Dejando atrás Haast hay un primer tramo de carretera litoral de unos 20 Kilómetros con algunos miradores de los acantilados, como es el de Knights Point.

Virando de nuevo hacia el interior, se llega a orillas del lago Moeraki y aquí tiene su inicio el sendero a la Playa Monro, que es uno de los lugares donde nos habían dicho en el centro de visitantes que podríamos ver los pingüinos más rezagados.
Al inicio del sendero, un letrero advierte que se trata de una zona protegida de fauna salvaje y lugar de nidificación del pingüino crestado, lo cual anima a pensar que va ser posible verlos.
Desde su inicio hasta la costa, al igual que otros muchos senderos de la región, se camina en el interior de un bosque lluvioso con abundancia de helechos arborescentes.

A lo largo del camino fuimos viendo letreros indicando la proximidad de zonas de nidificación, pero sin pingüinos a la vista.
La Playa Monro resultó espectacular, con el Mar de Tasmania embravecido batiendo los acantilados. Tenía un aspecto completamente salvaje. Desde luego, no apta para el baño.
Pero no vimos ni rastro de pingüinos y nos tuvimos que marchar pronto porque era tal la cantidad de mosquitos que no te dejaban parar ni para tomar una foto.

Esta visita no nos tomó mucho tiempo: algo más de una hora porque hicimos tiempo por ver si aparecía algún pingüino, pero nos teníamos que refugiar dentro del bosque donde no había apenas mosquitos y después salir rápidamente a echar un vistazo ayudados de los prismáticos.
Después de este tramo costero, la carretera vuelve al interior, pasando por la orilla de varios lagos y llegando, finalmente, al entorno del Parque Nacional Westland, la vertiente occidental de los Alpes del Sur y donde se encuentran los Glaciares Fox y Frank Josef, sus dos grandes atracciones turísticas.
Hicimos noche en Franz Josef Village y al día siguiente, con un sol radiante y el cielo completamente despejado, nos fuimos a visitar el Glaciar Franz Josef. Al igual que ocurre en el Parque Nacional Monte Cook, las carreteras acercan al inicio de senderos para tener vistas de los glaciares, pero no se adentran en la montaña.
En el caso del Franz Josef, sólo se ve desde la lejanía, pues el sendero que avanza por el valle glaciar junto al río, estaba cerrado por el peligro de riadas.
La lengua del glaciar ya ha retrocedido tanto que, desde el mirador más cercano a ella, al final del Sentinel Rock Walk, a simple vista sólo se aprecia una masa de color blanco. Hacía falta tirar de teleobjetivo para verla con algún detalle.

Un panel informativo en este mirador muestra cómo el glaciar llegaba a ese punto en los años 30 del siglo pasado y su retroceso imparable a lo largo de los años.
Para llegar al glaciar se ofrecen vuelos en helicóptero. Nosotros desistimos de hacerlo y nos limitamos a corretear los cortos senderos de la zona. Uno de los cuales lleva a la laguna Peters.

Realmente, pensábamos que en el Westland habría mayor diversidad de actividades donde ocupar nuestro tiempo. Nos dijeron que en el Glaciar Fox íbamos a encontrar algo muy parecido a lo del Franz Josef, así que decidimos no ir porque teníamos que deshacer el camino.
En su lugar, continuamos algo la carretera adelante, hasta el lago glaciar Mapourika, donde hay una zona de acampada y desde donde se tienen unas buenas vistas de las cumbres de los Alpes del Sur.

Con esto, dábamos por terminada la visita al Parque Nacional Westland, algo antes de lo que pensábamos, pues la idea era que nos emplearía más tiempo.
En su lugar, y sobre la marcha, decidimos desviarnos algo de la ruta costera y acercarnos hasta el río Hokitika para ver su garganta.