En San Cristóbal de las Casas nos alojamos es el bonito hotel Diego de Mazariegos, que en realidad está repartido en dos casonas coloniales. Sin duda es uno de los mejores hoteles que tuvimos en el viaje por lo encantador que es. En uno están las habitaciones y en otro el restaurante por lo que tienes que dar un corto paseo que no molesta en absoluto. Sus patios son preciosos. Tienen la arquitectura colonial del siglo XVIII y están muy bien conservados. Fuentes, pozo...
Las habitaciones también tienen un aire colonial. Y además está muy bien situado, en pleno centro de la ciudad.
Una vez instalados allí, y habiendo comido, nos dirigimos a explorar un poco.
Es el mayor centro urbano de la región de Los Altos de Chiapas y el tercero más poblado, detrás de Tuxtla Gutiérrez y Tapachula.
La ciudad fue fundada en 1528 por el conquistador español Diego de Mazariegos, del que nuestro hotel lleva el nombre. Antes estaba habitada por los tzotziles. Allí se instalaron colonos pero no solo eran españoles sino también mexicas, tlaxcaltecas y mayas. La llamaron Ciudad Real de los españoles. Aquí empezó el levantamiento zapatista de 1994.
La ciudad se sitúa en el altiplano chiapaneco, a 2.300 metros de altitud. Pero llegados a este punto, ya estamos bastante acostumbrados a las alturas. De hecho yo no tuve problemas en este sentido.
Empezamos la visita en el barrio de San Felipe Ecatepec. Este barrio es el único de la ciudad que ya estaba habitado por tzotziles cuando llegaron los españoles . Entonces quedaba muy lejos de la actual San Cristóbal porque no estaba trazado el camino que hay ahora y todo era una zona lacustre. Su nombre era “Muk Ti Nam”, que quiere decir “a la orilla de la laguna grande”. Su lengua era el tzotzil.
El templo fue construido a principios del siglo XVII, tal vez por iniciativa de la orden franciscana. Se cree que el primer párroco de la iglesia fue fray juan Benito de Ordoñez y Ramírez. Hasta 1779 seguía siendo administrada por los franciscanos. Fue la primera parroquia de la ciudad. Tiene una fachada muy amarilla aunque algo desgastada por el paso del tiempo con dos torrecillas superiores.
Un poco parecido es el Templo de san Nicolás. Hoy es el Museo de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, que no visitamos. Situado en la parte trasera de la Catedral y es la única ciudad que conserva su forma original. Es del estilo conocido como "indio". Es el emblema de la arquitectura coleta (nombre de los habitantes de la ciudad de San Cristóbal de las Casas). Cuenta con un techo piramidal construido en madera y teja que le dan la originalidad de esta iglesia. La puerta exterior de acceso al recinto es roja.
Como no podía ser de otro modo, la ciudad tiene su Zócalo, en este caso llamado Plaza 31 de marzo.Allí encontramos el Palacio Municipal y la Catedral. En la plaza vemos un curioso quiosco de dos pisos.

El Palacio Municipal es de estilo neoclásico del siglo XIX. A la plaza también dan varias casas coloniales (muchas de ellas ahora hoteles), entre las que destaca la de la Sirena (del siglo XVI). Se trata de una preciosa y atípica en aquella zona casa plateresca, construida en 1529 por órdenes del Capitán Diego de Mazariegos en su campaña de conquista y después entregada a Andrés de Tovilla, quien fue acompañante del conquistador. La puerta con blasón (de Andrés de Tovilla) está flanqueada por columnas coronadas con leones y la ventana superior está colocada entre dos águilas bicéfalas. Otra ventana está adornada por figuras de argamasa a la manera de sirena o mujeres-serpiente. El nombre de la casa proviene de una sirena de piedra que queda en la esquina frente a la plaza. Realmente es una casa preciosa. Es la más antigua de la ciudad.

Hoy es el Hotel Santa Clara.
La catedral es magnífica y desde luego, con ese color amarillo, no pasa desapercibida. Delante hay una enorme cruz de madera. La primera piedra se puso en 1539, al poco de haberse fundado la ciudad, pero luego fue remodelada a finales del siglo XVII. Fue entonces cuando se le dio el toque barroco que la caracteriza. Se dice de ella que es una de las iglesias coloniales más bonitas de América. Y seguramente lo sea.

