Temprano suena el despertador, desayuno agradable, la pena es que no se sirve en el patio sino en una sala interior; nos espera una etapa que me apetecía mucho, la carretera Trafagaras , está carretera que se hizo famosa en el programa Top Gear en el que se la calificó como la carretera mas bonita del mundo para conducir. El origen de la carretera es una decisión militar de la época de Ceausescu, y está cerrada en cuanto empieza a nevar por lo que se puede hacer casi únicamente en verano. La carretera es una sucesión de buenas curvas, con un paisaje de montaña muy bonito.
El ser madrugadores nos ayudó mucho, pude hacer la carrera con tranquilidad sin excesivo tráfico, a media mañana aquello parecía una romería, y los conductores rumanos no son precisamente los más delicados que he conocido.
Justo cuando empieza la zona de curvas, hay un espacio donde se puede hacer un alto en el camino, desde aquí sale un teleférico que funciona todo el año, y que es la única forma de llegar a la zona más alta cuando la nieve impide utilizar la carretera.
En esta zona hay unos cuanto tenderetes en los que se puede tomar un café, comprar algún recuerdo, o comprar productos locales como embutidos, dulces o quesos, estos últimos realmente ricos.

Al llegar a la parte más alta, aparcamos en el parking habilitado (de pago y creo que fue el más caro de todo el país) y nos fuimos andando hacia el lago Balea, a pesar de ser pleno mes de agosto, el viento era fuerte y la temperatura era significativamente más baja, de hecho quedaban algunas pequeñas zonas con nieve, es paseo hasta el lago es bonito, se pueden hacer rutas de senderismo, nosotros no nos atrevimos porque no teníamos equipación adecuada. Unas cuantas fotos del lago, de la carretera desde la zona más alta y un riquísimo langos de queso calentito y recién hecho.



Continuamos hacia la otra vertiente de la carretera, primero pasas por un túnel y después comienzas a bajar, esta zona con unos bonitos bosques, y alguna cascada también es bonita para conducir, aunque para mi es menos atractiva, continuamos hasta la zona del lago y nos regresamos. La carretera había cambiado totalmente, llena de gente, coches aparcados en cualquier lugar con conductores que abrían las puertas sin mirar, y niños por todos lados, había que andar con mil ojos, sobre todo en la zona donde hay una cascada, ya que las familias enteras salían del coche para hacerse fotos sin tener en cuenta quien venía, en la zona alta el parking estaba lleno y vimos poner alguna que otra multa.
De bajada nos aceramos al monasterio de Sambata, un autentico remanso de paz y tranquilidad, la entrada es gratis.



De vuelta a Sibiu atasco, como no, es curioso ver comen estos atascos te encuentras gente en las cunetas vendiendo cestas de frutos rojos, CD de música y alguna que otra cosa. Al llegar al hotel volvemos a tener suerte para aparcar, ducha y a disfrutar de cuidad iluminada, que si de día es bonita, de noche casi lo es más.
