Entre los lugares que se nos quedaron pendientes en nuestro primer viaje a Navarra, teníamos mucho interés en visitar Roncesvalles y su entorno, que sólo vimos de pasada al volver de Saint Jean Pied-de-Port. La ocasión llegó durante nuestro periplo por los Pirineos después del estado de alarma por la covid-19 y el confinamiento. El itinerario que hicimos por la zona y que cuento en esta etapa fue el siguiente:
Llegamos por la tarde, procedentes de Isaba, donde habíamos realizado por la mañana una ruta senderista llamada Artikomendia (sendero SL-NA-79), que pasa por la cascada de Belabarce, la Cueva del Ibón y dos puentes medievales. En mi diario de senderismo he dedicado una etapa a esta ruta, cuyo enlace es éste: SENDERO ARTIKOMENDIA (ISABA, NAVARRA): CASCADA DE BELABARZE Y CUEVA DEL IBÓN.
Tenía reservada una habitación para dos noches en el Hotel Roncesvalles, de tres estrellas, que ocupa el edificio rehabilitado del que fue hospital de peregrinos. Nos costó 154 euros con desayuno incluido. Quedamos contentos con el sitio, que conserva parte de sus antiguos muros. Muy bien restaurado, las habitaciones son muy amplias y confortables, con todas las comodidades modernas, pues cuenta incluso con aire acondicionado que se agradece en los días calurosos del verano navarro. Además, nos gustó mucho el restaurante, que ofrece un menú a 19 euros compuesto fundamentalmente por platos locales; en la bebida, incluida, no falta la opción de una botella de buen vino navarro. No nos importaría repetir.
SENDERO DEL BOSQUE DE BASAJAUMBERRO.
Después de acomodarnos en el hotel y descansar un poco, fuimos a dar una vuelta por el entorno del hotel, que tiene bastante que ver, aunque es pequeño. Lo primero, me acerqué a la Oficina de Información Turística, que cerraba a las seis, donde me dieron folletos, mapas y todo tipo de información. Como ya era tarde para la visita guiada, lo dejé para el día siguiente y, aunque también era posible llegar caminando hasta Aurits-Burguete, preferí hacer una pequeña ruta senderista de poco más de tres kilómetros, llamada Bosque de Basajaumberro, que comienza detrás de la Iglesia de Santiago, al lado derecho del aparcamiento, pasando una reja de color verde. Éste es uno de los 30 senderos imprescindibles según el Gobierno Navarro, cuya recopilación se encuentra en un interesante y completo folleto que entregan en las Oficinas de Turismo y que también se puede descargar en su página web.
Datos de la ruta. Sendero SL-NA-43.
Longitud: 3,9 kilómetros. Duración: 1 hora y cuarto. Sentido: circular. Desnivel: 70 metros. Dificultad: muy fácil.
El panel informativo que encontré al principio de la ruta anticipaba un corto pero bonito paseo por un frondoso bosque y una zona de cultivos; y, para terminar, cuenta con el atractivo de recorrer del primer kilómetro del Camino de Santiago, que parte de Roncesvalles.
Lo que más me gustó fue la primera parte, a través de un bosque de hayas y robles, algunos singulares, como El Lancero, que brindaban abundante sombra; algo que se agradecía considerando el calor que hacía esa tarde.
Además, se trata de una zona mítica, que entronca con ritos ancestrales de brujería y aquelarres. No en vano, este bosque debe su nombre a Basajaun, el señor del Bosque en la mitología vasca. Aquella tarde, soleada y calurosa quizás no ofrecía el mejor ambiente para la fascinación y el misterio, pero sin duda agradecí caminar por una zona muy bonita disfrutando de calma y frescor.
Al cabo de un kilómetro y medio más o menos, dejé el sendero entre los árboles para tomar una pista de tierra, a la derecha, que en unos dos kilómetros me condujo entre fincas y campos de cultivo. Esta parte fue la más pesada, incluso diría que algo aburrida, además de molesta porque me daba el sol de lleno.
Finalmente, después de cruzar un puente sobre el río, divisé la carretera que va a Burguete y, de vuelta hacia Roncesvalles, durante un kilómetro tomé en dirección contraria el sendero de la Ruta Jacobea. A pesar de la poca distancia, experimenté un sentimiento especial. Espero tener la posibilidad de realizar el recorrido completo en un futuro no muy lejano, pues lo tengo en mente desde desde muchos años atrás y me hace mucha ilusión. En resumen, un sendero corto y agradable, aunque más que imprescindible yo lo calificaría como emblemático por las leyendas que lo envuelven.
