24/08 (lunes)
Con nuevas y renovadas energías, empezamos bien pronto un día que nos iba a llevar a empezar nuestra aventura automovilística por tierras americanas, y a las 7h de la mañana estabamos desayunando, con las maletas a punto y el apartamento en perfecto estado de revista (aunque ya nos costaba más levantarnos porque nos íbamos haciendo al horario)
Tras un concienzudo estudio, habíamos alquilado un Pontiac G6 con elalquilerdecoches,com , por la módica cantidad de 260€ una semana, incluyendo conductor adicional y exención de franquicia. Aparte, había un recargo de 99$ por devolver el coche en el aeropuerto de Boston. Todo esto estaba prepagado, y como era la primera vez que rompía mi fidelidad con las empresas clásicas (Avis, Europcar y Hertz), tenia una cierta inquietud en el cuerpo, ya que no sabia como iría esto…
Aquí quiero aprovechar para hacer un inciso, y es constatar que los viajeros nos hemos convertido en unos auténticos hombres y mujeres de fe, ya que en la inmensa mayoría de las cosas de la vida miramos, tocamos, comprobamos y revisamos las cosas una y otra vez, y sin embargo, en los temas de viajes, confiamos ciegamente en ese invento llamado correo electrónico y lo que nos cuenta: A saber, me había ido a Estados Unidos con mi mujer y mi hija, con unos numeritos, que en teoría, me permitirían subir a un avión de ida y otro de vuelta, para estar en un apartamento del cual solo conocía la ¿dirección?, que tendría que pagar a tocateja en cash, coger un coche que había alquilado por medio de un intermediario de Irlanda, y si pasaba cualquier inconveniente, nos lo debía solucionar una empresa que solo conocía por Internet (Columbus) (esta reflexión la hice alguna vez antes del viaje, ya que “durante”, no se me ocurrió ni pensarlo…)
Bueno, volviendo a lo que íbamos, elalquilerdecoches nos había dado una reserva con Álamo, y durante los días anteriores habíamos localizado la agencia en la calle 40, así que cogimos nuestros cacharros, cerramos la puerta del apartamento de golpe, y nos fuimos caminando hasta la oficina.
Una vez en Álamo, a las 8h de la mañana, una pequeña espera detrás de dos personas, y una señora de color bastante agradable nos atendió (en perfecto inglés, claro). La primera en la frente:
- Aquí no tenemos Pontiac, solo Dodge (¡será posible, con la de horas que me había pasado buscando el cochecito de marras en Internet para ver como era! ¡Seré pardillo!)
- ¿quiere un navegador? (no, gracias, llevo el mío)
- ¿quiere un seguro de asistencia en carretera? (no, gracias, Columbus, o el RACC, o quien sea, me irá a buscar si me quedo tirado por ahí)
- ¿quiere contratar mas días? (que más quisiera…)
- ¿quiere un coche de categoría superior? (que no, que solo quiero lo que he pedido…)
En este punto, no sé si es que ya no le quedaba nada para intentar venderme, o es que vio que ya se me iba borrando la sonrisa, pero el caso es que me pidió la tarjeta, para pagar los 99$ (mas impuestos, faltaría mas), y finalmente me dio el contrato para firmar. Entonces es cuando le pregunto ¿cómo va lo de la gasolina?, y la señora muy sonriente me dice: The tank is empty! ¿Empty? ¿ha dicho empty? ¡coñe, eso es vacio! (lo he puesto como fue en inglés, porque no me podía creer lo que estaba entendiendo). Señora, que esto es Nueva York y yo soy un guiri total, ¿cómo me hacen esto?.
Para tranquilizarme, me dice que con lo que tengo puedo llegar hasta New Jersey, pero eso tampoco me alivió mucho, porque técnicamente eso solo significaba llegar al otro lado de la bahía. También me indicó que, “si quería”, podía devolverlo vacío. Sin comentarios.
No muy convencido, me fui para el garaje, y esperé a que un chico sudamericano me sacará un flamante Dodge Avenger, que realmente me encantó, y con el que fue todo un acierto viajar. Para tres personas tenia espacio de sobras, no gastaba mucho, y era muy comodo.
Al muchacho le caímos simpáticos, supongo que por lo de hablar español, y me apunto hasta el mas pequeño rasguño que tenia el coche, para que no tuviese ningún problema al devolverlo, y me indico como llegar hasta la gasolinera mas próxima, cerca del túnel Lincoln.
Así que metimos todos nuestros cacharros en el maletero, y observe con resignación, que a pesar de que el maletero era inmenso, estaba ya casi lleno, y es que a nuestras dos maletas medianas, mas un trolley de cabina (que siempre va con nosotros, con la cacharreria electrónica y una muda de emergencia) y dos mochilas, ya debíamos añadir todas las compras de NY (DAVE’S, Century21, souvenirs, Harlem, NBA, etc..), y otra maleta trolley plagada que había llevado en el avión, en previsión de lo que pudiésemos comprar (¡inocente! ¡pensaba que con eso me apañaria!).
Para mi no es un problema conducir un coche de alquiler por un sitio desconocido, y me acoplo de forma instantánea, ya que es una cosa que hago continuamente por trabajo, pero creo que para los menos avezados, salir de golpe en medio de Manhattan a hora punta con un coche que no es el tuyo, y sin saber muy bien donde vas, pues tiene su miga…
