En las opiniones que habíamos leído del alojamiento muchas destacaban el desayuno, por disponer de productos ecológicos propios de la finca, mermeladas, mieles, etc. para nosotros fue una decepción, ya que la variedad era pequeña y la reposición de productos cuando algo se terminaba era muy lenta o simplemente no se hacía.
Nuestra idea inicial era pasar la mañana en la playa de Cefalú, aparcamos en el parking de lungomare, junto a la playa, pero nuestro gozo en un pozo, la parte libre de la playa estaba abarrotada, y los lidos tenían colas impresionantes para entrar, y eso que eran las 10 de la mañana, por lo que decidimos olvidarnos de la playa, no nos merecía la pena la espera.
Mientras paseábamos por el paseo marítimo vimos las “peculiaridades” de las playas italianas, como que te puedes comprar un vestido, perfectamente colgado en su perchero, comprar pelotas y flotadores, comer algo, beber, etc. Hay centros comerciales con menos surtido
Seguimos paseando por la ciudad, que en cierto modo fue una pequeña decepción ya que era un lugar en el que yo tenía especiales expectativas, pero fue la ciudad mas masificada que encontramos y creo que eso le hace perder buena parte de su encanto, probablemente fuera de agosto recobre su tranquilidad y atractivo. No es que no me gustara, porque es preciosa, pero como otros muchos lugares en verano está a punto de morir de éxito.
Después de comer nos dimos una vuelta por Castelbuno para ver el castillo, que solo pudimos ver por fuera ya que estaba cerrado, acabamos la tarde en la piscina.