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Nos despertamos, corremos las cortinas de la habitación y nos damos cuenta de que estamos en un rascacielos de KL; no es un sueño, no. La reserva no incluye desayuno pero ayer nos informamos de que hay una cafetería en la planta 7 en la que se puede pagar un desayuno buffet o elegir platos variados de desayuno completo. Al ver que el buffet es un poco justito, optamos por dos platos y es todo un acierto pues están deliciosos:
- Ceylonz Starlight: pankenkes de nutella con cookies de oreo, mascarpone y mix de fruta; tostada francesa de pan brioche con mix de frutas, mascarpone y sirope de arce, acompañados de zumo de naranja. 12€
El desayuno es contundente pero nos espera un largo día por delante. Recogemos la habitación y hacemos el check in en la recepción del hotel, donde pedimos dejar las maletas un par de horas (1€, tiempo ilimitado), pues queremos aprovechar un rato de piscina, esta vez, de día. Esta nueva versión de la piscina es igualmente maravillosa, además no hay gente y estamos muy tranquilas.
El taxista grab de ayer nos dio muy buena sensación y nos dio una tarjeta, así que anoche nos decidimos a escribirle por whatsapp para pedirle que hoy nos llevara de nuevo al aeropuerto, pasando antes por las Batu Caves, situadas a 13 kms de la ciudad y a las que hay que acceder en coche o bus. Finalmente acordamos el precio de 50€ por todo el servicio y a las 13:00 nos recoge en el hotel para llevarnos a las Batu Caves. Este templo hindú destaca por su estatua dorada de 62 metros de altura, del dios Murugán, divinidad de la guerra y la victoria. La entrada es gratuita pero es importante llevar los hombros cubiertos pues si no, no te dejan entrar. Allí venden pareos pero nosotras preferimos llevar los nuestros para cubrirnos.
Para entrar a las cuevas hay que subir por una escalera de 272 escalones, entre los que vemos muchísimos monos jugueteando por allí, y al acecho para llevarse la comida que encuentran. Hay que tener mucho cuidado, pero ya sabemos que si no llevas comida, no hacen nada. Al subir arriba nos quedamos sorprendidas por las cuevas que hay en su interior, con templos dentro y agujeros entre las rocas que permiten ver el cielo. Nos recuerdan a las Marble Mountains de Vietnam, pero estas nos parecen más bonitas y tranquilas. En ese momento cae una tormenta que percibimos desde el interior de la cueva y nos llegan algunas gotas por el agujero que comunica al exterior. Es un momento mágico.
Salimos encantadas con la visita y nos dirigimos al coche donde el conductor nos espera para llevarnos al aeropuerto, llegando a la terminal nº 2 a las 16:30, con tiempo de sobra para hacer el check in, ya que esta vez Air Asia no nos permite hacerlo on line. Al hacer el check in nos recuerdan que debemos sacar el visado, de forma gratuita mediante esta web: imuga.immigration.gov.mv/
Nuestro vuelo a Maldivas sale a las 18:50 pero nos indican que va con algo de retraso, por lo que decidimos hacer allí una merienda-cena, ya que tenemos tiempo y vemos que vamos a llegar tarde a Maldivas.
- OldTown White Cofee: noodles con verdura, pollo y huevo, 2 bebidas: 7€
Finalmente el vuelo solo lleva un pequeño retraso, por lo que apenas tenemos tiempo de espera y enseguida embarcamos. Nos espera una nueva aventura y la visita del tercer país de nuestro viaje: Maldivas. El trayecto dura 4 horas pero con la diferencia horaria, llegamos a las 20:30 en Malé, capital del país.
Para nuestra estancia hemos elegido el hotel Thulhagiri Island Resort & Spa, lo que indica que estaremos 5 noches en la isla del resort, sin movernos de alli. Será una nueva experiencia para nosotras, que somos movidas e inquietas y nos gusta conocer lugares. Pero cerrar un viaje tan aventurero con una estancia de relax en un ligar especial nos hacía muchísima ilusión, así que ¡adelante con la experiencia!
Al llegar al aeropuerto nos dirigimos al mostrador que nos han indicado desde el hotel en los emails que he intercambiado con ellos. Alli tienen una lista de clientes y comprueban nuestros nombres, indicándonos que enseguida llegará la lancha del hotel a recogernos. Nos dirigimos al pequeño puerto y enseguida llega. La isla está a menos de media hora de trayecto y de camino pasamos por diferentes islas, que percibimos vagamente al ver luces a nuestro alrededor. Es de noche y no nos hacemos mucho a la idea de dónde estamos, pero por fin, llegamos al Thulhagiri donde nos reciben con un cocktail de bienvenida, nos dan un pequeño plano de la isla y el hotel y nos acompañan a nuestro bungalow overwater superior.
La llegada es emocionante, por ese caminito sobre el mar, que tantas veces recorreremos durante los próximos días. Al entrar al bungalow nos indican que como hemos llegado tarde y el restaurante está cerrado, nos han dejado una cena fria: ensaladas, sandwiches, frutas y pastelitos. Y alli esta nuestra cena, sobre una mesita con cristal transparente desde el que se ve el mar. Nos encanta el bungalow, con un baño enorme y además, una ducha al aire libre. Y lo mejor, su terraza con hamacas y escaleritas que bajan al mar. No es un sueño; ¡estamos en un overwater!
En Maldivas son las 10 de la noche pero para nosotras es como si fuera la 1 y necesitamos descansar. Cerramos los ojos, deseando que amanezca y ver ese paraíso con la luz del día. Hasta mañana, Thulhagiri.
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