La alarma me ha sonado a la 1:30 de la madrugada. Como me acosté tan temprano, aún he dormido casi 7 horas. He desayunado y, con poco más que agua, un poco de comida y la cámara, he echado a andar a las 2.
Aquí os dejo el enlace a la ruta de Wikiloc. TRACK DE LA RUTA
No han pasado ni 15 minutos y ya me he encontrado con la situación temida que me vaticinó el hombre del hotel ayer: los perros. Según me acercaba a la zona de casas, ya iba con el palo preparado. Aun yendo preparado, ha sido todo tan rápido e intenso que se me ha puesto el corazón a mil y me he defendido como he podido por puro instinto. En un momento, han salido hacia mí ocho perros grandes, ladrándome como locos y buscando morderme. En ese momento, he empezado a gritarles mientras movía el palo, como si fuera el palo de un ciego, por delante de mí con todas mis fuerzas. El del hotel me dijo que al levantar el palo se asustan pero ni de lejos, han salido encarnizados. Los perros me intentaban morder y yo, moviendo el palo con todas mis fuerzas, he terminado dándole a uno un palazo que le ha hecho abandonar la jauría pegando alaridos. Han aparecido más perros por detrás. Los perros son como leones atacando; mientras unos me atacan por delante, otros me buscan la espalda. Me veía que, en el momento en que uno me enganchara y me tirara al suelo, irían todos detrás. Mientras lanzaba el palo hacia delante y hacia detrás, intentando que no me cojan la espalda, he alcanzado a otro perro. Al pobre, esta vez le he alcanzado de lleno y ha pegado un chillido que ha hecho abandonar a dos perros más con él. Según iba dando palazos, iba avanzando hasta que he salido de la zona que los perros consideraban suya y se han quedado ladrando sin perseguirme. Habrá sido todo un minuto o dos, pero se me ha hecho una eternidad, de los momentos más tensos de mi vida. Por un momento me he visto que me descuartizaban. Andando hacia atrás he llegado junto a una caseta de la que han salido dos militares con linternas a ver qué pasaba y, mientras aún daba palos al aire, les he gritado "¡que me quieren matar!" a lo que el militar ha respondido con un escueto "pues claro". Ya en la caseta de los militares, con los perros atrás, ellos le han quitado hierro al asunto diciendo que con el palo es suficiente y que son una buena alarma, que por la noche los perros se ponen muy bravos con las luces porque son asilvestrados. ¡Qué barbaridad! Si no llego a llevar el palo, estoy seguro al 100% que termino en el hospital. Habrán sido como 50 metros avanzando rodeado de perros y dando palos a lo que se movía. El corazón a mil. Tanto que continuando mi camino, a los 10 minutos, me he tenido que parar a desalojar en un arbusto porque se me ha aflojado todo, se me han quedado temblando hasta las pestañas.
La pena son los dos perros a los que he golpeado. Al segundo es que le he dado de lleno con mucha fuerza. ¡Qué pena, por Dios! Pero es que o son ellos o yo, aquí no hay animalismo que valga. Mira que ayer busqué en internet cómo afrontar ataques de perros y decía que había que mantenerse firme y gritar... Y una mierda. De noche, me dirás tú de qué sirve gritar cuando el perro lo que ve es una luz del frontal. Gritar sale solo, pero el palo es lo que funciona. Ni siquiera el spray de pimienta porque, a ver, cómo se lo echas a 10 perros enajenados que te están rodeando, mientras se lo echas a uno dos te han enganchado por detrás.