De todas formas, el espectáculo lo dimos en la gasolinera, ya que era tipo autoservicio, y mientras yo le iba a poner, mi mujer fue a pagar para ganar tiempo, y me pregunta:
-¿cuánto le vas a poner?.
-No lo sé, lo voy a llenar.
Mensaje vía mi hija:
-¡Oye, que no, que le digas cuanto quieres poner!
¡Y yo que se! Ya empieza a hacerse la cola.. A ver, esto son galones, ¿cuántos litros son un galón? ¿cuántos litros entraran en este coche, o sea cuantos galones?
- Dile que 20 (por decir algo)
Sigue sin salir combustible, cuelgo la manguera, la descuelgo tres o cuatro veces, me hacen gestos desde la caja….
Ya me mira mal todo el mundo, ¡anda! ¡Si además la matricula del coche es de Texas! ¡Soy la viva imagen del turista pueblerino! Finalmente un alma caritativa me explico que además de descolgar la manguera, y apretar el gatillo, había una palanca en el surtidor que había que girar…
Por fin estoy de nuevo en el coche, saliendo de Manhattan, con tráfico con retenciones, pero vamos tirando.
Le hemos puesto en el TomTom (de casa, pero con los mapas USA instalados) como destino Filadelfia.
Finalmente, las 11h de la mañana estamos aparcados en el centro de Filadelfia, en el parking del Independence National Historical Park. No os molestéis en buscar otro sitio para aparcar, ya que no hay prácticamente alternativa, pero no es muy caro.
Todo el que haya estado en Estados Unidos habrá podido comprobar el respeto y la forma en la que honran sus símbolos los norteamericanos. Pues bien, aquí están dos de los más importantes de todos: Liberty’s Bell y el Independence Hall.
La campana tocó el 8 de Julio de 1776 para convocar a los colonos a escuchar la Declaración de Independencia, que previamente Thomas Jefferson, con la ayuda de John Adams, habia redactado en el Independence Hall y habían firmado los rebeldes el 4 de Julio.
Si queréis conocer más de la historia de USA, debéis empezar por aquí.
La entrada es gratuita, pero debes sacar unos tickets en el centro de visitantes para entrar en los edificios a unas horas determinadas y en grupos.
Este es un sitio de turismo norteamericano, y los extranjeros somos muy pocos, motivo por el cual, la información que no sea en inglés es prácticamente inexistente, y así como en NY era muy fácil encontrar gente que hablase español, aquí es imposible. Dentro hay unos guías vestidos de época que te ayudan a orientarte y te dan información básica.
En la sala de la campana, si coincidís con cualquier grupo, os darán una exhaustiva charla sobre lo que es, lo que significa, y múltiples anécdotas de este símbolo americano. Por lo demás, comentar que la campana está rota, aunque nadie sabe bien porqué, ni desde cuando.
Al lado, está el Independence Hall, que es el edificio donde se redactaron varios documentos claves como el Acta de Actos Intolerables, la Declaración de Independencia ó la Constitución.
El edificio está impecable, pero prepararse a un recorrido de casi una hora, en el que os darán una charla interminable sobre todos los sucesos históricos relacionados con el nacimiento de los estados Unidos. Interesante, pero para mi nivel de inglés bastante agotador.
Después nos fuimos al centro, a la zona de la Comcast Tower (297 metros de altura),
y donde está el actual City Hall (dentro transcurre la pelicula de Tom Hanks), un edificio impresionante, inmenso, coronado por una estatua de William Penn en una de las agujas de la cúpula.
Aquí encontramos otra de la estatuas de LOVE, como en NYC, pero aquí, en la ciudad del amor fraternal, parece ser que estuvo la primera.. Al fondo del boulevard Benjamin Franklin está el Museo de las Artes (lo tapa la fuente).
Finalmente, por la avenida de las banderas (el boulevard Benjamin Franklin) llegas al Museo, puerta de entrada del parque Fairmont (mas grande que Central Park), y donde están las famosas escaleras de la pelicula Rocky. En uno de los laterales, hay una estatua, un poco escondida. Ya sé que es un poco freaky, pero que le vamos a hacer…
Al salir de la ciudad en dirección a Washington se pasa por el complejo deportivo donde están juntos el campo de los Phillies de beisbol, el estadio de los Eagles de fútbol americano, y el pabellón de los 76’s de basket. Todo ello rodeado de unos inmensos parkings y todo tipo de restaurantes de fast food.
Ahora ya íbamos un poco más a la aventura, ya que nos habíamos buscado un hotel por Internet en las afueras de Washington el día anterior, y no sabíamos muy bien donde estaba, así que comimos algo por el camino, y sobre las cinco de la tarde llegábamos al hotel. Previamente, cuando llegamos a Baltimore me empeño en ignorar sus indicaciones, y me meto dentro de la ciudad pero cruzando por una de las zonas mas “selectas” y marginales de la ciudad.
