CASCADAS DE LA GARGANTA DE LAS NOGALEDAS.
Después de desayunar en el hotel de Cabezuela del Valle, pusimos rumbo a Navaconcejo (menos de cinco kilómetros de distancia entre ambas localidades), desde donde se inicia esta ruta, una de las más bonitas y concurridas del Valle del Jerte.
Situación de la ruta en el mapa peninsular según Google Maps.
Puente sobre el Jerte en Navaconcejo.
Ya en el pueblo, cruzamos el puente sobre el Jerte y giramos a la izquierda, buscando una amplia zona de aparcamiento que hay junto a la orilla. Quizás sea posible dejar el coche más cerca del inicio de la ruta en día laborable, pero tratándose de un sábado de puente preferimos no arriesgar, aunque nos supuso caminar unos 700 metros extras. Supongo que en verano, cuando las piscinas naturales estén su apogeo, el aparcamiento será complicado en todas partes.
Caminando por la orilla del río.
Dejamos el río a nuestra derecha y pasamos por una zona de restaurantes y chiringuitos frente a zonas de baño estivales hasta llegar al panel informativo de la ruta, cuyos datos principales resumo a continuación:
Denominación del sendero: SL-CC-33. Garganta de las Nogaledas.
Distancia: 4,8 kilómetros. Duración total: 2 horas (mejor calcular un poco más). Recorrido circular. Desnivel: 330 metros (positivo y negativo, se sube y luego se baja). Nivel de dificultad: fácil. Sin embargo, advertir que es sendero de bosque (no pista), con alguna zona de pendiente acusada y muchos escalones.
Distancia: 4,8 kilómetros. Duración total: 2 horas (mejor calcular un poco más). Recorrido circular. Desnivel: 330 metros (positivo y negativo, se sube y luego se baja). Nivel de dificultad: fácil. Sin embargo, advertir que es sendero de bosque (no pista), con alguna zona de pendiente acusada y muchos escalones.
Indicadores de la ruta.
Todo el tramo de ida es cuesta arriba, lo cual notamos nada más internarnos en la ladera de la Sierra de la Cabrera, donde se encuentran las cascadas objetivo de nuestra caminata, cuyos primeros saltos de agua no tardamos en contemplar.
El río corría veloz saltando entre las rocas abrazadas por una vegetación tan frondosa que muchos visitantes primerizos de estas tierras no creerían propia de Extremadura. Aunque nosotros ya nos hemos habituado después de visitar diferentes comarcas cacereñas, este paisaje con tanta agua, sobre todo en primavera y otoño, nunca deja de sorprendernos.
La ruta ascendía rápidamente por una pista, ofreciendo panorámicas de Navaconcejo y de Valdastillas, zona donde habíamos estado la tarde anterior viendo las cascadas de Marta, el Caozo y Calderón.
El paisaje se mostraba hermoso, verde y brillante. A pesar del sol, una brisa fresquita facilitaba el afrontar la pronunciada pendiente ya por un sendero cada vez más estrecho y empinado hasta que, entre los árboles, apareció una cascada grande. ¡Qué bonita!
Como descubrimos después, en cada cascada importante, el camino principal hace un aparte a modo de mirador, adentrándose unos metros hacia el río para permitir contemplar los saltos más cerca. Este primer tramo resultó un poco agobiante porque éramos muchos los empeñados en ponernos en primera fila para hacer fotos. El lugar era precioso, pero parecía que estábamos en la cola de la caja del supermercado.
A partir de aquí, la senda se hizo un poquito más dura, aunque sin mayores complicaciones pues seguía habilitada con cuerdas y barandillas. Sin embargo, los empinados escalones consiguieron desanimar a unos cuantos, lo cual ayudó a evitar más aglomeraciones. En adelante, todo estuvo mucho más tranquilo.
Más adelante, las cascadas se sucedían una tras otra, brindándonos su bramido y su frescor. En algunas, resultaba imposible no detenerse un rato, observando los imponentes chorros que se deslizaban sobre las rocas. La semana anterior había llovido bastante y los saltos de agua sin duda lo agradecían, aunque seguramente no estaban en su máximo esplendor.
Aprovechando algún claro en el bosque, podíamos distinguir lo que habíamos ascendido desde el inicio de la caminata. Sin embargo, apenas había tregua porque las cascadas demandaban nuestra atención casi a cada paso que dábamos. Afrontábamos un tramo realmente bonito, de los que dejan un grato recuerdo.
Al fin, llegamos al cruce con la pista asfaltada del IRYDA, donde tiempo atrás terminaba la ruta propiamente dicha, aunque había gente que continuaba para ver la parte alta de la garganta. Ahora, este tramo está acondicionado de la misma manera que el anterior, con cuerdas y barandillas. El sendero se interna por un terreno algo más agreste y quien prefiera regresar puede hacerlo tomando la pista asfaltada que sale a la izquierda y lleva a Navaconcejo. Naturalmente, lo más recomendable es seguir adelante.
Y bien que mereció la pena porque nos encontramos con nuevas y espectaculares cascadas, cada vez menos concurridas, lo cual hizo que las disfrutásemos mucho más.
Los rincones naturales eran cada vez más recónditos y las vistas más aéreas al abrirse la vegetación. El sol brillaba con fuerza, reverberando sobre el agua, resultaba difícil sacar una foto que hiciera honor a su belleza natural. ¡Qué ruta tan bonita!
Al fin, llegamos a una pasarela (otro de esos artilugios metálicos a los que son tan aficionados por aquí), que ofrecía una vista magnífica de una nueva y espléndida cascada. ¿Cuántas iban ya?
Pues todavía encontramos otro recoveco con unas escaleras sin destino aparente, pero que no pudimos resistir la tentación de subir… por si acaso. Y, sí, allí estaba un nuevo e imponente salto, en realidad, la parte superior de la cascada anterior, que asomaba en una perspectiva diferente y en medio de una frondosa vegetación.
Ya sí, llegamos al término del sendero y hacia la izquierda vimos la pista que lleva a Navaconcejo, la que hay que tomar para realizar la ruta de forma circular. Este tramo, sencillo y cuesta abajo, se nos hizo, sin embargo, muy largo y un tanto tedioso pese a las buenas vistas que íbamos contemplando del Valle y sus pueblos. Quizás sucedía que apretaba el sol y echábamos de menos el frescor del agua, las bellas cascadas y la sombra de la espesa vegetación de la garganta, si bien, para compensar, en un momento dado, descubrimos desde pista uno de los saltos de agua, surgiendo entre la floresta. En resumen, una ruta preciosa, que recomiendo a todo el mundo, mejor en primavera u otoño, o después de un periodo de lluvias abundantes.