El Campo de Hielo de Columbia es el mayor de la Rocosas Canadienses. En él se encuentran varios picos que superan los 3.000 metros de altitud y varios glaciares, entre los que está el Athabasca que, por ser bastante accesible desde la Icefields Parkway, es el más visitado de todos ellos.
El glaciar Athabasca está en continuo retroceso, de tal manera que, desde la carretera, la lengua se ve en la lejanía, tras una masa grisácea de la morrena que cubre el valle.
En 2.010 (supongo que también ahora) la visita al glaciar no se podía realizar por libre. Se precisaba contratar un tour en autobuses especiales y, en temporada alta, lo mejor era hacerlo con bastante antelación. Nosotros ya lo llevábamos hecho desde España.
El Campo de Hielo de Columbia se encuentra a unos 100 kilómetros de Jasper y, junto a la carretera está el Centro de Interpretación, que es el punto de partida de las expediciones en autobús.
Allí hay un parking desde el que no pueden avanzar más los vehículos particulares y donde nos montamos en un autobús convencional para ir por una pista de tierra hecha sobre la morrena lateral del glaciar.
Cuando se llega a la lengua del glaciar, se cambia de autobús para montarnos en otro especial de ruedas gigantescas que puede avanzar sobre el hielo, llamado Snow Coach.
Después de un recorrido por una pista marcada en el hielo y en la que parece haber garantías de que no hay grietas donde el autobús se pueda hundir, se llega a una zona acotada para poder moverse libremente por ella.
La excursión estaba muy concurrida. Esta es una de las atracciones incluidas en los circuitos que van recorriendo los parques en breves paradas y de los diversos autobuses se bajaba gente de todas las edades y procedencias, algunas de ellas con ropas y calzados veraniegos nada apropiados para el lugar.
La "zona de seguridad" está acotada con balizas que no se pueden traspasar porque existe el riesgo cierto de caer en una fisura del hielo. Como esta zona no es muy extensa y la acumulación de gente era copiosa, la imagen se me asemejaba un poco (sin que se me tome por ofensivo) a la de las colonias de pingüinos en la Antártida.
En cualquier caso, como hacía bastante frío y mucha de la gente no se separó gran cosa de su autobús, pronto el espacio se fue despejando y hubo la posibilidad de tomar alguna foto un tanto artificiosa que pareciera hecha en un lugar remoto y solitario.
Tanto en al subida como en la bajada en autobús, pudimos ir contemplando los otros glaciares que descienden de las cumbres que conforman el campo de hielo, que hoy han quedado reducidos a glaciares colgantes y en su día confluyeron todos con el Athabasca formando una sola lengua. El más famoso de éstos es el glaciar Andrómeda, que baja desde el monte del mismo nombre.
De vuelta al Centro de Interpretación, donde pasamos un rato viendo fotografía históricas del glaciar y por la tienda de souvenirs, iniciamos el regreso a Jasper con alguna que otra parada. La última de ellas fue para hacer el sendero Valley of Five Lakes.
Un sendero que parte de un parking junto a la carretera, conduce a cinco lagos encadenados, separados por breves lenguas de tierra y dentro de un bosque de coníferas. Los lagos están nombrados sin más de "primero" a "quinto" y nosotros nos limitamos a llegar al punto que separa el primero del quinto, tomar unas fotos y decidir que nos volvíamos porque empezaba a anochecer.
Empezamos el regreso con el grupo disperso y yo (como de costumbre) de avanzada. A la subida de un repecho oí ruido de ramas y vi a mi derecha, a unos 50 metros del camino un oso negro que estaba balanceando un tronco pequeño. Después de agruparnos todos, en silencio, continuamos avanzando hasta perderlo de vista. El oso en ningún momento nos prestó la menor atención y terminamos haciendo lo que los manuales dicen que nunca se debe hacer: echar a correr despavoridos hasta el parking que estaba a unos 300 metros. Este tercer encuentro con osos me gustó bastante menos que los anteriores.