Un Super8 en College Park, junto al campus de la Universidad de Maryland, en el que estuvimos dos noches, y que nos costó 180$ los tres en total, tasas incluidas. Con sitio para aparcar en el exterior, la habitación era amplia y con aire acondicionado. Con todo lo imprescindible y limpia, nos pareció correcta. Luego descubrimos que estaba demasiado lejos del centro. Creo que se puede buscar algo parecido mas cerca de la ciudad en sí.
Tras acomodarnos, nos recomendaron que no fuésemos al centro en coche, y nos indicaron como llegar al Subway, así que tras alguna vueltas y rodeos innecesarios llegamos a la estación, que era más como una estación de cercanías, ya que aquí el metro no era subterráneo. Como vimos que los parquímetros (los típicos postes USA) limitaban mucho el horario, preguntamos y vimos que había un park&ride, y comprando unas tarjetas de metro podías aparcar el coche en un parking como dios manda por 5$ al día. Las tarjetas son como las Charlye Card de Boston o las Oyster de Londres, se cargan con el importe y vas usando…
Por fin en Washington, nos tiramos a lo fácil, y nos fuimos al National Mall y empezamos a andar hasta el Capitolio.
Bonito e impresionante. Grande, enorme, todo tiene dimensiones gigantes, así que pronto empezamos a notar en los pies que nos debíamos organizar de otra manera…
En las escaleras del capitolio, una banda de la marina animaba la tarde en el más puro estilo Glenn Miller.
Al anochecer, como no sabíamos si aquello quedaba muy frecuentado (no lo parecía), nos volvimos al metro y regresamos al parking a buscar el coche.
Como estabamos animados, empezamos a pasear con el coche buscando algún sitio para cenar, y llegamos hasta Georgetown, pero finalmente compramos unos sándwich y nos fuimos a comérnoslos al National Mall, en un banco al lado del Obelisco. Frugal y ligero, pero la vista no tenia desperdicio, y la noche era muy agradable…
Tras un rato allí viendo las luces de la ciudad y las estrellas, nos fuimos a dormir…
25/08 (martes)
Como ya habíamos aprendido el camino el día anterior, aparcamos el coche y nos montamos en el metro bien pronto, para encaminarnos al Pentagono.
La verdad es que no sabíamos muy bien si había mucho que ver, pero ya que estabamos allí, había que ir ¿no?.
El metro te deja en el interior del edificio, a la entrada de las instalaciones, pero como es solo para personal autorizado, no tienes mas remedio que salir a la calle. En el exterior solo ves una pared inmensa, y como todo tiene esas dimensiones, pues no te haces a la idea de la forma. Por suerte vimos un letrero que indicaba el memorial, y nos fuimos andando hacia allí. Por el camino, un militar salió de su garita a preguntarnos si nos habíamos perdido (de buen rollo), y es que a las 9h de la mañana no había muchos turistas andando por los alrededores del Pentagono (por no decir ninguno, y menos andando..).
El memorial es muy bonito y austero, con una especie de fuentes que simbolizan a cada una de las víctimas del 11-S en el Pentagono.
Nos sorprendió la cantidad de helicópteros que sobrevolaban el edificio y el cercano cementerio de Arlington. Por la tarde nos enteramos que el motivo era que había fallecido Ted Kennedy, y la verdad es que nos fue de un pelo, ya que al día siguiente oímos que habían cerrado todo el área del cementerio para las honras fúnebres.
Pensamos en ir hasta el cementerio andando, pero por suerte, finalmente cogimos el metro, porque insisto, las distancias son enormes.
El cementerio de Arlington tiene dos vertientes: por un lado, las interminables lomas llenas de cruces de soldados anónimos, y por otro lado, las tumbas de tantos y tantos personajes famosos de la historia de los EEUU.
Las vistas son impresionantes desde el Robert E.Lee Memorial..
Una vista imprescindible es el sencillo y austero mausoleo de John Kennedy, rodeado de su más famosas e históricas citas. Su hermano está también cerca, así como el resto de la familia.
De aquí se va caminando hasta la estatua de los héroes de Iwo Jima, mausoleo de recuerdo a los caídos en la campaña del Pacífico. A mi por lo menos, me sorprendió el tamaño, ya que pensaba que era de tamaño natural, y es muchísimo más grande.
De aquí, otra vez al metro, y a Pensylvannia Avenue, a ver la Casa Blanca, pero la decepción es enorme, ya que se ve muy de lejos y medio tapada por los arboles.
De nuevo al National Mall, y hacia el obelisco para ver, detrás del mausoleo de los caídos de la 2ª Guerra Mundial.
Continuamos hacia el monumento a Lincoln, pero primero pasamos por los de los caídos en Vietnam, así como el de las del Cuerpo Femenino.
Ahora sí, en el monumento a Lincoln, con el Obelisco al fondo, y más al fondo el Capitolio, te imaginas aquella inmensa extensión llena de gente en las grandes manifestaciones que ha albergado.
Al bajar, nos acercamos hasta la zona de los caídos en la campaña de Corea, y nos tomamos una coca-cola bien patriótica antes de coger un taxi hasta la otra punta del Mall, en uno de los Museos más entretenidos de la Fundación Smithsonian: El de la Ciencia y El Espacio.