Sendero del primer kilómetro del Camino de Santiago.
Por la noche, después de cenar en el hotel, dimos un paseo por los alrededores. Fue corto, ya que el núcleo es muy pequeño y, sin luz, no hay mucho sitio por donde se pueda caminar.
Cena en el hotel.
Paseo nocturno.
Paseo nocturno.
RECORRIENDO RONCESVALLES.
En euskera, Roncesvalles se denomina Orreaga y su nombre oficial es Orreaga/Roncesvalles. Pertenece a la merindad de Sangüesa, comarca de Auñamendi, y es uno de los municipios españoles que cuenta con más monumentos en función de su población (22 habitantes censados en 2019). Su economía se basa en la explotación forestal y, sobre todo, en las actividades hoteleras relacionadas con el turismo y el peregrinaje.
Folleto que nos facilitaron en la Oficina de Turismo y plano de Roncesvalles.
Debido a su situación geográfica en los Pirineos, desde tiempos remotos Roncesvalles ha sido una vía de entrada a la península ibérica, desde los romanos a los pueblos godos. Sin embargo, fueron dos hechos históricos los que dieron especial relevancia a este lugar: el paso por el de Carlomagno y haberse convertido en una etapa preferente en el Camino de Santiago francés, pues supone su inicio en España y su punto de partida más habitual.
Albergue de peregrinos.
Muchas leyendas hay en torno a Carlomagno en estas tierras, la más conocida descrita en la famosa Chançon de Roland (Cantar de Rolando o Rolán), escrita a finales del siglo XI, en la que se narran las desventuras del gran guerrero y sobrino del emperador carolingio, muerto en el año 778 durante la batalla que se libró entre el Collado de Ibañeta y el pueblo de Valcarlos, en el desfiladero de Roncesvalles. Sin embargo, como suele suceder, los hechos descritos en la epopeya no responden a la realidad, puesto que no fueron sarracenos (los musulmanes nunca llegaron tan al norte en la península) sino vascones los que emboscaron a las tropas carolingias cuando regresaban a Francia tras ser derrotadas en Zaragoza e incendiar Pamplona como represalia, provocando la pérdida de toda su retaguardia.
Por la mañana, me apunté a una visita guiada que, por un precio de 5,5 euros por persona, incluye un recorrido por todo el conjunto monumental (Iglesia Colegial de Santa María, Iglesia de Santiago, Museo y Silo de Carlomagno). Antes era posible acceder con audio-guía, pero debido a las restricciones por la covid-19, los grupos estaban limitados en su número, eran siempre con guía y resultaba obligatorio llevar mascarilla. Eso sí, no hacía falta reserva previa (por entonces, al menos). A la iglesia de la Colegiata (no al claustro) y a la Iglesia de Santiago se puede entrar libremente y de forma gratuita. Me gustó la visita guiada, ya que durante los 45 minutos que duró nos enteramos de muchos detalles que nos hubieran pasado desapercibidos sin las correspondientes explicaciones. Además, el guía fue muy amable y como agradecimiento por nuestra visita en tiempos de pandemia (no tenían muchos turistas en esa época) nos permitió hacer fotos en el interior del Museo, lo que no sucede habitualmente; de hecho había carteles prohibiéndolo.
Iglesia de Santiago o de los Peregrinos.
Se trata de una pequeña iglesia gótica del siglo XIII con fachada de sillería y planta rectangular. En su interior hay una imagen del Apóstol Santiago. Desde el exterior, se ve cierta inclinación lateral en sus muros.
Capilla de Sancti Spiritus o Silo de Carlomagno.
Está junto a la Iglesia de Santiago, data del siglo XII y es la construcción más antigua de Roncesvalles. Su estructura es muy original, diferente de cualquier otra capilla. Se la considera un templo funerario, ya que era se oficiaban misas por las almas de los peregrinos que perecían en el hospital, heridos o enfermos; al cabo de un tiempo, sus restos se trasladaban al osario que existe bajo la capilla. Aunque no del todo, se puede ver bastante bien desde el exterior sin pagar entrada.
