Buscando información sobre lugares a visitar, me llamó la atención la Fervenza do Toxa. Resultó que podía incluirla fácilmente en nuestro recorrido, pues está cerca de la localidad pontevedresa de Silleda, que nos pillaba casi de paso y donde encontré alojamiento para una noche, lo que nos serviría también para acortar el viaje desde Madrid. De modo que nuestra primera jornada contó con 565 kilómetros, unas cinco horas y media en coche, si bien tuvimos que añadir una hora más para la comida.
Itinerario desde casa según Google Maps.
Pese a que no madrugamos mucho, paramos a almorzar un menú del día en un restaurante de carretera, ya en tierras gallegas. He olvidado dónde fue (mal por mi parte no apuntarlo, que a veces cuesta encontrar un sitio en condiciones al ir de viaje), pero recuerdo que tomamos un rico caldo gallego, que echaríamos en falta más adelante, un salpicón de mariscos y una hamburguesa de carne gallega, más los postres. Muy correcto por 15 euros cada uno.

Al Hotel Ramos, de una estrella, llegamos sobre las seis de la tarde. Es un establecimiento sencillo pero cómodo, que nos vino muy bien para pasar esa noche de transición a buen precio (62 euros).

Fervenza do Toxa.
Tras descansar unos minutos, pedimos a la recepcionista indicaciones para llegar hasta el aparcamiento desde el que se accede a la Fervenza, que está entre las parroquias de Pazos y Martixe, a unos quince minutos en coche. Muy cerca, hay un mirador para ver la cascada desde arriba, pero se nos pasó y fuimos directamente hasta el sendero que conduce hasta su base. Y casi fue mejor así, ya que, luego, la sorpresa fue mayor.
De camino hacia la Fervenza, vimos paisajes así:



El sendero desciende entre arboleda y vegetación, lo que se agradecía esa tarde, tan soleada y calurosa que por el camino nos cruzamos con bastantes bañistas que regresaban de pasar la jornada junto al agua. Un acierto la hora en que íbamos, bien cumplida la tarde, pues el lugar debió estar muy concurrido anteriormente.



Tras caminar unos dos kilómetros, llegamos a la base de la cascada, que presentaba un aspecto fantástico, con mucha agua pese a estar en pleno verano; claro que había llovido bastante durante las semanas previas según nos comentaron. En momentos de plenitud de caudal debe ser todo un espectáculo. A Fervenza do Toxa (cascada del río Toja en castellano) es la cascada más alta de Galicia en caída libre y una de las más altas de España, pues alcanza los 60 metros, con una caída mayor que llega a los 30.

Pisando sobre unas piedras y algunos troncos, alcanzamos la base, desde donde hicimos algunas fotos, disfrutando de su belleza y del frescor que proporcionaba el agua. Sin embargo, la magia de este lugar no reside solo en la cascada, sino en todo el entorno, conformado por un espeso bosque de robles, castaños, abedules y laureles, con los colores añadidos que proporcionan los helechos y el musgo sobre las rocas, entre las que se precipita el agua formando numerosos saltos de gran belleza.



Hay un sendero que recorre la orilla del río y llega hasta el Monasterio de Carboeiro; unos 12 kilómetros entre ida y vuelta. Lamentablemente, no nos daba tiempo de completarla y recorrimos solo su parte inicial, que está protegida por unas barandillas de madera.



Luego, de regreso a las inmediaciones del aparcamiento, localizamos el lugar donde se encuentran los miradores, que proporcionan unas vistas estupendas del bosque y las cascadas.



Volvimos a Silleda, donde intentamos cenar sin éxito, pues, al parecer, se nos había pasado la hora. En fin, nos pareció chocante que siendo lugar de paso del Camino de Santiago no pudiésemos tomar algo más que una cerveza poco después de las nueve de la noche. Menos mal que llevábamos en el coche alguna cosilla para matar el hambre.


Te mando estrellitas. Abrazos.