Muy cerca se encuentra la Calleja de las flores, es una calle pequeña y angosta decorada con macetas de flores que termina en un bonito patio decorado y con tiendas de suvenir que son la delicia de los turistas. Mirando hacia la entrada del callejón se puede ver la torre de la mezquita.


Buscamos también el Callejón del pañuelo, que se llama así porque por momentos se hace tan angosto como un pañuelo, si mi memoria no me traiciona este callejón terminaba en el patio cerrado de una casa.

En pleno centro de la ciudad está la Plaza de la Corredera, a la que fuimos a almorzar uno de los días que estuvimos ahí, es una plaza rectangular muy grande, con muchos restaurantes y bares a su alrededor que ponen sus mesas en la plaza, muy bonito lugar, lástima que no encuentro la foto para subirla.
El último día que estuvimos en Córdoba era también el último día del festival de patios cordobeses, que es un concurso donde anualmente eligen el más lindo de los patios inscriptos y los abren al público. En algunos patios ya famosos por su belleza había tanta cola para entrar que no pudimos verlos, pero de los que entramos me gustaron todos, que linda combinación de colores y la elegancia en la exposición, me fascinaron. Pongo una foto como ejemplo porque saqué muchas y todas preciosas. Lo mismo de las ventanas que también compiten. Si tiene la posibilidad de ir a Córdoba cuando se hace este festival no se arrepentirán, vale la pena.


Antes de viajar sabía que Córdoba era una ciudad muy bonita, pero realmente es más que eso, tiene historia, tiene modernidad, tiene elegancia y fragancia de las flores que la decoran en todos lados, una ciudad que me encantó tener la posibilidad de conocer.