Según la leyenda, Carlomagno la mandó construir como mausoleo para su sobrino Rolando, quien habría clavado allí su espada. Aunque tal relato no resulta verosímil, tampoco se descarta que en torno a este lugar fuesen enterrados los cadáveres de soldados carolingios muertos en la batalla del desfiladero de Roncesvalles. De hecho, se están realizando estudios arqueológicos (que pudimos contemplar durante la visita guiada) y de datación de la multitud de huesos allí depositados, para comprobar si algunos de ellos se remontan al siglo VIII, fecha de la batalla, lo que podría aclarar algunos puntos oscuros que se debaten entre la historia y la leyenda.
Real Colegiata de Santa María.
Es la Iglesia más lujosa de Roncesvalles y un buen ejemplo del estilo gótico francés, con planta de tres naves, la central de ancho doble, y cubierta con bóvedas de crucería. Se construyó a principios del siglo XIII, por orden del rey Sancho VII el Fuerte, que lo eligió como lugar de enterramiento. El templo sufrió varios incendios y la iglesia y el claustro tuvieron que ser reconstruidos, añadiéndose elementos barrocos que en algunas partes enmascararon los góticos. Los ventanales son góticos, pero las vidrieras son modernas. Cuenta con una torre defensiva en el lado izquierdo de la fachada que data del siglo XIV.
En el Altar Mayor se encuentra una talla gótica del siglo XIV de Santa María de Roncesvalles.
El claustro gótico fue reconstruido después de que el primitivo se hundiera por el peso de la nieve en el año 1600. Para visitarlo hay que pagar una entrada (incluida en la de la visita guiada).
El claustro da acceso a la Capilla de San Agustín, antigua Sala Capitular, de estilo gótico y planta cuadrada, donde se encuentra el sepulcro de Sancho VII, del que llama la atención su gran tamaño, pues el rey era un gigante que medía más de dos metros de altura (entre 2,28 y 2,31 según los cálculos de uno de sus biógrafos, aunque parece exagerado), lo cual se refleja en la figura tallada en la losa del siglo XIII que lo cubre. Alrededor de la tumba se encuentran las cadenas que logró arrebatar a los almohades en la Batalla de las Navas de Tolosa y que están presentes en el escudo de Navarra.
Museo-Biblioteca.
Data del siglo XIX. El Museo se encuentra en la planta baja del edificio y está abierto al público; la biblioteca ocupa la primera planta y solo pueden visitarla los especialistas.
El Museo se llevó buena parte del tiempo de la visita guiada y resultó más interesante de lo que me imaginaba. Es pequeño en tamaño, pero cuenta con varias piezas con un simbolismo muy especial para los navarros, cuya historia merece la pena conocer. Una de las más curiosas es el llamado Ajedrez de Carlomagno, un precioso relicario fabricado en madera de nogal forrada de plata labrada y esmaltes traslúcidos, formando un damero donde se alternan casillas esmaltadas con figuras de santos y otros personajes. Según la leyenda, perteneció al emperador carolingio y lo estaba utilizándolo cuando le llegó la noticia del fatal desenlace de la batalla de Roncesvalles. Naturalmente, eso no es cierto. Aparte de que el tablero no sirve para jugar al ajedrez, está datado a principios del siglo XIV, varios cientos de años después de la existencia de Carlomagno. En cualquier caso, la pieza es preciosa y ha sido objeto de numerosos estudios para interpretar su utilidad y significado. Me gustó mucho poder ver tan curiosa pieza, y más aún poder sacar un par de fotos de recuerdo.
En el Museo también hay que destacar un evangeliario de plata del siglo XII, que está considerado una de las obras maestras de la orfebrería navarra medieval; así como la enorme esmeralda Miramamolin, que, según asegura la tradición, el rey Sancho el Fuerte arrebató al rey de los almohades en la Batalla de las Navas de Tolosa, y que aparece en el escudo navarro, igual que las cadenas. Además, se pueden contemplar coronas barrocas, varios cuadros, un curioso tríptico flamenco y una preciosa talla románica policromada de la Virgen con el Niño.
Esculturas exteriores.
En el exterior, hay varias esculturas que merecen un vistazo. Una de ellas, la Estela del Camino, está ubicada en los jardines de la Colegiata, se inauguró en 2013 y fue realizada por el escultor navarro Faustino Aizkorbe, que quiso representar una alegoría sobre la esencia del Camino de Santiago y las vivencias de los peregrinos mediante la utilización del círculo como clave del movimiento, del caminar del peregrino. Muy cerca se encuentra también otra escultura, ésta dedicada a la batalla de Roncesvalles. Había oído comentar de otra escultura de un artista italiano dedicada a Rolando, pero no la vi por ninguna parte. Hace poco que terminaron de remodelar toda la zona; ignoro si es que está pendiente de una nueva ubicación o si ya no va a ser colocada.
