diferentes colores pero acertada, algo que se nota al tomar fotos. A continuación pongo un resumen fotográfico de mi paseo nocturno. Los detalles los dejo para más adelante, ya con plena luz del día.
Algunos datos sobre Caravaca de la Cruz.
Capital administrativa de la comarca del Noroeste murciano, está situada a 625 metros de altitud sobre el nivel del mar y cuenta actualmente con una población que supera los 27.000 habitantes, que se dedican a la fabricación de calzado (alpargatas, especialmente), la industria alimentaria y de la piedra, árboles frutales, vid, olivo, los cereales, el ganado ovino y caprino y, naturalmente, el turismo cultural y religioso. Además, cuenta con unas destacadas Fiestas de Moros y Cristianos, y otro festejo, llamado Caballos del Vino, es candidato a ser declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Esta fiesta, de la que existen referencias históricas desde el siglo XVII, tiene lugar entre el 1 y el 3 de mayo y presenta un triple concurso con caballos, de monta a pelo, enjaezado y carrera.
En las proximidades de Caravaca se encuentra la Cueva Negra, yacimiento paleolítico donde se sitúan los restos más antiguos de fuego de la época en Europa. En el entorno de la actual ciudad, los asentamientos humanos más antiguos podrían remontarse a unos 2.400 años a.C. En la Edad Media, Caravaca se convirtió en cruce de caminos entre los Reinos de Granada y Murcia, hasta que el Tratado de Alcaraz de 1243 consolidó su pertenencia a la Corona de Castilla. Tras las revueltas mudéjares, fue encomendada a la Orden del Temple y luego a la de Santiago, con la cual se expandió en una jurisdicción que llegaba desde el Valle de Ricote hasta Yeste.
En el siglo XIV se vio mermada por las contiendas provocadas por los conflictos fronterizos entre árabes y cristianos, y la peste, pero se recuperó después de la caída del Reino de Granada y conoció una etapa de prosperidad durante los siglos XV y XVI, hasta el punto de convertirse en la tercera población más poblada de Murcia tras la capital y Lorca. Durante la Guerra de la Independencia, la ciudad y su comarca fueron devastadas por las tropas francesas tras duros combates con la población que se organizó para resistir los asedios. En 1849 recibió el título de ciudad por parte de la reina Isabel II.
Caravaca posee un interesante casco histórico, que fue lo primero que visité por la mañana temprano, nada más desayunar, utilizando como guía un plano turístico que me entregaron en el hotel, y que también pude ver en varios paneles informativos municipales en la calle.
Me pareció muy vistosa la Plaza del Arco, que debe su nombre al arco por el cual se accede a ella. Allí se encuentra el Ayuntamiento, edificio barroco del siglo XVIII. En esta plaza, además de la Oficina de Turismo, hay varias tiendas de productos típicos, bares y restaurantes, ya que es un lugar muy visitado por visitantes y peregrinos al encontrarse muy cerca de las escaleras que conducen a la Basílica de la Vera Cruz.
Plaza del Arco, Ayuntamiento y entorno.
Siguiendo por la calle de las Monjas, enseguida me encontré con la Iglesia de El Salvador. Data del siglo XVI y está considerado uno de los mejores ejemplos del estilo renacentista en Murcia. Tiene una portada muy original en forma de arco de triunfo de medio punto que da acceso al templo; también hay destacar el juego de pilastras y semi- columnas jónicas, de tres cuerpos con radios diferentes, así como los adornos de conchas y metopas con las cruces de Caravaca y de Santiago.
Al continuar por esa calle, se llega al Convento de Santa Clara, fundado en 1609 y con una iglesia muy sobria de principios del siglo XVIII. En las inmediaciones de esta zona hay diversas calles con casas blasonadas, como el Palacio de los Uribe y el Palacio de la Encomienda, de la época de expansión de Caravaca en el siglo XVI.
Otros edificios religiosos (al menos en su origen) interesantes son la Iglesia Parroquial de la Concepción, la Iglesia de la Compañía de Jesús (hoy Centro Cultural Municipal), la Iglesia de la Soledad, del siglo XVI (Museo Arqueológico, actualmente), el Convento de las Madres Carmelitas (fundado por Santa Teresa de Jesús) con la iglesia rococó de San José y el Convento de los Padres Carmelitas, fundado por San Juan de la Cruz en 1586, pero construida en el siglo XVII. Actualmente funciona como Hospedería.
Tanto la Iglesia de la Concepción como el Convento de Nuestra Señora del Carmen (que hoy es una hospedería) se encuentran en la Plaza de San Juan de la Cruz, como a medio kilómetro de la Plaza del Arco, en la parte baja de Caravaca. Como fui a pie (lo más aconsejable, por supuesto), tuve que afrontar unas empinadas calles en cuesta, algunas con escaleras y todo, que luego me vi obligada a subir a la vuelta, naturalmente.
