Reykiavik no solo es la capital de Islandia. Es el lugar donde vive cerca de la mitad de la población de la isla. Así que si eres de los que les gusta los viajes urbanos, este es el único sitio de Islandia donde puedes empaparte de vida cultural, pasear por sus barrios, y sentir que este es el único sitio de Islandia donde se vive la calle. Salimos del Apartamento (Blue Luxury), cerca del Lago Tjornin, en dirección al centro. El apartamento está en un lugar inmejorable. De fácil acceso con el coche estando cerca del centro, en una zona muy tranquila y donde se sitúan muchas embajadas. Serían las 8 de la mañana y se nos presentaba un día soleado. Que bien, pensamos. Primer error. En ese día tuvimos un sol radiante, un frio ventoso, una lluvia gélida y hasta nevada de 15 minutos!!! El tiempo, muy, muy, muy cambiante.
Pero bueno, que iniciamos el día con un sol espléndido para iniciar el paseo. Lo primero era llegar hasta la calle Laugavegur, la calle más famosa y animada de Reykiavik. Y la más comercial claro. Aunque en ese momento, animada, animada, mas bien poco. Los comercios abren tarde y cierran pronto. Tienen un horario muy restringido. Sobre las 09 o 10 h. abrían y cerraban a las 5 de la tarde. Fuimos a tomar un café, porque aún no habíamos hecho la compra para aprovisionarnos de alimentos, y primer sablazo. 5 cafés y dos piezas de bollería, 35 euros. Sabíamos que iba a ser caro, pero tanto…. Bueno, iban a ser de las pocas excepciones. Nos desviamos de la calle Laugavegur por la calle de Rainbow Street Art, una larga calle pintada sobre el pavimento con los colores del arco iris de forma permanente desde el año 2019 y con motivo de la fiesta Pride Reykiavik. Y es que hay que decir que Reykiavik tienen multitud de rincones donde el arte urbano se manifiesta a través de esculturas, graffitis o grandes murales sobre pared o suelo.
Está calle nos trasladaba hasta la Iglesia de Hallgrimskirkja. Una gran construcción del siglo XX, cuya forma asemeja la alineación de columnas basálticas, formaciones muy características en toda la isla por su origen volcánico. La iglesia desde el exterior es majestuosa, imponente, y fácil de observar ya que está rodeada de una gran explanada, por la que puedes disfrutarla desde todos sus ángulos.
Estaba aún cerrada, así que seguimos paseando por la ciudad, y en esta ocasión nos dirigíamos a la Sculpture and Shore Walk (Paseo de las Esculturas y la costa), una especie de paseo marítimo, sobre el fiordo de Kollafjörður, y donde se encuentra otro punto de interés: The Sun Voyager (Viajero del Sol), una escultura creada en 1986 y que nada más observar, imaginas un barco vikingo junto al fiordo pero… no. Se trata del resultado de un sueño surrealista del autor en el que sintió que realizaba un viaje hace cientos de años de Mongolia a Islandia. Sea lo que sea, la escultura y su emplazamiento hacen de este lugar un momento mágico en nuestra visita a Reykiavik.
Continuamos nuestro paseo por por el Sculpture and Shore Walk, y viendo la hora que era, decidimo ir a un supermercado a realizar las pertinentes provisiones, dejarlas en el apartamento, y continuar con el paseo. Así que volvemos a la calle Laugavegur para entrar en un supermercado Bonus (el del cerdito rosa). Sin lugar a dudas es el supermercado más económico de la isla, y junto a Kronan, algo más caro, son los supermercados que debéis utilizar para vuestras compras si no queréis aumentar el gasto. Además, son los que cuentan mayor número de sucursales. Eso si, Kronan tiene una excelente variedad de productos frente a Bonus, que es más reducido.