Dentro hay un inmenso comedor de fast food donde comimos, y a continuación pasamos la tarde viendo todos los detalles de las expediciones Apolo, incluido el módulo de alunizaje del Apolo XI, el avión de Lindberg, una réplica del de los Hermanos Wright, etc…., y curiosidades como una cámara térmica que demostraba que la teoría de que los hombres vamos más calientes que las mujeres es completamente falsa.
Cuando faltaba poco para cerrar, salimos y nos volvimos en metro a buscar el coche, ya cenar algo, no sin antes ver a nuestros exhibicionistas amigos: los bomberos
Aprovechamos par dar una vuelta por el campus de la Universidad de Maryland, y hacer algunas fotos de las típicas casas de las fraternidades.
Antes de cenar en una mezcla de deli y pizzeria (bien de precio), aproveché para comprar una mininevera de playa (de esas de porexpan), que gracias a las maquinas de hielo de los hoteles, nos iba a permitir tener bebidas fresquitas tanto en los hoteles como en el coche, y evitar un poco la sangría de dólares que nos estaban significando los refrescos debido al calor que hacia a todas horas. También nos conectamos a Internet y aprovechamos para reservar hotel en Niagara Falls para la noche siguiente.
Con nuevas y renovadas energías, empezamos bien pronto un día que nos iba a llevar a empezar nuestra aventura automovilística por tierras americanas, y a las 7h de la mañana estabamos desayunando, con las maletas a punto y el apartamento en perfecto estado de revista (aunque ya nos costaba más levantarnos porque nos íbamos haciendo al horario)
Tras un concienzudo estudio, habíamos alquilado un Pontiac G6 con elalquilerdecoches,com , por la módica cantidad de 260€ una semana, incluyendo conductor adicional y exención de franquicia. Aparte, había un recargo de 99$ por devolver el coche en el aeropuerto de Boston. Todo esto estaba prepagado, y como era la primera vez que rompía mi fidelidad con las empresas clásicas (Avis, Europcar y Hertz), tenia una cierta inquietud en el cuerpo, ya que no sabia como iría esto…
Aquí quiero aprovechar para hacer un inciso, y es constatar que los viajeros nos hemos convertido en unos auténticos hombres y mujeres de fe, ya que en la inmensa mayoría de las cosas de la vida miramos, tocamos, comprobamos y revisamos las cosas una y otra vez, y sin embargo, en los temas de viajes, confiamos ciegamente en ese invento llamado correo electrónico y lo que nos cuenta: A saber, me había ido a Estados Unidos con mi mujer y mi hija, con unos numeritos, que en teoría, me permitirían subir a un avión de ida y otro de vuelta, para estar en un apartamento del cual solo conocía la ¿dirección?, que tendría que pagar a tocateja en cash, coger un coche que había alquilado por medio de un intermediario de Irlanda, y si pasaba cualquier inconveniente, nos lo debía solucionar una empresa que solo conocía por Internet (Columbus) (esta reflexión la hice alguna vez antes del viaje, ya que “durante”, no se me ocurrió ni pensarlo…)
Bueno, volviendo a lo que íbamos, elalquilerdecoches nos había dado una reserva con Álamo, y durante los días anteriores habíamos localizado la agencia en la calle 40, así que cogimos nuestros cacharros, cerramos la puerta del apartamento de golpe, y nos fuimos caminando hasta la oficina.
Una vez en Álamo, a las 8h de la mañana, una pequeña espera detrás de dos personas, y una señora de color bastante agradable nos atendió (en perfecto inglés, claro). La primera en la frente:
- Aquí no tenemos Pontiac, solo Dodge (¡será posible, con la de horas que me había pasado buscando el cochecito de marras en Internet para ver como era! ¡Seré pardillo!)
- ¿quiere un navegador? (no, gracias, llevo el mío)
- ¿quiere un seguro de asistencia en carretera? (no, gracias, Columbus, o el RACC, o quien sea, me irá a buscar si me quedo tirado por ahí)
- ¿quiere contratar mas días? (que más quisiera…)
- ¿quiere un coche de categoría superior? (que no, que solo quiero lo que he pedido…)
En este punto, no sé si es que ya no le quedaba nada para intentar venderme, o es que vio que ya se me iba borrando la sonrisa, pero el caso es que me pidió la tarjeta, para pagar los 99$ (mas impuestos, faltaría mas), y finalmente me dio el contrato para firmar. Entonces es cuando le pregunto ¿cómo va lo de la gasolina?, y la señora muy sonriente me dice: The tank is empty! ¿Empty? ¿ha dicho empty? ¡coñe, eso es vacio! (lo he puesto como fue en inglés, porque no me podía creer lo que estaba entendiendo). Señora, que esto es Nueva York y yo soy un guiri total, ¿cómo me hacen esto?.
Para tranquilizarme, me dice que con lo que tengo puedo llegar hasta New Jersey, pero eso tampoco me alivió mucho, porque técnicamente eso solo significaba llegar al otro lado de la bahía. También me indicó que, “si quería”, podía devolverlo vacío. Sin comentarios.
No muy convencido, me fui para el garaje, y esperé a que un chico sudamericano me sacará un flamante Dodge Avenger, que realmente me encantó, y con el que fue todo un acierto viajar. Para tres personas tenia espacio de sobras, no gastaba mucho, y era muy comodo.

