A las 9 estaba despegando para Salvador. Menos mal que LATAM aún no se ha sumado a la tendencia de cobrar por el equipaje de mano y no he tenido que andar haciendo inventos para embarcar.
La llegada a Salvador es muy sencilla, según sales del aeropuerto te dirigen hasta un bus que te lleva a la estación de metro. Luego hay que pillar el metro para ir al centro. La cuestión es que el aeropuerto está lejos y he tardado como una hora desde que he aterrizado hasta que me he bajado del metro. Para ir al alojamiento he ido andando por calles periféricas al casco antiguo. La impresión es como un Oporto aún más decadente. El hostal además es una casa vieja regentada por un argentino mayor. Para lo que había en Booking no ha sido mala opción por 20€ la noche con aseo compartido. Está para que se caiga, eso sí.
Tras dejar las cosas he ido a llevar la ropa a la lavandería. La llevaba crítica. Me han pedido 11€ por lavar y secar, me parece carísimo pero es que no tengo ni calcetines limpios y voy en chanclas básicamente. De la lavandería he pillado comida para llevar y me he ido al hostal a comer.
Por la tarde me he puesto mis chanclas y he recorrido el centro de Salvador, Pelourinho. Lo primero que llama la atención es la cantidad de población negra que hay. En comparación con lo que he visto de momento, es una mayoría indiscutible. Salvador se considera la capital del turismo afrobrasileño y la cultura africana se ve por todas partes. En una primera impresión, pasear por el centro me ha recordado mucho a La Habana. Quizá sea la ciudad que más me recuerda de todas las que he visitado. Las iglesias son de estilo portugués pero el ambiente es puro La Habana. Se ven mujeres vestidas como las maniseras cubanas, pero aquí representan a las antiguas mujeres que vendían una especie de empanada de camarones llamada acarajé, "baianas de acarajé" se llaman. También hay mujeres y hombres vestidos como curanderos, se llaman "babalorixás" o "pai de santo". Nuevamente, como en Cuba son una especie de santeros pero en la práctica son como las gitanas del romero en Granada, te pretenden dar unas hierbas y a quien enganchan lo sientan en una silla y le dan la chapa, imagino que leyendo el futuro, a cambio de pedir despues, de forma insistente, la voluntad.
Lo más impresionante de Salvador es la música. Salvador es la cuna de la percusión y se ve por todas las calles. Se montan unas batucadas espectaculares. Cada una pertenece a una escuela de batucada determinada. En la plaza central también se ven escuelas de capoeira. Mientras las veía, he estado leyendo en internet y se llega a diferenciar tres tipos: la regional, que es la que más se ve; la de Angola, que es más pausada y con la cabeza en el suelo, un grupo femenino la está haciendo en la plaza, y la acrobática, representada por dos fornidos al lado de la iglesia que pegan unos brincos de escándalo. Se hacen grupos y se ponen con sus panderetas y un instrumento de cuerda llamado berimbau, que recuerda mucho a uno que se veía en Etiopía, el masinko. Mientras que el berimbau se golpea con un palo, el masinko se frota, el parecido está en la forma, básicamente.
Hay que tener cuidado con los grupos de capoeira, porque algunos se nota que son genuinos, están entrenando y ponen un cesto para propinas y ya, pero hay otros que se ponen pesados y si te dejas llevar por ellos te terminan pidiendo dinero. Yo he grabado tranquilamente y, antes de que me la líen, les he dado 10 reales y todos tan contentos.
Otra cosa llamativa es que, al igual que en la India siempre te intentan encasquetar un bindi para pedirte luego dinero, aquí la gente se pinta tribales con pinturas blancas. Esto viene del grupo Timbalada que fundó Carlinhos Brown. En uno de los conciertos en los 90 no tenían vestuario y decidieron salir con el cuerpo pintado de tribales blancos, haciendo de esto el símbolo del grupo y, a día de hoy, uno de los símbolos de Salvador. Al final queda como una manera de sacar dinero a los turistas, prueba de ello es que solo los turistas van pintados. Los tribales junto con el símbolo de la paz de colores, que pertenece a la otra banda de batucada famosa llamada Olodum, son los símbolos que más se ven y de los que más se venden cosas.
Desde la plaza central he ido andando hasta una zona que tiene unas vistas muy impresionantes. Salvador tiene una configuración que recuerda muchísimo a Lima. Se encuentra a orilla del mar pero lo que es el casco antiguo está separado del mismo por un barranco altísimo que va paralelo a la costa. Para salvar este barranco han construido un elevador gigante que lleva el nombre de "Lacerda", algo peculiar leído en español, para más inri en la entrada venden unas croquetas típicas que se llaman "Coxinhas". Las vistas que se tienen desde arriba son hacia la zona del puerto, el mercado y una zona de viviendas grandísima que se pierde a lo lejos.
Desde el elevador me he vuelto a recoger mi ropa limpia. La he dejado en el hostal y me he pillado un Uber para ir a la zona del mercado. Este fin de semana se hace un festival que se llama "Viva Verão" y hace de cierre del carnaval. Traen a grupos importantes de percusión y samba. El ambiente en la plaza del mercado es raro. Por un lado está lleno de vendedores de cerveza, gente que comienza a llegar y una cantidad de seguridad que parece la guerra. Está la policía militar, la guardia civil municipal, un grupo que se llama Fiscalização, que según me cuenta el del hostal se encarga de supervisar comercios y conductas de prostitución. Por último, hay patrullas de asistentes sociales que van hablando con los indigentes que se encuentran, hay muchísimos dedicándose a mendigar, recoger latas del suelo o tirados en el suelo. Cuando he llegado había mucha más fuerza de seguridad que personas. Según se ha acercado la hora del concierto, se ha empezado a llenar y al final había una barbaridad de gente. El primer concierto ha sido del primer grupo de percusión creado íntegramente por mujeres, "Didá". Es bastante famoso y tiene una historia detrás bonita. Entre el grupo de Olodum, Timbalada y ahora este, da la sensación de que todos los grupos de percusión de Salvador tienen detrás una historia épica de superación, mola.
El concierto ha sido bastante espectacular. Un grupo de 20 mujeres tocando batucada con una fuerza bestial, cantando y bailando con referencias constantes a África y a la población negra. Al grito de "A dançar gente preta!" Bailaban hasta los bebés con ritmazo. Después de la percusión ha seguido una mujer que cantaba una especie de samba mezclada con reggae y un género musical que llama Axé, que para mí es indistinguible de la samba. Este me ha parecido más pesado así que me he comido unos noodles con pollo y he vuelto al alojamiento, que se me han hecho casi las 22. Día intenso y bonito.