VALLE DE RICOTE.
El Valle de Ricote, también conocido como el Valle Morisco, es una comarca histórica situada al norte de la provincia (y Comunidad Autónoma) de Murcia, en la cuenca media del río Segura. Los municipios que la integran son Archena, Ojós, Ricote, Ulea y Villanueva del río Segura.
Situación del Valle de Ricote en el mapa peninsular según Google Maps.
Cuando se contemplan imágenes de esta zona, gente de otras latitudes puede sorprenderse al no identificarlas con el estereotipo que pueden haberse forjado de la región murciana, pero sin duda resultan tan atractivas que el deseo de contemplar in situ tales paisajes aparece enseguida. Y es que el contraste entre las frondosas huertas paralelas al río, enmarcadas por un fondo de onduladas colinas desiertas salpicadas de palmeras nos produce la impresión de estar inmersos en un extenso y bello oasis.
Nuestra primera referencia de esta zona la tuvimos a través de una reserva para pasar un par de días en el Balneario de Archena, a principios de un mes de septiembre de hace unos años. Fue esa corta estancia la que nos llevó a descubrir un paisaje inesperado, que nos gustó hasta el punto de preparar, tiempo después, una nueva escapada, en la que visitamos también lugares tan interesantes y distintos entre sí como Caravaca de la Cruz, Calasparra y Moratalla. Además, aprovechamos la época de la floración de los árboles frutales, especialmente bella en Cieza, que convierte sus campos en una fantástica e interminable alfombra de tonos rosas, fucsias, blancos y verdes. Lo cuento en otra etapa de este diario, cuyo enlace es el siguiente:
FLORACIÓN EN CIEZA (Murcia). Una alfombra de paisajes teñidos de rosa.
FLORACIÓN EN CIEZA (Murcia). Una alfombra de paisajes teñidos de rosa.
Volviendo al Valle de Ricote, decir que los íberos y los romanos ya conocían las cualidades de sus aguas termales, si bien fue a partir del siglo VIII, con la invasión árabe, cuando esta zona entró de lleno en la historia. En el siglo XIII, el caudillo Ibn Hud lideró el levantamiento del castillo de Ricote y durante una década dirigió la resistencia musulmana frente a las acometidas cristianas, que incorporaron, por fin, el Reino de Murcia, Valle de Ricote incluido, a la Corona de Castilla en 1243 mediante el Tratado de Alcaraz. No obstante, en 1284, Sancho IV de Castilla entregó el Valle de Ricote a la Orden de Santiago por su apoyo a sus aspiraciones al trono, excepto Archena, que fue cedida a la Orden de Malta.
Foto del plano del Valle en un panel informativo de Abarán.
El Valle de Ricote es conocido también como el Valle Morisco, ya que de aquí salieron los últimos tras el decreto de expulsión promulgado por Felipe III en 1609, que ellos lograron retrasar hasta 1614, en que se publicó otro decreto por el cual fueron embarcados en el puerto de Cartagena rumbo al Norte de África.
Itinerario por el Valle de Ricote.
Desde Abarán hasta Archena la distancia es de apenas 22 kilómetros de carretera que se recorren en unos 40 minutos, aunque la realidad es que requiere bastante más tiempo porque hay mucho que ver por el camino si se va en plan turístico, claro. Nosotros llevábamos una ruta que mezclaba varias cosas, así que el recorrido no lo hicimos exactamente así, pero creo que como lo voy a poner es el modo mejor y más claro para que se entienda bien. Y esta ocasión, emprendimos un recorrido eminentemente paisajístico, sin visitas detenidas a pueblos o monumentos.
NORIAS DE ABARÁN.
Después de pasar dos jornadas en Cieza, admirando la floración de los árboles frutales, salimos hacia Abarán, donde hicimos un bonito recorrido a pie, contemplando el principal conjunto de norias tradicionales de la región de Murcia, algunas de las cuales siguen funcionando todavía para el riego de los huertos y los frutales. El agua que alimenta estas norias la toman dos acequias desde el río Segura en un paraje llamado Menjú.
La ruta peatonal para recorrerlas es fácil y muy agradable, a través de un sendero fluvial con un paisaje muy bonito, sobre todo en la época de floración de los frutales, como era el caso. El itinerario está perfectamente señalizado y con paneles informativos en los puntos más importantes, tiene poco más de un kilómetro de longitud (hay que añadir la vuelta) y en apenas media hora se ven cuatro norias: Noria de la Hoya de Don García, Noria Grande, Noria de la Ñorica y Noria de Candelón.
Panel informativo de la Ruta de las Norias.
El recorrido se puede empezar desde varios puntos. Nosotros lo hicimos comenzando por la Noria de la Hoya de Don García, la más próxima a la carretera según llegábamos de Cieza. Sin embargo, el aparcamiento no era sencillo; así que, seguramente, sería mejor ir hasta el núcleo urbano y dejar el coche allí.
La primera noria que vimos fue la Hoya de Don García, construida íntegramente de madera en 1818 y reconstruida en 1951. Con 8,20 metros de diámetro, nos pareció muy bonita y sigue funcionando perfectamente.
