


Hoy nos despedimos de Reykiavik. Nos dirigimos al norte para dedicarle un día y medio a la península de Snaefellsnes. Dicen de esta región que es la pequeña Islandia, porque tiene un poco de todo: volcanes, un glaciar, playas de arena negra, acantilados, campos de lava,… Y la verdad es que haciendo un recorrido circular por la península tienes un poco de todo. Además, tiene el aliciente que en esta zona, en el volcán Snaefell, Julio Verne ubicó la entrada para acceder a su viaje al centro de la Tierra.
Son dos horas de carretera donde el paisaje es espectacular. A mitad de recorrido atraviesas el tunel Hvalfjörður de 6 km de recorrido que tras atravesarlo, descubres que está debajo del fiordo homónimo. Y poco después, Borgarnes. Importante localidad costera donde compramos víveres para los próximos dos días. Sobre las 11 de la mañana, llegamos al primer punto de interés del día: la iglesia de Budakirkja. Es curioso que existe muchas iglesias aisladas, solitarias, cercanas a la costa por toda Islandia. Acompañadas de un cementerio. Y piensas: ¿qué hace una iglesia sola en medio de la nada? Y empiezas a pensar que los habitantes de las zonas viven en granjas que están aisladas, no hay un núcleo de población concentrado, y de ahí que las iglesias también son solitarias. En concreto, esta iglesia se caracteriza por ser de color negro, y está a las faldas del volcán Snaefell. Es un lugar muy fotogénico.


A los pocos kilómetros llegamos al siguiente punto de interés: la garganta de Rauðfeldsgjá. Se trata de un barranco profundo, alto y estrecho por donde discurre un pequeño rio. Desde el parking gratuito hasta la entrada del barranco hay un sendero ascendente pero corto. Y una vez accedes al desfiladero, solo puedes avanzar unos metros para observar su angostura. Algunos más experimentados acceden un poco más al interior de la garganta, subiendo por el rio.


A continuación llegamos a uno de los platos fuertes del día: los acantilados de Arnstapi. Queríamos hacer un sendero costero por estos acantilados que hay desde Arnstapi hasta Hellnar, de unos 4 km de recorrido (8 km en total ida y vuelta). Pero era imposible con la de paradas que hacíamos para disfrutar del lugar, se nos iban las horas y no conseguimos más que hacer la mitad. Además aquí almorzamos en plan picnic. Es uno de los paisajes más hermosos y diferentes de Islandia. Acantilados donde anidan miles de aves, numerosos arcos rocosos donde destaca el Gatklettur y una llamativa estatua hecha a base de piedras que representa a un personaje de la mitología islandesa, mitad hombre y mitad troll. Y todo ello con el continuo telón de fondo del volcán Snaefell. Sin viento, sin apenas nubes. Una maravilla.








Continuamos nuestro recorrido por la península de Snaefellsnes y entramos en el Parque Nacional de Snaefellsjökull. Llegamos a Londragar, un par de agujas de roca escarpadas que corresponden a los restos de un volcán de mayor magnitud.

A continuación descendemos hasta la playa de Djúpalónssandur, una playa de grandes dimensiones de arena negra, con los restos de un barco pesquero que naufragó allá por 1948. Rodeada de rocas volcánicas de múltiples formas, es un lugar impresionante no apto para el baño. Las mareas en Islandia son muy fuertes.




En todo momento, el volcán Snaefell se divisa a lo lejos.

Tras un paseo por la playa nos dirigimos al crater Saxholl, un pequeño crater aislado de las montañas, al que se puede subir a través de unas escalinatas metálicas. Las vistas desde la cima son impresionantes. Eso si, el viento aquí era muy fuerte.



El día ya se iba acabando y nos quedaba por ver un lugar más: Kirkjufellsfoss y la montaña mágica de Kirkjufells. Es un lugar muy fotogénico, que se hizo famosa por ser localización de la serie Juego de Tronos.

Ya solo nos quedaba unos pocos kilómetros para llegar a nuestro próximo alojamiento. Un bonito apartamento en Grundarfjorour. Está noche toca ensalada de pasta.
