EN EL PLANETA ROJO, AQUÍ, EN LA TIERRA ✏️ Diarios de Viajes de JordaniaTour de jornada completa por el desierto de Wadi Rum. Domingo, 22 de enero de 2023. No es que lo diga yo, sino los directores de cine Anthony Hoffman, Ruairi Robinson Y Ridley Scott que decidieron que el desierto de Wadi Rum era el mejor escenario...Diario: Jordania al runrún de los Toyotas Coasters⭐ Puntos: 5 (8 Votos) Etapas: 16 Localización: JordaniaDomingo, 22 de enero de 2023 No es que lo diga yo, sino los directores de cine Anthony Hoffman, Ruairi Robinson Y Ridley Scott que decidieron que el desierto de Wadi Rum era el mejor escenario para grabar sus películas ambientadas en Marte. Así que algo de este planeta, que tantas perspectivas de exploración espacial levanta en la actualidad, debe tener. Sin embargo, su origen es mucho más mundano y más acuático, pues todo indica que antes fue parte del Mar Rojo al descubrir que el suelo marino de este con el lecho terrestre del Wadi Rum compartían muchas similitudes la arena, por no decir que son de idénticas características. A pesar de que el encargado del Hotel Petra Gate me dijo que uno de sus empleados me avisaría a las seis y media cuando pasara el autobús a recogerme me levanté antes y me apoyé en la jamba exterior de la entrada principal a esperarlo. El día anterior había llamado para que pasaran a recogerme. El vehículo de la estación salía a las seis de la mañana para el “planeta rojo”, pero como tenía que pasar a recoger a todos los turistas desperdigados por sus respectivos hoteles llegaría al mío sobre las seis y media. El viaje costaba 10J. Sin embargo, los minutos iban pasando poco a poco hasta que las manecillas del reloj marcaron las siete menos cuarto. Ya algo inquieto e imaginándome el peor escenario posible no calamitoso, se habían olvidado de mí. Entre de nuevo a recepción y hable con el muchacho que rápidamente llamo al propietario. A los cinco minutos sonó el teléfono de recepción para confirmar lo que ya parecía evidente, pero que estuviera tranquilo que me esperaban a unos diez kilómetros de distancia en la población de Al-Taybeh, el taxi que vendría a recogerme se haría cargo de la carrera el conductor del autobús. Así fue. El minibús iba repleto de turistas de diferentes nacionalidades. Sobre las nueve de la mañana pasábamos el centro de Visitantes sin bajar ni enseñar nuestro Jordan Pas, ubicado a siete kilómetros de distancia del pueblo de Wadi Rum. En la entrada, al lado de un parking de coches y un colmado con terraza para tomar algo bajamos todos los que todavía no lo habíamos hecho. Desde luego, no era la mejor presentación para tan famoso escenario. No tenía encanto alguno el pueblucho de líneas rectilíneas y solares descuidados. Unos minutos más tarde, se acercó un altísimo, apuesto y joven beduino con una mirada inocente, virginal. “Soy Zeid, el propietario del campamento que reservaste por Booking y con quien contrataste una excursión por wasap ayer.” En principio había contratado una excursión de tres horas por 45J, 10J por cenar y 11J por dormir y desayunar. Sin embargo, me comentó que podía hacer una excursión para todo el día, incluida la comida, por tan solo 4J más. Lo único que no sería una excursión exclusiva sino compartida con dos ingleses. Acepte la propuesta sin pensarlo dos veces. Sentados en los bancos, tomando un café, estaban Sam y Doc, los ingleses de Birmingham que iban a ser mis compañeros aquella larga jornada. Cincuentones y simpáticos, hicieron que la excursión fuera mucho más interesante y divertida. Tenía expectativas muy altas sobre el desierto de “Lawrence” y esto provocó que me decepcionara un poquito al acceder a él. Todavía con colores más pasteles, pero todo esto cambio cuando el sol del mediodía hizo sangrar la arena, color carmesí, y fuimos poco a poco internándonos en él, sentados en la parte trasera de la pick up que conducía nuestro conductor, junto a su hijo menor que se había unido a la expedición. Acabé totalmente embelesado ante este atípico desierto. Uno se imaginaba un desierto de grandes dunas de arena y no un “archipiélago rocoso sobre un manto de fina arena”. Al poco de dejar el pueblo, desaparecido el asfalto, estábamos recorriendo las huellas de los neumáticos de otros vehículos, cuyos servicios, muchos de ellos, estaban destinados a transportar a turistas. Wadi Rum, a aquellas primeras horas era un “Rum-Rum” de pick ups de alegres rostros en las cajuelas abiertas de los todoterrenos. Si uno no conociera algo la historia de este desierto pensaría que su nombre venía por los ruidos del motor de las caravanas de pick up que recorren a diario el territorio. Una recua de pick ups estaban estacionadas en el primer