PERTH - City Tour y Fremantle ✏️ Travel Journeys of Australia

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Sábado, 3 de Octubre de 2009: PERTH - City Tour y Fremantle

Empezaba lo que iba a ser tónica habitual: madrugar para realizar las visitas programadas. A las 6 sonó la alarma del teléfono móvil y media hora después entrábamos en el restaurante enfrentándonos a la chica que controlaba los desayunos. Me preguntó si “continental o full” y en el momento en que le mostré la hoja de mi reserva, que había decidido llevar conmigo, recordó la escena del día anterior y nos invitó a acomodarnos para desayunar.
A las 7:15 nos encontrábamos en la puerta del hotel a la espera de que nos recogieran para visitar la ciudad, llegando hasta el puerto de Fremantle con regreso en barco por el río Swan.
A las 7:30 seguíamos esperando junto con una pareja de apariencia anglosajona. Cuando les pregunté si estaban esperando por el “City Tour” me respondieron con un simple “No”, o eran muy poco habladores o tenían más o menos el mismo conocimiento del inglés que yo.
Unos minutos después se detuvo un mini bus blanco, el conductor bajó y, después de confirmar que venía a por la otra pareja, se los llevó. Ya me estaba poniendo nervioso cuando llegó un autobús con las siglas APT, era el nuestro, nuestros nombres estaban en la lista del conductor, con retraso pero, al fin y al cabo, empezaba nuestro recorrido por la ciudad.
Después de recoger a más viajeros en un par de hoteles más, el autobús aparcó en una avenida junto a otros autobuses de APT. Siguiendo las indicaciones, que comprendí bastante bien, del conductor, nos dirigimos al autobús de nuestra excursión. Supuse que se habían ido repartiendo las zonas de recogida de pasajeros para finalmente organizarnos por grupos en función de la excursión elegida. A las 8 empezó de verdad la nuestra.
Casi de inmediato constaté que si mis problemas con el inglés eran pasables, con el australiano se convirtieron en insalvables. En recorridos guiados por islas caribeñas de habla inglesa me había defendido bastante bien, entendiendo el contexto de todo lo que se contaba, perdiéndome solo en alguna que otra palabra y atreviéndome, incluso, a hacer de improvisado traductor para mis compañeros. Aquí la situación era completamente diferente, solo entendía alguna palabra y me perdía en su interpretación. Pronto desistí del esfuerzo mental que me costaba el intento de comprensión y me aislé para dejar de oír palabras y limitarme a oír voces inconexas y sin sentido.
Los comentarios del chofer-guía debían ser muy interesantes y sus chistes graciosos, pero nosotros nos limitamos a contemplar la ciudad y tomar fotos a través de la ventana del autobús. Pasamos por calles recorridas el día anterior a pie. Recorrimos el Queens Garden, pasamos frente al Perth Mint, la catedral, la estación de ferrocarril. Después circulamos por zonas desconocidas, vimos edificios curiosos, bonitas iglesias, verdes parques en los que nos sorprendió una forma curiosa que tienen los australianos para pasar el día de fiesta: en muchos, sino en todos, de los parques existen zonas de pic-nic, bancos y mesas de piedra en los que se come lo que previamente se ha cocinado en las barbacoas que, de forma gratuita, proporcionan el calor necesario.
Como de vez en cuando intentaba prestar atención a las palabras del conductor, entendí cuando dijo que íbamos a realizar una parada en Kings Park. Cuando el autobús se detuvo confirmé con el chofer la hora que me había parecido entender que había dicho para reemprender la marcha y nos dispusimos a pasear por el parque.
No disponíamos de mucho tiempo. Es lo que tienen los viajes organizados: los tiempos están muy compartimentados, tantos minutos para tomar algo, tantos para hacer nuestras necesidades, tantos para tomar fotos, tantos para adquirir souvenirs,... No podíamos alejarnos demasiado del punto de encuentro, aún así disfrutamos de la pequeña porción de parque que recorrimos, el verde césped, las flores, las vistas del río y de los rascacielos de Perth, el War Memorial, monumento en memoria de los caídos en las diversas guerras en que han participado los soldados australianos (hombres y mujeres), la estatua a Lord Forrest, explorador y primer presidente del parque,...
Unos minutos antes de la hora convenida estábamos sentados en nuestros asientos del autobús a la espera del inicio de la siguiente etapa.. Nos dirigimos hacia la costa recorriendo lo que parecía una lujosa urbanización: preciosas casas, muy grandes pero separadas por muy poco espacio, con unos jardines muy bien cuidados. Calles y más calles con casas, escuelas, zonas comerciales, un hospital. La zona urbana de Perth parecía no tener fin.