Continuamos en paralelo a la acequia, dejando a ambos lados naranjos, limoneros y frutales en flor, conformando un paisaje precioso, en el que aparecía, al fondo, Abarán.
Ya en el núcleo urbano, llegamos hasta la Noria Grande, de la que se dice que es la mayor en funcionamiento de toda Europa. La vimos en buenas condiciones, pero parada. Después completamos el paseo con las dos restantes, Ñorica, la menor, metálica, con algún elemento de madera; y Candelón, remodelada en 1968 conservando su estructura original. Estaba en funcionamiento.
BLANCA.
MIRADOR DEL ALTO DE BAYNA.
Resulta curioso que a esta localidad de nombre “Blanca” se la conociera antaño como “La Negra”, por el color de la roca de la montaña en cuya ladera se asienta. A orillas del Segura, de camino al Embalse de los Ojós.
Es obligado detenerse en una pasarela metálica, convertida en el Mirador del Alto de Bayna, desde donde se contempla una hermosa panorámica del río Segura, con vistas al Embalse del Azud, al Parque de las Cuevas y a la población de Blanca. Una parada imprescindible.
MIRADOR DEL AZUD. EMBALSE DEL AZUD DE OJÓS.
Ya saliendo de la población, a unos cuatro kilómetros y antes de cruzar un túnel que nos lleva al otro lado de la presa, nos detuvimos para ir al Mirador del Azud, sobre el Embalse, cerca del Área Recreativa de La Navela. Hay que caminar unos pocos minutos por un sendero de tierra hasta localizarlo. El sol estaba bajo y no era el mejor momento, pero ofrece bonitas vistas sobre el Embalse de Azud de Ojós, las Sierras de la Umbría y del Oro a la izquierda, y la del Solán, al fondo, a la derecha.
Un poco más abajo, localizamos otro pequeño sendero con las mismas vistas pero desde otra perspectiva.
Cuidado porque aquí, Google Maps a veces no registra el paso por el túnel y te señala que tienes que dar una vuelta tremenda por la sierra para seguir hacia Ojós. Nosotros no tuvimos problemas en cruzar el túnel y enlazar con la carretera RM-520. No sé si cerrarán el paso en ocasiones y habrá que ir por el otro lado del embalse, lo cual quitará mucho tiempo.
OJÓS.
MIRADOR DEL SOLVENTE.
Transitando ya por la carretera RM-520, en dirección a Ojós, a unos 450 metros del túnel, vimos, a la izquierda, unas panorámicas que nos llamaron mucho la atención. Para parar aprovechamos una entrada asfaltada que parecía parte de la antigua carretera y que nos llevó al Mirador del Solvente. No nos quedamos del todo contentos y caminamos un poco más hasta que descubrimos, abajo, lo que parecía una instalación de deporte de aventura, con pasarelas de madera y demás, pero el paso se encontraba cerrado. Luego nos enteramos que se trata de un puente de estilo tibetano inaugurado en 2018 por el ayuntamiento de Ojós para espacio recreativo con tirolinas. En cualquier caso, pudimos ver unas vistas espectaculares sobre el curso del río Segura en dirección a Ojós y Ulea.
Además, al atardecer, el sol iluminaba el fondo del barranco con una luz dorada que sentaba fantásticamente bien a un paisaje que casi parecía irreal por lo bonito.
PASEO DE LAS PALMERAS Y PUENTE COLGANTE.
Descendiendo unos cuantos kilómetros, llegamos a la localidad de Ojós, en la cual paramos para dar una vuelta por el Paseo de las Palmeras hasta el Puente Colgante. Dejamos el coche en la calle, a la entrada del pueblo, y por la Calle Nueva fuimos hasta un puente que cruza el río Segura, donde hay un parque y una fuente, que componen una bonita estampa.
Sin embargo, no era ése el puente que buscábamos sino otro de color rojo que se veía al fondo.
Seguimos el curso del río por el Paseo del Palmeral que nos proporcionó unas vistas preciosas de las fincas y los huertos, hasta llegar al Puente Colgante menos aventurero que el que mencioné antes, pero también con unas panorámicas espléndidas.
Nos hubiera gustado dar una vuelta por el pueblo, pero se nos había hecho tarde porque esa noche dormíamos en Cartagena. Pero esa es otra historia. De momento disfrutamos de aquel precioso atardecer.
SALTO DE LA NOVIA. PEQUEÑA RUTA SENDERISTA.
Al continuar hacia el sur por la carretera RM-520, a un kilómetro escaso, se encuentra el inicio de una pequeña ruta que recorre el margen del río Segura, a través de una serie de pasarelas y puentes, uno muy chulo de estilo japonés.
El nombre de este lugar, localizado en el límite entre Ojós y Ulea, donde el río Segura se abre paso entre farallones de piedra, se debe a una leyenda, según la cual la hija del Comendador de Santiago se lanzó al vacío desde el peñasco tras conocer la muerte de su amado en combate. Dejando eso aparte, en este lugar se han realizado excavaciones que han conducido a encontrar restos de poblados de los siglos IV y V d. Cristo, que ahora se exhiben en el Museo Arqueológico de Murcia.