punto de interés turístico del día y una hilera de personas ascendían una pedregosa ladera para visitar, a trescientos pies del suelo, un moribundo manantial. Tenía gracia que la recompensa al esfuerzo de ascender fuera este chorrito de agua. Empero, no todo estaba perdido, pues la panorámica que ofrecía del desierto era majestuosa. Luego bajamos a tomar un té gratuito en una gran carpa, por encima del negocio seguía vigente la inagotable amabilidad nativa presente en todos los puntos de interés en el desierto. Desde aquí salían los paseos a lomos de los camellos. La segunda parada fue en las Dunas de Al Hasany, una duna rojiza reposaba sobre una elevación rocosa. Allí un grupo mixto de jóvenes españoles rompieron la tranquilidad con la cual subían o descendían la mayoría de turistas con sus gritos y carcajadas. Desde la loma del altozano se tenía otra bonita vista del entorno desértico. Estremecedor e intimidatorio si uno se encontrara solo aquí, pero para alguien familiarizado con lo que rodea mucho más fácil de guiarse, gracias a la singularidad de cada uno de los islotes rocosos que no compartía con un desierto tradicional y excepcionales referentes. La tercera parada fue en la estrecha, sombría y fresca quebrada de Khazali que se podía recorrer a pie 150 metros sin necesidad de cuerdas y un guía, conservando en su cóncava superficie agua que había sido renovada por las últimas lluvias torrenciales del 2022. Sin embargo, lo más complicado no era precisamente el agua, sino transitar con tanta gente y tan poco margen para moverse. En sus laterales se podían ver inscripciones o dibujos rupestres de antiguos moradores del desierto, quienes se debieron proteger de los momentos más dramáticos del mediodía o de todo el día en verano, sintiéndose aliviados por la frescura del lugar. Ahora nos encontrábamos en el puente de Little Rock. Otra “climb” que ya no les resultaba tan atractivo a mis colegas británicos. Poco a poco, dejaron de subir como cabras y a disfrutar del desierto como camellos. Exceptuando, las últimas visitas que volvieron a las andadas caprinas cuando, por cierto, yo ya andaba flojeras para seguir este peculiar ritual turístico de subirse a todas las cimas. La quinta parada, fue donde se cree que tuvo su pequeña guarida Lawrence durante siete años, construida sobre una cisterna nabatea y en la actualidad casi en escombros. No parecía mal lugar, si ese depósito era capaz de mantener todo el año agua, para vivir en una tierra tan inhóspita. Aunque aparentaba, entre sus muros rocosos, que albergaba más vida y agua de lo uno que puede creer al verlo por primera vez, y más, si lo comparamos con un desierto de tan solo arena. Y, sí, había otra pequeña escarpadura que subir. La atracción estrella del Wadi Musa era, precisamente, ser una cabra para tener una vista de halcón. Al mediodía, alejados de los grupos turísticos, en medio de un inmensa catifa polvorienta amarillenta, paramos para comer. Ayudamos a buscar chamarasca entre los arbustos protegidos tras un pequeño talud para hacer un pequeño fuego para cocinar. Muchos de los platos que preparó no eran naturales, sino envasados; con todo, me resultó sabrosa, tal vez porque llevaba sin comer nada desde el día anterior. Una somnolencia se apoderó de mí mientras observaba a mis colegas ingleses tumbados boca arriba, sobre las alfombras sintéticas que había colocado nuestro guía, descansando con los ojos cerrados debajo de un sol clemente, un sol que uno desearía para los 365 días del año. En ese instante, sí me sentí como un explorador y envidié por un momento aquellos viajeros de siglos pasados, claro, que solo recreé en mi imaginación el lado más romántico y positivo de sus andanzas. Durante el proceso de guardar los platos sucios el guía beduino dijo a Doc, con toda la naturalidad del mundo, que su mujer ya lo limpiaría. Nos miramos ambos y sonreímos maliciosamente ante la naturalidad de la expresión al decirlo el jordano. Nos sonó demasiado transgresivo. En ese momento, nos dimos cuenta el poder que tenía la educación cultural sobre un grupo de personas. Seguimos la visita al “planeta rojo” con nuestro particular “rover marciano” por las llanuras desérticas, pero no tan solitarios como Matt Damon en su exploración de Marte. Nos acercamos a una roca con forma de champiñón, a esa hora ya no había tanta gente, algunos ya habían dado finalizada su excursión. La siguiente parada nos dejó en un lado del cañón Abu Khashaba para recogernos, más tarde, por el otro extremo. El recorrido no tenía ninguna dificultad. Era amplio y fácil de recorrer. Como un reloj de arena, más ancho al principio para luego ir estrechándose hasta que de nuevo volvía ampliarse