Al muchacho le caímos simpáticos, supongo que por lo de hablar español, y me apunto hasta el mas pequeño rasguño que tenia el coche, para que no tuviese ningún problema al devolverlo, y me indico como llegar hasta la gasolinera mas próxima, cerca del túnel Lincoln.
Así que metimos todos nuestros cacharros en el maletero, y observe con resignación, que a pesar de que el maletero era inmenso, estaba ya casi lleno, y es que a nuestras dos maletas medianas, mas un trolley de cabina (que siempre va con nosotros, con la cacharreria electrónica y una muda de emergencia) y dos mochilas, ya debíamos añadir todas las compras de NY (DAVE’S, Century21, souvenirs, Harlem, NBA, etc..), y otra maleta trolley plagada que había llevado en el avión, en previsión de lo que pudiésemos comprar (¡inocente! ¡pensaba que con eso me apañaria!).
Para mi no es un problema conducir un coche de alquiler por un sitio desconocido, y me acoplo de forma instantánea, ya que es una cosa que hago continuamente por trabajo, pero creo que para los menos avezados, salir de golpe en medio de Manhattan a hora punta con un coche que no es el tuyo, y sin saber muy bien donde vas, pues tiene su miga…
De todas formas, el espectáculo lo dimos en la gasolinera, ya que era tipo autoservicio, y mientras yo le iba a poner, mi mujer fue a pagar para ganar tiempo, y me pregunta:
-¿cuánto le vas a poner?.
-No lo sé, lo voy a llenar.
Mensaje vía mi hija:
-¡Oye, que no, que le digas cuanto quieres poner!
¡Y yo que se! Ya empieza a hacerse la cola.. A ver, esto son galones, ¿cuántos litros son un galón? ¿cuántos litros entraran en este coche, o sea cuantos galones?
- Dile que 20 (por decir algo)
Sigue sin salir combustible, cuelgo la manguera, la descuelgo tres o cuatro veces, me hacen gestos desde la caja….
Ya me mira mal todo el mundo, ¡anda! ¡Si además la matricula del coche es de Texas! ¡Soy la viva imagen del turista pueblerino! Finalmente un alma caritativa me explico que además de descolgar la manguera, y apretar el gatillo, había una palanca en el surtidor que había que girar…
Por fin estoy de nuevo en el coche, saliendo de Manhattan, con tráfico con retenciones, pero vamos tirando.
Le hemos puesto en el TomTom (de casa, pero con los mapas USA instalados) como destino Filadelfia.