El paseo completo abarca las dos orillas, tiene una longitud de unos cuatro kilómetros y una duración de hora y media. La ruta es muy fácil y en gran parte va por un sendero cementado. También es posible caminar un rato y deleitarse con el paisaje, ni más ni menos, que ya es bastante.
Si se va por la otra orilla, por la carretera nueva de Ulea, hay un mirador para contemplar esta zona desde lo alto y también el peñasco en cuestión. Pero es más bonito, pasear un ratito por la parte de abajo.
ULEA. MIRADOR DEL GURUGÚ.
La población de Ulea solamente la vimos de paso y, sobre todo, desde el Mirador del Alto del Gurugú, que se encuentra en la carretera RM-523, desde donde se contempla Ulea, Villanueva del Segura y el Parque de la Marquesa.
El nombre se debe a un edificio de estilo árabe, levantado por un militar natural de Ulea destinado en Marruecos que a su regreso, en 1870, lo levantó a semejanza de los que se utilizaban como puestos de vigilancia en el norte de África. En la foto, abajo, a la derecha, de color rojo.
LLEGANDO A ARCHENA. MIRADOR DE LA MORRA.
El recorrido desde Ulea a Archena incide en el contraste que produce la vega del río en comparación con las áridas montañas del entorno. Lo que podría ser un desierto se convierte en extraordinarias huertas por la influencia del río. Ya cerca de Archena, en la carretera MU-522 está el Mirador de la Morra, que ofrece unas vistas que lo resumen bien.
ARCHENA Y SU BALNEARIO.
Como ya he comentado, Archena lo visitamos en un viaje anterior. Recuerdo muy bien, la impresión que me causó la primera vez que lo vi. Habíamos estado en Sierra Espuña y llegamos a través de la carretera C-5, que nos mostraba un paisaje bastante árido (cierto es que, en esa ocasión, estábamos a comienzos de septiembre). Sin embargo, al llegar a Balneario el escenario cambió por completo. La causa: el río.
Y es que esta localidad, situada a 24 Km de Murcial capital, es conocida sobre todo por su balneario de aguas termales, cuyas propiedades ya eran apreciadas incluso en tiempos de los íberos, en el siglo V antes de Cristo. No obstante, los primeros en construir unas termas fueron los romanos, como no podía ser de otro modo. Ya en el siglo XVI, la Orden de San Juan se hizo cargo del primitivo balneario, que adquirió un gran auge. Tras la Guerra de la Independencia, Fernando VII arregló la carretera a Archena e incrementó el número de habitaciones. Tras la Desamortización de Mendizábal, el Balneario pasó a manos privadas y se hizo con la propiedad el Vizconde de Frías, quien acometió grandes reformas entre 1850 y 1878, que llevaron a la configuración actual del Balneario, que consta de tres hoteles: Termas, Levante y León, el primero de cuatro estrellas y los dos restantes de tres; nosotros escogimos el Levante, intermedio en cuanto a habitaciones y precio. El Hotel León se construyó en 1858 y el Hotel Termas, diez años después, y en 1898 se añadió la decoración árabe y la cúpula. En 1878 se inauguró el Hotel Levante.
La Capilla de la Virgen de la Salud se abrió en 1878, y en ella se encuentra la talla de la Patrona de Archena. El Casino se inauguró en 1898. Tras un periodo de cierre con el consiguiente abandono de los edificios, en 1953 Nicasio Pérez compró el complejo y reanudó la actividad hotelera y de balneario.
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Todo el complejo es realmente bonito y te traslada a un ambiente de otra época, sobre todo por la mañana temprano y al atardecer, favoreciendo el relax y la tranquilidad, ya que los coches no circulan por los recintos interiores. Estuvimos alojados dos días, y por un suplemento utilizamos las piscinas termales y el spa, y contratamos un par de tratamientos, como un masaje completo de acuaterapia. Nos gustó mucho el spa y también el poder utilizar las antiguas termas. Sin embargo, la piscina (a la que puede acceder todo el mundo previo pago de la entrada) estaba demasiado llena de gente. Seguramente se disfrutará más durante el otoño o el invierno.
Los jardines son muy bonitos. Desayunamos y cenamos en los jardines, pero no tuvimos mucha suerte porque los camareros hacían poco caso y tardaban mil años en servir. Nos pareció que pasaba algo raro, quizás algún conflicto laboral. Por lo demás, muy bien.
Además, el Balneario se encuentra en una ubicación espectacular, junto al río Segura, que convierte sus orillas en un vergel en esta zona. Se puede llegar hasta el centro de Archena dando un paseo por un camino acondicionado en los márgenes del río. Se tarda una hora entre la ida y la vuelta y las panorámicas son preciosas. Eso sí, mejor que sea temprano o ya al atardecer porque el sol pega que da gusto.
En resumen, una ruta muy bonita la del Valle de Ricote. Volveremos sin duda.