Tras dejar la compra en el apartamento, continuamos el paseo, esta vez dirigiéndonos hacia el Lago Tjörnin. Se trata de un estanque urbano donde habitan patos, cisnes y gansos, entre otras aves. Un lugar tranquilo para pasear en pleno centro de la ciudad, ya que en un extremo se sitúa el Parlamento de Islandia y el Ayuntamiento, y en un lateral, la iglesia libre de Reykiavik y la Galería Nacional. En otro lateral, un parque plagado de esculturas. En nuestro primer paso por el lago, comenzó a nevar justo cuando pasábamos por el “burócrata desconocido”.
Seguimos nuestro camino y nos dirigimos ahora hacia el Puerto Viejo, pasando por las animadas plazas de Austurvöllur e Ingólfstorg. Iba llegando la hora de comer, y hoy era de los pocos días que comeríamos en un restaurante, para probar algo de comida tradicional islandesa. Y allí que nos fuimos al restaurante Seabaron, donde alucinamos con la sopa de langosta. Una delicia. Y unos pinchos de pescado. Todo ello aderezado con una fabulosa cerveza. Salimos muy contentos y satisfechos. Unos 35 euros por persona.
El Puerto Viejo es una zona concurrida de la capital, con ambiente marinero, y con numerosos restaurantes. Seguimos el paseo por el puerto, pasando por Minør, una locomotora que fue utilizada a principios del siglo XX para pequeños transportes de un lado a otro del Puerto Viejo. Y llegamos a otro plato fuerte del día: la sala de conciertos Harpa.
Se trata del edificio más llamativo de Reykiavik junto con la iglesia de Hallgrímskirkja. Fue inaugurado en el año 2011 y si es impresionante verlo desde el exterior, resulta aún más visitarlo por dentro y disfrutar de su hermosa arquitectura confeccionada a base de hexágonos de cristal.
Tras dedicarle un largo tiempo a ver el Harpa por dentro, decidimos volver a subir hasta la iglesia de Hallgrímskirkja para visitarla por dentro, no sin antes volver a ver al viajero del sol. El interior de la iglesia no es tan imponente como el exterior. Muy sobria, solo destaca el órgano situado encima de la entrada. Y subir al campanario. Desde allí hay una magníficas vistas de la ciudad.
Después nos dirigimos a la hilera de casas coloridas que hay en la calle Njardargata y de ahí al apartamento para hacer una breve parada (tomar un café más económico) y dejar las compras de regalos pertinentes. Y continuamos ruta. Volvemos al Lago Tjornin, esta vez paseando por el lado norte del lago, hasta llegar a la catedral católica, la iglesia de Landakot. Un edificio neogótico que la verdad, sorprende gratamente por su aspecto.
Decidimos dar un paseo por el puerto hasta llegar a Þúfa , una pieza de arte al aire libre formada por una pequeña colina en cuya cima hay una pequeña edificación de madera donde se seca el pescado con el viento. Y desde allí unas vistas magníficas de todo el puerto y el fiordo. Pero en esta ocasión, el tiempo nos jugó una mala pasada. Un fuerte viento acompañado de lluvia, hizo que el paseo, que no era nada corto, se convirtiera en una carrera hasta llegar a lugar de destino. Y una vez allí, no se podía subir a la colina. Bueno, que se le va a hacer. Magníficas vistas y vuelta al centro.
Compras en tiendas de souvenirs, compras en Vinbudin y a casa…. Si, Vinbudin. Se trata de tiendas gestionadas por la Compañía Estatal de Alcohol y Tabaco de Islandia, que es el único vendedor minorista legal de alcohol en Islandia. Por tanto, si queréis cerveza con alcohol para amenizar las comidas de los senderos o las cenas, debéis comprar ahí. Y cuidado con los horarios, que a nosotros este tema nos volvió locos. Cada una tiene un horario diferente y muy reducido.
Y aquí acabó nuestro primer día completo por la capital de Islandia. Todo un acierto dejar un día completo a esta maravillosa ciudad. Y eso que no hemos ido a ningún museo. Tiene mucho que ofrecer aunque algunos opinen que no.