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La idea este día era bajar a Playa Blanca y zona Papagayo, pero como el día anterior se nos quedó pendiente el volcán del Cuervo, decidimos tirar para allá y sobre ello ir improvisando el día. Así que nuestra primera parada fue esa, con la mala suerte de que el día amaneció completamente encapotado y cuando llegamos al volcán, empezaba a llover, con lo cual abortamos esta misión y decidimos bajar al mercado que había ese día en Puerto del Carmen para echar un vistacito a ver si veíamos algo más de comida o alimentos típicos de la zona para cargar. Sin embargo ese mercado sólo era de artesanía, por lo que después de verlo rápidamente, y viendo que había parado de llover, volvimos al volcán del Cuervo a ver si el clima nos dejaba visitarlo. Aunque el día seguía nublado y con algo de aire, ya no llovía, así que niña andando y bebé en mochila de porteo, nos dispusimos a hacer la ruta. Es un paseito largo desde el aparcamiento hasta el volcán, pero la verdad que la niña lo llevó súper bien, es muy sencilla de hacer con niños porque es todo llano, y ver dentro del volcán es impresionante, nos gustó muchísimo esta visita y la verdad que se la recomendamos a todo el mundo.
Entre la visita rápida al mercado y el volcán, ya habíamos echado la mañana, así que para comer decidimos bajar a Playa Blanca y comer por ahí. Esta vez nos apetecía algo diferente y, como era costumbre, tras una búsqueda por el foro decidimos ir a comer a Chacho Burger, unas señoras hamburguesas de categoría. El local también nos encantó, todo de madera y decorado con cosas de películas, estilo friki, muy de nuestro rollo, estuvimos muy a gusto y la verdad que entre las hamburguesas, la niña mayor dormida en el carro y demás, se nos alargó mucho la comida allí y se nos hizo un poco tarde para ir a Papagayo. Aunque también lo agradecimos porque ya iba apeteciendo frenar un poco el ritmo. Después, ya que estábamos en plan disfrutón, buscamos una cafetería apañada para tomar dulcecito y un café, y acabamos en Capuccino Grand Café. Era un espectáculo, todo tenía una pinta brutal y fue un acierto ir allí también, estaba todo riquísimo. Tomamos 2 cafés, un rollo de canela y un rollito relleno de ricotta y pistacho creo recordar, riquísimo. Somos golosos, ¡qué le vamos a hacer!
Ahora sí, ya después de esa pequeña pero necesaria pausa, seguimos con la ruta. Lo malo era que el día no acompañaba nada, seguía haciendo mucho aire y lloviendo intermitentemente, así que no estaba el día como para largas rutas andando. Decidimos ir a ver Los Charcones, una preciosidad de sitio pero que vimos rápidamente porque el día se estaba estropeando por momentos.
Ya que el mar estaba picado, también aprovechamos para volver a Los Hervideros para verlos con mucha más acción que el día anterior. Nos cayó un buen aguacero de camino, pero fue bonito también verlos con el mar tan movido.
La verdad que para el día que hacía, creo que no lo aprovechamos mal la verdad. Aún nos quedaba alguna cosita pendientes, además de volver a los sitios que nos habían gustado, así que ya podíamos ir más relajados.
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