La siguiente parada, la realizamos en la playa de Cottesloe, curiosamente la playa que había elegido para nuestro primer día en Australia y a la que hubiéramos accedido si el tiempo hubiera sido menos frío. La verdad es que no apetecía quitarse la ropa para tenderse sobre la, aparentemente fría, arena de la playa. De hecho la playa estaba casi desierta y aparte de un grupo de surfistas, no había más de 3 ó 4 personas en el agua. Nos encantó el singular edificio donde se ubicaba la cafetería, el centro de salvamento y la escuela de surf. El tiempo justo para tomar un café y un par de fotos y de nuevo en marcha.
La siguiente parada ya era en Fremantle, el puerto de Perth. El chofer dijo algo sobre los que íbamos a volver a la ciudad en barco a través del río Swan, entendí que había que decidir a que hora queríamos regresar, sí a la una o a las tres y supuse que más adelante nos lo preguntaría. Hizo una parada en el puerto y bajó del autobús durante unos minutos. No me enteré del motivo pero como nadie más bajó, nos quedamos en nuestros asientos. Al poco tiempo reemprendimos la marcha para estacionar al lado de un mercado en el centro de Fremantle. Las indicaciones del chofer fueron que el regreso a Perth podía ser de tres formas: en el mismo autobús a la una del mediodía, en barco por el río y en tren. Bajamos todos y empezó a repartir los tickets para los que volvían en barco. Cuando llegó nuestro turno comprobé que ya no le quedaban tickets para el regreso en barco, le dije que nuestra excursión incluía el regreso en barco pero me mostró que en su lista nosotros no figurábamos con esa opción, añadiendo que podíamos regresar sin ningún problema con él en el autobús.
Faltaba poco más de una hora para la una así que con este nuevo contratiempo nos dispusimos a aprovechar al máximo el tiempo de que disponíamos. Sin embargo no me convencía volver a Perth por el mismo camino que habíamos seguido para llegar a Fremantle. Me puse a repasar las hojas recibidas por fax el día anterior y descubrí que para el día de hoy disponía de dos bouchers: uno para APT y otro para “Captain Cook Cruises”. Con la hoja en la mano regresamos hasta donde se encontraba el chofer y le pregunté si ese papel podía canjearse en el puerto por los tickets para regresar en barco. No entendí su respuesta pero supuse que dijo que lo probáramos. Le contesté que haríamos el intento y que si la cosa no funcionaba volveríamos antes de la una para regresar con él.
A paso rápido llegamos hasta el puerto en menos de 10 minutos, le mostré el boucher al empleado de la caseta del Captain Cook. Tras una llamada por teléfono y requiriendo sí podía quedarse con el papel, me preguntó que a que hora queríamos la vuelta. Le dije que a las tres y nos entregó nuestro ticket indicando el punto donde atracaría el barco y mostrando una foto para que lo reconociéramos. Con gran alivio me despedí del empleado y nos dispusimos a pasar las casi tres horas siguientes recorriendo la ciudad.
Regresamos hasta el mercado donde nos había dejado el autobús. Nos pareció inmenso, con multitud de paradas de todo tipo, incluyendo, por supuesto, las de souvenirs. Siempre bajo techo, un mercado anexo de frutas, verduras y demás productos comestibles. En medio de ambos, una zona de comidas preparadas que sirvió para apaciguar nuestro apetito.
A la salida nos encontramos con un grupo de animación que entretenía a niños y mayores. Tranquilamente fuimos recorriendo las calles de la pequeña ciudad y aprendimos todo lo que había que saber sobre los ópalos, aprovechando para adquirir un par de colgantes que regalaríamos a nuestro regreso. A las 3 menos cuarto llegamos al puerto dispuestos a embarcar en nuestro trabajado “crucero” por el río Swan.
El recorrido por el río fue simpático. Una hora de trayecto admirando las mansiones que de vez en cuando se asomaban por las orillas. La llegada a Perth con el marco de sus rascacielos, la noria y la Tower Bell, resultó espectacular.
Nos dirigimos al hotel para asearnos, cambiarnos y dirigirnos a la zona peatonal para pasear y, descubrir que las tiendas y galerías comerciales, el sábado, cierran más temprano o incluso no abren por la tarde. Curioseamos por lo poco que quedaba abierto,, cenamos y seguimos paseando un poco. La animación, al igual que la noche anterior, estaba en pubs, en los pocos restaurantes que cerraban tarde y en las discotecas. Como no nos apetecía tomar una copa en un local en el que íbamos a resultar unos extraños y conscientes de que nuestros cubatas esperaban en la nevera del minibar de nuestra habitación, regresamos para repetir el ritual del juego de cartas y la copa de antes de acostarnos.

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