Dentro contiene un púlpito con incrustaciones de oro y buenos retablos.
El Museo Mesoamericano del Jade está dentro de las instalaciones de La Casa del Jade de México, en una casa colonial situada en el centro histórico, a pocos metros de la Catedral y el Palacio Municipal y enfrente del conocido restaurante El Fogón de Jovel. Lo más interesante es que tiene una réplica de la famosa tumba del rey Pakal, del que hablaré extensamente cuando llegue a la etapa de Palenque, así como de su hermosa máscara funeraria, hecha de jade. Los mayas usaban muchísimo esa piedra.
El jade es una piedra preciosa de color verde (aunque sus tonalidades pueden variar). Para los mayas tenía un valor más allá de lo que lo pueda tener para nosotros hoy en día. Su extrema dureza le permitía perdurar intacto a través del tiempo. Por esta razón, se le asociaba con la eternidad y la inmortalidad. El jade también era asociado con la vida, la fertilidad y el poder. Por otra parte simbolizaba los recursos más valiosos para la agricultura como el agua y el maíz. También tenía finalidades terapéuticas.
Si alguien no tiene ocasión de ver el Museo Nacional de Antropología, ésta es una manera de aproximarse un poco a ver cómo fue enterrado el gran rey maya.
Unas manzanas más allá se alza el impresionante templo de Santo Domingo. Ya he hablado de la llegada de los franciscanos a la ciudad; poco después llegarían los dominicos, que llegarían a tener una gran importancia en Chiapas y Oaxaca hasta la aprobación de las Leyes de Reforma.
Lo que más nos llama la atención de esta iglesia es su imponente fachada. Y, para realzarla aún más, está en alto (debemos subir unas escaleras). Esta fachada que vemos no es la original, puesto que la iglesia se construyó en 1550 y fue convento dominico. Lo que vemos hoy es barroco y es fruto de la reforma que se hizo en el siglo XVII. Curiosamente en Oaxaca también era Santo Domingo la iglesia más espectacular.
Pocas veces hemos visto una iglesia con una fachada tan bellamente ornamentada como ésta. Seguramente algo recargada pero muy bonita. Columnas salomónicas, santos, anagramas... Dicen que lo que buscaban los frailes era impresionar a los indígenas al hacer este tipo de construcciones y desde luego con Santo Domingo debieron quedarse con la boca abierta.

Su colección de retablos también es magnífica. En el antiguo convento está el Museo de la ciudad.
Por allí siempre hay mucha gente vendiendo sus productos.
También encontramos la Iglesia de la Caridad, de 1712, fundada por la orden de los juaninos, junto con el primer hospital para indios que funcionó en la ciudad y que consagraron a la Virgen de la Caridad. No es fea en absoluto pero después de ver Santo Domingo todo lo demás parece bastante normalito.
Empieza a caer la tarde y empieza a refrescar. San Cristóbal destaca por su clima fresco. Nos trasladamos al llamado barrio de los Mexicanos, más alejado del centro (dos manzanas por encima de Santo Domingo). Allí encontramos su iglesia de 1904, blanca y con decoraciones rojas. Sigue un poco el esquema de las dos primeras iglesias de las que hablé pero es más moderna.
El Museo del ámbar ocupa el lugar de un monasterio de la Merced, que a lo largo de la Historia de San Cristóbal de las Casas se utilizó como cuartel de tropas o cárcel. Hoy expone una de las colecciones más completas de piezas de ámbar, algunas talladas, otras peculiares por atrapar insectos que quedaron intactos para la posteridad en la resina endurecida. Muchas piezas proceden de las minas de la población de Simojovel, al norte de San Cristóbal. De hecho en la ciudad vamos a ver varios puestos y tiendas donde venden joyas de ámbar (se debe mirar que sean de calidad y no falsificaciones de plástico). En mi diario de Kaliningrado hablo extensamente de lo que es el ámbar. A él me remito.

En este caso lo mejor es que la iglesia aún está al lado.
Se ha hecho de noche.