Finalmente, las 11h de la mañana estamos aparcados en el centro de Filadelfia, en el parking del Independence National Historical Park. No os molestéis en buscar otro sitio para aparcar, ya que no hay prácticamente alternativa, pero no es muy caro.

Todo el que haya estado en Estados Unidos habrá podido comprobar el respeto y la forma en la que honran sus símbolos los norteamericanos. Pues bien, aquí están dos de los más importantes de todos: Liberty’s Bell y el Independence Hall.

La campana tocó el 8 de Julio de 1776 para convocar a los colonos a escuchar la Declaración de Independencia, que previamente Thomas Jefferson, con la ayuda de John Adams, habia redactado en el Independence Hall y habían firmado los rebeldes el 4 de Julio.
Si queréis conocer más de la historia de USA, debéis empezar por aquí.
La entrada es gratuita, pero debes sacar unos tickets en el centro de visitantes para entrar en los edificios a unas horas determinadas y en grupos.
Este es un sitio de turismo norteamericano, y los extranjeros somos muy pocos, motivo por el cual, la información que no sea en inglés es prácticamente inexistente, y así como en NY era muy fácil encontrar gente que hablase español, aquí es imposible. Dentro hay unos guías vestidos de época que te ayudan a orientarte y te dan información básica.

En la sala de la campana, si coincidís con cualquier grupo, os darán una exhaustiva charla sobre lo que es, lo que significa, y múltiples anécdotas de este símbolo americano. Por lo demás, comentar que la campana está rota, aunque nadie sabe bien porqué, ni desde cuando.