A las 2:30 de la mañana, estoy subiendo el monte con un nivel de activación que ni con cuatro Monsters. La subida ha sido más fácil que la del Santa María. Es más progresiva y la senda está marcadísima. El cielo está totalmente despejado y estrellado. En el momento en el que he abandonado el bosque se ha puesto un viento y un frío de narices, no ha cesado hasta la misma cima. He ido solo todo el camino y ya en el último tramo he alcanzado a un grupo de 20 guatemaltecos, de un club de senderismo, que subían juntos desde otro punto distinto al mío. La última subida va señalada por un vía crucis, siendo la última estación la cima en sí. El frío que hacía en la cima era tremendo, 4200 metros no son para menos. He esperado hasta que saliera el sol al resguardo de unas piedras mientras me comía un bollicao y, ya con la luz, he echado las fotos de rigor. Las vistas me gustaron mucho más las del Santa María, aquí se ve también a lo lejos el volcán de fuego, el Santa María y demás volcanes, pero se ven más a lo lejos que ayer; desde el Santa María se ven perfectos. Hay un cráter bonito en la cima y, sorprendentemente, muy poca basura. Lo del Santa María estoy convencido de que es porque lo consideran sagrado.
La bajada la he hecho con solecito hasta la mitad, en la que se ha metido la niebla. Aquí ha venido uno de los personajes del viaje que difícilmente será desbancado. En un llano en medio de la niebla, me he encontrado un guiri mirando el GPS. Me he parado a hablar y resulta ser de Austria. Me ha preguntado por mi viaje y cuando yo le he preguntado por el suyo, ha sido cuando la conversación se ha vuelto la más interesante que he tenido en mucho tiempo. Resulta que el tío está intentando batir un récord Guinness consistente en subir la máxima elevación de cada país del mundo. Dice que lleva 107 países y que hoy, con el Tajumulco, va a hacer el 108. He estado media hora hablando con él, preguntándole por todas las curiosidades que implica. Dice que Europa la ha hecho entera y que la cima más difícil es la del Vaticano por estar en una zona en la que está prohibido el paso. Ha estado en el Everest, el K2... Me ha invitado en marzo a subir la máxima elevación de Belice, que es un cerro que está a una semana andando por la selva. Se va ahora tres semanas de expedición para lograr la máxima altura de Brasil... Una historia detrás de otra, pero es que el tío encima era súper agradable. Educadísimo y con un inglés muy entendible. Me ha dicho que en Innsbruck tengo casa cuando quiera, que él a todas las personas que se encuentra en lugares inhóspitos haciendo montañismo les abre las puertas de su casa. Ya he aprovechado y le he preguntado por los perros, me dice que casi le muerden pero que ha salido un militar, ha pegado un chillido y se han ido. De día no es lo mismo; a las 2 de la madrugada estás que sale el dueño a pararlos...
Después de la conversación, he seguido bajando hasta pasar por la zona de los perros. Han salido nuevamente tres perros enloquecidos, pero en esta ocasión, en cuanto he hecho aspavientos con el palo, han respetado la distancia, hasta que un militar los ha callado. Aquí matan un día a alguien.
De vuelta al hotel, me he duchado, he recogido y para el bus. En la parada, he estado hablando con un hombre mega auténtico, con sombrero tejano y con cero nivel de español. Básicamente nos hemos comunicado con gestos. Él me decía cosas y yo le decía que sí y nos reíamos. 20 minutos así hasta que ha venido el bus.
A las 13 he llegado a Xela y a descansar. He merodeado por la tarde-noche por la plaza, viendo una batalla de raperos bastante chula, una chavala haciéndose fotos de quinceañera y una convención de mormones en la plaza del teatro. Poco más.
Mañana, el día lo dedico a cruzar a México, a Chiapas. En Chiapas estaré unos 10 días en donde bajaré el ritmo con el senderismo. Llevo 5 días seguidos con mucho desnivel acumulado, mucho frío y madrugones. Me noto la rodilla derecha algo resentida, una pequeña molestia en la cadera y los pies hechos un cristo, nunca mejor dicho. Realmente, nada preocupante, pero un parón se agradece; las agujetas no se me quitan ni para atrás. Hasta que vuelva a Guatemala no vuelvo a hacer una ruta relativamente larga.
Ahora, en Chiapas, lagos, cañones, pueblitos, selva y ruinas mayas. Se acabaron los volcanes por un tiempo.