Hoy volamos para Madrid. Se nos acaba el viaje, pero aún hemos sacado un paseo matutino de 3 horitas antes de irnos al aeropuerto.
Hemos dejado todo recogido y, a las 8 de la mañana, ya estábamos desayunados paseando por Myeongdong. A las 8, Myeongdong tiene un ambiente totalmente distinto al de anoche. A esta hora está todo lleno de coches y camiones que se dedican a reponer lo consumido la noche anterior. Es increíble pasar por la calle de la comida callejera, que ayer estaba tan llena que no cabía ni un alfiler, y solo 8 horas después no hay ni siquiera puestos. Eso sí, un Ferrari aparcado en la entrada de un Olive Young.
Hemos ido andando hasta el paseo fluvial que se llama Cheonggyecheon. Aun estando en medio de rascacielos, han conseguido convertir un río en un paseo agradable que te aísla totalmente del bullicio de la ciudad. El paseo por el río nos lleva hasta el mercado tradicional de Gwangjang. Aun siendo las 9 de la mañana, tiene bastante ambiente. Se nota que es el mercado más turístico de todos porque los dependientes de los puestos te llaman para que comas en su puestecillo. En Corea, la comida tradicional, cuando la ves por YouTube antes de venir, parece megavariada, pero al final no deja de ser bastante repetitiva. Al menos aquí, todos los puestos tienen lo mismo. La gente desayunando sus platos de morcilla coreana a estas horas...
Del mercado hemos pasado a una cafetería a coger calor y hemos vuelto callejeando hasta Myeongdong, pasando por un mercado curisoso de salazones. Hemos llegado a Myeongdong justo cuando abrían las tiendas. Si a las 8 solo había reponedores y coches, ahora, a las 10, vuelve a estar repleto de vida. Consumismo por todas partes, pero a estas horas sin los puestitos de comida.
A las 11 hemos vuelto al alojamiento y luego para Gimpo. Fin de un viaje que me ha gustado muchísimo.
Corea es un destino que elegí por un simple motivo: el billete era barato. Compré los billetes en abril y apenas tenía idea de qué ver en Corea. Al final ha resultado ser uno de los países de Asia que más he disfrutado. Es un destino muy disfrutón, penurias las justas aquí salvo por las inclemencias del tiempo, ya sea frio en invierno o calor y lluvia en verano. Está todo muy adaptado al turismo y, quizá por las fechas, no hemos sufrido aglomeraciones ni agobios turísticos.
Culturalmente, el país es la caña. Desde la filosofía confucianista, el budismo, la dulzura con la que te hablan y la eficacia y calidad del servicio, el K-pop, las ciudades, los aseos limpios y con calefacción por todas partes, el silencio sepulcral del metro, la cultura de lo "cute"... y la gastronomía. Yo creo que es el país en el que mejor he comido junto con Perú (Quitando España, que en gastronomia somos top). Lo he gozado mucho. No me parece que coman más picante que en México, por ejemplo. De todo lo que he comido, solo ha habido un plato que no me pude acabar: unos bollos en Seogwipo. El Jjamppong de Gyeongju también fue modo infierno, pero lo disfruté mucho. Se come tremendamente bien y muy variado, desde el marisco potente en Jeju con los abulones y caracolas, hasta el bibimbap o la barbacoa coreana. Quizá donde flaquean es en el apartado de dulces: no son muy diestros con el chocolate, aunque la fruta cubierta de pastel de arroz está buena como para morirse. Hemos comido todos los días dándonos el homenaje, y eso, quieras que no, es un plus.
Por la parte de naturaleza, tiene sus pros y sus contras. Los paisajes son muy bonitos: pillamos nieve y subir al Hallasan fue chulísimo, asi como el hanok de jeonju con la nieve fina que cayó por la noche. Lo malo es que está todo tan preparado que pierde un poco ese toque de aventura. Al final, incluso subir al pico más alto de Corea parece un paseo por un parque muy bonito. Que esté tan adaptado también permite que conserven entornos chulísimos, donde siempre hay un puente o un templete que le da el ambiente oriental a la rutilla. La parte más natural ha sido Jeju, y me ha sorprendido para bien. Es una isla preciosa con paisajes muy variados, desde la alta montaña hasta los campos de plumeros o los acantilados de basalto.
Corea es un destino que, si bien no es muy caro, se te puede ir un pico gordo en el presupuesto. El alojamiento no es caro: hemos dormido por una media de 60 euros en alojamientos buenos con baños occidentales. La comida tampoco es muy cara: por unos 40/50 euros comes como reyes. Donde se te va de madre el presupuesto es en las mil gilipolleces que terminas comprando, absorbido por la cultura "cute" que sirve de cebo.
Me cuesta sacarle puntos negativos al pais. Si algo negativo tiene quizá sea que hay aspectos que aun están lejos de estar adaptados al turismo occidental. Hay bastantes restaurante o puntos turisticos que la información en ingles ni la contemplan, como mucho chino y japones. Las autopistas no están hechas para occidentales, carteles importantes están en coreano y se hace imposible de comprender por nosotros. El tema de la basura es digno de cuarto milenio, un pais limpisimo sin basuras en el suelo pero que no tiene papeleras en ningun lado, que hayan conseguido ese nivel de civilizacion es epiquísimo. Eso si, como te bebas una cocacola o te comas algo tienes que cargar con la basura hasta tu funeral. Por lo demás no encuentro nada negativo. Nos sacan facil 100 años de desarrollo y civismo.
Estas dos semanas se quedan perfectas para visitar el país. Quizá me hubiera gustado una semanita más para visitar Busan y las montañas del norte de Seoraksan. Siempre hay que dejarse algo para volver, así que, con seguridad, volveré a la tierra del K-pop a pasear entre carteles de IU anunciando soju, puestos de tteokbokki y peces de frijol dulce.