Al lado, está el Independence Hall, que es el edificio donde se redactaron varios documentos claves como el Acta de Actos Intolerables, la Declaración de Independencia ó la Constitución.
El edificio está impecable, pero prepararse a un recorrido de casi una hora, en el que os darán una charla interminable sobre todos los sucesos históricos relacionados con el nacimiento de los estados Unidos. Interesante, pero para mi nivel de inglés bastante agotador.


Después nos fuimos al centro, a la zona de la Comcast Tower (297 metros de altura),

y donde está el actual City Hall (dentro transcurre la pelicula de Tom Hanks), un edificio impresionante, inmenso, coronado por una estatua de William Penn en una de las agujas de la cúpula.


Aquí encontramos otra de la estatuas de LOVE, como en NYC, pero aquí, en la ciudad del amor fraternal, parece ser que estuvo la primera.. Al fondo del boulevard Benjamin Franklin está el Museo de las Artes (lo tapa la fuente).

Finalmente, por la avenida de las banderas (el boulevard Benjamin Franklin) llegas al Museo, puerta de entrada del parque Fairmont (mas grande que Central Park), y donde están las famosas escaleras de la pelicula Rocky. En uno de los laterales, hay una estatua, un poco escondida. Ya sé que es un poco freaky, pero que le vamos a hacer…


Al salir de la ciudad en dirección a Washington se pasa por el complejo deportivo donde están juntos el campo de los Phillies de beisbol, el estadio de los Eagles de fútbol americano, y el pabellón de los 76’s de basket. Todo ello rodeado de unos inmensos parkings y todo tipo de restaurantes de fast food.

Ahora ya íbamos un poco más a la aventura, ya que nos habíamos buscado un hotel por Internet en las afueras de Washington el día anterior, y no sabíamos muy bien donde estaba, así que comimos algo por el camino, y sobre las cinco de la tarde llegábamos al hotel. Previamente, cuando llegamos a Baltimore me empeño en ignorar sus indicaciones, y me meto dentro de la ciudad pero cruzando por una de las zonas mas “selectas” y marginales de la ciudad.
Un Super8 en College Park, junto al campus de la Universidad de Maryland, en el que estuvimos dos noches, y que nos costó 180$ los tres en total, tasas incluidas. Con sitio para aparcar en el exterior, la habitación era amplia y con aire acondicionado. Con todo lo imprescindible y limpia, nos pareció correcta. Luego descubrimos que estaba demasiado lejos del centro. Creo que se puede buscar algo parecido mas cerca de la ciudad en sí.
Tras acomodarnos, nos recomendaron que no fuésemos al centro en coche, y nos indicaron como llegar al Subway, así que tras alguna vueltas y rodeos innecesarios llegamos a la estación, que era más como una estación de cercanías, ya que aquí el metro no era subterráneo. Como vimos que los parquímetros (los típicos postes USA) limitaban mucho el horario, preguntamos y vimos que había un park&ride, y comprando unas tarjetas de metro podías aparcar el coche en un parking como dios manda por 5$ al día. Las tarjetas son como las Charlye Card de Boston o las Oyster de Londres, se cargan con el importe y vas usando…
Por fin en Washington, nos tiramos a lo fácil, y nos fuimos al National Mall y empezamos a andar hasta el Capitolio.

Bonito e impresionante. Grande, enorme, todo tiene dimensiones gigantes, así que pronto empezamos a notar en los pies que nos debíamos organizar de otra manera…


En las escaleras del capitolio, una banda de la marina animaba la tarde en el más puro estilo Glenn Miller.



Al anochecer, como no sabíamos si aquello quedaba muy frecuentado (no lo parecía), nos volvimos al metro y regresamos al parking a buscar el coche.
Como estabamos animados, empezamos a pasear con el coche buscando algún sitio para cenar, y llegamos hasta Georgetown, pero finalmente compramos unos sándwich y nos fuimos a comérnoslos al National Mall, en un banco al lado del Obelisco. Frugal y ligero, pero la vista no tenia desperdicio, y la noche era muy agradable…