AURITZ/BURGUETE.
Dado que son menos de cinco kilómetros los que separan ambas localidades, desde Roncesvalles es muy fácil llegar hasta Auritz a pie, caminando por un sendero que es la avanzadilla de la Ruta Jacobea. Sin embargo, hacía mucho calor y decidimos ir en el coche para no entretenernos demasiado, ya que se nos había hecho algo tarde después de la visita guiada.
Auritz (Burguete en castellano) es un pueblo pequeño, a orillas del río Urrobi, con una población de algo más de dos centenares de habitantes. Su entorno está considerado como una excepción en el paisaje pirenaico en que se halla enclavado, ya que la separación existente entre las montañas depara la más amplia llanura de toda la cordillera y se configura como una pradera de 15 kilómetros cuadrados de extensión, con una altitud de 900 metros, rodeada por elevados picos.
Aparte del paisaje, como puntos de interés se pueden citar varios restos arqueológicos del neolítico (Dolmen de Lindus) y sus casas tradicionales, algunas de los siglos XVIII y XIX, en especial las de la actual calle de San Nicolás, flanqueadas por canales por donde fluye el agua.
En cuanto a edificios religiosos, destaca la Iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, de origen medieval, pero que ha sufrido numerosas reconstrucciones por culpa de los incendios, la última entre 1945 y 1968. De épocas anteriores conserva algunos elementos, como ménsulas, nervios y dos ventanas abocinadas en la cabecera y en el crucero.
Después de dar un paseo por Auritz/Berruguete, volvimos a Roncesvalles, donde almorzamos nuevamente en el restaurante del hotel.
Almuerzo en el hotel.
ALTO DE IBAÑETA.
Por la tarde, fuimos hasta el Alto de Ibañeta, puerto de montaña (1057 metros), uno de los cuatro puertos más famosos del Camino Francés, junto con Somport, el Monte Irago y la Cruz de Ferro; por su larga subida, se trata de una meta tradicional de los peregrinos europeos que emprenden esta ruta. Desde aquí restan 752 kilómetros hasta Santiago de Compostela.
Después de un camino tan duro, los peregrinos necesitaban atención física y espiritual, por lo cual en el siglo XII se erigió la Iglesia Conventual del Salvador y un convento benedictino en el siglo XII, así como un hospital de peregrinos. Según se dice, en las noches de niebla y nieve, un monje hacía sonar una campana para orientar a los caminantes en la dirección correcta. Posteriormente, los servicios pasaron a prestarse en Roncesvalles y el lugar perdió importancia. Según las crónicas de varios viajeros, en el siglo XVII había desaparecido el convento y solo se mantenía una pequeña capilla. En 1965, en plena promoción de la Ruta Jacobea, la Diputación Foral levantó una capilla de corte moderno, que no gusta a todo el mundo. Eso sí, conservó el nombre de la originaria iglesia de San Salvador. Dos años después, como parte del conjunto, se levantó una cruz de piedra para rememorar el lugar donde, según la leyenda, Carlomagno se detuvo a mirar hacia Santiago. A su lado se puso una pequeña campaña de recuerdo a la que tañía el monje en el medievo.
Años antes se había erigido en un pequeño montículo, cerca de donde hoy en día existe un mirador, un monumento dedicado al caballero Roldán, que fue destruido por la nieve y las inclemencias meteorológicas. Reconstruido después, idéntica suerte y el monolito que nos encontramos tenía un pésimo aspecto.
VALCARLOS.
Con el calor, se nos hizo largo el camino por la sinuosa carretera que conduce a Valcarlos, por donde ya habíamos pasado, aunque sin detenernos, durante otro viaje a tierras francesas. Con una población de algo menos de 400 habitantes, su nombre en euskera es Luzaide, que significa “Camino Largo”, y limita al norte y al este con la frontera. Se divide en diversos barrios, siendo el núcleo principal de servicios el que se sitúa en torno a la Iglesia parroquial.
Aparcamos el coche y dimos un paseo. Estaban celebrando una fiesta local, aunque había poca gente y por aquellas fechas todavía no era obligatoria la mascarilla si se podía mantener la distancia de seguridad. Después de sacar unas fotos, volvimos a Roncesvalles, donde cenamos y pernoctamos antes de proseguir nuestra ruta al día siguiente.