Allí también pude ver el llamado Templete o Bañadero, monumento barroco del siglo XVIII, de planta hexagonal, donde tiene lugar el ritual del baño, con la llegada de la Cruz, cada 3 de mayo, en una ceremonia que viene celebrándose desde el siglo XIV. Este rito tiene su origen en 1383, cuando se pidió agua bendita para sofocar una plaga de langosta que asolaba los campos
De regreso a la Plaza del Arco, me reuní con mi marido, que se había quedado comprando productos típicos allí y, por la Cuesta del Castillo, nos dirigimos ya hacia el Santuario o Basílica de la Vera Cruz, que se encuentra en lo alto de un risco, si bien previamente nos deleitamos con las imponentes vistas que ofrece el paseo panorámico que circunda la Basílica por su parte inferior sobre la ciudad y los campos y montañas adyacentes.
En un día claro como aquel pudimos vislumbrar todo lo que habíamos visitado anteriormente (y lo que no también) a vista de pájaro y con el mayor detalle. Un mirador estupendo. No hay que perdérselo.
Por cierto que hasta el Santuario se puede llegar en coche, puesto que dispone de un amplio aparcamiento como cabe esperar de un sitio de peregrinación al que acude gente de toda condición física; lo que ignoro es si hay que pagar o es gratuito.
Basílica de la Vera Cruz.
Las construcciones que han ocupado el cerro tienen origen musulmán, de los siglos X y XI. No obstante, los restos más antiguos del recinto amurallado con varias torres que se conserva actualmente corresponden a finales del siglo XV. En el interior de este recinto había otro de planta poligonal utilizado como residencia señorial que fue destruido en el siglo XVII para construir el Templo de la Vera Cruz y el edificio anexo de la Casa del Capellán.
La Basílica y Santuario de la Vera Cruz, de estilo barroco, se empezó a construir en 1617 sobre una capilla medieval que albergaba el lignum crucis y se terminó en 1703, si bien los mármoles rojos y negros de su portada se añadieron varios años después.
Entre la historia y la leyenda, la Cruz de Caravaca (Vera Cruz = Cruz Verdadera) es un fragmento de madera de la cruz en la que murió Jesucristo, compuesta de un pie (17 centímetros de alto) y dos travesaños paralelos desiguales (de 7 y 10 centímetros) que forman cuatro brazos. Según la tradición, perteneció al patriarca Roberto, primer obispo de Jerusalén en 1099 tras ser conquistada a los musulmanes en la Primera Cruzada. Milagrosamente, en 1229, la reliquia apareció en Caravaca, comenzando la llegada de peregrinos desde el mismo siglo XIII. La madera original sufrió diversas vicisitudes a lo largo de los siglos hasta que fue robada en 1934. Nunca se localizó. Después de la Guerra Civil, el recinto del castillo se utilizó como campo de concentración y posteriormente fue abandonado. Años después, el Papa Pio XII entregó a Caravaca dos astillas de la cruz que Santa Elena, madre del emperador Constantino, llevó de Jerusalén a Roma en el siglo, lo que permitió reanudar la veneración anterior.
El acceso al templo es gratuito, aunque para contemplar la reliquia hay unos horarios concretos. Está prohibido sacar fotografías en el interior. Sí lo permiten en el claustro anexo.
Después de ver la Basílica, volvimos a la Plaza del Arco por el barrio medieval, que se encuentra en torno al castillo, y que ha conservado su trazado original de los siglos XII y XIII, con callejuelas, placetas y callejones sin salida, entre los que se puede observar restos de la antigua muralla.
Las Fuentes del Marqués.
Antes de marcharnos, no quisimos dejar de visitar uno de los espacios naturales más emblemáticos de Caravaca, las Fuentes del Marqués, que se encuentran a poco más de dos kilómetros del centro urbano, a los pies de las Sierras del Gavilán y el Buitre. Existe una senda para llegar a pie desde la misma ciudad, pero nosotros fuimos con el coche para ahorrar tiempo y no tuvimos ningún problema para aparcar.
Centro de Visitantes.
Este paraje natural cuenta con varias pistas y senderos para recorrerlo, contemplando cuatro nacimientos de agua, que corre cristalina antes de ser canalizada entre juncos, zarzamoras, higueras, fresnos, pinos, álamos…
Como fuimos en un día laborable de marzo, no vimos mucha gente por allí, pero nos pareció que se trata de un área recreativa muy concurrida por los caravaqueños en fines de semana y cuando aprieta el calor.
También ofrece unas bonitas vistas de Caravaca y su Santuario. Después, nos tocaba seguir conociendo la provincia de Murcia.