Tras un rato allí viendo las luces de la ciudad y las estrellas, nos fuimos a dormir…
25/08 (martes)
Como ya habíamos aprendido el camino el día anterior, aparcamos el coche y nos montamos en el metro bien pronto, para encaminarnos al Pentagono.
La verdad es que no sabíamos muy bien si había mucho que ver, pero ya que estabamos allí, había que ir ¿no?.
El metro te deja en el interior del edificio, a la entrada de las instalaciones, pero como es solo para personal autorizado, no tienes mas remedio que salir a la calle. En el exterior solo ves una pared inmensa, y como todo tiene esas dimensiones, pues no te haces a la idea de la forma. Por suerte vimos un letrero que indicaba el memorial, y nos fuimos andando hacia allí. Por el camino, un militar salió de su garita a preguntarnos si nos habíamos perdido (de buen rollo), y es que a las 9h de la mañana no había muchos turistas andando por los alrededores del Pentagono (por no decir ninguno, y menos andando..).
El memorial es muy bonito y austero, con una especie de fuentes que simbolizan a cada una de las víctimas del 11-S en el Pentagono.


Nos sorprendió la cantidad de helicópteros que sobrevolaban el edificio y el cercano cementerio de Arlington. Por la tarde nos enteramos que el motivo era que había fallecido Ted Kennedy, y la verdad es que nos fue de un pelo, ya que al día siguiente oímos que habían cerrado todo el área del cementerio para las honras fúnebres.
Pensamos en ir hasta el cementerio andando, pero por suerte, finalmente cogimos el metro, porque insisto, las distancias son enormes.

El cementerio de Arlington tiene dos vertientes: por un lado, las interminables lomas llenas de cruces de soldados anónimos, y por otro lado, las tumbas de tantos y tantos personajes famosos de la historia de los EEUU.

Las vistas son impresionantes desde el Robert E.Lee Memorial..

Una vista imprescindible es el sencillo y austero mausoleo de John Kennedy, rodeado de su más famosas e históricas citas. Su hermano está también cerca, así como el resto de la familia.


De aquí se va caminando hasta la estatua de los héroes de Iwo Jima, mausoleo de recuerdo a los caídos en la campaña del Pacífico. A mi por lo menos, me sorprendió el tamaño, ya que pensaba que era de tamaño natural, y es muchísimo más grande.


De aquí, otra vez al metro, y a Pensylvannia Avenue, a ver la Casa Blanca, pero la decepción es enorme, ya que se ve muy de lejos y medio tapada por los arboles.

De nuevo al National Mall, y hacia el obelisco para ver, detrás del mausoleo de los caídos de la 2ª Guerra Mundial.

Continuamos hacia el monumento a Lincoln, pero primero pasamos por los de los caídos en Vietnam, así como el de las del Cuerpo Femenino.




Ahora sí, en el monumento a Lincoln, con el Obelisco al fondo, y más al fondo el Capitolio, te imaginas aquella inmensa extensión llena de gente en las grandes manifestaciones que ha albergado.


Al bajar, nos acercamos hasta la zona de los caídos en la campaña de Corea, y nos tomamos una coca-cola bien patriótica antes de coger un taxi hasta la otra punta del Mall, en uno de los Museos más entretenidos de la Fundación Smithsonian: El de la Ciencia y El Espacio.



Dentro hay un inmenso comedor de fast food donde comimos, y a continuación pasamos la tarde viendo todos los detalles de las expediciones Apolo, incluido el módulo de alunizaje del Apolo XI, el avión de Lindberg, una réplica del de los Hermanos Wright, etc…., y curiosidades como una cámara térmica que demostraba que la teoría de que los hombres vamos más calientes que las mujeres es completamente falsa.




Cuando faltaba poco para cerrar, salimos y nos volvimos en metro a buscar el coche, ya cenar algo, no sin antes ver a nuestros exhibicionistas amigos: los bomberos

Aprovechamos par dar una vuelta por el campus de la Universidad de Maryland, y hacer algunas fotos de las típicas casas de las fraternidades.



Antes de cenar en una mezcla de deli y pizzeria (bien de precio), aproveché para comprar una mininevera de playa (de esas de porexpan), que gracias a las maquinas de hielo de los hoteles, nos iba a permitir tener bebidas fresquitas tanto en los hoteles como en el coche, y evitar un poco la sangría de dólares que nos estaban significando los refrescos debido al calor que hacia a todas horas. También nos conectamos a Internet y aprovechamos para reservar hotel en Niagara Falls para la noche siguiente.