hasta el punto de recogida. En este punto, aprovechando una ladera arenosa, los más jóvenes, y no tan jóvenes, se lanzaban, después de una penosa ascensión, con unas tablas como si hicieran snowboard, donde los más osados se atrevían de pie. La última parada fue en el espectacular puente natural de Um Fruth, probablemente uno de los más bonitos de lugar, donde los guías dejaban para el atardecer. Los guías cogían los móviles e inmortalizaban con una instantánea, desde el suelo, a los turistas sobre el puente rocoso. Doc y Sam, esta vez sí, ascendieron por un enorme pedrusco para llegar al puente. Aunque el ascenso solo requería mucha precaución, algunos padres se atrevían a subir con sus hijos pequeños y en el descenso los veía descender con cierta dificultad al tener que estar pendientes, no solo de ellos, sino también de los niños. A las cinco de la tarde llegábamos a nuestro campamento, a unos diez minutos del pueblo, resguardado por una formación rocosa en uno de sus lados. Compuesto por siete jaimas, cinco habitaciones pequeñas y dos grandes (una habitación compartida y el comedor). Asimismo, teníamos dos pequeños edificios (baños y cocina), aunque las duchas a lo máximo que llegaban era a lagrimar, no tenían presión, así que tuve que armarme de paciencia para asearme. Al anochecer se encendieron unas pequeñas antorchas de fuego ficticio que señalizaban la senda de cemento que nos llevaba a las habitaciones. Antes de cenar, el pedigüeño primo de Zeid nos reunió a todos en el gélido y oscuro exterior cuando mejor estábamos todos en torno de la chimenea del comedor para enseñarnos cómo habían cocinado de manera tradicional el pollo, dentro de un agujero excavado en la arena que funcionaba como un horno; para desenterrarlo utilizaron palas. Luego nos servimos de las variadas y abundantes bandejas de comida que había en una mesa, estilo bufet. La comida estaba deliciosa. Éramos diez comensales (dos italianas, tres indios, dos españoles, los colegas ingleses y yo). Estuvimos charlando un rato antes de ir a dormir. El primo de Zeid se encapricho de mi plumífero de montaña de Decathlon, quería canjearlo por su pesado abrigo. Me costó más de dos horas hacerle entender que yo necesitaba viajar ligero y que su prenda no sería muy útil para viajar. Miré a la bóveda celeste, antes de ir a dormir, en busca de un espectacular firmamento, pero me lo encontré poco estrellado aquella noche. Y dejé, al fin, que desvaneciera tan hermosa jornada en el mundo de los sueños. Teniendo una placentera noche, que no todos tuvieron, algunos se quejaron a la mañana siguiente de haber pasado frío, pero no fue mi caso. Imagenes relacionadas Índice del Diario: Jordania al runrún de los Toyotas Coasters
01: ENTRANTE JORDANO
02: PLANEAMMÁN
03: LAS MARAVILLAS DE AMMÁN
04: LA MÁGICA VARA DE MOISES (MUSA)
05: EN LAS INEXPUGNABLES RUINAS ROQUEÑAS DE LA PETRA NABATEA
06: LOS DEVENIRES AZOROSOS DE UN MAGNÍFICO DÍA EN PETRA
07: EN EL PLANETA ROJO, AQUÍ, EN LA TIERRA
08: AKABA NO ES CIUDAD PARA TALASOFOBOS
09: TRAS LAS HUELLAS DE LAS CRUZADAS EN ORIENTE PRÓXIMO
10: LA “PSICOFONÍA” DE LAS INMEMORIALES CATACUMBAS DE MADABA
11: JERASH, EN EL EPICENTRO DE LA LOCURA
12: INTENTO FALLIDO DE VISITAR LA ESTACIÓN DE TREN DE AMMÁN
13: AS-SALT, THE BEST BEAUTIFUL TOWN
14: ESA ENORME EXTENSIÓN LACUSTRE MAL LLAMADA MAR MUERTO
15: LA COLECCIÓN DE SU MAJESTAD
16: UN EXTRAÑO DÍA PARA DESPEDIRSE DE JORDANIA
Total comentarios: 10 Visualizar todos los comentarios
📊 Estadísticas de Etapa ⭐ 0 (0 Votos)
Últimos comentarios al diario: Jordania al runrún de los Toyotas Coasters
Total comentarios: 10 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN LA ETAPA
Diarios relacionados JORDANIA, 8 DÍAS POR LIBRE MEDIDADOS DE ABRIL 2018
Datos prácticos (precios) de nuestro viaje de 8 días por libre en Jordania
⭐ Puntos 4.50 (6 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 33
Una semanita por Jordania
Eacapada primaveral a Jordania en familia. Marzo de 2023
⭐ Puntos 4.86 (7 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 23
JORDANIA (e Israel) por libre en verano 2022
El viaje era Jordania pero, aprovechando que era fácil llegar a Jerusalen por...
⭐ Puntos 5.00 (2 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 21
COLORES DE JORDANIA
8 días de mayo recorriendo Jordania por libre. Visitamos Madaba, Jerash, Betania, la Reserva de Mujib, el Mar Muerto, la Carretera del Rey, Karak, Petra...
⭐ Puntos 4.97 (36 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 20
Jordania en 7 días
Aventura por Jordania, un país que esconde lugares increíbles y desconocidos.
⭐ Puntos 4.83 (35 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 20
Galería de Fotos
|